La
incursión de historietistas en la literatura ha sido afortunada como ya lo
demostró Mike Carey con su excelente novela sobre desencarnados “El diablo que
ya conoces”… en esta tendencia tenemos a Neil Gaiman: un escritor y guionista
nacido en Inglaterra en 1960, creador del personaje “Sandman” y de la exitosa novela
“American Gods” (ganó los premios “Hugo”, “Locus”, “Nebula”, “Bram Stoker” y ha
sido traducida a 30 idiomas), aunque llama la atención que cuente con un gran currículum
y sea poco aceptado por los autores de la autoproclamada literatura seria…
“American
Gods” narra el peregrinar de “Sombra”, quien al salir de prisión es llevado por
extrañas circunstancias a trabajar para
el Sr. Wednesday, implicándolo en una intriga donde aparecen deidades mitológicas
que sin remedio se encaminan hacia una confrontación con los nuevos “dioses”: la
televisión, el dinero e internet, complot urdido por Odín y Loki para
satisfacer sus intereses: el primero, alimentarse
del poder que se genere por la muerte de los dioses, el segundo, nutrirse del caos provocado por la
guerra…
La
idea original es interesante, sobre todo el concepto de los dioses olvidados
como Chernabog, Biliquis, Anansi, Bastquienes, Eostre, Kali, Thoth, Anubis, las
Zoryas, Horus y nuestro viejo conocido: Elegba, quienes viven de manera
decadente, padecen la mortalidad y tratan de pasar inadvertidos en una sociedad
que a toda prisa está a redactando su acta de defunción… pero Gaiman abusa de la
pasarela de deidades, personajes y salvo “Sombra” ninguno atrapa al lector…
Y
es ahí donde a Neil la novela se le va de las manos, hace de sus páginas una
historia lineal y provoca que la trama quede dispersa entre testimonios de cómo
vivían los dioses cuando estaban en plenitud, se pierde en las dudas
existenciales de sus personajes y ofrece partes tediosas como la apología del “Libro
de la salida al día”, de Trismegisto, para explicar la confusa resurrección de
Sombra…
Gaiman
creó además un concepto alrededor de su libro al usar destinos turísticos reales
para escenificar sus historias (funcional artimaña para ganarse lectores),
incluyendo aquella donde se desarrolla la batalla final… pero aparte de esos abusos
cuenta con atinados pasajes como la primera aparición que hace la esposa muerta
al protagonista (una de las mejores escenas en la literatura universal sobre un
desencarnado)…
Es
tan amplio el universo de dioses citados que Neil termina por ofrecer meras monografías
escolares… citemos la página 314: “Las
palabras habían salido de su boca, pero no eran suyas: no las había pensado ni
construido ella. “No”, se dijo, eran las palabras de Elegba, el
granuja. Mawu había creado al mundo y después, gracias a los engaños de Elegba,
había perdido el interés en él. Había sido Elegba el astuto… quien había
hablado a través de ella, quien la había poseído por un instante”…
Mawu
(“Diosa creadora de todo”), forma parte de la mitología Dahomey de Benín… si
bien en gran parte de África la presencia de un Elegba es una constante, su máxima representación proviene de
Nigeria, así que incluir a Mawu como referencia y no a Olodumare y Eshu de los Yoruba
coloca al autor en una grave imprecisión… otra observación: la mutación que
sufrió Eshu como Elegba se da sólo en la Santería Cubana: en África Elegba no existe… por
suerte otras tramas dedicadas a ésta deidad Orisha son desarrolladas con
solvencia…
La
novela de Neil Gaiman no es mala (hay toda una subcultura “pop” a su alrededor),
pero tomando en cuenta la poca espiritualidad de la sociedad norteamericana, y
las imprecisiones en las que incurre el autor (las que se puede identificar en las
deidades con las que se está familiarizado, lo que genera riesgo con las desconocidas),
lo que hace obligatorio tomarla a la ligera pues la intención de confrontar la esencia
espiritual de cada Dios con el mundo moderno se queda precisamente en eso: en
un intento fallido…
American
Gods, Neil Gaiman, editorial Roca, 560 páginas, 2013