1.
Mis padres vivieron en una colonia que
muchos ubican como parte del centro de la ciudad aunque eso es incorrecto, ya
que la histórica colonia Roma está en los alrededores, e incluso, fuera del
llamado Centro Histórico: ellos habitaban en un edificio de departamentos en el
que para más señas transcurre uno de los capítulos del libro “Siete esqueletos
decapitados”, escrito por el mexicano Antonio Malpica…
“Siete esqueletos…” es una novela negra que
a ratos coquetea con el género de terror, pero que termina por desilusionar al no
conseguir ubicarse con decoro en ese estilo literario… no es que sea un mal
libro, de hecho tiene pasajes bien elaborados, pero el ridículo final
relacionado con el secuestro de niños para ponerlos a trabajar a manera de
esclavos en una maquiladora, le da al traste al inicio en el que se supone que su
desaparición está vinculada a rituales demoniacos…
Durante la trama uno de los personajes se
presenta en el citado edificio: en la descripción que hace Antonio Malpica, la
escena (un velorio) se desarrolla dos pisos arriba del departamento de mi familia…
Fue publicado en el año 2009 por la editorial Océano: si nos
atenemos a que en promedio un libro tarda entre año y medio y dos años en verse
publicado y que por lo regular su creación implica un año de escritura,
estaríamos hablando que el autor desarrolló la trama en 2006…
En aquel año ese departamento estaba
deshabitado luego de que un irresponsable padre de familia, desempleado y con
debilidad por el ron y la marihuana, asesinó a su pequeño hijo de dos años como
resultado de una combinación de sus dos aficiones mezcladas con un inconsolable
ataque de llanto por parte del bebé… cuando finalmente se rentó (los vecinos afirmaban que pese a estar vacío por las
noches se escuchaba el llanto del bebé seguido de fuertes golpes, tal como
ocurrió durante el homicidio), la nueva inquilina fue nada menos que una Santera
cubana, hija de Oshún, de la que ya he hablado en otros textos…
Supongo que a la religiosa no le importó el
antecedente del asesinato o quizá terminó metiendo el alma del bebé a una de
las tantas Ngangas que tenía, el asunto es que en 2010 apenas y llegó organizó tambores,
coronaciones de Santo e iniciaciones de Palo a cualquier hora del día, lo que
la llevó a ganarse el odio y temor de algunos inquilinos…
2.
Una vez que huimos del Ilé de nuestro psicópata
padrino, mi esposa y yo entramos en una especie de relajamiento en eso de “la
vida religiosa social” y tratamos de llevar vida de “personas normales”…
Fue así que en una visita a casa de mis progenitores
coincidí con una vecina que vivía arriba de su departamento, y en consecuencia,
debajo del que habitaba la hija de Oshún: ella regresaba de hacer compras en el
mercado y había decidido pasar a saludar
antes de llegar a su casa… yo la había tratado poco y por lo regular le rehuía
pues aparte de tener un chillante tono de voz (mismo que al carcajearse se
convertía en algo irritante), era una soberana y maquiavélica chismosa…
Ahí estaba: riéndose de las tonterías que
ella misma decía sobre los vecinos, poniéndolos en ridículo y de paso
condenándolos al infierno, como si fuera un San
Pedro que abre y cierra las puertas del “paraíso”, sin darse cuenta que en
mi mirada se reflejaban terribles ganas de saltar sobre su pescuezo y
retorcérselo como hacía mi abuela con las gallinas viejas cuando se proponía
aliviar, con un caldoso plato repleto de verduras, una gripa durante mi niñez…
Ya se acercaba la hora de la comida y
supongo que al ver que no se le pensaba ofrecer algo más allá del vaso con agua
que ya había terminado, la viperina mujer avisó que era hora de retirarse…
En ese momento agradecí a todos los
demonios sumerios que bailaban a mi alrededor que la convencieran de largarse, pero mi padre acabó pronto con mi
satisfacción: educado como es me ofreció para cargar el par de pesadas bolsas de la mujer… sí, era un piso de
distancia, sólo subir 15 escalones, pero en compañía de aquella odiosa anaconda
advertían algo insufrible y hasta peligroso para mi integridad…
Yo no podía contrariar la caballerosidad
del autor de mis días, ofrecí una hipócrita sonrisa, solté un falso “por
supuesto que le ayudo” y muy formal me puse de pie para cargar con sus compras…
Ella se despidió, recorrió con la mirada el
escenario donde había escupido grandes cantidades de veneno (supongo que para
despotricar posteriormente con algún vecino en contra de mis padres) y salió por
delante, cual gran emperatriz, para que su esclavo, o sea yo, la siguiera hasta
su serpentario, perdón, hasta su
departamento…
Antes de salir me despedí de mi esposa con
voz baja: “en caso de que no sobreviva
puedes hacer una Nganga con mi kiyumba”…
3.
Mientras subíamos las escaleras levanté la
mirada y me encontré con el nauseabundo trasero de la mujer: en ese momento recordé
que el escritor Charles Bukowski se refería a ese tipo de mujeres como un
inmenso “culo gordo”, más traté de poner en blanco mi mente para que cada
escalón no convirtiera el trayecto en algo doloroso, cosa que no conseguí cuando
del final de la redonda espalda de la mujer se escapó un sonoro pedo del que ni se inmutó; finalmente
llegó frente a su puerta, pero esperó a que yo llegara a su lado para buscar
las llaves en su enorme bolso…
- si por subir unos escalones se cansó jovencito – escupió – entonces debería
dejar el tabaco y hacer más ejercicio para mejorar su salud…
- “no
señora: yo no fumo… lo que pasa es que estoy al punto de la asfixia por el gas
que pedorramente soltó en mi cara” – pensé gritarle, pero me contuve y con
una apenada sonrisa fingí darle la
razón…
Abrió 4 cerraduras y entramos mientras
explicaba que su hijo, nuera y nietos estaban de visita con su consuegra, me pidió
dejara las bolsas sobre uno de los sillones de la sala en uno de los cuales
dormía un gato color miel… coloqué la pesada carga y cuando iba a despedirme
descubrí ante mí un vaso con jugo de naranja: lo acepté en nombre de mi educado
padre y me disponía a consumirlo de un trago cuando un golpe, seguido del
chillido de un chivo, nos sumió en un incómodo silencio…
La mujer se persignó y tras una mueca de
desprecio me explicó que el ruido provenía del departamento de arriba, que eso era a diario y
despotricó contra las plumas de aves que invadían los pasillos del edificio,
restos de hierbas, cajas de cartón, olor a ron, orines, humo de tabaco y
extraños cantos en un idioma que ella desconocía y que provenían del sacrílego
departamento…
- la señora negra y gorda que vive arriba es Santera – acusó – esa gente es
adoradora del Demonio, mata animales y hace orgías…
- en serio? – solté sorprendido acomodándome
en una silla…
- los Santeros adoran al Diablo… hasta le sacrifican niños que les
venden las indias mugrosas que piden
limosna en las esquinas…
- de verdad?
- sí, en ocasiones me la paso toda la noche
escuchando unos tambores cuando hacen sus cosas
– dijo sentándose frente a mí - lo peor es que a veces la gorda esa me ha invitado a sus aquelarres…
- mire qué cosa tan curiosa – dije…
- usted se acuerda de los narcosatánicos? -
me cuestionó…
- claro, gente “bien”… aunque la prensa se
dedicó a decir una sarta de mentiras sobre ellos: le aseguro que eran personas
decentes…
- cómo? – gritó indignada al tiempo que desde
el piso de arriba comenzaba a oírse el coro: eleggua eshu a sekere kere meye…
- … eleggua, eshu lawana iba boshe –
completé rítmicamente el canto…
- usted pertenece a ese culto infernal? –
gritó levantándose, se persignó y sacando de entre sus ropas un rosario lo apuntaló
hacia mi…
- sosa
sokere a laroye sokere – seguí canturreando…
- lárguese de aquí, salga de mi santificada
casa engendro diabólico!…
- no señora – dije – yo no me voy hasta que
usted me entregue su alma y yo pueda
subir con la Santera a regalársela…
- fuera! – gritó corriendo hacia la cocina,
escuché abrir un cajón, sacó algo y
regresó ante mi blandiendo un gran crucifijo de madera…
- ya le dije que me quedo: usted debe pagar
por todos sus pecados y yo me encargaré de llevarla ante Satanás para que la
enjuicie - amenacé…
- vade
retro satana, apártate, satanás! no sugieras cosas vanas – gritó al tiempo
que se santiguaba…
- su alma ya es propiedad de Lucifer –
vociferé entre risas…
- ergo
perditionis venenum propinare Vade, Satana – chilló de nuevo…
- por esta vez Satanás perdonará sus
mentiras, envidias, chismes y perversiones, pero tenga cuidado: cuando usted
escuche cantar a la Santera y a sus seguidores significa que el Diablo le está
vigilando cada venenosa palabra que usted escupa en contra de la humanidad...
- le contaré a mi hijo lo que has hecho: le
diré quién eres – amenazó…
- maravilloso – solté – deme el pretexto
para pedirle a Satanás que le robe el alma a su hijo, a su nuera, a sus nietos
y a su gordo gato…
- lárgate de aquí – gritó, corrió nuevamente
hacia la cocina y regresó con un pequeño frasco del que comenzó a arrojarme
agua bendita: la identifiqué por su aroma a flores muertas…
- sólo diga una palabra de nuestra conversación…
a quien sea – me burlé de nuevo – y ya verá como los Santeros una madrugada vendrán
por su alma y la de su familia…
- fuera de mi casa, monstruo desalmado!... hare krishna, hare krishna, krishna krishna,
hare hare, hare rama – cantó blandiendo ahora una imagen de Narasimha* que ni cuenta me di de dónde
sacó…
Salí de ahí, bajé las escaleras, toqué la
puerta, me abrió mi hija y ante la pregunta de mi esposa de por qué me había
tardado, respondí:
- es tan simpática y ocurrente la mujer que
me tenía muerto de risa…
4.
En posteriores visitas llegué a encontrarme
en el elevador al hijo de la ponzoñosa vecina y siguió saludándome como de
costumbre… eso sí: ella jamás regresó a casa de mis padres…
* se trata del Dios protector hindú con
cuerpo humano y cabeza de león…
Buenas noches.
ResponderEliminarMucha gente no entiende de las cosas que se hacen en esta hermosa religion, sin embargo es la gente que mas critica y habla, cuando la gente me veia de Iyawo tenia muchas reacciones, una que me causo mucha gracia fue en una ocacion cuando frente al Palacio Municipal de San Cristobal entre a una tienda de ropa y practicamente me negaron el servicio, asi mismo al salir, la cajera de la tienda salio y con un par de inciensos que ya llevaba prendidos hizo una cruz en la entrada de aquella tienda y coloco uno a cada lado de la entrada, al ver esto solo solte a reirme y a fijarle la mirada pensando que la gente critica mas que lo que sabe, al poco tiempo de esto me entere que esta misma chica es MORMONA,y que anterior a esto ya habia sido CRISTIANA y antes de que eso CATOLICA.
Le envio un saludo, muy buen BLOG.
"... me abrió mi hija".
ResponderEliminarHasta ahora, en sus escritos, no ha realizado mención a hijos.
hola César... pues te cuento que aún hay muchas cosas por descubrir y más anécdotas por contar, hasta donde nos dé el tiempo...
ResponderEliminarsaludos...
A veces me da risa la ignorancia de la gente pero otras me da coraje, porque hablan pura basura de esta religión sin saber ni en lo que consiste. Pues que se jodan y crean lo que se les de la gana
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