26 de octubre de 2012

Van Morrison - A Night In San Francisco

El caso de Van Morrison en muchos países de américa latina es parecido al de otros grandes de la música británica como "Spencer Davis", "Reg Presley" o "Roy Harper" o grupos como “The Who” y “The Kinks”, los cuales pasaron sin pena ni gloria cuando son fundamentales en la construcción de lo que ahora se conoce como “rock contemporáneo”… en consecuencia tienen discos que son considerados referencias en la historia de la música como es el caso de este disco: “Van Morrison - A Night In San Francisco”, pero que al iual que muchos, pasaron casi de noche por los oídos de mucha gente… este es un álbum doble que si se tratara de definir en términos de calidad, músicos, ejecución... todo, sería con el calificativo de obligatorio para todo aquel que se precie de ser conocedor de buena música…  y es que Van Morrison es un grande, al igual que “Eric Burdon” y otros vocalista británicos más, aunque poco valorados en estas tierras cubiertas de polvo, olvido y aridez… 

Nacido un mes de agosto de 1945 en Belfast, Irlanda, pasó a la historia por tres grandes motivos: 1) haber sido cantante del grupo “Them”, 2) siendo tal haber compuesto (y cantado, obvio), el tema “Gloria” (alcanzó el puesto 208 de la lista de las 500 mejores canciones de todos los tiempos) y hasta la fecha la canción sigue siendo citado como una referencia fundamental para entender ese movimiento musical que invadió al mundo en los años sesentas de forma pacífica: la mal entendida “Ola inglesa” y 3) tener tan mal carácter que se ganó el apodo de "el león de Belfast"...

 Van Morrison

Sí, de eso ya hace mucho y si bien los “Them” ganaron su lugar en la historia a partir del año 1964 en que fue publicada la citada canción “Gloria”, la obra de Van Morrison no se limita a ese grupo… en realidad no tiene límites pues con el paso de los años y ya con una sólida carrera solista, este personaje a incursionado en todos aquellos géneros musicales que suelen ser vistos con respeto por los conocedores de la buena música: desde el rock, el jazz y el blues hasta el góspel y la música folclórica, en los cuales se ha destacado siempre no sólo por sus dotes vocales, sino por ser un muti-instrumentista que lo mismo toca la guitarra, armónica, saxofón que los teclados y hasta la batería…

Tiene varios discos que incluso han sido señalados como “determinantes” en los multi-caminos que siguió la música a partir de los años setenta, pero sus producciones siguen vigentes hasta la fechapor lo que “A Night In San Francisco” es un buen ejemplo para acercarse a la obra de este músico…

Este disco grabado en vivo grabado en directo el 18 de diciembre de 1993 en el Masonic Auditorium de San Francisco, está considerado un clásico de todos los tiempos… y no es exageración mía, la propia historia lo dice no sólo por su extraordinario y diversificado contenido musical, que lo mismo visita durante más de dos horas el blues, el soul y el rock que al jazz, el funk y hasta lujosas baladas, dejando claras no sólo cuáles han sido sus influencias musicales, sino también demostrando su maestría vocal e instrumental… 

Por si fuera poco Van Morrison se hace acompañar de algunos amigos para ratificar que si alguien sabe lo que hace, es él mismo: el maestrísimo “John Lee Hooker” lleva la voz en su cánción más clásica de todos los tiempos: Gloria, el inmortal “Junior Wells” le da a la harmónica con gusto en dos temas y para rematar: el dios del jazz-blues “Jimmy Witherspoon” hace lo propio con su voz en varias canciones…

Si bien no soy un ferviente admirador de la obra de Van Morrison (quizá porque mis gustos musicales en general son más telúricos), debo reconocer que en mi audioteca existen pocos discos de él (tomando en cuenta que tiene más de 50 grabaciones), como son el alucinado “Moondance”, esa otra joya también grabada en vivo llamada “Live at the Grand Opera House Belfast” y el reciente “Born to Sing: No Plan B” (que marca en este 2012 su regreso a esa exquisita discográfica especializada en jazz “BlueNote records”)…

Álbum ampliamente recomendable… eso sí: para los que buscan sobresaltos decibélicos, abstenerse… ya sé que cada quien sus perversiones, pero este disco NO puede faltar en ningún hogar que se precie de ser musicalmente correcto…

Contenido:

CD1
1. Did Ye Get Healed?
2. It's All in the Game - Make It Real One More Time
3. I've Been Working
4. I Forgot That Love Existed - All Along the Watchtower
5. Vanlose Stairway - Trans-Euro Train - A Fool for You
6. You Make Me Feel So Free
7. Beautiful Vision
8. See Me Through - Soldier of Fortune - Thank You
9. Ain't That Loving You Baby?
10. Stormy Monday - Have You Ever Loved a Woman? - No Rollin' Blues
11. Help Me
12. Good Morning Little Schoolgirl
13. Tupelo Honey
14. Moondance - My Funny Valentine

CD2
1. Jumpin' With Symphony Sid
2. It Fills You Up
3. I'll Take Care of You - It's a Man's Man's Man's World
4. Lonely Avenue
5. So Quiet in Here - That's Where It's At
6. In the Garden - Real Real Gone - You Send Me - Allegheny
7. Have I Told You Lately
8. Shakin' All Over - Gloria
9. Cleaning Windows - The Street Only Knew Your Name

22 de octubre de 2012

Beth Hart & Joe Bonamassa - I'll Take Care of You



La conjunción de una experimentada voz como la de Beth Hart y la emotividad de una guitarra como la de Joe Bonamassa, dio como resultado un excelente disco publicado en el año 2011 bajo el título “Beth Hart & Joe Bonamassa: Don't explain”, el cual incluía no sólo una excelente versión del clásico de Etta James: I'd Rather Go Blind sino en general un puñado de excelentes canciones que le han permitido a este par de excelentes músicos seguir incrementando sus bonos dentro de un exigente sector consumidores de la buena música…

Y un claro ejemplo de hasta dónde nos pueden llevar con su exquisitez lo tenemos en una colaboración más, contenida también en este disco, pero llevada a una sutileza ilimitada en la última grabación en vivo del propio Bonamassa: "Beacon Theatre - Live From New York", en el que el guitarrista invita a subir al escenario a la cantante para interpretar una emotiva versión de un viejo clásico del soul de los 50s: “I'll Take Care of You”, en el que la sensualidad de Beth conjugada con la expresiva guitarra de Joe dan como resultado un excelente tema que camina entre la delgada línea que separa el erotismo y la melancolía que caracterizan al blues…

Para qué alargar la espera: aquí tenemos a Beth Hart y Joe Bonamassa interpretando I'll Take Care of You, en vivo en el Beacon Theatre de Nueva York…



La fiesta del fin del milenio


1.
Por ahí de 1999 el extraordinario músico mexicano Rafael Catana decidió organizar una fiesta por el fin del milenio y pensó que la mejor manera de recibir al temido año 2000 era con un festejo a todo lo que se diera posible… y lo hizo…


2.
En mi trabajo nos “acuartelaron” a todos los responsables de los sistemas durante 2 días y nos advirtieron que había una solicitud de establecer acciones de seguridad informática a nivel nacional, pues se estaba previniendo que el famoso cambio de fechas no contemplado en el código binario de Microsoft de su DOS, le diera al traste a toda la información disponible en todos lados y por ello se había instrumentado un plan de contingencia para prevenir un caos computacional… horror con las mentiras: yo sabía que no pasaría nada pero nos estaban amenazando para seguir al pié de la letra toda esa andanada de sandeces, así que esa presión me llevó a mi instrumentar mi plan de contingencia: respaldar dos juegos de mi sistema en discos compactos, y uno guardarlo en mi escritorio y otro debajo de mi cama… y después lo único a lo que me dediqué fue a esperar que Rafael Catana me diera la dirección del lugar donde sería el gran acontecimiento: no podía aportarles más ayuda que mi presencia con mis ganas de divertirme…

Llegó la dirección de la fiesta por teléfono en voz de Ignacio, junto con la petición de que yo llevara mi auto porque pensaba llevar a Patricia (su novia); la fiesta sería en el sur de la ciudad y el frío ya se dejaba sentir sobre el de efe porque obviamente estábamos ya en el mes de diciembre…

Todo pintaba bien, sobre todo porque el lugar en donde sería la celebración era una casa que se estaba usando para la filmación de un film mexicano que nunca supe con qué nombre se estrenó… pero eso no era lo bueno, lo mejor, dijo Catana, es que también estarían algunos de los actores, entre ellos una guapa actriz que ya no recuerdo su nombre (puff qué emoción)…

Así que ahí íbamos en mi auto, dando algunos traguitos a una botella de ron que yo educadamente había comprado para no llegar con las manos vacías y escuchando a Talking Heads… llegamos relativamente rápido: Ignacio siempre fue un vago y de inmediato ubicó en dónde estaba el lugar, una inmensa casa que por el tamaño de las paredes dejaba ver que el dueño no era afecto a las visitas, pero que para esa ocasión había dejado un gran portón abierto para que los visitantes entraran y salieran a su antojo… o al menos eso creía porque apenas introduje el carro y dos tipos armados y mal encarados hicieron su aparición, pidieron bajara los cristales para observarnos y solicitaron nuestros nombres, mismos que fueron cotejados en una lista y de inmediato esto provocó un sorpresivo cambio de expresión que se transformó en amabilidad…

Entramos…

Nunca me imaginé estar en una gran fiesta con varias fiestas: una, afuera del gran caserón construido hermosamente con piedra de cantera, había una inmensa fogata ante la cual muchas personas conversaban, comían, tomaban tragos o simplemente fumaban… optamos por entrar y descubrimos la otra fiesta: adentro docenas de personas hacía lo mismo, pero aparte de ello algunas bailaban al ritmo que tocaba un grupo de entre cuyas gentes vi rostros familiares, esa era la idea: cualquiera que quisiera podía subir a un pequeño escenario y pedir el instrumento que deseara para unirse al grupo a tocar ya que la condición era que la música no se detuviera toda la noche… y lo mejor: no importaba que no supieras interpretar dos notas seguidas… y la siguiente fiesta, de alguna manera más privada, se daba en las camas de cada una de las recámaras de la casa…

Pero antes que nada y después de todo salió a nuestro paso Rafael Catana para darnos la bienvenida, abrazarnos, quitarnos nuestra botella de ron (no sin antes ver que ya había sido saqueada a sorbitos casi hasta la mitad) y de paso señalarnos que era el único momento en que se acercaría como anfitrión, pues el resto era problema de nosotros: señaló la cocina donde había bastante comida y abundante trago y desapareció tras una guapa mujer que al pasar a nuestro lado le alborotó el cabello con un sensual movimiento de manos…

Obvio que entramos a la cocina con la intención primero de cenar y después de servirnos un trago, pero apenas y veíamos la oferta de comida la misma chica entró tras nuestros pasos, tomó un plato y me preguntó que deseaba comer… señalé algunos bocadillos, mismos que también puso con cierta coquetería en el plato (será posible servir alimentos con sensualidad?), y después procedió a prepararme una cuba sin ni siquiera preguntarme si me gustaba el ron… me dio el vaso, me miró a los ojos, sonrió y salió de la habitación…

Ignacio soltó una carcajada pero Patricia apenas y sonrió… ellos prepararon sus platos y sus bebidas y salimos, pero casi al momento me encontré con Gustavo: un extraño tipo que se dedicaba a conseguir insólitos libros en librerías ubicadas en cualquier parte del mundo (mismos que después revendía), y que al verme de inmediato me gritó: “ya te tengo tu encargo”, así que dejé que mi pareja de amigos siguiera su camino para yo dedicarme a lo que siempre tenía que hacer con Gustavo: la negociación del precio del encargo “Rastros de carmín (una historia secreta del siglo XX)” de ese genio de la crítica cultural llamado Greil Marcus… pero el trato se hizo rápido pues cuando el tenedor de libros estaba tomado solía vender sus adquisiciones casi a precios de risa, y en ese momento él ya estaba algo borracho…

Terminé de cenar, apuré el contenido de mi vaso y fui a guardar la preciada joya a mi auto para evitar cualquier eventualidad etílica… regresé en busca de otra cuba y para mi sorpresa en la cocina estaba la misma chica que me había servido de cenar: estaba terminando de prepararse su bebida, me vio, le dio un pequeño sorbo a su vaso y nuevamente con un movimiento lleno de coquetería me lo entregó: era apenas mi segundo trago y nuevamente había sido servido por ella… salió de la cocina y yo seguí sus pasos, pero no siguiéndola sino en busca de que el baterista o el bajista del grupo que estaba tocando me cediera su instrumento para unirme al sabroso jam que estaban haciendo sobre una rola de Santana…

Pero en el camino nuevamente me interceptó Gustavo para llevarme a un rincón y presentarme no sólo a su bellísima acompañante francesa (quien ostentaba en la mano izquierda "Historia nocturna", del italiano Carlo Ginzburg), sino para abrir también una maleta que tenía tirada sobre el piso llena de los más increíbles libros: me olvidé de la chica-preparadora-de-mis-cubas y del posible jam con el grupo…

Tras media hora cerré un nuevo trato y me convertí en una persona con otro libro nuevo bajo el brazo… fui feliz con mi vaso vacío de nuevo hacia la cocina pero me encontré muy sonriente a Patricia conversando con otra chica (la actriz), pero apenas y me vio se puso seria, la artista se dio cuenta y salió pensando quizá que mi amiga y yo teníamos algún pendiente por aclarar…

- ¿Quieres una cuba? – me preguntó Patricia…

- No es mala idea – le respondí…

- Pues es una lástima, porque el ron se terminó – soltó burlona – si quieres ahí hay una botella de tequila del corriente - dijo dándome la espalda y saliendo de la cocina sin decir más…

Me reí, revisé las botellas y descubrí que debajo de una mesa había varias botellas de un ron fabricado en el Caribe, me preparé un trago y salí nuevamente rumbo hacia donde tocaba el grupo… me senté en un largo sillón frente a ellos y decidí olvidarme del jam: mejor dejarlos que continuaran con ese sabroso blues que estaban interpretando… Rafael Catana se sentó junto a mí y me ofreció una guitarra… decliné… pero mi vecino (un desconocido) aceptó, se colgó la guitarra y subió al escenario para hacer el ridículo: no sabía tocar, pero ante el complot que significaba el fin del mundo ante el fin del milenio, todo estaba permitido, y hasta recibió etílicos y mareados aplausos…

Mientras del otro lado de la casi-mansión y a través de los pasillos que daban hacia las recámaras, parejas iban y venían después de terminar su fiesta privada, algunas, o a punto de comenzar la suya, las otras… yo opté por salir de la casa ante el grotesco sonido que salía de la guitarra…

Greil Marcus

Deambulé por los jardines con mi vaso en la mano y mi libro nuevo en la otra mientras pensaba si habría en algún lugar otro tipo de fiesta, quizá alguna más privada y puede que hasta de tipo “escabroso”: con esas gentes y en ese medio nada se sabe y todo puede pasar… lo que sí me percaté es que discretos se asomaban algunos hombres vestidos de paisano que portaban larguísimos machetes en la cintura: eran otros de los cuidadores de la casa… me acerqué a la fogata para ver sus gigantes y anaranjadas llamas con la punta amarilla, casi al mismo tiempo en que mi cuba se terminaba de evaporar… pero al poco se acercó un tipo con una botella de ron en un mano y un refresco en la otra para ofrecerme un trago… obvio que lo acepté…

Seguí con la terapia de consumir mi cuba con pequeños tragos mientras miraba el fuego, hasta que una sensual voz me dijo casi al oído un “hola”… voltee y descubrí a mi lado a la chica-preparadora-de-cubas… le regresé su “hola” con otro igual, me miró a los ojos, dio una calada más y antes de vaciar sus pulmones me ofreció un gigantesco cigarro de marihuana, mismo al que decliné con educación y cuyo rechazo hizo que la antes-chica-preparadora-de-cubas transformara su mirada sensual en una cercana al desprecio contra mí, se diera media vuelta y se alejara sin decir nada… pero… en el camino se encontró con Patricia, la cual se dirigía hacia donde yo estaba parado, le entregó el cigarro de marihuana y mi amiga lo aceptó gustosa… y no la volví a ver ni a recibir cubas-llenas-de-coquetería el resto de la noche…

Patricia se paró a mi lado con una extraña mirada, fumó largamente en silencio y al final me ofreció el cigarrillo: lo rechacé también, se rio y se lo entregó a una pareja que pasaba cerca de nosotros… nos quedamos mirando la fogata… en silencio… la vi un par de veces de reojo y vi una vaciedad bastante extraña en sus ojos… pero seguimos en silencio hasta que apareció Ignacio detrás de nosotros, la tomó por la cintura, la besó y viéndome también raro, me dijo:

- ¡Ya te vi galanteando con mi novia! – y soltó una carcajada…

- Estás bien pendejo – le dije…

(aunque días después aparentemente ella sí usó su galantería con mi entrañable – por aquello de que ya murió - amigo Jorge en una confusa situación que provocó que Ignacio y Patricia se liaran a golpes dentro del auto de ésta, y que a su vez llevó a que él aceptara como reconciliación irse a vivir con ella a su nebulosa casa llena de fantasmas, propuesta que ella le hacía insistentemente desde hacía meses pero que él rechazaba… vaya con esa otra fiesta del fin del milenio, aunque esta vez en casa de un amigo norteamericano, que también dio muchas anécdotas y que entre otras cosas me permitió conocer a un extraño pero simpático italiano llamado Vittorino que se ganaba la vida vendiendo ropa de piel que traficaba desde áfrica)…

La mirada de Patricia cambió y dio señales de vida de nuevo, los tres nos reímos y ella comenzó a bailar sensualmente ante él hasta que tomándolo de la mano lo jaló hacia la casa, supongo que a bailar con el pegajoso ritmo de Bob Marley que estaba tocando la improvisada banda…

Seguí con mi trago hasta que un joven se acercó discretamente con un cigarro de marihuana, mismo que fumaba con impaciencia… cuando sus pulmones se hartaron de almacenar tanto humo verde, me lo ofreció… una vez más lo rechacé… levantó la mirada, se plantó retador ante mí y me dijo con rabia:

- A una mujer nunca se le dice que “no”, cabrón (haciendo alusión, yo entendí, a la negativa que le di a la preparadora de cubas-llenas-de-coquetería)…

Me le quedé viendo, terminé mi cuba de un solo trago, arrojé el vaso lejos y me disponía a adelantarme en eso de soltar los golpes (y a punto de romper mi regla de no ser yo quien soltara el primero si se trataba de pelear), cuando uno de los tipos vestido de paisano puso una botella de mezcal entre el fumador-de-hierba y yo… él volteó a verlo furioso, pero lo primero que encontró su mirada fue el machete, abrió exageradamente los ojos, bajó la vista, dio media vuelta y se alejó asustado… yo acepté la botella de mezcal, la descorché (estaba nueva), le di un largo trago y se la acerqué al paisano, pero este la rechazó... los dos nos quedamos en silencio viendo la fogata hasta que él se dio media vuelta y se fue sin decir nada… seguí bebiendo del pico la botella hasta que regresaron Ignacio y Patricia… ella me quitó la botella y bebió de ella, después se la pasó a mi amigo y también le dio un largo trago y después nos dedicamos a conversar durante un buen rato mientras ellos fumaban tabaco…

Patricia sugirió entrar a la casa… se supone que los tres nos dirigíamos hacia allá pero por alguna razón volteé hacia el firmamento y vi la difícil señal de que en breve comenzaría a clarear el día… y me sentí cansado… Ignacio y Patricia se detuvieron, voltearon a verme y de pronto los tres sin decirlo coincidíamos en el cansancio…

Saqué las llaves de mi auto y se la entregué a Patricia (Ignacio no manejaba), al mismo tiempo que Catana se asomaba por la puerta de la casa y levantando orgulloso un bajo repetía mi nombre y me hacía señas para que entrara a la casa y me uniera al grupo… le hice una señal con el dedo medio y me reí, Ignacio y Patricia voltearon a ver a Rafael y levantaron los hombres en solidaridad conmigo… me di media vuelta y me encaminé hacia mi auto seguido por mis amigos…

Le entregué a Patricia las llaves…

3.
Una vez que me acomodé en el asiento trasero, arrojé el segundo libro adquirido encima del primero y le pedí a Ignacio un cigarrillo…

- Tú no fumas – protestó Patricia, pero la mirada de Ignacio hizo que mejor se enfocara a encender el auto…

Al tiempo mi amigo me entregó el cigarrillo y yo le di la botella de mezcal… el auto se puso en movimiento e iniciamos un discreto descenso por empinadas calles de la boscosa zona donde estaba la casa… íbamos en silencio mientras en el estéreo ese prodigio llamado Peter Murphy cantaba "Cuts you up" hasta que Patricia se volteó y me preguntó por qué iba tan callado…

- Pienso - le dije…

- ¿Se puede saber en qué? – inquirió ella…

Dudé en la respuesta… reflexioné una vez más sobre las computadoras y en un número 2000 de neón gigante… me reí y le dije:

- En que ojalá en unos días el año 2000 termine con muchas cosas…

Ella levantó los hombros y siguió manejando, Ignacio tomó un trago de mezcal y yo pedí otro cigarrillo mientras terriblemente el cielo comenzó a clarear y mi cuerpo comenzó a temblar en algo parecido a espasmos vampíricos: no soporto ver el amanecer…

16 de octubre de 2012

Diles que son cadáveres


Estoy leyendo un libro que pretende ser la biografía del poeta "más famoso" de Francia: Antoin Artaud, escrito por un conocido mío llamado Jordi Soler...


El buen Jordi no es mi amigo como tal... sólo un conocido a quien le perdí la vista hace algunos años... fue muy criticado en su momento y acusado de haber traicionado a Luis Gerardo Salas en un hecho bastante famoso sucedido en el medio cultural de los años noventas (el famoso afaire Rock101 - Nucleo Radiomil)… yo la verdad es que no sé si fue un traidor… pero lo entiendo: de solidaridad con los demás no vive la gente, no se come… como sea, a Jordi no le ha ido mal pues fue diplomático en Dublin y ahora vive en España, desde donde publica libros que no sé si la gente lea, más algo ha de suceder pues aunque sea esporádicamente pero sigue escribiendo y publicando… la historia de su vida es rara… pese a ser mexicano creo que yo le llamaría “de los sin tierra”, porque su sangre es una confusa mescolanza mexica-europea que no le ha permitido tener la cabeza clavada en un agujero seguro...


El asunto es que su primer libro “Bocafloja” agradó en el medio literario mexicano de mediados de los 90s, después sacó una novela que en su momento definí como extraña: “La corsaria”, aunque esa “extrañez” hizo que la gente la definiera como propositiva e innovadora y también tuvo éxito… pero a mi no me engañó… no es que Jordi sea malo, más en ese libro dio señales de que la sangre en su cabeza estaba circulando en sentido contrario… y por ello dejé de comprar sus libros conforme siguieron apareciendo… ocasionalmente adquirí “la mujer que tenía los pies feos” y “la cantante descalza”… que no me emocionaron más allá de lo que dura el efecto de un par de cervezas… y seguí pensando lo mismo: algo no hace click en su cabeza...
 

 Y también de paso dejé de verlo… 

El caso es que ahora leo su último libro “Diles que son cadáveres”, y siento la misma sensación, aunque ahora ya descubrí qué es lo que pasa por su cabeza: no es ningún plasma originario de otra dimensión, es simplemente que Jordi no logra prenderme, no consigue que sus personajes me motiven, son difusos y con el tiempo se esfuman sin conseguir simpatía alguna por el lector... y por ello en consecuencia cada 10 minutos de lectura hago una pausa que siempre me lleva a revisar las hojas que me faltan para terminar su texto… Jordi Soler no es malo, pero no me explico por qué habiendo tanta cultura circulando por su aura, no consigue armar tramas profundas ni puede crear personajes entrañables… en fin, allá él y sus admiradores… pero por lo pronto el sábado 15 de septiembre, mientras tomábamos un café por la tarde Seablue y mi amigo Augusto, salió el tema del buen Jordi… seguramente fue porque mi amigo encontró el libro en mi auto mientras íbamos hacia el sur abandonando el centro de la ciudad circulando sobre Tlalpan… así que entre café y café salió el tema y mi conocido hizo un comentario que me aclaró todas las sospechas que tenía sobre este escritor...

El diálogo fue más o menos así de aburrido, igual que el libro de Jordi:

- así que te gusta leer a Jordi Soler? (dijo él)
- mmmmm… sí… no… bueno, más o menos: no me provoca orgasmos (dije yo)
- es bueno (dijo él)
- no es malo (dije yo)
- sabías que hace algunos años andaba perdido? (dijo él como su tuviera un gran secreto que me compartiría)
- no (dije yo sin mucho interés)
- es un buen tipo (dijo él)
- es el tipo de gentes con el que yo solía convivir cuando en este país se respetaba todavía un poco la cultura (dije yo)
- es mi amigo (dijo él)
- yo nomás lo conocía (dije yo)… hace años… cuando existían gentes con las que yo solía convivir cuando en este país se respetaba todavía un poco la cultura (agregué)
- es un buen tipo (dijo él)
- lo único bueno que le reconozco es que supo publicar en méxico cuando la cltura estaba en manos de puras mafias literarias (dije yo)
- sabías que durante muchos años anduvo mal? (preguntó él)
- supongo… a veces lo deja entre ver en sus libros… no porque sea azotado, sino que a veces nomás no hila nada (dije yo)
- no, hablo de que durante algún tiempo estuvo mal de la cabeza (dijo él)
- por eso… con razón a partir de su segundo libro se manifestaba ya que había perdido el rumbo (dije yo)… qué le pasó? (agregué yo)
- estuvo mal de la cabeza (repitió él)… pero es una excelente persona (dijo él)
- mucha gente lo odia (dije yo)
- al igual que algunos de nosotros le tenemos simpatía (dijo él)… y levanté los hombros ante tan indiscutible afirmación…

Un par de minutos después enfocamos la conversación hacia la brujería, la plática se tornó animada y hasta cierto punto apasionada...

Sigo leyendo “Diles que son cadáveres”… sólo que ahora le tengo algunas pequeñas consideraciones… claro que no pienso hacer lo que hice la semana pasada: escribí un indignado correo electrónico a la editorial Anagrama para quejarme de que el libro “Juliet, desnuda” de Nick Hornby (del que -ofrecido- me cansé de decir a mis conocidos que era un libro por demás amable, reconciliador y hasta divertido, pero que nadie me lo pidió prestado), tenía una serie de errores que sólo los obsesivos lectores como yo son capaces de encontrar… mail que me fue respondido por parte de la editorial el domingo pasado, lleno de disculpas y con la promesa de que mis observaciones serán corregidas para la futura reedición de “Juliet, desnuda”...
 
Y es que en realidad sí pensaba escribir a la editorial Mondadori para quejarme de ciertas inconsistencias descubiertas en mi lectura “Diles que son cadáveres” de Jordi, pero… mejor lo termino, lo meto en algún rincón poco visible de mi librero y dejo que cada loco siga con sus defectuosas obsesiones, porque ya descubrí que los errores en “Diles que son cadáveres” se originan desde hace años en alguna parte del cerebro de Jordi Soler, no en la editorial que lo publicó...

Jordi Soler, Diles que son cadáveres, 224 páginas, Editorial Mondadori, 2011.