22 de abril de 2013

Es lo malo de los libros (5)



16.
- …por cierto, también te andaba buscando para hacerte una invitación – suelta T cambiando radicalmente la conversación telefónica…
- esa seriedad de decir las cosas no es típica de ti – le digo a tono de broma…
- quiero que participes como ponente en una mesa redonda sobre el uso de drogas y cómo estás se están convirtiendo en una de las principales fuentes de contagio del sida…
- y yo qué diablos voy a saber de eso? – me quejo…
- no te hagas el extraterrestre que acaba de llegar a este planeta: hace poco diste una plática sobre la película Trainspotting de Danny Boyle – me ataja T – y es prácticamente lo mismo, sólo que esta vez quiero que lo enfoques a la novela de Irvine Welsh… 
- no jodas – me quejo…
- no seas cabrón – me reclama T – el evento es importante… el uso de algunas drogas y el contagio del sida se está expandiendo en forma terrible entre los jóvenes… de hecho está adquiriendo dimensiones tan preocupantes que es el propio gobierno quién está organizando el evento…
- eso no te lo discuto, pero…
- … y por eso la idea de organizar este evento – me interrumpe – en el que se espera que participe un representante de una organización no gubernamental, otro del sector salud por parte del gobierno, uno más de la comunidad gay, un músico aún por confirmar, alguien del medio cinematográfico: o sea yo – señala al tiempo que suelta una carcajada, pero de inmediato retoma la compostura - y me hace falta un escritor…
- puedes invitar a N – la interrumpo, pero ella continúa ignorándome…
- … esperamos la asistencia de unas mil personas, se hará la exhibición de una película del director Larry Clark, tocarán un par de grupos de ska, se regalarán miles de preservativos y además te van a pagar…
- te cae? – pregunto sorprendido de que alguna dependencia del gobierno decida retribuirme mi participación…
- no mucho – aclara – pero alcanzará para irnos a tomar unos tragos terminando el evento – agrega con malicia…
- de acuerdo – acepto finalmente - cuándo sería?…

Una semana después llegué un sábado por la tarde a un auditorio bastante amplio y cómodo, ubicado en la colonia San Rafael, en compañía de J, G y A (los dos primeros hermanos, integrantes de una contestataria banda de rock y recién desempacados de una exitosa gira que habían dado por Europa, el tercero un ingeniero de grabación con un prometedor futuro)…

El lugar estaba lleno… incluso podría decirse que rebasado, de ahí que la propia T se encontrara parada en la entrada principal, en espera de que se aparecieran los ponentes para pasarnos directamente a una pequeña oficina y evitarnos incomodidades, preferencia a la que obviamente me negué…

Una vez dentro del auditorio saludé a los conocidos con los que me crucé y anduve rondando por ahí para percibir el ambiente de los asistentes… a los pocos minutos los ponentes comenzaron a ocupar sus lugares y yo fui el último en incorporarse al pódium…

Las exposiciones transcurrieron sin mayores sobresaltos… en la mía no hice más que una referencia a la película Danny Boyle pues en realidad me concreté, como pidió T, a la novela Trainspotting de Irvine Welsh e incluí la lectura de un par de pasajes del libro que consideré adecuados para respaldar mi exposición… 

El problema empezó en el momento en que T dio inicio a la sesión de comentarios…


Apenas y T hizo el anuncio el representante de la comunidad gay, un joven regordete abiertamente homosexual (vestido de blanco, con diversos collares de plástico colgando al cuello y cargando en cada mano varias bolsas de plástico en las que se podían apreciar diversas piezas de pan a medio comer), se puso de pie y furioso me reclamó mi referencia a las personas enfermas de sida como “infectados”… lo peor de todo es que su enojado, nervioso y amanerado modo de gritar, lejos de molestarme, provocó una sonrisa burlona de mi parte, lo que exaltó más al reclamante…

Le pedí que me aclarara en dónde estaba la falta de respeto, cosa que según él hizo pero dejando la confusión en el mismo punto… ante un tenso silencio en el auditorio recordé otro pasaje escrito por Irvine Welsh, así que tomé el libro, busqué el párrafo y le di lectura para ejemplificar a través de palabras propias del autor que no había ninguna intención de descalificar a nadie, independientemente de su preferencia sexual… si bien varios de los asistentes estuvieron de acuerdo conmigo, el joven gay adoptó una actitud más beligerante y exigió que yo me disculpara ante todos los presentes por mis expresiones homofóbicas…

T ejerció sus funciones de moderadora, hizo la aclaración de que ella tampoco consideraba el uso de la palabra “infectados” como algo cercano a una actitud ni intolerante, ni burlona ni mucho menos homofóbica de mi parte y pidió en general objetividad al presídium para continuar con la sesión…

Después de algunos comentarios de parte de los demás ponentes la propia T dio por terminada la mesa redonda, pidiendo 10 minutos de receso para preparar la proyección del film Kids del director Larry Clark, sin embargo, en la pausa varios de los asistentes se acercaron hacia el presídium para platicar con los expositores, lo que fue aprovechado por el joven gay para acercarse a mi y sin más interrumpir una conversación que habían iniciado conmigo dos jovencitas, las cuales estaban interesadas seriamente en el tema por los riesgos de usar drogas vía intravenosa…

Al representante de la comunidad gay no le importó que la reiteración de sus reclamos, ahora ya en tono vociferante, asustaran a las jovencitas, las cuales finalmente se despidieron de mí con prisa…

- ese tipo de expresiones no se usa para referirse a un enfermo de sida – insistió ante mi impasible mirada…
- no lleva ninguna connotación – le dije al tiempo que me sentaba en mi silla, le daba un sorbo al vaso con agua que T me había acercado y veía de reojo mi ejemplar de la novela de Irvine Welsh colocada sobre un folder color azul que contenía lo que habría de ser mi exposición, pero que en realidad nunca consulté…

El representante de la comunidad gay se sentó a mi lado con intensión de continuar con sus reclamos, pero…
- ya córtale Rogelio – le dijo con firmeza T a sus espaldas – si ya se hicieron las aclaraciones pertinentes, para qué insistes con el tema?
- quiero una disculpa pública!!! – clamó el joven gay…
- y yo lo que quisiera es que dejaras de molestar – exclamó a su vez T…

En ese momento tres jovencitos se me acercaron y sin más preguntaron si era posible contagiarse de sida por inyectarse heroína, por lo que procedí a explicarles que la infección no sucedía por consumir la droga, sino por compartir la aguja con la que la administraran… más dada la posición en la que me encontraba sentado, para hablar con ellos tuve que darle un poco la espalda – sin pretenderlo - al joven gay…

Al escuchar mi respuesta los adolescentes sonrieron y se alejaron cuchicheando, lo que me permitió regresar a mi posición original sólo para descubrir que el joven gay había desaparecido al mismo tiempo que mi ejemplar de Irvine Welsh y mi inmaculado folder color azul…

Vamos: tampoco es que yo pueda afirmar que el representante de la comunidad gay haya sido el ladrón, pero al quejarme con T ella concluyó que él había sido el responsable… quedó de cuestionarlo para la próxima vez que lo viera, mientras yo daba el libro por perdido…

Me rencontré con J, G y A, los cuales no estaba interesados en quedarse a la proyección de la película, así que tomamos el camino fácil: ir a buscar una cantina para tomarnos unas cervezas… dejamos a T fuera de la parranda…


17.
A LL le gusta leer… y tiene buenos y variados gustos literarios, aunque he de reconocer que para mi tipo de lecturas las suyas parecerían un tanto conservadoras… pero ojo: parecerían… lo mejor de este asunto de los libros es que resulta bastante abierta cuando se le proponen autores que desconoce, no obstante esto tampoco quiere decir que todos los que se le sugieran terminen por gustarle…


Por esa misma versatilidad de consumo de literatura que posee, su conversación resulta agradable e interesante ya que puede transitar con gran facilidad de una detallada explicación sobre el significado de las ironías de German Dehesa, a diferenciar a un Jorge Ibargüengoitia cuando se ponía en plan humorístico o en uno sarcástico… pero por si fuera poco tiene la virtud de hipnotizar con sus palabras, lo que hace que irremediablemente la gente le ponga atención a todo lo que dice…

“Hipnotizar con sus palabras”, sí, porque entre muchas de sus actitudes bastante bien medidas, cuando habla no dice ni más ni menos de lo que hace falta… expresa sólo lo necesario para seguir manteniendo ese tipo de personalidad enigmática que a la mayoría de la gente siempre deja con ganas de saber más sobre lo que piensa, siente o hace… pero tampoco es que lo haga con alguna mala intención: es simplemente que la gente que siempre exige de más no entiende que se trata de un instinto básico de supervivencia para proteger su intimidad…

Más como a veces sucede con todos aquellos que hacemos de la lectura un cuasi-modo de vida, tiene un gran problema: su ritmo de lectura es intermitente… debido a razones que sólo quien la conoce llega a saberlo, LL es capaz de pasar varias semanas sin leer una página, aunque cuando decide consumir literatura puede llegar hacerlo de una manera que sólo podría definirse voraz

También suele pertenecer a ese ya cada vez más escaso círculo de personas que regala libros o simplemente los presta… pero también puede convertirse en ocasional retenedora de esos textos que llegan a sus manos, ya sea porque los compró o simplemente no los pidió pero le fueron ofrecidos por otros lectores que le prometen sensaciones desconocidas por su inigualable contenido…

Por ello no es de extrañar que en los acomodos y reacomodos que hace en su casa, descubra libros que compró pero que nunca abrió… o textos que le prestaron y nunca leyó por falta de tiempo, pues sus horas-minutos-segundos suele dividirlos en otras responsabilidades… o simplemente que en ese ir y venir o subir y bajar de su vida suceda que se pierdan aquellas obras que estaban esperando su turno… y que lo seguirán aguardando en un impreciso futuro mientras termina el texto en turno y que por azares del destino tiene en sus manos…

Eso sí: hay autores con los que LL termina entablando una especie de polémica, porque la manera en la que plasman la vida a través de sus argumentos difiere mucho de lo que a ella el destino se ha empeñado a entregarle con creces… tal es el caso del escritor inglés Nick Hornby…

En diversas ocasiones y dependiendo principalmente de su estado anímico, LL me ha preguntado si tengo libros que versen sobre X o Y tema… y dado que los argumentos sobre los que me cuestiona suelen estar basados en la conflictiva naturaleza humana, la he remitido a la amable y optimista visión que Nick Hornby tiene sobre la existencia… sin embargo, en cuestiones de la vida creo que su óptica y la mía difieren radicalmente, así que el escritor inglés nunca ha conseguido saciar sus inquietudes…

Me sucedió primero con la novela “Alta fidelidad”, la cual no terminó de cumplirle a LL las perspectivas que le prometí… y la razonable justificación que me expuso en algún momento fue que no podía involucrarse de lleno en la trama porque para ella eran totalmente desconocidos todos los grupos y las canciones de las que el protagonista (dueño de una tienda de discos antiguos) presume… y LL tenía toda la razón… así que le compartí el soundtrack de la película que se filmó basada en la novela y finalmente pudo ambientarse en ese Londres tan irreconocible que Hornby describe.. aunque debo reconocer que tampoco supe a ciencia cierta su opinión final sobre el texto…

Después me sucedió de nuevo cuando a otra petición suya la remití de nuevo a Hornby, esta vez a su novela “Juliet, desnuda”, la cual al prestarle entre otras cosas le aseguré destilaba pasión por todos lados… pero la reacción de LL fue más drástica ante este libro: simplemente no lo leyó…

Quiero pensar que la razón es el nuevo contexto en el que se está desarrollando su vida, sin embargo, en ese pensamiento quizá yo solito me engaño pues en este momento sí está leyendo y su lectura está centrada en el primer volumen de “Nocturna”, esa saga literaria iniciada por Guillermo del Toro y que muchas sorpresas sigue generando en el medio literario de los best-sellers…

Así que supongo que no podré convencerla de que los libros de Nick Hornby tienen “algo” que los hace disfrutables, pero quizá algún día sí pueda persuadirla de que me explique sus razones…

19 de abril de 2013

Es lo malo de los libros (4)


14.
Habíamos ido a tomarnos unos tragos a un bar, o un antro, o un cabaret… o cómo se le puede llamar (sin que genere rechazo), a un lugar donde venden bebidas alcohólicas, las meseras atienden ligeras de ropa y el espectáculo consiste en ver mujeres a quienes alguien les dijo que sabían bailar, lucen vestidos prácticamente grabados a su cuerpo y cantan con voz de dudosa calidad?

El caso es que en uno de esos sitios estaba yo hace unos años (sin realmente tener una razón para hacerlo porque nunca fue ese mi estilo de divertirme), bebiendo unos tragos en compañía del que se supone era el jefe de toda el área, custodiado a su vez por otros dos de sus subjefes…

Yo disfrutaba despacio una cuba… y aclaro eso de la lentitud porque el jefazo tenía fama de cuestionar de no muy buena manera a su subalternos cuando los tragos le estropeaban su ya de por sí confundida cabeza, así que asumí algo así como una actitud preventiva desde el principio… pero habían pasado las horas (era ya de madrugada) y él no intentaba nada que no fuera verme hacia los ojos cuando pensaba que estaba distraído, alternando su mirada hacia el paquete de tres libros nuevos que yo había comprado ese día a la hora de la comida y que coloqué cerca de mí para que no se me olvidaran…

Al parecer los textos eran lo que más le llamaba la atención, aunque del único que el jefazo podía ver algo era del que estaba encima de todos, la portada de "Mother London" del escritor inglés Michael Moorcock…

En algún punto de la parranda, cuando se suponía que los comensales ya estaban lo suficientemente mareados por el alcohol, una especie de maestro de ceremonias hizo el anuncio del espectáculo “más esperado” por todos, a cargo de algo así como una reina de-no-sé-dónde y que aparte de aparecer enfundada en un vestido rojo entallado que resaltaba su atractiva figura (habrá de reconocerlo), cantaría no sé cuántas canciones a ritmo de toda la mezcolanza de géneros musicales que uno podría imaginarse…

Todo mundo aplaudió, miré de reojo mis textos (no fuera que algún mesero o mi propio jefe mágicamente los hiciera desaparecer), revisé la hora en mi reloj, bostecé y comencé a buscar en mi mente pretextos para retirarme mientras veía ocasionalmente el espectáculo, pero sin realmente ponerle atención…

La escotada estrella de la noche dio inicio con el canto y sus cadenciosos bailes, llamando la atención de todos mientras yo empezaba a sentirme incómodo por la desvelada hora a la que había llegado ya la parranda, sobre todo porque era un día entre semana y a la siguiente mañana tendría que llegar al trabajo a las 9 en punto con la resaca, sino por los tragos bebidos por lo menos cansado por el escaso descanso…

Entre esas cavilaciones ni cuenta me di cuando la atracción principal de la variedad terminó de hacer su decoroso intento de cantar, se despidió y desapareció tras una gruesa cortina color azul… yo tomé conciencia de ello cuando los exagerados aplausos de mis vecinos y el repetitivo grito de “otra” me regresaron a la realidad…

Menos de 5 minutos después la guapa mujer vestida de rojo regresó, tomó el micrófono y comenzó a cantar un bolero con exagerada sensualidad y extrañamente dio inicio a un lento acercamiento a nuestra mesa…


La mujer terminó la pieza, hizo una extraña señal al disc-jockey y este puso la pista de una balada aún más sensual, al tiempo que ella se encaminó directamente hacia donde yo estaba sentado, se acomodó en la silla que había dejado vacía uno de los subjefes por ir al mingitorio, siguió entonando el tema pero ahora directamente en mi oído y a manera de susurro…

Toda la concurrencia aplaudía y chiflaba a rabiar, aunque también algunos me recordaban mi origen materno…

Lo demás sucedió así: durante el pasaje instrumental de la canción ella se acercó y me dio un exageradamente (en mi opinión) largo beso en los labios… al alejar un poco su rostro del mío volteó de reojo hacia la mesa, supongo que en búsqueda de una botella con bebida fina que manifestara la existencia de dinero que gastar, pero antes se encontró con mi tres libros, sonrió, me miró de nuevo, regresó su vista hacia los libros, me besó otra vez aunque ahora apenas y rozó mis labios, se levantó, cantó las últimas estrofas y se alejó rumbo a su camerino (supongo), en medio del rabioso aplauso de los asistentes…

Busqué mi cartera mientras nuestro compañero ocupaba de nuevo su silla, saqué unos billetes, los puse sobre la mesa y avisé a todos que me iba…

- y eso? - preguntó el jefazo
- estoy muy cansado – le dije…
- qué no estás a gusto? – preguntó uno de los subjefes al tiempo que recargaba retadoramente sus brazos sobre mi libros…
- sí, pero también ya estoy cansado - repetí…
- pero si estamos tomando tranquilos – señaló el jefazo con una frase que siempre he calificado de incoherente cuando se está a media borrachera…
- claro, estamos muy contentos – le di la razón, porque efectivamente hasta ese momento todo había transcurrido con tranquilidad – pero ya tomé lo suficiente…
- te vas a cortar? – dijo en tono retador el otro de los subjefes…
- tampoco debo quedarme porque se te da la gana… o sí? – pregunté en el mismo plan desafiante…
- déjalo que se vaya – dijo el jefazo con una mueca que extrañamente no alcance a entender…
- te vas porque quieres – dijo el otro subjefe al tiempo que quitaba sus brazos de mi libros…
- estoy muy cansado – repetí, me puse de pie, con un movimiento de cabeza señalé los billetes que había dejado, tomé mis libros, solté un “nos vemos mañana” y me dirigí a la salida… pero antes de conseguir la escapatoria escuché a mis espaldas un “maricón” lleno de desprecio…

Una vez en la calle un taxi que estaba estacionado a las puertas del antro me ofreció sus servicios, pero desconfiado lo rechacé… caminé un par de calles hacia la izquierda hasta llegar a una gran avenida y en menos de 5 minutos tomé un libre, me acomodé en el asiento trasero, informé el destino, puse mis libros sobre el asiento y decidí que no pensaba establecer conversación alguna con el chófer… pero él tenía otro plan: tras unos 5 minutos de trayecto interrumpió mi silencio…

- no se complique la vida, joven: todas las mujeres son iguales – supongo que soltó la frase tras ver a través de su espejo retrovisor mi rostro manifestando un no-sé-qué en mi estado de ánimo…
- el que todas las damas sean o no iguales es lo de menos – dije mientras recordaba el entallado y escotado vestido rojo de la hermosa cantante – el verdadero problema es que todos los borrachos siempre terminan haciendo los mismo…
- o sea que qué? – preguntó el taxista divertido…
- comportarse como viles pendejos – le respondí al tiempo que agarraba mis libros, los ponía sobre mis piernas y clavaba la mirada hacia la calle a través de la ventanilla… el taxista decidió imitar mi silencio…

15.
Definida como noveleta, “La Tumba” del escritor José Agustín, es un libro considerado un parte aguas dentro de la literatura mexicana…

Publicado en el año de 1964 el texto está catalogado como piedra angular de lo que después se conocería como Literatura de la onda, movimiento que se caracterizó no sólo por el desenfadado estilo de su autor, sino porque surge en un momento social en el que la censura, la hipocresía y la mojigatería formaban una especie de ley universal que condenaba a la juventud a un estado de marginación absoluta…

Así, tras una especie de parricidio intelectual contra su mentor Juan José Arreola, del cual él mismo se arrepentiría años después, José Agustín y “La Tumba” abren el camino para que Gustavo Sainz y Parménides García Saldaña publiquen también legendarios textos que terminaron por impulsar en definitiva esta revolución cultural

Por ello todo aquel que se precie de ser un buen cazador de libros sabe que contar con un ejemplar de la “La Tumba” correspondiente a la edición publicada por ese extraño caso que fue la Editorial Novaro en las letras mexicanas (por aquello de atreverse a inaugurar un concepto tan ambiguo como la mal llamada literatura juvenil), tiene en sus mano una verdadera joya…

Pero José Agustín cuenta con más libros, algunos muchos mejores en términos literarios que “La Tumba”, pues conforme pasaron los años consolidó un estilo narrativo que finalmente le llevó a ocupar un lugar fundamental dentro de la literatura mexicana, con textos como De perfil, Cerca del fuego, Dos horas de sol, La Contracultura en México y muchos más, incursionando a su vez en los más variados ámbitos culturales como el cine, la música, la televisión y el ensayo...

De lo anteriormente escrito se podrá concluir que conozco a la perfección su obra literaria, la cual tuve oportunidad de leer completa e incluso establecer una cierta comunicación con él, que si bien no puedo presumir de amistad, sí puedo confesar que me permitió pasar algunos ratos agradables con su compañía…

Hasta que…

Por alguna razón mi amigo I, a quien conozco desde hace muchos años, un día se despertó y decidió que iba a vender parte de su muy envidiada colección de libros… y tuvo el buen tino de considerarme dentro de los primeros a quienes avisó para que escogiera con calma los textos que yo quisiera…

Aquella tarde que llegué a casa de I y negocié el precio del paquete de libros que decidí adquirir, entre los que se encontraba un ejemplar un poco desgastado de la primera edición de “La Tumba”, compramos además unas cervezas, las cervezas se transformaron en una botella de ron y todo terminó en que al regresar a mi casa dejé olvidados los textos seleccionados y que diligente le pagué…


Un par de días después le llamé por teléfono a I para recordarle que aún tenía “mis ahora” ya libros, los cuales acordamos me entregaría precisamente esa tarde en Ciudad Universitaria, durante un evento por el aniversario de la publicación de la novela De perfil en el que estaría presente el propio José Agustín…

Como buen caballero que antes era I, llegó puntual a nuestra cita (una media hora antes de la tertulia)… yo también lo hice en compañía de mi amiga E, a quien me había encontrado en el metro… me entregó mis preciadas adquisiciones y los tres procedimos a entrar al atiborrado auditorio que esperaba con ansia al legendario escritor… 

Una vez terminada su presentación y las de los demás expositores, se procedió a establecer un orden para que aquellos que llevaban algunos ejemplares de sus libros, pudieran acercarse a José Agustín para cruzar un par de palabras con él y sacarle de paso el famoso autógrafo en alguna de las páginas… o hasta la foto…

Yo me entretuve platicando con varias amistades con las que coincidí, haciendo tiempo a propósito para que el respetable público fuera desalojando el auditorio y poder acercarme a saludar a José Agustín con calma, cosa que conseguí más o menos una hora después…

Una vez que me acerqué al estrado donde se encontraba el escritor, y tras saludarnos diplomáticamente intercambiamos algunos comentarios, hicimos algunas bromas y en ese momento recordé que llevaba en entre mis libros un ejemplar de “La Tumba”, así que me dispuse a sacarlo para que me plasmara una dedicatoria, pero al entregárselo y pedirle pusiera su rúbrica sus ojos brillaron por la sorpresa…

- lo tienes!!! – exclamó José Agustín…
- pues sí – dije tratando de sonar modesto…
- esta edición ya no existe – afirmó…
- creo que ya no – coincidí…
- regálamelo – dijo afianzándolo con fuerza entre sus manos…
- cómo crees? – protesté…
- es que ni si quiera yo me quedé con un ejemplar de estos – trató de justificarse el escritor y agregó - véndemelo…
- mejor ponme una dedicatoria en la primera página – pedí tratando de cambiar el tema…

José Agustín clavó su mirada en la mía y supongo que en mis ojos vio la determinación de no deshacerme de tan preciado ejemplar, así que educadamente me lo regresó…

- no creo que sea conveniente que deprecies el valor de este libro con un garabato – dijo el escritor con cierta acritud – mejor conserva íntegra esta edición…

Recibí el libro al tiempo que I y E se pararon a mi lado en el momento en que José Agustín y yo cruzamos miradas en silencio… ellos saludaron al escritor y este les regresó la atención con su jovial sonrisa… E le entregó un ejemplar de su novela “De perfil”, le pidió se lo dedicará y este lo hizo con su amabilidad de siempre… finalmente nos despedimos entre todos con un apretón de manos…

La siguiente y última vez que vi a José Agustín en público fue en una tertulia literaria donde compartía pódium con Vicente Leñero, Elena Poniatowska y mi aún amigo carlos martínez Rentería… llegué acompañado de mi hija que en aquel entonces tenía 5 años y contrario a lo que yo solía hacer, esa vez no me acerqué a saludar a ninguno de los ponentes… 

El lugar estaba repleto y mi hija insistía en ir a corretear por ahí, así que le dije que se fijara muy bien en donde me iba yo a quedar esperándola para que fuera y viniera sin miedo… volteó hacia todos lados, ubicó que estaba yo parado en la única puerta que tenía el pequeño auditorio para salir y entrar y desapareció… a los 5 minutos regresó a confirmar que yo siguiera ahí y se fue… a los 10 minutos hizo lo mismo: me vio y se alejó… y la próxima vez que la vi fue jugueteando con la pequeña pelota de hule con la que había llegado, detrás de José Agustín, en el momento en que daba inicio a su charla…

11 de abril de 2013

Mi vida en la Santería 6: Ya dejé la religión


1.
La tarde ya había avanzado y el frío invernal comenzaba a dejarse sentir en la sala de mi casa…

Marqué el número y el teléfono sonó 6 veces antes de que mi amigo tomara la llamada… era ya finales de diciembre y le llamé para saludarlo y desearle las consabidas felices fiestas… conversamos un rato de cuestiones generales hasta que le pregunté cómo iban sus asuntos y la relación con su nueva pareja y sin más me dijo que la parte de sus negocios iba mal…

- tengo cuatro autos detenidos porque no me han llegado compradores…
- es que es fin de año y ahora la gente ya no suele invertir en nada, prefiere largarse de vacaciones para escapar de la ciudad – le dije – aparte de que en general a este país se lo está cargando el carajo... así que dinero no hay mucho…
- pues sí – respondió no muy convencido…
- pero no te preocupes, puedes hacer la siguiente obra con Eleggua y verás que pronto reactivas tu ventas: agarras 5 tipos de granos de maíz diferentes, los vas a tostar y…
- ya dejé la religión – me interrumpió con cierta firmeza - no quiero saber nada de la Santería…
- te entiendo – le dije tras quedarme callado unos instantes…
- y también le di camino a mis Orishas… bueno, más bien a mis Guerreros...
- te entiendo - repetí sin pretender ahondar en el tema…
- y yo quería que tú fueras mi padrino – dijo alzando un poco la voz, a manera de reclamo, pero sin realmente gritar…
- bien sabes que no podía: soy Santero, no Babalowo – le reiteré lo que ya meses antes le había explicado…

2.
- sabes, me encontré un amigo que tenía muchos años de no ver – continuó él con la conversación – es abogado y le va muy bien…
- y...?
- resulta que estuvimos recordando viejos tiempos hasta que me dijo que ya se había jurado como Babalowo – y agregó – por cierto se llama igual que nuestro amigo XXXXX…
- examigo – le dije y me reí…
- sí, ese Babalowo ya es nuestro examigo – agregó…
- la mayoría de las personas que llevé con él durante todos estos años para que los atendiera ya lo han abandonado – expliqué y después de dudar, agregué – pero curiosamente aparte de alejarse de su casa religiosa, han dejado ya la religión…
- yo le llamé por teléfono para cobrarle lo que me pidió prestado… y como siempre no me tomó la llamada…
- te dije que no le cobraras – comenté a manera de regaño y haciendo referencia a que en su momento me platicó del préstamo de dinero que le hizo y a su vez a mi comentario de que lo diera por perdido…
- sí, pero es que me quedé sin dinero… me acordé de esa plata, me dio coraje y por eso le llamé – se justificó…
- no tuvo caso – le respondí con ese tono de paciencia que suelo usar cuando la gente no me hace caso al primer consejo - y al final supongo quedaste más enojado…
- pues sí – aceptó – pero bueno: los dos ya sabemos cómo es este tipo…
- por lo mismo que tú, yo y muchos más lo sabemos te propongo que ya ni lo volvamos a mencionar – le sugerí sanamente – que cada quien le entregue a Orunmila cuentas de su comportamiento…
- tienes razón – respondió y también agregó – estoy totalmente de acuerdo contigo: de lo que me haya robado, como me dijiste en nuestra anterior llamada, que le responda a Olofi…
- y te piensas atender con tu amigo que se hizo Babalowo? – le solté a bocajarro cambiándole el tema – el abogado…
- noooooo – soltó de inmediato – de hecho “me quedo contigo”…
- gracias – le dije un tanto sorprendido…
- sí, porque si antes no podías ser mi padrino en la religión, puedes serlo en otras cosas – señaló – así que en lugar de mandarme obras de Santo me puedes recomendar cosas de espiritualismo y eso que también manejas…
- eso sí – le dije entre risas y procedí a mandarle unos sencillos baños para abrirle camino en sus negocios…


3.
- y cómo va lo de tu nueva novia?
- muuuuy bien – respondió entusiasmado - fue increíble que todo lo que me dijo tu esposa se cumplió al pie de la letra… impresionante por la exactitud… eso del Tarot y la Astrología es increíble y tienen mucha similitud con lo que te pueden decir en un registro o en un Itá…
- me da gusto, principalmente por ti – le dije, y agregué – pero… bueno: Orunmila es Orunmila… y él sabe lo que dice…
- por eso mismo – insistió en el tema – él me dijo lo mismo que me explicó tu esposa… pero con ella ya me quedó muy claro…

Y así seguimos conversando un rato más hasta que sin más me preguntó: “si van a ir tu esposa y tú a mi boda, verdad?”…

4.
Cuando finalmente colgamos nuestros respectivos teléfonos, la noche había caído completamente… me quedé sentado en el sillón con cara pensativa mientras veía las intermitentes luces de colores del árbolito de navidad…

Mi esposa, que pasaba en ese momento por la sala, se me quedó viendo durante algunos instantes y finalmente preguntó:

- todo bien con tu amigo?
- sí – le dije…
- no te escucho muy convencido de tu “sí” – me dijo sabiamente como la gran observadora que es de mis estados de ánimo
- sí, todo bien… nomás que ya dejó la religión: se deshizo de sus cosas, ya no quiere saber nada de XXXXX y ahora quiere que yo lo atienda como Curandero…
- y?
- le dije que sí, que no había problema…
- y entonces? – me inquirió…
- bueeeeh, otro más que deja la religión – me reí y agregué – entre Santeros y los Babalowos te veas…
- tan buena persona tu amigo – dijo – gente de bien…
- pues sí – respondí – pero en esto de las religiones de origen afro-caribeño en mexiquito da la impresión de que hay algo así como un virus mortal… o pareciera que están padeciendo una especie de peste a la que todo mundo le está huyendo… a veces pienso que si hiciéramos estadísticas al año es más la gente que le da camino a sus atributos religiosos y huye despavorida de sus padrinos con respecto a las que se hace iniciaciones de dudosa calidad
- por eso creo que hizo lo correcto: con ese tipo de padrinos no se debe salir ni a la esquina…
- pues sí – repetí y me reí de nuevo...
- y de qué te sigues riendo con tantas ganas? – me preguntó mi esposa divertida…
- me acordé de unas estadísticas oficiales que señalan que al año en mexiquito hay más divorcios que matrimonios... y eso que no registran a las parejas que se separan pero que nunca realizan sus trámites de anulación… así ha de ser con las personas que entran y salen de la religión – reiteré y una vez más me reí…