21 de febrero de 2013

La sabiduría de los "otros" escritores (2)


Cuando el filósofo rumano Emil Michel Cioran afirma que “No se escribe porque se tenga algo que decir, sino porque se tienen ganas de decir algo”, da un indiscutible argumento de por qué muchos escritores nunca debieron haberse publicado, sobre todo los ya citados “modernos” de la entrega anterior, ya que analizando con objetividad su “obra literaria” se concluye con gran facilidad que decir algo en ocasiones equivale a escribir banalidades…

Y en este sentido el propio filósofo francés Jean Paul Sartre quien reitera esto al señalar: “no se es escritor por haber elegido decir ciertas cosas, sino por la forma en que se digan”…

Pero siempre es necesario ir más allá y un escritor debe aterrizar en los terrenos de la ética para poder creerle, por ello es que para seguir con el tema usaré una frase que suelo expresar de vez en cuando: ”una persona debe ser consecuente entre lo que piensa, lo que dice y lo que hace”… que aplicada al caso que nos atañe se refiere a que un escritor es finalmente un reflejo lo que piensa, dice y se escribe, por ello es que en muchos casos, cuando a varios de los proclamados “intelectuales” se les escucha o lee en alguna entrevista, lo único que provocan son bostezos…

Gracias a Dios no se puede generalizar…

Obviamente que hay escritores que por sí mismos demuestran que no son producto de un marketing ni que sus libros responden sólo a “las listas de ventas”, sino que son autores que se obedecen, como atinadamente resume Stephen Vizinczey, al establecimiento de “un vínculo entre el sujeto y la humanidad”, o lo que es lo mismo: el principio y fin de todo el sentido de la literatura...

Para escribir, cualquiera, pero en mi opinión para saber escribir se requiere tener algo… y en este sentido recuerdo las palabras de un amigo escultor quien reflexionaba sobre el arte sabiamente y que por lo mismo me tomaré la libertad de parafrasear al afirmar que si bien la literatura “es el arte que utiliza como elemento esencial la palabra, es al escritor a quien le corresponde trabajarla hasta llevarla más allá de un nivel artístico hasta sublimarla”…

Y es por ello que entre tanto libro desechable (hasta en estos terrenos se ha acomodado el mundo moderno), publicados actualmente en el idioma español, siempre se podrá descubrir alguno que otro nuevo creador en el que ya aflora la sabiduría… pero si es el caso de que el aletargamiento en las “novedades literarias” sea demasiado, se puede acudir a los escritores que ya tienen sus años en el oficio y que en su momento tienen algo que decir, aquellos que sí cuentan con las palabras precisas al momento de opinar sobre cualquier en una entrevista…
  Leonardo Padura

“Los artistas comprometidos de manera militante con un partido, filosofía, Estado o poder terminan siendo siempre -o casi- marionetas de ese poder. No se puede jugar a hacer política desde el arte porque al final los políticos son los que utilizan a los artistas para sus fines políticos. Creo que el compromiso del artista debe ser con la ética ciudadana, con su sentido de la verdad y de la justicia, o cuando menos, con su arte, con la mayor distancia posible de los círculos de decisión política y con la intención de hacer política desde el arte”… Leonardo Padura, cubano…

“La literatura tiene más imágenes que el cine, así que es inevitable narrar con imágenes. Pero en 'Gloria mía' las imágenes no son de cine, son más bien paisajes interiores, sueños... Yo creo que la literatura tiene muchas más imágenes que una película (y desde luego son bastante más baratas). Las únicas novelas que tienen imágenes dificultosas son las que curiosamente la gente cree que son más propicias para adaptar al cine. Como por ejemplo, las novelas de García Márquez. Casi nunca han resultado bien en el cine, ¿por qué? Porque las imágenes mentales son siempre más potentes que las materiales. En cualquier caso, me alegre escucharle que a usted le dé la sensación de que en mi novela la selva tiene una presencia física”… Manuel Gutiérrez Aragón, español…

"Un buen escritor expresa grandes cosas con pequeñas palabras; a la inversa del mal escritor, que dice cosas insignificantes con palabras grandiosas"... Ernesto Sábato, argentino...

“El traductor no debe exceder la economía del poema; si aparece un adjetivo no hay que poner dos. En general, se trata de conservar el tono y la dinámica de las ocurrencias, mostrando su conexión del modo más plausible, no oscureciendo o indeterminando, sino atendiendo a la información concreta que nos da el tiempo verbal, la preposición, el artículo, el pronombre. Las cosas vienen de la mente con cierta sintaxis o secuencia, no hay que agregar nada de la naturaleza del adorno, ni tampoco sostener un prurito de retórica, una hinchazón indebida, una elocuencia exagerada. El  ánimo del poema es decir la verdad; el poema tiene un compromiso con la verdad, y por lo tanto no se trata de una operación retórica. El bloque de sensibilidad, afecto, pensamiento, incluye el estado del cuerpo y el estado de ánimo, su dinámica energética, las experiencias, los descubrimientos que tienen lugar. El poema es un bloque de afectos y expresión”... Roberto Echavarren, uruguayo…

“Para mí, el género de literatura que hago es un arte y, por tanto, cuando me propongo hacer algo busco lograr hacer una obra de arte. Siempre es difícil explicar esto: qué lo impulsa a uno, qué se propone uno. Yo me propongo hacer obras de arte, por eso me cuesta tanto, por eso he publicado poco y mis libros están muy espaciados en el tiempo y son diferentes unos de otros. Siempre ando en búsqueda de algo… y ahí sí podría hablarse de un sentimiento de fracaso. Son cosas que pueden coexistir: el sentimiento de fracaso en un momento dado en relación a determinado aspecto de la obra, junto a cierta satisfacción que permite seguir escribiendo”… Augusto Monterroso, hondureño…

“No sé si el salto ha sido al mundo o al abismo. La verdad es que me siento bastante aislado. Pero supongo que todo escritor acaba siendo un apátrida. Yo tengo la pretensión de creer que este es un libro sustantivo. Pero eso no significa mucho en una época que no aprecia la «sustancia» sino la «circunstancia». Poca gente quiere oír hablar de temas difíciles, donde para colmo los buenos resultan un poco malos, y al revés. ¡Nada de tragedias, por favor! Y para rematarla es una novela de ideas, cuando la moda literaria impone al autor onanista, prendado y hasta preñado de sí mismo”... Carlos Franz, chileno…

“Un escritor tiene que escuchar porque si no, no se sabe cómo habla la gente. Anoche, por ejemplo, pasé dos horas o tres firmando libros en la feria. Pero, sobre todo, para oír a la gente, para ver qué piensa. Y, más que nada, yo les pregunto a ellos”… Carlos Fuentes, mexicano…

Sylvia Iparraguirre

“La escritura de ficción está sostenida en dos pilares: por un lado, la experiencia de vida que abarca todo: lo sensorial, lo imaginario, todo lo que sos como individuo y como ser colectivo y social; y la memoria, tanto la tuya propia como la heredada, es decir, la memoria en un sentido extenso, que te trasciende, la que es un legado que viene de tus padres, de tus abuelos, y que sintetiza tu estar en el mundo, tu origen, tu cultura. Por otro lado, sin duda, las lecturas. Es una especie de cruce, de encuentro de libros y experiencia: vas a ir reconociendo tus experiencias en los libros que leés, en aquellos libros que te marcan. Y, a su vez, la lectura ensancha tu experiencia. Si hay una empatía natural con determinados libros, es sencillamente porque te contienen: no importa cuándo fueron escritos, atraviesan la línea del tiempo y te encontrás reflejada, inmersa, en la realidad que plantean. Tus vivencias personales empiezan a ser explicadas y tal vez encuentres, sin buscarlas, porque la lectura nunca es «programática», ciertas respuestas que van modelando tu experiencia. ¿De dónde salen un cuento, una novela? De una experiencia real o imaginaria y de la forma que le das, de acuerdo con lo que aprendiste leyendo, observando lo que otros escritores hacían”… Sylvia Iparraguirre, argentina…

"Al principio, como les sucede a muchos de los que están comenzando, mi escritura era ampulosa, excesiva en el peor sentido. Lo que podía decirse sin ninguna pérdida en diez palabras, lo decía en cuarenta o cincuenta. Creía, me habían hecho creer, que eso era escribir bien"… Rodrigo Hasbún, boliviano…

“No creo que haya más ajustes de cuentas en mis páginas que las de cualquier otro autor. Cuando escribo, insisto en esto a riesgo de parecer pedante (que por otra parte es probable que lo sea), lo único que me interesa es la escritura, es decir la forma, el ritmo, el argumento. Me río de algunas actitudes, de algunas personas, de ciertos quehaceres y de ciertas gravedades porque simplemente ante tamaños despropósitos, ante tamaños pavos hinchados no queda más remedio que reírse. Toda literatura, de alguna manera, es política. Quiero decir: es reflexión política y es planificación política. El primer postulado alude a la realidad, a esa pesadilla o a ese sueño bienhechor que llamamos realidad y que concluye, en ambos casos, con la muerte y con la abolición no sólo de la literatura sino del tiempo. El segundo postulado alude a las briznas que perviven, a la continuidad, a la sensatez, aunque, por supuesto, sepamos que en términos humanos, en una medida humana, la continuidad es una entelequia y la sensatez sólo una frágil verja que nos impide desbarrancarnos en el abismo. En fin, no hagas caso de nada de lo que acabo de decir. Supongo que uno escribe por delicadeza y ya está. ¿Tú por qué escribes? Mejor no me lo digas, seguro que tu respuesta es más elocuente y convincente que la mía”... Roberto Bolaño, chileno, entrevistado por la escritora Carmen Boullosa…

“La literatura no sirve para criticar ni para defender nada. Ni religiones, ni políticas, ni nada. Uno sólo escribe una historia, que se contamina con todo. Después cada quien lee lo que quiere. Al que le interesa el sexo ve mucho sexo. Al que le interesa la antropología ve mucho de eso en mis libros. Y así. Cada quien se construye su propio libro. Pero para mi lo que hay es una historia fuerte, que merece ser contada y nada más. Para criticar está el periodismo, que es muy circunstancial y coyuntural. Yo hice periodismo durante 26 años. Los últimos diez años los he dedicado a la literatura. Y ahí estoy”… Pedro Juan Gutiérrez, cubano…

“No, la frase se refiere a una concepción personal de los personajes literarios. Me parecía demasiado autorreferente escribir de alguien que se pareciera a mí. Me interesaban personajes distintos a mí, salir de mi piel, de mi experiencia, ponerme en la situación de otros personajes: un arquitecto, un médico, un obrero, un futbolista. La mayoría de los textos que he escrito son muy ajenos a mi experiencia. Pasados los años y quizá como un principio de relajamiento, me pareció que había llegado el momento de la autocomplacencia, de escribir de cosas más a la mano”… Juan Villoro, mexicano…

“Mis personajes reflejan lo que está sucediendo con la juventud, pues los jóvenes no tienen posibilidades de tener un piso, ni el derecho a ejercer su carrera, todo eso genera un malestar soterrado. Hasta ahora, como en mi novela, se resolvía con el sálvese quien pueda, pero todo lo que ha pasado tiene que cristalizar en ideas nuevas ya que de todas las crisis sale una sociedad renovada. De esta crisis saldremos cambiados, confío en los jóvenes”... Félix Teira, español…

“La literatura latinoamericana termina por inventar la historia tomando de ella lo que ya tiene de invención. La historia es imperfecta, llena de anormalidades, de contrastes, de rarezas, y allí reside su poder inagotable de seducción. Podremos hablar mal de la historia que nos ha tocado en suerte, pero para los escritores seguirá siendo atractiva y seguirá generando novelas, generación tras generación. No podemos escapar de ella”… Sergio Ramírez, nicaragüense…

José Agustín

“Esta época tienden mucho al consumo de las drogas. En nuestros países el fenómeno se ha incrementado a partir de los años cincuenta, cuando la gente de la clase media le empieza a meter muy fuerte a las píldoras, los tranquilizantes, y los barbitúricos, al margen del alcohol y los alucinógenos, que también tienen una tendencia muy fuerte. A partir de esas fechas el mundo entra en un periodo de mayor desencanto, las metas vitales se ven cada vez más difíciles de lograr, las sociedades son capaces de crear dos holocaustos tremendos como las guerras mundiales, y el capitalismo salvaje hace que se pierda la noción de un futuro. Todo esto invita mucho a la desesperanza, y es una de las razones por la que se consume tanta droga. Si hubiera un estado anímico social más esperanzador, un Estado donde hubiese una justa distribución de la riqueza, una verdadera justicia social, donde no hubiera explotación ni violencia intensiva, se consumiría en una cantidad mínima. En el momento en que se corrigieran todos estos males el consumo de drogas caería terriblemente y sólo tendría una noción ritual o festiva”… José Agustín, mexicano…

“Sí, buscaba una línea de guía, una estructura. Por aquella época ya escribía un poco, y leer a Faulkner me abrió los ojos a la invención formal. Y fue una idea que me excitó mucho. Además, Faulkner me dio la convicción firme de que un argumento siempre iba acompañado de una forma. No puede descuidarse el argumento. La forma no puede ser en sí una meta, un fin. Pienso que la ficción debe incluir siempre la experiencia humana. Como puedes ver, sigo siendo muy leal a la idea que de la novela tenía Faulkner”... Mario Vargas Llosa, peruano…

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