Ropa música chicos
“El arte ha acabado. A la mierda el
arte. Si hablamos de occidente, a lo largo del último siglo la clase obrera ha
marcado el ritmo visual … y de casi todo. Ahora son los hijos de las clases
altas los que marcan el ritmo, pero nunca harán arte rebelde, porque son los
hijos de los gobernantes”.
Lo anterior lo dice Viv Albertine, australiana, naturalizada británica y
habitante del barrio Muswell Hill… escultora, directora de cine, guitarrista y
escritora que no la ha tenido fácil en la vida: ha participado en proyectos de arte,
cine, música y literatura rompiendo convencionalismos culturales, pero no ha
gozado de la fama, beneficio$ ni reconocimiento (todo le llega a cuenta gotas).
Albertine creó en Londres el grupo “The Flowers of Romance”, colaboró con Sid
Vicious, Malcolm McLaren, Siouxsie Sioux, Chrissie Hynde, Joe Strummer y Vivienne
Westwood, fue amante de Mick Jones, fundó al grupo de culto The Slits (afirma:
“estuvimos juntas menos de siete años, y
aún me siento exhausta por todo aquello”) y formó parte del colectivo New
Age Steppers.
También trabajó para la BBC y ha dirigido películas como “Coping with Cupid”,
actuó en “Exhibition” y musicalizó “Archipelago”, entre muchas obras, luego
incursionó con éxito en la literatura al publicar “Ropa música chicos”, que más
que su autobiografía es una feroz confesión de las vivencias de una mujer en el
medio undeground británico.
Viv narra con crudeza su intento de sobresalir en la misógina e incipiente escena
punk de los años 70’s en Londres, o que le hizo enfrentar obstáculos que la
llevaron al infructuoso éxito musical, las desilusiones amorosas, desprecio de
los colegas, alejamiento de la música a los 27 años, abortos, chasco del
matrimonio, malograda maternidad, cáncer, desencanto, violencia de género,
soledad y demás desventuras hasta coger de nuevo la guitarra cercana a su
cumpleaños 50.
El libro no es la autobiografía (tan
de moda entre músicos para hacer un recuento de sus excesos, ahora que la
decadencia llegó a sus vidas): está más cercana a La chica de la banda de Gordon y Postales negras de Wareham, describe los entresijos del ambiente
musical, convirtiéndose en el retrato de una sociedad mediocre, de un
empresariado voraz y del canibalismo entre músicos y fans.
Pero también pinta a una juventud disfuncional, esa etapa en la que se cree
que se puede cambiar al mundo, sin darse cuenta que son observados para
prevenir cualquier paso en falso y que implique que se salgan del redil: la
explotación (y sumisión) los convierte en asalariados y padres de familia para
domesticar sus ideales.
En la existencia de Viv apenas hay éxitos, como limosnas del destino, tan pocas
que son devoradas por esa sombra que persigue implacable a la autora (y a
millones de personas a lo largo de la historia): los demonios familiares. Más
ahora todo lo ve en retrospectiva y afirma que aprendió que en la vida “tienes que cometer errores, intentar cosas
que no puedes hacer, trabajar duro, ser apasionado; es sorprendente lo que
puedes lograr si tienes la actitud de que no te detendrás por alguien o por las
reglas de la sociedad”.
“Ropa música chicos” no es una anecdotario: es la lúcida y cínica
recapitulación de una mujer que vivió la formula “sexo, drogas y rock” en su
juventud, para después (tras disolverse The Slits), tener que enfrentar la vida
adulta sin estar preparada, crisis que Albertine desvela cuando dice que “en el libro traté de desmontar la leyenda
para que cualquiera viese que no hace falta ser cool de nacimiento como los
nuevos artistas, que puedes ser todo lo tímido e inepto que desees”.
Viv Albertine, “Ropa música chicos”, 598 páginas, Editorial Anagrama, 2017
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