Antes de Mi vida con los muertos
Mucha
gente me preguntó la razón de por qué dejé de escribir durante años, y siempre
tuve que corregirlos: “no dejé de escribir… sólo desistí de publicar”, más fueron
dos razones por las que dejé de hacerlo.
La primera
relacionada con un incidente en una de las ediciones de la anual Feria
Internacional del Libro del Palacio de Minería, que realiza la Universidad
Nacional Autónoma de México (UNAM), más de ello no hablaré mucho ya que fui
involucrado sin tener responsabilidad alguna (yo nomás pasaba por ahí buscando un baño), lo que provocó en mí una
gran desilusión que me llevó a tomar la decisión de no asistir más a
exhibiciones de libros, y de paso, a dudar si quería seguir publicando en un
medio tan caníbal como es el de la literatura en méxico.
La segunda
tuvo que ver también con la UNAM, la cual después de haberme invitado como
ponente para una serie de jornadas académicas celebradas en la Universidad
Autónoma del Estado de México, y específicamente tras terminar mi exposición,
un funcionario me solicitó mi ponencia al tiempo que me informaba que formaría
parte de una compilación que sobre dicho evento publicarían en breve.
Recuerdo
que tras recibir los tres volúmenes de dicha serie, organicé una cena en casa
de mis padres para comunicarles la excelente noticia, y de paso avisarles,
erróneamente, que consideraba haber alcanzado la principal meta en eso de
publicar: ser editado por la UNAM. De ahí el aparentemente silencio, pero…
Desde
hacía años publicaba de manera sistemática en periódicos y revistas, daba
entrevistas y era invitado a programas de radio para leer mis textos; asistía como
ponente a cuanto congreso me requerían y participaba en concursos de
literatura, pero fueron las mafias culturales que siempre han desmadrado la
creatividad en este país las que comenzaron a llenarme de basuritas el ánimo,
que aunado al incidente ya citado y a la publicación en la UNAM, opté por hacer
un alto.
La pausa
coincidió con el surgimiento de algunos problemas de salud, con los que inició
mi primera cuenta regresiva rumbo a la muerte: primera porque tras la
advertencia médica hubo más hasta que llegaron, años después, las de origen afro-religioso.
En aquella
época comencé a escribir una novela titulada “Sol negro”, la cual distribuí
entre mis amistades, para luego gracias a ellos, se difundió entre sus
conocidos bajo el auspicio de mi recién fundada editorial llamada “Ediciones
bien jalados”.
El texto
estaba plagado de hilarantes situaciones pese a mi pesimista estado de ánimo,
en el que un grupo de amigos vivían de exceso en exceso en la capital de un méxico
convulsionado por un golpe de estado tras el levantamiento armado del Ejército
Zapatista de Liberación Nacional en Chiapas. Curiosamente el personaje que más
llamó la atención entre los lectores era un Chamán que hacía a su vez de férreo
periodista crítico del gobierno.
Obtuvo
buenos comentarios, pero también generó presión de los lectores para obtener
una segunda parte que finalmente se llamó “El camino”, la cual si bien publiqué
con los mismos resultados, en términos de aprobación, la trama se alejaba de la
Ciudad de méxico y se desarrollaba en Oaxaca, frente a las costas del océano
pacífico, plagada de existencialismos espirituales.
Al mismo
tiempo, entre licencias médica, alterné su escritura con un volumen de relatos,
“El edificio”, que dio pie a “Las otras historias”: los 4 libros que
aparecieron bajo el manto de “Ediciones bien jalados”.
Por
aquella época mi amigo César, quien ya me había conseguido una columna fija en
la revista “Transformación”, me propuso editar oficialmente “Sol negro” a
través de una conocida que tenía en la Dirección de Difusión y Fomento a la
Cultura, adscrita al Instituto Politécnico Nacional, por lo que procedió a la corrección
de estilo, mas su intención no prosperó ni me quedaron claros los motivos, así
que me regresé a la creación con textos que no fueron a parar a ningún lado,
mientras que mi salud de mala pasó a
tener altibajos.
Curiosamente
aquella época de “prolífica creatividad” vio nacer el texto del que hasta ese
momento me he sentido más orgulloso como escritor: “Danger”, un relato cuya
trama se desarrolla en las calles de Los Ángeles, en California (donde viví
algunos años) y que hasta la fecha se mantiene inédito y sin alguna razón en
especial (será publicado en mi próximo libro, o en el siguiente: ya están
terminados y por el momento ese texto forma parte ambos). Curioso pero también fue
un periodo en el que abandoné por completo la lectura un par de años.
En medio
de todo este caos por la salud, cierto día me desperté con las ganas de
publicar de nuevo, aunque apenas me levanté una duda me asaltó: después de
tantos años ¿quién se va acordar de mí como para que me diga “sí, vente volando
que me muero por publicarte”?
Así que
asumí una actitud objetiva y me dije: “no sé qué tanto quiera retomar mi
carrera pública de escritor, pero por lo menos me plantearé la meta de publicar
un texto”. Y la respuesta la obtuve en semanas.
Sin
buscarlo mi amigo Humberto, editor de una revista con el original nombre de
“Confabulario”, me invitó un café y me pidió que le entregara un relato para
publicarlo en su siguiente número: si bien tenía suficiente material, le pedí
me diera tres días para entregarle un texto nuevo.
A los tres
días exactos se paró frente a mi escritorio para advertirme que el plazo se
había cumplido, a lo que le respondí entregándole cinco cuartillas con el texto
“Un blues para Sara”. Aquel escrito me gustó y más verlo publicado en papel y
en su versión electrónica, claro, antes de que los blogs se convirtieran en una
nueva forma de hacer cultura, y al
poco, en el principal generador de basura en la web. El relato obtuvo
excelentes críticas entre los lectores y me infundió ánimos para seguir.
Luego me
inicié en las religiones de origen africano buscando la salud, problemas que
pese a todo seguían acosándome, solo para encontrarme con la sentencia de mis
padrinos de que mi muerte era inminente.
Con todo,
retomé el ritmo en periódicos y revistas hasta que tras mis quejas por la
censura, mi esposa me convenció de abrir montar un blog, Basurero de almas (luego
abrí tres más), los cuales me dieron grandes satisfacciones, por lo que decidí
que serían el único medio para difundir mis textos, eso sí, sin esperar, tras
gran desilusión años después, la solidaridad de los lectores (esos Santeros y
Babalowos que por años saquearon el blog para salvarse a vida), y por el
contrario, ahora ya por el simple placer de escribir.
En esas época busqué otras opciones espirituales
para mantenerme con vida… y sin cantar victoria, aquí sigo.
Una opción pasó por mi mente tras algunas
peticiones: relanzar “Sol negro”, “El camino”, “El
edificio” y “Las otras historias” a través de Amazon, tal como hice con “Mi
vida con los muertos”, con las ventajas que las redes sociales y el formato
electrónico proporcionan a las ediciones independientes, pero no vuelvo a caer
en la trampa de las promesas de amor eterno de nadie (sin ofender): ya tengo
dos libros inéditos terminados, y como dice el refrán: “para atrás, ni para
tomar vuelo”.
¿Consiguio estabilizar su salud o curarse?
ResponderEliminarGracias por tus escritos, un abrazo
ResponderEliminarMucha suerte con tu próxima publicación.
ResponderEliminarSabrina
Un cordial saludo, no tengo mucho que aportar porque todo esta claro...alla cada quien con sus decisiones.
ResponderEliminarPor otro lado quisera invitarlo a mi podcast para hablar del libro y futuras publicaciones, el podcast es humilde, todavia estamos despegando pero estamos haciendo la lucha...
hola anónimo... pues acá sigo tú dirás... saludos...
ResponderEliminarQue bueno, la verdad esque la salud muchas veces no se valora y es algo que todo humano tendria que tener por prioridad... ¿ que practica religiosa le ayudo mas a este fin? Exito.
Eliminarhola sab, gracias por aparecerte por aquí, un abtazote mexicano...
ResponderEliminarOtro para vosotros
Eliminarhola juju, gracias por escribir, saludos...
ResponderEliminarhola myopinion... por supuesto que me apunto a tu podcast... mándame un mail para ponernos de acuerdo, saludos...
ResponderEliminarA dónde mando el e-mail?..por aquí?
EliminarHolaaaa
ResponderEliminarSi te decides a publicarlo, soy la primera en leerlo.
Shalom
Deborah
hola anónimo, he tenido más iniciaciones aparte de ser Mayombero, Curandero, Santero, Muertero, Espiritualista y Hierbero, sin embargo, creo que más que decir cuál me ayudó más (que no fue ninguna de las que te estoy enlistando en esta respuesta), la frase "la libertad viene de la comprensión" lo dice todo... suerte...
ResponderEliminarHola,
ResponderEliminarFelicidades por el blog y por su libro ¨Mi vida con los muertos¨, se me hizo muy corto, lo disfruté muchísimo, y espero que haya una segunda entrega.
En referencia a su blog, algunas veces pone los vínculos para dirigirse a los escritos de Rubén Cuevas, Ojuani ni Shidi, pero los sitios web parecen estar desconectados.
¿No sabría usted decirme a dónde puedo dirigirme para examinar esos textos?
Gracias y saludos,
Miguel.