12 de junio de 2019

Murió Dr. John, el gran sacerdote Vudú



1.
Malcolm John Rebennack (Nueva Orleans, 20 de noviembre de 1940), murió este 6 de junio de 2019 de un infarto. Más conocido como Dr. John, desarrolló una carrera musical tocando blues, zydeco, jazz, tex-mex y rock en los 70’s, ritmos que combinó con sonidos afroamericanos de Nueva Orleans vinculados al Vudú.

Era guitarrista, pero un disparo le inutilizó un dedo, luego intentó con el bajo y al final se quedó con el piano, cuya versatilidad le llevó a tocar a lado de Louis Armstrong, Canned Heat, The Band, Eric Clapton, Aretha Franklin, The Rolling Stones, John Mayall, Frank Zappa, Carly Simon, Willy DeVille, B. B. King y Christina Aguilera.

Desde los años 60’s problemas con la ley le facturaron varias estancias en la cárcel, a las que se agravaron en los 80’s su consumo de alcohol y heroína (resultado de una maldición, se cuenta), quedando relegado a participar como músico de sesión en temas famosos como “Mockingbird” de James Taylor, “The Horizontal Bop” de Bob Seger, “Perfect Day” de Lou Reed, "The Eternal Kansas City” de Van Morrison y “El camino” de los infaltables The Black Keys.

2.
Dr. John creó un personaje llamado "The Night Tripper", inspirado en su tío el curandero senegalés John Montenet, que recorría la calle Bayou Road ofreciendo sus servicios y quien se hizo famoso por ser rival de Marie Laveau, la reina del vudú criollo de Nueva Orleans a principios de 1800.

A ese alter ego debían agregarse las letras (plagadas de la perspicacia y agudeza que lo caracterizaban), que abordaban temas sobre espíritus, rituales, demonios, amuletos, maldiciones, serpientes y brujería. En sus teatrales conciertos incluía bailarines cubiertos con pintura mientras él celebraba rituales vudú, hasta que los arrestaron luego de que uno de sus músicos mordiera la cabeza de una gallina viva en el escenario.

El Vudú no lo hizo rico (pese a que un grupo de adivinadoras lo obligó a fundar el “Dr. John Temple of Voodoo” en su tierra natal, santuario donde él daba consultas): vivió cercano a la indigencia, más por alguna razón conseguía grabar discos que levantaban su reputación. Fue el cd grabado con The Black Keys el que le permitió sacar “Locked Down”, a los 72 años, romper la “maldición” y le catapultó en Europa y EU.

Se desconocen los motivos por los que Dr. John se inició en el Vudú, pero alcanzó notoriedad como religioso, motivo por el que en sus giras, entre un concierto y otro, consultaba a ricos, deportistas, políticos y músicos que apelaban a sus dones buscando el éxito… y deshacerse de enemigos.

Explicaba las enseñanzas del Vudú: “El reino espiritual es más poderoso que este mundo de carne en el que vives. Venimos del reino espiritual. Y cuando mueres, te entierran a dos metros bajo tierra. Si has hecho las cosas bien, estarás ahí abajo pensando: “Todo está bien. Lo hice lo mejor que pude”. Si te sientes mal, si no hiciste algo con lo que te sientas satisfecho, tendrás la sensación de haber malgastado mucho tiempo. Estoy en ese punto. Intento no malgastar mi vida viviendo como los ricos y famosos. Para mí es más importante la paz mental, la felicidad”.

3.
Siendo Houngan (gran sacerdote Vudú), intervino en uno de los triángulos amorosos más célebres de la música moderna cuando el guitarrista Eric Clapton se enamoró de Pattie Boyd, esposa del Beatle George Harrison: ella fue la inspiración de los ya inmortales temas “Layla”, que compuso Eric ante su indiferencia, así como las declaraciones de amor “Something” y “While My Guitar Gently Weeps”, que a su vez le escribió Harrison.

Mucho se ha escrito sobre la obsesión que llevó a Clapton a consumir heroína y a Harrison a profundizar en la meditación, ambos para controlar las bajas pasiones que la mujer les generaba, pero las cosas llegarían a los extremos: durante sus giras en Europa Eric Clapton y Dr. John se cruzaron en Alemania y el guitarrista solicitó, luego exigió y al final rogó al pianista lo consultara y le mandara obras para conseguir que Boyd abandonara a Harrison y cayera en sus brazos.

Dr. John aceptó, lo registró y preparó un “Modjo” (magia utilizada por los negros del sur de EU y que consiste en verter elementos en una bolsita que debe portarse de tiempo completo hasta que la petición se cumple), más el caso requirió de más consultas y obras hasta que Pattie dejó a Harrison para irse con él (situación que, curioso, no afectó la amistad entre ambos guitarristas).

Clapton y Boyd se casaron en marzo de 1979, pero fue hasta mayo en que la celebraron con la asistencia de Paul Mc Cartney, Jeff Beck, Bryan Ferry, Mick Jagger, Jack Bruce, Ringo Starr y el gran amigou George Harrison; mas también en marzo, pero de 1988, la pareja se divorció tras la muerte de Connor, hijo de ambos, luego de que cayese del piso 53 de un rascacielos en Manhattan (¿consecuencia del amarre amoroso?).

Dr. John no se pronunció públicamente sobre el fatídico accidente, pero entre sus amistades comentaba que “quizá” no debía haber intervenido para complacer a un hombre encaprichado con una mujer casada y destruir un matrimonio, así que asumió su error y purgó paciente el karma mientras volvía la oportunidad de grabar discos fenomenales.

El pianista estaba consciente de lo que hacía con el Vudú, no creía en los Babalowos, desconfiaba de los Mayomberos y no dudaba en solucionar cualquier caso con la intervención de los “Loas”: su involucramiento con la religión fue tal que le llevó a adquirir un cráneo humano, bautizado como “Prince”, que exhibía en sus conciertos hasta que fue confiscado por la policía y estuvo a punto de regresar a prisión salvo porque justificó que formaba parte de un cuerpo donado a una facultad de medicina.

4.
Mientras la gente se volcó en las calles para despedir a Dr. John, un crítico musical dijo en estos días: “Nueva Orleans se queda sin alma”, y pese a que años antes su frágil salud lo llevó a dejar escenarios en 2017, participando ocasionalmente en los festivales de jazz de Vitoria y San Sebastián, nunca dejó de realizar sus consultas espirituales.

Días antes de su muerte conseguí su último disco: “Recorded Live In Tokyo”, que podría decir es perfecto en términos musicales, pero si se trata de ser objetivo, e involucrando al mundo espiritual, son muchas las grabaciones, letras, portadas, conciertos, entrevistas y hasta su vestimenta con la que durante décadas nos dejó un mensaje, a través del Vudú, diciéndonos que la vida no es lo que parece.

Recomiendo cualquier álbum de su carrera como solista (grabó unos 45 discos), pues en ellos plasmó los ritmos Vudú más allá del formato de los temas pop que tanto le presionaban las compañías disqueras compusiera: ¿esa combinación musical es comprensible en el Vudú?, su disco más famoso, “Gris-Gris” (así se le llama al amuleto que ahuyenta al demonio o un espíritu portador de mala suerte), les responderá.

5 de junio de 2019

Cuando la vida te da un martillo



Describir no siempre es suficiente, sobre todo cuando el lirismo pasa de la poesía a la metáfora y no termina por quedarse en algún lado que no sea la simulación disfrazada de exceso: hace falta la opinión.

La anterior reflexión de su servidor, quizá demasiado estilizada, es la conclusión a la que llegué tras leer “Cuando la vida te da un martillo”, la primera novela de la dramaturga, poeta y cantante Kate Tempest (Londres, 1985), libro que ha generado posiciones encontradas entre la crítica literaria.

Kate ganó en 2013 del Premio Ted Hughes a la innovación en la poesía, por “Brand New Ancients” y vio sus discos “Everybody Down” y “Let Them Eat Chaos” nominados para el Mercury Music Prize. Su primera novela, “Cuando la vida te da un martillo”, fue bestseller del Sunday Times y ganó en 2017 el premio “Books Are My Bag Readers”… y hasta ahí.

Lo demás que sabemos tiene que ver con la publicidad de su editorial para venderla como “la nueva promesa literaria británica”, mientras que en el extremo en algunos suplementos culturales la definen (y me incluyo), simplemente como “una escritora pretensiosa”.

La trama gira alrededor de cuatro jóvenes (y su lucha por sobrevivir en un Londres saturado por el desempleo, la obsesión por el éxito, el dinero fácil y el consumo de drogas): Pete, un vividor del subsidio del paro, Harry, su hermana y vendedora de drogas al igual que su amigo Leon, y Becky, una bailarina que completa sus ingresos dando masajes sexuales.

Si bien el contexto no es demasiado original, el desarrollo de la trama ratifica que estamos ante un escenario que se reproduce en todas las ciudades del planeta: ser joven es sinónimo de falta de oportunidades, con la diferencia de que Tempest no ofrece ninguna vía de escape y condena a sus personajes a vivir en un mundo atroz e inhumano.

 “Cuando la vida…” se queda en un dócil intento (sic) de protesta que desde las primeras páginas evidencia ser un plagio de “Trainspotting” de Irvine Welsh (mejor suerte corrió otro imitador, David Kennan, con su novela “Memorial Device"), donde la única diferencia con respecto a Renton y compañía la marcan Harry y Becky: las protagonistas a las que Kate involucra en un romance poco creíble y cuya tensión entre ambas, del excesivo número de personajes, es lo que logra cierto interés en la parte historia.

Si bien se reconoce que la narrativa de Tempest correcta, pulcra y consigue entretener (a veces), su defecto es ser tan aséptica que el exceso de lirismo y metáfora ya citados le confieren a su estilo una parquedad similar a la combinación entre una rima rapera y un tuit.

El resto de los personajes, la trama y su obvio final, hacen del libro un cúmulo de hojas la mayor parte aburrido, insípido y sin emoción, a lo cual el abuso de descripciones no ayuda en nada y sepulta la poquísima ironía y rebeldía de la juventud de la que Tempest intenta ser representante.

A Kate se le deben canciones geniales como “Europe is Lost”, donde canta: “Europa está perdida, América está perdida, Londres está perdido, aun así clamamos victoria”, de su aclamado CD “Let Them Eat Chaos”, quizá una señal para que se olvide de la literatura y siga en lo que sabe hacer: cantar. No es que sea un mal libro, pero se le debe aplicar el axioma de “léase y tírese”.

Kate Tempest, Cuando la vida te da un martillo, 360 págs. Editorial Sexto Piso, 2017