28 de noviembre de 2018

Seguimos siendo esclavos y adorando los mismos dioses


1.
Mi abuelo utilizaba una frase para describir una tertulia que terminaba en discusión por cualquier mezquino pretexto: cena de negros. Usaré de referencia a los esclavos de África llevados a Cuba para explicarla:

Hace siglos fueron explotados por españoles en plantaciones azucareras, sobajados, confinados en barracas insalubres, recibiendo una comida al día, muriendo por enfermedades o asesinados, al tiempo que ellos se replanteaban sus raíces y personalizaban a sus deidades ancestrales con los elementos de la naturaleza que tenían a la mano.

En esa época se descubrieron altares donde se ofrendaba frutas y sangre de gallinas o chivos a extrañas figuras. Si bien los hacendados los destruían, se las ingeniaban para montarlos de nuevo y seguir su culto, después se quitaron los grilletes, escaparon y “creyendo” que eran protegidos por sus deidades buscaron la libertad.

Su fe era parte de la rebeldía que inició con la batalla de La Demajagua y culminó independizándose de España, siguió la Guerra de 10 Años, resistieron invasiones yankis, vieron surgir a José Martí, presenciaron el ascenso de Fulgencio Batista, justificaron el triunfo de la revolución de Fidel Castro y algún día verán otra revuelta.

Atestiguaron aquello negros cautivos, mestizos o algún blanco de origen incierto, los mismos que vieron llegar líderes que prometieron, no cumplieron y llenaron sus bolsillos (con el producto del trabajo de la masa, los desposeídos, los ignorantes de siempre), para luego ser testigos del bloqueo comercial que les impusieron los norteamericanos.

2.
Los cubanos no fueron los únicos sometidos a este esquema, se repite con escalofriante exactitud en toda etapa de la humanidad, esclavos que se rebelaron (creyendo que los apoyaban sus dioses) y solo cambiaron el rostro del explotador, no del sistema de abuso y ni de dominación. La historia se basa en ese ciclo con una constante: la explotación se afina y adapta a las necesidades del amo.

Así, los nuevos caciques dejaron de confinar a los esclavos en galeras, los agrupan en casas bajo el concepto de familia y cada quien escoge el chiquero en la que va a vivir, ya sea robado, propio, regalado, prestado o rentado. La familia sustituyó a la tribu y fue convertida en institución moral que bajo mentiras patrioteras mutó en una identidad, la razón de ser de una nación que lucha por subsistir, donde sus habitantes no son solidarios entre ellos, pero defienden con su sangre los colores nacionales si son humillados.

La casa, el barrio, la colonia, la ciudad, el estado, el país y hasta los continentes se convirtieron en guetos que sustituyen a la vieja pocilga, con límites y fronteras para contener esclavos a los que ya no hay que alimentar, ni curar, ni mucho menos asesinar si se ponen pesados: es tan fácil hacer que se maten entre ellos.

También les hacen creer que pueden escoger el número de integrantes de su familia, de obtener un buen empleo, le ofertan opciones de salud y diversión, pero les previenen que el enemigo está fuera del hogar, aunque si es necesario pueden pasarle por encima (o ellos saltarán sobre él), ante la indiferencia del prójimo y el beneplácito (o la conveniente indignación, según el caso) de los poderosos.

Entremos al detalle de tal engranaje: el nuevo esclavo consigue una casa para habitar y reproducirse, sí, pero debe obtener dinero para mantenerla, al igual que la comida, escuelas y viajes; si tiene empleo costeará el transporte para ir y venir diario (y obvio, pagará impuestos); si enferma deberá cubrir un servicio de salud; si desea tecnología deberá pagarla… y si se tiene enemigos podrá deshacerse de ellos con una oración o con brujería, comprando armas y matándolos o contratando a quien se encargue de hacerlo.

3.
Paremos en la parte de la oración y de la brujería: si antes los hacendados descubrieron que los esclavos armaban altares para adorar a sus dioses, ahora permiten que los modernizados esclavos dentro de sus casas monten los tronos que se les antojen para seguir venerando dioses a quienes pedirán satisfacer caprichos y/o quitar estorbos.

Eso incluye solicitar a Eleggua que abra camino para que el hijo consiga una beca universitaria, a Yemaya para chantajearla con nuestras penas, a Oshun para los enamoramientos y satisfacción de caprichos sexuales, a Obatala para justifique los errores y a Shango para que descargue su furia sobre el jefe prepotente o la majadera secretaria, que si lo vemos en perspectiva, siguen siendo las mismas peticiones de siglos atrás.

Odi bara dice que “nació para ser esclavo, por lo que la persona debe ser esclavo de los Santos y de Ifa para que no sea esclavo de los hombres”, o lo que es lo mismo: detrás de la falsa exclusividad que se cree tener al pagar lo que se tiene a la mano, unos viven del trabajo ajeno (los patrones) y otros lucran con sus emociones (los Orishas).

4.
El teólogo José Serrano Oceja dijo que “El hombre es esclavo de la rutina” y por esa redundancia no se da cuenta que está condenado a cumplir con el axioma de nacer, crecer, reproducirse y morir. El Índice Global de Esclavitud define la nueva esclavitud como una "situación de explotación a la que una persona no puede negarse debido a amenazas, violencia, coerción, abuso de poder o engaño", o lo que es lo mismo: en el mundo actual si no trabajas, no pagas, y en consecuencia, no existes.

Al esclavo moderno se le ha educado en otros temas, como el que la vida está regida por periodos en los que vive una y otra vez (casi) lo mismo a lo largo de 365 días, 12 meses, 4 semanas, 24 horas y 60 minutos a través de los ciclos del clima, aniversarios, festejos patrios, santorales, fiestas decembrinas y más que se celebran sin discutir, agregando el festejo a los Orishas para creer que le salvarán de su destino, sin darse cuenta que al ser iniciados se obligan a vivirlo (por más eboses que hagan y fe que se les profese), vendiéndoles la falsa idea de que Ifa vencerá cualquier contrariedad.

Por si fuera poco los nuevos caciques mundiales agregaron un plus, la cereza en el pastel, el verdadero “sentido de la vida” gracias al cual ellos pasan a segundo plano, o son prácticamente ignorados: enseñaron a los esclavos a odiarse entre ellos.

5.
“Cena de negros”.

Exponía mi abuelo que tras trabajar extenuantes jornadas, los esclavos llegaban a sus barracas y mientras cenaban afloraba su mezquindad aplicando la ley del más fuerte para robar al débil, ocupar al espacio más cómodo para dormir, abusar de mujeres y someter la dignidad del rebelde a golpes, olvidando que a unos metros el responsable de su miserable existencia descansaba despreocupado.

Lo anterior se heredó con los siglos y hasta la fecha, por ejemplo, el delincuente que asalta en el transporte público o en la esquina (a jodidos igual que él), para robarle unas monedas que no lo sacarán de la miseria a la que lo han condenado los nuevos amos, esos a los que nunca se atreverá a tocar… en los que incluso nunca piensa.

Pero el control de los esclavos alcanzó la perfección: actualmente nadie se atreve a retar al cacique y mejor se inventan enemigos en su hermano, padre, hija, pareja, jefe, vecino, amiga, socio o el desconocido con el que se cruzan en la calle, que al hacer algo que les molesta lo toman de pretexto para usar a los Orishas y joderlo, destrozarlo, y si se puede o se sabe cómo, hasta asesinarlo, pero nunca para pedir a esos dioses sabiduría para exigir al explotador que deje de tratarlos como esclavos, ni mucho menos solicitan el valor para impedírselo.

22 de noviembre de 2018

Dónde están?


1.
En méxico la oferta de libros se da a través de cadenas de librerías: “El Sótano” y “Gandhi” son las más importantes, a las que siguen el “Fondo de Cultura Económica”, “Librerías Porrúa”, “Educal”, “Librerías del Cristal”, “Grupo Rodrigo Porrúa”, “Librerías Gonvill”; universitarias como la “Red de Librerías” (UNAM) o “Casa del Libro” (UAM), las incipientes “El péndulo”, “Libelli”, “Kiosko”, luego los libreros autónomos, las de viejo… y hasta ahí.

Un lector ordinario quisiera pensar que detrás del comercio de libros en estos sitios (sobre todo en los primeros) hay conocimiento del mercado, se tiene interés de divulgar conocimiento, ofrecer temas variados, promover autores, difundir novedades, satisfacer necesidades, informar o simplemente vender.

Pues bien, en este momento (y desde hace meses) la oferta de novedades literarias en este país es inexistente y contradice cualquier intento de teorizar sobre lo que está sucediendo, de acuerdo a lo que atestigüé en días pasados.

2.
Un sábado por la tarde mi esposa y yo decidimos cumplir con el ritual de conocer (mínimo) una librería al año, siendo la elegida “Voces en Tinta”: un excelente depositario de libros ubicado en la colonia Juárez al que acudimos, en vano, buscando “Mundos en Colisión”, del ruso Immanuel Velikovsky.

Tras quedar atónitos por los tesoros que guarda “Voces en Tinta”, la invité al “Village Café” (lleva su nombre en honor al pintor Vincent Van Gogh y su gusto por los cafés de Village of Auvers-sur-Oise). Esta cafetería dispone de libros y revistas para hojear mientras se disfruta sus infusiones, bocadillos o pasteles, y fue ahí viendo la revista “Lee+” en la que me enteré que el suizo Joël Dicker tenía un nuevo libro, por lo que propuse a mi esposa acudir a buscarlo al “El Sótano”.

Al siguiente día llegamos a la librería, localicé a Dicker y recorrí los estantes en busca de otros libros, más para mi sorpresa, a diferencia de mis comunes compras de unos 5 textos, sólo encontré “Irène” del francés Pierere Lemaitre y "La ola detenida" del venezolano Juan Carlos Méndez Guédez (esta última muy recomendable).


Lo extraño no era la falta de títulos, sino que se ofertaba en exceso la obra de Camilla Lackberg (nacida un agosto de 1974 y autora de unos 95 entre cuentos, novelas, infantiles, cocina y ha vendido más de 20 millones de ejemplares), lo que me remitió a la frase de un escritor (no recordé su nombre) que desconfiaba de los autores que escribían y publicaban varios libros al año, refiriéndose al caso del nauseabundo Arturo Pérez-Reverte, como si escribir fuera lo mismo que ir al baño.

No he leído nada de esta autora sueca (parte de su obra es policíaca), ni me atrae, así que fuimos a comer y de ahí nos pasamos a la competencia (como dicen los empleados de ambas librerías), la “Gandhi” (localizadas en el sur de la ciudad y separadas por unos cuantos metros), la cual para mi sorpresa manifestó lo mismo: Camilla Lackberg hasta la hipotermia.

Intrigado, presenté a un empleado una lista de novedades que siempre voy anotando en mi celular (conforme leo reseñas en los suplementos culturales), y no hubo ninguno en existencia, ni siquiera la última novela, “Macbeth”, del multiventas mundial noruego Jo Nesbø.

Lo más patético: en las siguientes semanas acompañé a mi esposa a diversas tiendas departamentales, recorrí sus secciones de libros (algunas con un buen catálogo, aunque breve), y sorpresa: en todas el virus Lackberg se había expandido.

3.
Quizá la anécdota para muchos no sea importante, pero pone de manifiesto de que algo sucede con la distribución de libros en méxico (y por desgracia las librerías están en contubernio). ¿Y por qué tendría que ser trascendente en un país donde la gente no lee? o lo que es lo mismo: ¿a quién diablos le importan los libros nuevos, usados o viejos? A mí, porque sinceramente veo las portadas de los libros de Camilla Lackberg y no siento nada… no me inspira.

Espero que la falta de libros sea temporal, que obedezca a algún perverso plan del reino de Niflheim que finalmente no funcionará… o que algún lector se apiade y me expliqué qué sucede: dónde están las novedades literarias?

15 de noviembre de 2018

Todos los miedos


Una de las principales debilidades de la literatura mexicana es su tremendismo existencialista… de hecho, cualquier expresión artística está salpicada de ello: música, pintura, fotografía o cine, en todas se retrata al mexicano resignado, egoísta, sumiso, cobarde, abnegado, cruel, sufrido y dispuesto a disfrutar el dolor con el que Dios programó genéticamente su desdichada existencia.

La sensación de estar frente a ese sino me acechó un martes por la noche, cuando iba a la mitad de la lectura de “Todos los miedos”, al grado de que comenté a mi esposa: el libro es excelente, sólo espero que el autor no salga al final con una mamada… cosa que por suerte no sucedió.

Pedro Ángel Palou (1966), el autor de dicho texto, es mexicano, estudió Lingüística y Literatura Hispánica y ejerció como burócrata, editor, académico, investigador y promotor cultural. Ha escrito más de 40 libros, es miembro de la Generación del crack y ganador de galardones como el “Premio Xavier Villaurrutia” por su novela “Con la muerte en los puños”.

La trama de “Todos los miedos” se resume así: en la Ciudad de méxico, durante un día completo, una periodista amenazada de muerte, hostigada y acorralada (despistada y necia al mismo tiempo), investiga una red de trata de mujeres, mientras un expolicía y exmilitar desahuciado se asume como “justiciero” (a manera de antihéroe) buscando protegerla.

Pedro niega que la historia se base en un hecho concreto: "prácticamente todo lo que sucede en la novela sucedió”, aunque en diferentes casos y él se limitó a juntarlos con la intensión de que: "sea un libro de profunda intensidad. Que te harte, que llegue un momento en que lo quieras tirar, quieras gritar y decir esto no puede seguir pasando".


Desde las primeras páginas se percibe el tremendismo existencialista, mas la línea narrativa con la que el autor envuelve ágilmente al lector hacen que ese fatalismo sea uno de sus tantos recursos literarios para mantener la tensión en la trama y no la determinante de un final que desde los primeros renglones sabemos es irremediable.

Si bien el personaje principal, Daniela Real, está basado en periodistas como Lydiette Carrión, Marcela Turati, Lydia Cacho o Ana Lilia Pérez (quienes han denunciado redes de trata, pederastia y por lo mismo han sido acosadas), otros como Rubén Espinosa y Javier Valdez, asesinados impunemente, forman parte de los casos que cita el autor a lo largo de sus páginas, aunque los verdaderos protagonistas del libro sean la violencia y el miedo.

Sobre la violencia dice: “nos hemos acostumbrado tanto a ella que de pronto sólo hay números. Acaban de asesinar a un periodista en Chiapas y muchísimos titulares de los periódicos dicen ‘el noveno periodista asesinado’ y vas y lees los dos primeros párrafos y no aparece su nombre en ningún lugar”… del miedo señala: “es tristísimo que vivamos en una ciudad así, cuando piensas que ya viviste lo peor de la novela, te enfrentas a un nuevo suceso brutal que incluso es más fuerte que el anterior: yo quería que sintieras lo que está viviendo Daniela”.

“Todos los miedos” no es un catálogo de pesadillas urbanas, ni una radiografía de la violencia contra la mujer y tampoco un pulcro ejercicio de novela negra: Palou crea una atmósfera opresiva apoyada en un lenguaje meticuloso para ir más allá de la denuncia, invita al lector a la toma de conciencia confrontándolo con sus miedos y a plantearse la necesidad de retomar el control sobre su vida en beneficio de ese concepto que los habitantes de esta la ciudad han borrado de su lenguaje: el beneficio de todos.

Pedro Ángel Palou, Todos los miedos, 208 páginas, Editorial planeta, 2018

8 de noviembre de 2018

Valeria Gallardo

Chile siempre ha sido semillero de bandas proactivas como Los ex, Julius Popper‎, La guacha, Los prisioneros, Lucybell, Akinetón Retard, La Rue Morgue, Gondwana, Planetario, The Ganjas, Rata blanca, Amarga Marga, Big Sur, Tiro de Gracia o Niños del Cerro, sin embargo, aparte de las nuevas bandas hay una ola de músicos que desde la escena independiente destaca por arriesgarse con interesantes propuestas como los virtuosos “Valeria Gallardo Trio”.

Oriunda de Valparaíso, Valeria Gallardo es escritora, periodista, cantante y desde 2005 incursiona en el metal progresivo, género en el que es una de las más destacadas guitarristas sudamericanas.

Cuenta que empezó a incursionar en el medio musical ya grande: “como a los 30 años. no tocaba guitarra antes, me dedicaba a cantar covers, cuando chica quise tocar guitarra eléctrica y no me dejaron, tampoco pude estudiar música, estudié periodismo, no porque me gustara, sino porque fue lo que me permitieron, cuando comencé a ganar dinero pude tomar clases con Ismael Cortez (guitarrista de Tryo) durante tres años”.

Asidua escucha de Pink Floyd, Yes, Led Zeppelin, Rush, Deep Purple, así como exitosa participante de "La Plata Prog Festival", Valeria dice que: “todo el mundo me rechazó en un principio; fue muy complicado encontrar banda, nadie quería tocar conmigo, me ninguneaban”.


Esto le provocó alineaciones inestables desde la grabación de su primer disco “Polimorfia”, en 2005, ya que tuvo que pagar a los músicos, más ello no le facilitó las cosas y pudo empezar a promocionarlo hasta 2007. Cuenta: “pasé malos ratos, a veces me dejaban votada en tocadas... me arrendé una sala de ensayo y compré una batería usada, pero los bateros que llegaban se llevaban partes de la batería”.

Su segundo disco, “Caída Libre”, lo grabó en 2013 con Pablo Roldán (batería), Noel Lillo (bajo), Víctor Huenufil (guitarra), y pese a que le costó su divorcio, afirma: “miro para atrás todo lo que me costó y me siento muy feliz, cada cosa es un logro. Primero, llegar a tener una banda consolidada. segundo, todo lo que avancé desde 2005 hasta ahora en términos de ejecución, técnica y sonido como instrumentista”.

Agrega: “tengo a mi familia que es mi hijo Clemente, de nueve meses; mi marido que es Víctor (solo la acompaña en sus conciertos), que toca guitarra”. Tras grabar dos discos y un DVD, regresa a los escenarios con un nuevo disco, “Próximo Paso”.

Sobre su proceso creativo, dice: “es importante escuchar y valorar las propuestas contemporáneas, por ello el motor principal de la banda es la evolución constante”; añade: “creo que es un disco que será un aporte a la escena, ya que el estilo musical que manejan no es predecible, y mantienen al oyente atento e interesado en lo que ocurre”.

En su tercer cd, Valeria expande su sonido y combina su estilo con rock clásico, blues y ciertos aires de jazz, mismo que recibió buenas críticas por parte de la prensa especializada por la evolución de su sonido. Fue producido por Conrado Garay con el objetivo de internacionalizar la carrera del trío y cumplió con su objetivo al ofrecer un disco con alta calidad en todos los sentidos. Garay dice: será un aporte a la escena, ya que el estilo musical que manejan no es predecible y mantienen al oyente atento en lo que ocurre”.

“Próximo Paso”, de Valeria Gallardo Trio, es recomendable para aquellos que buscan calidad musical gracias a sus impresionantes solos de guitarra y a la complicada estructura de sus temas, lo que la transforman en una propuesta innovadora dentro de las cientos de ofertas que cada semana surgen por toda Latinoamérica.