30 de noviembre de 2016

Falleció Carlos, el gran Chamán

El Maestro Carlos era un enigmático Chamán con vasto conocimiento que usaba para salvar vidas, alejar muertos caprichosos, sanar, quitar brujerías y solucionar el problema más enredado.

Tuvimos amistad más de 20 años hasta que falleció, hace unos días y tras cumplir 72, situación extraña para muchos pues efectuaba cabalmente su misión espiritual. Ello se convertirá en una gran ausencia para los que teníamos un vínculo con él y quienes lo buscaban para aliviar sus penas.

Con su muerte, el Chamanismo en méxico se quedó sin uno de sus pilares: no exagero su importancia pues su anonimato (sin exorbitantes tarifas, ni templos suntuosos y lejos de la fama), hablaba de su grado de compromiso... también podría enlistar los dones de Carlos y sus artes mágicas, pero creo que algunas anécdotas lo explicarán mejor.

1.
Un hombre llegó, pagó su ficha y esperó paciente: sostenía un maletín, vestía un fino traje gris y permaneció callado. Llegado su turno pasó con Carlos y le entregó un papel con algo anotado, él leyó también en silencio, pidió una pluma, escribió al reverso y se lo regresó, el tipo dio media vuelta y se fue. Nos quedamos intrigados mientras el Chamán pedía a un aprendiz que saliera a buscarlo, mismo que regresó diciendo que no lo había alcanzado: desapareció, él se rio y nos explicó:

- nunca lo alcanzarás: el señor ya está muerto.
- cómo?! – exclamamos intrigados.
- sí, pero tenía un pendiente: entregar su maletín. Vino a mostrarme el nombre de la mujer que busca y le anoté la dirección donde encontrarla.
- y qué hay dentro de la valija? – preguntó alguien.
- estaba lleno de dinero – respondió Carlos divertido.

2.
En las pláticas con el Chamán salía el tema de un futuro terremoto peor que el de 1985. En ocasiones lo veía, junto con sus aprendices, agotados. Al preguntar el motivo alguno me explicaba.

- sentiste el temblor de ayer? – me cuestionaba a su vez.
- sí…
- esa leve sacudida iba a ser el gran sismo, pero Carlos nos llamó a todos en la madrugada para hacer oración y lo “aplacamos”.
- qué suerte – dije.
- ni tanta – explicó - algún día no podremos evitar que la madre tierra nos cobre el daño que le hemos hecho… ya verás cómo se pone esto.


3.
Antes de ser confinados al edificio donde laboro, indagaba con mis amigos del área administrativa si era seguro y las respuestas eran pesimistas. Uno de ellos me dejó recorrerlo y mi inquietud se convirtió en pavor: se veía endeble, con grietas y fallas como la falta de agua y el funcionamiento de elevadores… primero enfurecí y después me deprimí: en mi angustia busqué a Carlos y le conté lo que percibí.

- cabrones – exclamó tras usar su videncia.

Las siguientes semanas yo redundaba en el tema del inmueble, de la cercana mudanza y de mi depresión. Una vez me dijo:

- si yo te contara lo que hay debajo de ese edificio – exclamó.

Yo aludía a su caída por un temblor (que él predijo), me pidió le dibujara un plano, lo revisó, soltó su rabioso “cabrones” y trabajó con él. Al llegar la mudanza mis depresiones aumentaron. Los primeros días ahí fueron un infierno: apenas entraba y me deprimía, pero ya afuera el malestar se iba. Me quejé de nuevo y él dijo algo que me pasmó:

- cerca de ese edificio hay un panteón, verdad?
- sí…
- los que lo compraron saben que tiene defectos en la estructura, así que triangularon desde el cementerio energía oscura para que de momento no se caiga. Tu depresión es por los muertos que llamaron y de otros que fueron asesinados ahí cuando estaba en construcción.
- en serio?
- te traen jodido – explicó – pero te voy a proteger.

Trabajó y al final dijo no te preocupes. Mis depresiones se fueron. Seguí visitándolo y mis quejas se espaciaron. Cierta tarde hubo un derrumbe en los sótanos, retomé el tema con él y señaló:

- durante el gran sismo se derrumbará – y agregó - pero no te alarmes: a ti no te pasará nada.

4.
- Maestro: afuera hay una mujer que pide verlo – anunció el aprendiz.
- y? – lo cuestionó interrumpiendo nuestra plática.
- son ella y su hijo – aclaró el joven.
- y…? – repitió Carlos.
- serían dos consultas… pero no tiene dinero para pagarlas - aclaró.
- hazla pasar – ordenó.

5.
La llegada del Carlos a su templo era especial: usaba guaruras! sí, para bajar de su auto debían protegerlo y llevarlo hasta la habitación donde atendía. No era prepotencia: era por demás sencillo, más nunca supe la razón del resguardo. En una ocasión estaba parado cerca de la entrada, llegó, bajó de su auto y al entrar volteó hacia donde yo estaba y se puso triste. Pasaron horas hasta que él me preguntó:

- viste al niño?
- no – reconocí extrañado.
- estaba a tu lado… bueno, su alma: vino porque se suicidó en venganza porque su papá lo castigó una semana sin ver televisión por reprobar en la escuela.
- y? – pregunté.
- lloraba: ya no quiere estar muerto, pero no puedo hacer nada, en el peor de los casos, cuando te suicidas, puede que de castigo reencarnes en minutos en un bebé con una vida que será peor a la que llevabas… en el mejor te quedas en el limbo.

6.
La paciente lloró mientras contaba que le habían detectado un cáncer en la matriz que ya mutaba en metástasis. El Maestro rezó frente a ella, le dijo que regresara en 7 días y trajera un ramo de 7 rosas sin florear. Ella volvió en ese plazo, Carlos tomó los botones y sin tocarla los pasó por la parte inferior del vientre, uno por uno, apretando los capullos que al tronar hacían un ruidito extraño. Le pidió regresara en una semana con otros 7 botones rojos: fueron 7 sesiones. Al terminar la mujer se hizo nuevos estudios y el cáncer había desaparecido.


7.
Una vez lo busqué con urgencia debido a que mi madre tenía cinco días con neumonía; me observó con seriedad, pero tampoco se alteró: para él ningún caso era grave, más todos eran importantes. Me llevó a un salón muy amplio, en el tercer piso del templo, en donde también trabajaba, pero que sólo usaba en casos delicados. Inspiraba paz y contenía efigies que contrastaban con las que tenía en las otras habitaciones con motivos prehispánicos, runas y demás.

Me puso ante a una imagen y pidió dijera su nombre 3 veces. Al terminar me rodeó una luz que apenas me permitía ver, más distinguí la silueta de mi madre, delante de mí, antes de cerrar los ojos para evitar se lastimaran por el brillo. Tras unos minutos el resplandor desapareció.

- trajiste a mi madre?! – lancé sorprendido, más él se limitó a levantar los hombros, así que agregué – a su alma, su astral… o cómo?
- sólo la acerqué un poco – contestó antes de hacer un ademán para que saliéramos del santuario. A los 3 días mi madre estaba sana.

8.
Alguna vez Carlos llegaba a pie y sin guaruras. Antes de iniciar las consultas señalaba a un responsable de la jornada y se metía a su oratorio, más apenas cerraba la puerta sonaba el teléfono y a quien respondiera le decía que estaba enfermo y no asistiría. Cuando iban a buscarlo a la capilla estaba vacía: nunca había ido.

9.
Una mañana percibí que Carlos cojeaba. Al terminar la jornada ofreció consultarme. Me indicó: “necesito que visualices una cueva y aunque la entrada está oscura camina sin miedo… vas a buscar una luz que te llevará a una pequeña cámara: arriba hay un agujero por donde entran los rayos del sol y que iluminan un ojo de agua alimentado por un pequeño río”. Siguió guiándome, me llevó astralmente a ese sitio, me dio varias instrucciones y las realicé al pie de la letra.

Después contó que regresaba de Chiapas donde el día anterior cayó en una caverna: se lastimó el pie, no sabía qué hacer y sin más se le apareció un enorme y precioso tigre blanco. Se resignó a ser devorado por el animal, pero este no se atrevía tocar el agua ni a cruzar el halo de luz y caminaba nervioso de un lado a otro. Hizo oración y se relajó al tiempo que la bestia se tranquilizaba. Cuando se serenó la fiera se quedó quieta, se miraron a los ojos, el animal se metió al río, pasó por el potente halo de luz blanca, se le puso enfrente y entró dentro de él.


Carlos bebió agua, se refrescó la cabeza y después se quedó dormido. Al despertar caía la tarde, empezó a caminar despacio y dio con la salida. Ahí me llevó astralmente, a bañarme en el ojo de agua, para quitarme lo malo. Al final explicó que el tigre era su miedo a la muerte y que debió enfrentarlo para vencerla: era una prueba espiritual.

22 de noviembre de 2016

Todd Clouser deja atrás su encrucijada

Nacido en Minneapolis en 1981, egresado del Berklee College of Music y afincado en la ciudad de méxico, Todd Clouser es un inquieto compositor y líder del trío A love electric, integrado por Aarón Cruz en el bajo y Hernán Hecht en la batería (con colaboraciones del tecladista John Medeski) y cuyas grabaciones le han dado reconocimiento internacional.

Cómo definir su propuesta: rock, crossover, jazz o funk? avant garde, blues o alternativo? cualquier concepto se queda corto ante la creatividad de este extraordinario músico.

Tras recibir su primera guitarra a los 11 años, fue influenciado por el sonido Motown, pasando por el blues rural de Blind Lemon Jefferson, el hard bop de Miles Davis, la acidez de Jimi Hendrix y ecos de la estridencia de Thee Hypnotics… puntualiza su pasión por tocar: “a mí la música me salva constantemente” *.

En algún momento Todd se hartó de la hipocresía de la escena musical estadunidense, así que huyó de su país y de paso comenzó con la búsqueda de sí mismo: tras andar camino por pueblos y carreteras traspasó las fronteras, comenzó a darse una idea de quién era y se alejó de los excesos. En ese ir y buscar llegó a Los Cabos y exploró sus sentimientos a través de la música, hasta que tres años después optó por moverse a la capital.

Aquí empezó a integrar A love electric y se descubrió estimulado, en un estado de creatividad permanente, así que despejó su mente y decidió quedarse: “mi experiencia y perspectiva en méxico es única porque no soy de aquí … para mí méxico se siente, y es fascinante, inspirador, constantemente nuevo y amo vivir aquí”.

Sobre su estilo señala: “es un reto que intento no definir. Sólo a veces, cuando me preguntan, tengo que intentar poner algún referente o contexto a lo que hago. Lo que hago es por necesidad, gusto y gozo personal, y no está dirigido para ningún mercado”… y emocionado reconoce que la música: “es una ventana al alma, al espíritu humano”.

Todd no sólo encabeza A love electric: publicó su disco solista Man With No Country, es integrante Magnet Animals, grabó dos ep’s con la cantante Renee Mooi y se alterna con True Blues donde intercala temas suyos con blues clásicos…


También es coeditor del libro Músicos en la ciudad de méxico, fundó Music Mission, ha dado talleres de música, toca en el proyecto comunitario Chant y filmó el documental Music is my mother language

Sobre sus inquietudes confiesa que: “estar en situaciones distintas, reales, cerca de la gente, es lo que me inspira más que nada. Me interesa trabajar con gente, crear comunidad, crecer en lo personal y ser útil para otros”.

En ese estado permanente de inspiración, expresa respeto hacia las raíces socio-culturales de méxico, de ahí que en su música no se encuentra el lugar común del folclor: no apela al paisaje popular, se adentra en sus recónditas raíces, transformándolas en ritmos y acordes personales con demenciales aires urbanos, convirtiendo cada palabra, sabor, olor y sonido en respuestas que dan estabilidad a su alma.

A love electric está en constante evolución: de apostar por temas instrumentales y jazz, Todd comenzó a cantar y encaminó al grupo hacia la composición de canciones y rock… explica: “la canción es la que permite contar historias ... pienso en la canción no para hacer hits, sino para contar historias dándoles una identidad y hacerlas una pieza de arte”… así, a su estilo de tocar la guitarra se agregan letras en las que se le percibe como un sensible observador de su entorno y con una perspectiva para extraer la esencia de situaciones fuera de lo común.

El trío ha publicado cuatro discos: “Entre”, “The Naked Beat”, “Son Of A Hero” y el más reciente, “Psychmonde”, donde manifiestan su búsqueda por nuevas formas en la estructura de sus composiciones, expanden su sonido en el rock, jazz y funk gracias a la colaboración de virtuosos como Arto Lindsay, Metnal, Loli Molina, Babi Sick, Fer Ruvel, Alex Otaola y John Medeski, entre otros, quienes hacen del proyecto el de mayor multiculturalidad hasta la fecha.

Gracias a este apoyo A love electric respira aires de libertad musical y experimentan con un toque de hip-hop y mucha psicodelia, permitiendo que la batería de Aarón y el bajo de Hernán muestren más groove que nunca, la guitarra de Todd encuentre nuevos acordes para expresarse y sus letras ronden la sutileza poética… algo a destacar: el control alcanzado en su registro vocal, permitiéndole explorar rangos hasta ahora desconocidos.

“Psychmonde”, con elogios unánimes de la crítica, es uno de los principales discos de este 2016, incluso quizá sea el mejor, coloca a A love electric como una de las propuestas más frescas e interesantes y ratifica a Todd Clouser como uno de los guitarristas, cantantes y letristas más imaginativos en la escena de la música experimental.


* las citas son de entrevistas ofrecidas por el guitarrista a medios electrónicos.

16 de noviembre de 2016

Senel Paz, Un rey en el jardín

Senel Paz es un escritor y guionista cubano, nacido en Sancti Spíritus en 1950, con reconocimiento internacional no sólo por los premios recibidos por su producción literaria, sino por sus controvertidas temáticas.

De origen campesino, Paz estudió periodismo en La Habana e inició su carrera como periodista, lo que le llevó al Ministerio de Cultura… en 1979 ganó el Premio David de la Unión de Escritores y Artistas con su primer libro de cuentos El niño aquel… dejó la prensa por el guion de cine y la literatura: su primera película fue Una novia para DavidSi bien su producción literaria es corta (6 libros publicados en 27 años), su presencia en el medio literario se ha convertido en una permanente a partir de su cuento El bosque, el lobo y el hombre nuevo, el cual ganó el Premio Juan Rulfo, y llevado al cine como la película Fresa y chocolateabordando un tema tabú en Cuba: la homosexualidad.

Independiente de ese éxito, su segundo libro, Un rey en el jardín (recibió el “Premio de la Crítica Literaria” en 1983), lo colocó como uno de los escritores más prolíficos e inventivos en Latinoamérica, a partir de lo cual se publican sus cuentos en antologías cubanas y extranjeras.

Un rey en el jardínfue seleccionada por la crítica como uno de los diez mejores libros de 1983: una novela llena de metáfora, fantasía, surrealismo, inocencia, magia y poesía, elementos que permean la vida de un niño que vive inmerso en su mundo (ignorando las penurias de la pobreza), mientras a su alrededor transita la sombra de la revolución de Fidel Castro.


La comodidad de una edad en la que solo importa es divertirse, está plasmada soberbiamente por un Senel poseedor de vastos recursos literarios que hacen que el jardín familiar se convierta en un extenso reino, en donde el pequeño amo hace y deshace jugando e imaginando a mansalva, siempre guiado por la ingenuidad en la que el egoísmo, la mentira, la maldad y la inmoralidad adultas aún no forman parte del catálogo de emociones del protagonista.

Todo transcurre sin sobresaltos hasta que una inesperada mudanza al pueblo es el preámbulo a la presencia de las barbas y los fusiles revolucionarios, mismos que provocan otro traslado, a la ciudad, mientras las mujeres de la casa, la abuela Adela Elvira (curandera) y la madre Estela (trabajadora doméstica), se convierten en las voces que sustituyen el infantil hilo conductor de la novela, definiendo ambas su personalidad con la afirmación de que todo es para mejorar y permitiendo que esa imaginaria certeza siga siendo la que guíe la vida del niño-joven (quien llega sin remedio a la adolescencia), hasta orillarle a enfrentar nuevos y desconocidos enemigos, como el inclemente desarraigo y el extrañamiento por la niñez.

Un rey en el jardínes un libro rebosante de inspiración desde sus primeras páginas, tierno, nostálgico, lleno de humor y ensoñación, en el que el hilo narrador no lo lleva la revolución cubana, sino cómo se ve ésta a través de las últimas exhalaciones de la niñez.

Senel Paz, Un rey en el jardín, 247 páginas, Editorial Letras Cubanas, 1983.

9 de noviembre de 2016

Los 7 nudos de Yemaya

1.
Mi amiga K tenía lo que ella llamaba un embarazo normal derivado de la tranquilidad que le daban las afirmaciones de su médico sobre su buen estado de salud, así que sólo tomaba las precauciones que él indicaba.

Me invitó a tomar un café para platicarme cosas personales… una vez que nos reunimos se sinceró.

- tú que andas en cuestiones esotéricas – dijo, mas la interrumpí.
- no soy esotérico.
- ya sé, eres vidente, santero y eso – corrigió – es para entrar al tema.
- puedes ser directa – la animé - después de tantos años de conocernos no necesitas pretextos.
- tú sabes cosas – dudó – podrías decirme si mi bebé viene bien?
- a ti no te gusta esa faceta de mi vida - dije sin reprimir la risa – ahora quieres hacerme una consulta?
- no me molestes – pidió divertida.
- hay algo en específico que te inquiete? - comencé a sondearla.
- no estoy segura – dudó de nuevo – presiento algo.
- sobre el embarazo o sobre tu bebé? – traté de ayudarla.
- ambos – aceptó y la miré con cierta dureza.
- has sido imprudente en estos 6 meses – señalé – te lo advertí.
- seguí las indicaciones de mi médico – se defendió.
- entonces por qué me consultas – le reviré, el ambiente se tensó y opté por la prudencia – bien… sobre tu primera duda te sugiero reposo absoluto si quieres llegar a los 9 meses sin sustos, sobre la segunda… depende de cómo sobrelleves mi respuesta anterior.

K se quedó callada, pensando, hasta que preguntó por mi próximo libro.

2.
Salía rumbo a mi trabajo el día que cumplió los 8 meses de embarazo, cuando L (su esposo) me llamó por teléfono para decirme que a K se le había roto la fuente: iban rumbo al hospital, pero ella quería mi promesa de que iba a estar con ellos en el parto: dije que iría. Antes de salir entré al cuarto de religión, hablé con Yemaya, le encendí una vela, tomé uno de sus elekes y partí hacia a la clínica.

Llegué a emergencias y encontré a L, nos saludamos secamente (él sentía celos por nuestra amistad, pese a que ella le explicó que databa de años atrás, incluso antes de que ellos se conocieran), me informó que le harían cesárea, se sentó y no dijo más. Me acomodé a su lado (por molestarlo), saqué el eleke de Yemaya y comencé a rezarle: Yemaya kuelú re meye abayá ni re oyú, ayaba awó gba okí mi, iyá ogá ni gbogbo okuo, yeye omó eyá…

L me vio extrañado y pensaba decir algo cuando una enfermera avisó: “su esposa quiere que esté presente en el parto”. Se puso pálido y aproveché que la vería para pedirle le informara que ya estaba ahí. Desapareció con paso titubeante. Tres horas después regresó: temblaba, lloraba y reía a la vez, se me quedó viendo y soltó satisfecho “fue niño”, me abrazó, lo felicité y lo invité a la cafetería.


3.
- fue impresionante – confesó mientras la taza de café temblaba entre sus manos – nunca me imaginé que sería testigo de una cesárea.
- te dolió? – solté burlón, pero no se enteró, así que pregunté por K.
- adolorida – informó.
- y la tardanza? – inquirí ya que una cesárea no dura más de una hora…
- mi hijo traía el cordón umbilical enredado en el cuello. Increíble: la tripa le dio 7 vueltas y parecía que estaba lleno de nudos.
- 7 vueltas? – lo interrumpí sintiendo una punzada en el vientre.
- sí – confirmó – se estaba asfixiando: les costó trabajo desenredarlo pero salió bien: ya lo tienen en una incubadora, jugaré un billete de la lotería con ese número – exclamó y sentí otra punzada en el estómago.

Al regresar a casa agradecí a Yemayá su intervención para salvarles la vida, más el tema de los nudos me tenía inquieto, así que tomé su caracol, lo tiré y habló con Eji ede… tiré unos signos más.

4.
Tres días después los dieron de alta y dos semanas después fuimos a saludarlos: nos recibió L más relajado sobre la cuestión de los celos, lo que propició una tarde agradable. Durante un largo rato mi esposa cargó a F (así habían decidido llamarlo), quien dormía como sólo saben hacerlo los bebés: sin preocuparse por la maldad humana.

Al darme cuenta de que K estaba cansada, pedí a mi esposa me dejara cargarlo: cuando estaba a punto de entregárselo puse mi mano en su estómago y me dolió: sólo ella se dio cuenta. Pregunté si el bebé comía bien y L dijo que sí. Se lo entregué a su mamá y nos despedimos.

5.
Semanas después K llamó una madrugada diciendo que F estaba grave y me pidió lo revisara: me negué advirtiendo que lo prudente era llevarlo al hospital, pero prometí acompañarlos. Pasaron por mí y sin pedir opinión K puso a su bebé en mis brazos, coloqué mi mano sobre su vientre y me dolió: ahí la tuve hasta que les expliqué.

- Es una bacteria… quizá la cogió en la incubadora.
- ya lo sabías! no te dije de qué está enfermo y pusiste tu mano ahí! – soltó k, mas llegamos al hospital y con ello evité las explicaciones.

F estuvo internado una semana por un microbio en el estómago; tras examinar a K y su leche se determinó que su origen era desconocidopero no corría peligro. El día que salieron del hospital K dejó a su hijo en su casa y se plantó ante mi puerta.

- vengo a que me expliques qué le sucede a mi bebé! – soltó apenas y entró a mi casa. Se sentó en un sillón, me coloqué frente a ella.
- para explicarlo tendría que hablarte de Santería, pero no crees en eso.
- soy toda oídos – soltó mirándome fijamente.
- Yemaya salvó la vida de tu hijo, pero ello no evitó que se vea afectado por los 7 nudos.

Expliqué quién era Yemayá, por qué había solicitado su ayuda, confesé mi sorpresa cuando L avisó que el cordón umbilical estaba enredado 7 veces en el cuello de F y revelé mi inquietud sobre los 7 nudos.

- los Orishas hablan a través del diloggun – señalé – así que en cuanto regresé del hospital tiré un signo y salió Eji ede.
- eso qué significa? – preguntó impaciente.
- son 16 signos principales junto con sus combinaciones que en su conjunto dan 256 oddus, los cuales explican el origen de todo e incluyen las respuesta a los problemas del ser humano.
- no entiendo – confesó K.


- con uno de esos oddus Yemaya habló sobre tu hijo… lo que dijo me inquietó, así que saqué otros signos que tocaron el mismo tema.
- todo me sigue pareciendo confuso – reconoció.
- en Ogbe odi hay una obra que conlleva un cordel con 7 nudos… hay otros como Ojuani popon, Oyekun meyi y Osa meyi donde también se menciona el número 7, pero el importante es Eji ede.
- qué tiene que ver eso con mi hijo?
- pensé que te gustaría entender – suspiré resignado – pero dada tu impaciencia te lo diré: tu hijo tiene 7 peligros de muerte que lo rondarán a lo largo de su vida.

K palideció, se cubrió el rostro y comenzó a llorar, la dejé varios minutos hasta que se tranquilizó, tomó un largo respiro y preguntó.

- eso quiere decir que acaba de superar su primera posibilidad de morir?
- no, lo de la bacteria es la primera advertencia de que debe cuidarse de cualquier tipo de infección que sin más puede ser mortal.
- y Yemaya puede salvarlo? ya nos ayudó en el parto y si mal no recuerdo tú te metiste a esa religión por cuestiones de salud.
- estás diciendo que piensas meterlo a la Santería para que se salve?
- no te has muerto – señaló con muy mal gusto, se dio cuenta y se avergonzó – discúlpame.
- la religión de los Orishas es destino – señalé.
- qué quieres decir? – preguntó.
- si mi destino era morirme entonces al meterme a la Santería lo ratifiqué – respondí y solté una carcajada.
- ya te vas a morir?! – exclamó preocupada.
- me refiero a que en estos momentos no pienses en tomar decisiones para salvar la vida de tu hijo: lo que debes hacer es…
- no voy a dejar que se muera! – se levantó gritando.
- cállate y no me interrumpas – le dije mirándola con dureza: fue tal la impresión de mi actitud que se sentó - lo que debes hacer es cuidarlo, no dejar a la desidia nada relacionado con su salud, inculcarle valores éticos, incentivar su espiritualidad, educarlo en la objetividad y el buen juicio, enseñarlo a no tomar riesgos, acostumbrarlo a llevar una vida sana y que aprenda a respetar al prójimo.
- ya con eso no se va a morir? – cuestionó con cierta incredulidad.
- todos vamos a morir: al nacer ya tenemos marcado año, mes, día, hora, segundo y motivo… así que atiende mis sugerencias y conforme crezca, si lo considero necesario, lo consultaré.

Aquellas últimas palabras la tranquilizaron… sollozó unos minutos más y cuando se tranquilizó se puso de pie para despedirse pero la detuve.

- te lo voy a decir una vez: sólo una – advertí – no estás obligada a entregarle una ofrenda a Yemaya por haber salvado a su hijo, ya que quien hizo la petición para que ambos salieran bien del parto fui yo… más en estos casos suelo sugerir que se haga como una muestra de agradecimiento.
- una ofrenda? – preguntó extrañada.
- no es obligación… debe salirte del alma.
- qué le puedo dar? – me interrogó y le anoté una lista de opciones, la leyó, asintió, me abrazó y salió de mi casa.

4 de noviembre de 2016

Bernardo Esquinca: Carne de ataúd

“la comunicación con los muertos funciona mejor con el
estómago lleno: ellos comen a través de nosotros. ¿No
se trata de eso la celebración del 2 de noviembre?”
(fragmento)

Nadie se pone de acuerdo con el género: negra, sobrenatural, thriller, esotérica, histórica, macabra, policiaca, terror o ficción, el caso es que Carne de ataúd, el nuevo libro de Bernardo Esquinca, lo consolida como uno de los escritores más creativos dentro del literatura nacional.

Nacido en Jalisco en 1972, ha publicado: Demonia (cuentos), Belleza roja y Los escritores invisibles(novelas) y Ciudad fantasma(antólogo), etc… en 2011 puso en circulación La octava plaga y tras aparecer Toda la sangre se convierte en la saga “de la familia Casasola, una estirpe periodística dedicada a los temas sobrenaturales”, y en el que Carne de ataúdes el tercer texto de la serie.

La trama gira alrededor de dos personajes: Francisco Guerrero Pérez, mejor conocido como “el Chalequero” (un asesino serial de prostitutas, contemporáneo de “Jack El Destripador”, cuyas fechorías ocurren en el gobierno de Porfirio Díaz poco antes de ser derrocado), y Eugenio Casasola, periodista perjudicado por las andanzas del criminal.

Sobre la etapa en que sucede la trama, Esquinca dice: “El Porfiriato es una época particular porque por un lado ha sido muy estudiada, pero no muy reproducida en la ficción… que yo sepa no había una novela policiaca situada en el Profiriato”… y acepta: “me preparé mucho para esta novela, hice una investigación muy seria porque para situar a mis personajes en estas calles primero me tenía que situar yo”.

Así, se describen con maestría rumbos como Salto del Agua, el Centro Histórico, Tlalpan, la Alameda central, Peralvillo y el Manicomio La Castañeda, escenarios en los que se realizan las investigaciones tras brotar en Río Consulado los cadáveres degollados atribuidos a “El Chalequero”, un zapatero del que como todo asesino serial los móviles de sus asesinatos tienen una tendencia misógina.


Aparte del dictador Díaz, personajes reales como el pintor Julio Ruelas, el periodista Irineo Paz, el militar Sóstenes Rocha, el revolucionario y espiritista Francisco I. Madero, el ocultista Aleister Crowley y el detective Carlos Roumagnac se mezclan con Eugenio Casasola, su amante Murcia Gallardo (prostituta asesinada por “El Chalequero”) y la espiritista Madame Guillot, a quienes se une la ambigua presencia de “La Llorona”, “La Bestia” y “La Alfajorera” (una asesina más perversa que “El Chalequero”), para dar tétrico equilibrio a la trama.

Destaca la manera en que Bernardo aborda el espiritismo: ni lo enfatiza ni reduce, le da igual peso que otras artes (como la maldad, la mentira o el miedo en los protagonistas), mostrando con esa objetividad que sabe de lo que habla y como ejemplo está Madame Guillot (enamorada de Casasola), y esa perversa escena en la que la médium permite que el espíritu de Murcia la posesione para tener sexo con Eugenio.

El libro también es una feroz crítica a la represión, a la manipulación del gobierno para desviar la atención de asuntos graves, a la corrupción en la policía y el ejército, a los excesos del gremio periodístico y sobre todo al pueblo: esa masa embrutecida por el alcohol y drogas que se deja ningunear de acuerdo a las necesidades de los poderosos… Esquinca se queja de que un siglo después el mexicano sigue igual: “parecería que estamos en un café, sale en el televisor rodeado de moscas un conductor hablando de una atrocidad en algún lugar del país, lo oímos y después pedimos otro café: estamos acostumbrados a eso”.

Estructurada sin dejar cabos sueltos, llena de ironía, sin descripciones innecesarias o dando detalles si lo amerita, Bernardo desarrolla una historia con impecable ritmo narrativo y bastos recursos literarios que describen una tenebrosa personalidad de la sociedad mexicana inmersa en asesinatos, sesiones espiritistas, borracheras, impunidad, pesquisas policiacas, mensajes de ultratumba, corrupción y una incipiente rebelión que se convertirá en ese fiasco llamado “la revolución mexicana”, lo que hace de Carne de ataúd uno de los mejores libros de 2016.

Bernardo Esquinca, Carne de ataúd, 290 páginas, Editorial Almadía, 2016.