23 de abril de 2018

Nueva información sobre Los narcosatánicos


Mucho se ha escrito sobre “Los Narcosatánicos” desde que en mayo de 1989 su líder, Jesús Constanzo, fue abatido junto con sus principales sicarios en un edificio de la colonia Cuauhtémoc, en la capital del país.

Sí, excesiva tinta ha corrido sobre una de las historias favoritas de la nota roja, pero casi todo lo publicado es mentira y pocas son las fuentes confiables a las que se puede acudir para saber qué sucedió en esa mezcla de Palo Mayombe, Santería y Satanismo y que por años protegió las acciones de uno de los cárteles más extraños del narco mexicano.

Miguel Bonasso es un singular argentino (Buenos Aires, 1940), en el que su currículum incluye ser periodista, guerrillero, diputado, escritor y cuya obra literaria se caracteriza por ser “literatura basada en hechos reales”.

Acaba de publicar su novela, “El Hombre que sabía morir”, la cual ha generado polémica en círculos políticos argentinos por su trama: la posibilidad de que David Graiver Gitnacht no muriera en el atentado organizado en su contra por la CIA y el Mosad (bajo la apacible mirada de la KGB), antes del golpe militar perpetrado por Rafael Videla en 1976.

El autor desarrolla una teoría a partir de las confesiones de Juan Miguel Ponce Edmondson (ex titular de Interpol méxico), Manuel Buendía (periodista) y Robert Morgenthau (fiscal del distrito de Manhattan), quienes señalaron que en 1976 Graiver descendió (en Houston) de la avioneta en la que viajaba hacia Acapulco antes de que ésta se estrellara contra un cerro. El autor plantea que el banquero acepta morir (para proteger a su familia), refugiándose en Cuba hasta que años después reaparece para tratar de rescatar a su hija secuestrada en méxico.

La novela incluye subtramas como el montaje de la Operación Greyhound: la conspiración yanqui para vincular a Cuba con el narcotraficante Pablo Escobar y desprestigiar la revolución de Fidel Castro, plan que terminó con el fusilamiento del héroe guerrillero Arnaldo Ochoa; más es la presencia de “Los Narcosatánicos” sobre la que descansa la historia al ser los autores del secuestro en las playas de Cancún de la hija de Graiver.


Bonasso está bien informado: da detalles del plan complot yanqui para desestabilizar a Cuba, de cómo se lava dinero en los bancos, la participación de EU en el narcotráfico, la presencia del Mosad en todo el planeta, detalla la malversación de los líderes Montoneros del pago de rescate por los hermanos Born, la inocencia del narco Rafael Caro Quintero por la muerte de Enrique Camarena (agente de la DEA) o los detalles que desmienten la versión oficial sobre el fin de “Los Narcosatánicos”.

¿Son importantes las revelaciones sobre el grupo de narcos (que practicaban Palo Mayombe mezclado con Santería y Satanismo), 28 años después de su ejecución? Quizá, no sólo por el auge que estas tres prácticas tienen actualmente en méxico, sino porque los beneficios de las ceremonias y sacrificios humanos ofrendados siguen vigentes en el medio artístico y político.

Tema aparte, las acciones del grupo delictivo narradas en el libro evidencian las mentiras sobre el caso y de las que destaca el siguiente ejemplo: la versión oficial dice que Sara Aldrete, amante Jesús Constanzo, fue capturada en el departamento de Río Sena 19 (pretexto con el que ella se defendió afirmando que estaba secuestrada por los narcos), donde estaban pertrechados los narco-religiosos, más la realidad es que fue arrestada en su casa de Valle de Bravo, donde ocultó unos días a los fugitivos, y de ahí llevada a lado de sus cómplices en la capital.

Para afirmar que Bonasso sabe de lo que habla basta con comparar lo que diga cualquier texto en internet sobre “Los Narcosatánicos” y después leer el libro, más hacer comparaciones sobre el tema no es el objetivo de este texto, y sí mencionar que estamos ante un ejercicio de literatura impecable, una trama original, personajes memorables, un ritmo narrativo vertiginoso que atrapa desde la primera página y efectivas vueltas de tuerca, pero sobre todo, ante una compilación de hechos sobre Palo y Santería que acapararon la atención de millones de personas en el mundo y ejerció presión sobre méxico para aclarar la muerte del agente de la DEA, Mark Kilroy, en un ritual narcosatánico.

Miguel Bonasso, El Hombre que sabía morir, 384 páginas, Editorial Grijalbo, 2017


4 comentarios:

Anónimo dijo...

No puedo creer que sigan ofrendando sacrificios humanos, aun después de la muerte de Constanzo.

Unknown dijo...

hola anónimo... pues es lo que se dice, sólo que ahora se ofrendan a la Santa muerte, según el periodista Don Winslow... saludos...

Anónimo dijo...

Que opinión tiene del Mosad?

Unknown dijo...

hola anónimo, prefiero no opinar... saludos...