23 de diciembre de 2020
Opiniones sobre Mi vida con los muertos
Es un gusto cerrar el año 2020 con buenas noticias sobre mi último libro “Mi vida con los muertos,” no sólo en términos de ventas sino por la opiniones vía Amazon y Goodreads, mismas que con gusto comparto, así como una reseña publicada en un blog de literatura.
15 de diciembre de 2020
No quiero morir de COVID19
Tras
publicar el texto “Implicaciones
espirituales detrás del COVID19, https://basurerodealmas.blogspot.com/2020/10/implicaciones-espirituales-detras-del.html, he recibido mails de
gente cercana, y lejana, donde manifiestan la preocupación de morir por el
virus.
Morir no es malo, vivimos en una prisión donde
trabajamos, comemos, cagamos, gastamos, dormimos, cogemos y actuamos de acuerdo
a una educación inducida desde niños para vivir como esclavos, así que si
morimos, bajo cualquier circunstancia, es una posibilidad de liberarnos… antes
de regresar, reencarnando, a vivir bajo las mismas condiciones, salvo que hallamos
buscado en vida la evolución espiritual.
No diré quiénes son los dueños de ésta cárcel, ni a
repetir cómo escapar, pues de ello ya escribí bastante en la sección de
comentarios de muchas entradas del blog, lo que señalaré es a los responsables
de la desaparición de la raza humana, a los culpables de la difusión del virus,
que aunque no lo crean, NO son los chinos ni los murciélagos.
¿Tienen curiosidad? Pues no hay nombres: ni de
personas, ni empresas, ni países, ni razas extraterrestres, ni deidades
iracundas, pero saberlo no requiere de profundas excavaciones: los causantes de
que el COVID19 vaya a borrar a gran parte de nuestra raza somos nosotros.
Vayámonos a las pruebas: la humanidad tiene unos
6,000 años de haber surgido y poblado este planeta, periodo en el que hemos
explotado sin distinción sus recursos y mantenemos una relación con el prójimo
basada en la ambición contra la ingenuidad, la fuerza frente a la sumisión, en
la que un pequeño grupo abusa de las masas.
Sí, ricos contra pobres, blancos contra negros (o amarillos,
verdes, morenos, colorados, azules, rojos y más), flacos contra gordos, heteros
contra gays, musulmanes contra cristianos, ignorantes contra cultos, bonitos
contra feos, altos contra bajos, patrones contra obreros, amargados contra
simpáticos, ateos contra creyentes, futboleros contra intelectuales, gatunos
contra perrunos, jefes contra empleados, brujos contra sanadores… la lista
sería interminable, pero en el fondo están los poderosos contra una bestializada
e inculta mayoría.
Regresemos a las cuentas para repartirnos culpas:
si tenemos 6,000 años de edad, las almas entre vivos y muertos son finitas y el
promedio de vida es de 50 años (ahora se vive hasta los 80 gracias a la ciencia,
pero cuando comenzó a diseminarse el homo sapiens por el planeta el cociente
era de 30), así que usemos una media y tenemos que una persona, ustedes, yo y
demás, hemos vivido unas 120 reencarnaciones en las cuales nos comportamos con
todo tipo de actitudes.
Lo peor, si atendemos la teoría de que el COVID19
es consecuencia de lo que va de la explotación de la naturaleza hasta la mezquindad
en las relaciones cotidianas, entonces todos somos culpables de su presencia y
del hartazgo de algo o alguien que nos considera (como dijo uno
de los protagonistas en la entrada ya señalada), un peligro para la estabilidad
del universo.
Así, ¿por qué a estas alturas de la historia a la
humanidad, ante la pandemia, solo nos mueven
dos emociones: una, el enojo al exigir a los gobiernos el derecho (permiso) de
salir a la calle… dos, el miedo a morir por el virus? ¿Tan básica es nuestra existencia?
Volvamos a las 120 reencarnaciones donde fuimos lo
peor (asesinos, traficantes, banqueros, violadores, defraudadores, pedófilos,
santeros, abogados, muerteros, presidentes, empresarios, soldados, policías, psicópatas,
babalowos, actores, etc.), o lo que la inopia nos llevó a creernos lo mejor (cenobitas,
monjas, médicos, profetas, deportistas, samaritanos, curas, videntes, voluntarios,
sanadores, benefactores, curanderos, etc.).
¿Alguien sabe qué hizo en todas y cada una sus
vidas pasadas?* entonces ¿por qué afirmamos que tenemos derecho a sobrevivir, a
preguntar cómo protegernos o qué sucederá con nuestros hijos como padre o madre
si llegamos a faltarles por morir de COVID?
Si como progenitores tenemos el promedio de 120
reencarnaciones jodiendo al planeta, las mismas 120 tienen nuestros abuelos, tíos,
hermanos, hijos, nietos y aquellos que hemos pisado cada metro cuadro de la
Tierra, razón por la cual, insisto, todos somos responsables de lo que acontece
tras 6,000 años de evolución, para bien o mal nadie es inocente y por ello
deberíamos respondernos con objetividad: ¿merecemos padecer esta pandemia?
Morir no es malo, no me canso de decirlo, es
normal, natural e incluso necesario para que este planeta tenga un poco de paz,
para que los ciclos naturales se recuperen, sí, pero además para dejar de ser
una presa para las obsesiones conquistadoras de los yanquis, ingleses, rusos y (hora
sí) chinos.
Seamos responsables de nuestros actos (siempre lo
digo: nunca se debe escupir al cielo), sin justificarnos diciendo que por no
ser conscientes de nuestras vidas pasadas estamos libres de pecado: por qué creen que el COVID19 se
sigue diseminando, ¿por desidia de los gobiernos que no toman decisiones
adecuadas o porque son miles de millones quienes salen a las calles sintiéndose
caninamente necesitados de falsa libertad?
¿Temen morir? da más miedo enfrentar a diario la
vileza humana y lo confirmo leyendo las noticias: gran parte de la raza humana se
caracteriza por ser unos cabrones que no ceja en su actitud de joder al prójimo,
e incluso, en estos tiempos, su infamia se exacerba.
Recién el escritor francés Michel Houellebecq publicó
en “France Inter” una reflexión sobre cómo sería la vida en el planeta tras el COVID,
señalando que: “al día siguiente no nos
despertaremos en un mundo nuevo, sino exactamente en el mismo en el que
vivíamos… que todavía será un poco peor”… y se queda corto: si en medio de
la pandemia la gente saca lo peor de sí, ¿qué podemos esperar si se logra
controlar? ¿quién organizará a los que sobrevivan para rehabilitar el planeta?
¿los mismos que provocaron este desastre?
En este contexto irrumpe la vacuna antiCOVID, la
cual muchos consideran “su salvación”, la oportunidad para volver a la vida de antes, pero sobre ello les
tengo noticias: no relacionadas con el fiasco de las primeras versiones (el
SIDA surgió hace 36 años y seguimos sin vacuna), ni sobre las secuelas que ya
está dejando en muchos ingleses quienes ya la han recibido (anafilaxia), olvídense
de más profecías de Chamanes y Curanderos, ni mucho menos de videncias de su
servidor.
No, me iré directo a escenarios que se pueden
consultar ya en la web: se estima que la población del planeta que sobreviva quedará
inmunizada en diciembre de 2022, así que tenemos dos años para cuidarnos del
virus, enfrentar nuevas pandemias (sismos, heladas, meteoritos y más), pero
sobre todo para defendernos de la malicia de nuestros congéneres que se creen
con derecho a perpetuarse.
* conozco varias de
mis reencarnaciones, mismas que resumiré parafraseando el título de la película
dirigida por Joshua Logan, “Nunca fui santo”.
10 de diciembre de 2020
Tambores batá
para simone, quien brilla con luz propia 1.
Los tamboreros comenzaron a tocar el viernes por la
mañana y harían sonar las percusiones hasta el domingo entrada la noche. Serían
güiro y cajón durante todo el fin de semana en aquella casa ubicada en el
estado de Morelos, colindante con la ciudad de méxico, cuyo caluroso clima,
dijo el Babalowo que organizó todo, serviría para que “los Orishas y los Mpungos se sintieran en su casa” (¿?).
Ese fin de semana sucederían muchas cosas: desde la
acumulación de energía Orisha y de Mpungos, pasando por celebraciones de Mano
de Orunla donde serían iniciados dos ahijados nuestros (de 10 en total), tres
rayamientos (de 9), dos coronaciones de Santo y hasta un juramento en Ifa; todo
en una lujosa mansión y con los gastos pagados por aquel policía iniciado en Ifa.
2.
La invitación nos llegó a través de un Babalowo
amigo nuestro, quién nos avisó que no tendríamos que erogar gasto alguno
relacionado con iniciaciones pendientes con varios ahijados, salvo el pago de
derecho: habíamos oído que aquel Babalowo atendía a deportistas, altos
políticos, artistas y poderosos militares, así que no nos extrañó la
invitación. En este país hay muchos mexicanitos que acuden a los Orishas
pidiendo favores, y para obtenerlos, son capaces de sacrificar mucho dinero
para sobornarlos fingiendo ser buenos religiosos.
Mas como a veces sucede, nos enterarnos del
trasfondo de tanta generosidad hasta el sábado: los jefes del organizador estaban
hartos de sus fechorías dentro de la policía y habían decidido deshacerse de él
iniciando una investigación con la consigna de ponerle un alto, de ahí la
intensión de agradar a los Orishas, más esos motivos eran lo de menos si
tomábamos en cuenta que las iniciaciones habían comenzado y no podíamos
interrumpirlas.
Aquello me colocó en un dilema, así que comenté con
mi esposa que lo prudente sería irnos, mas el asunto era complicado: no podíamos
salirnos a mitad de los ceremoniales con el riesgo de llevarnos el osogbo, ni
dejar a los ahijados a su suerte, y lo peor, recoger ante la mirada de cientos
de asistentes nuestras soperas y atributos de palo del inmenso altar, sin tener
que responder preguntas que pusieran en evidencia el origen de aquel fin de
semana. Y esto último enredaba todo aún más: ¿hacer pública la poca honorabilidad
de Babalowo nos haría sujetos de alguna represalia?
No estaba conforme con la decisión de quedarnos,
pero mi esposa dio la solución: entre los asistentes se encontraba otro Babalowo,
amigo y de confianza, a quien me sugirió plantearle la situación y nos tirara la cadena ante Orunla para saber las
repercusiones de lo que estaba claro era una farsa.
Así lo hicimos: lo localizamos y nos invitó a su
habitación, igual de cómoda que la nuestra, donde nos consultó y la respuesta
fue contundente: el mundo espiritual
estaba separado del material, dijo (aunque no rememoré algún oddu que lo citara
así), avisó que los ceremoniales estarían bien realizados y que las secuelas de
sobornar a los Orishas existirían solo “si había osogbo”. No había lugar a
dudas. Y remató: “disfruten el fin de
semana”, que no supe si era su (burlona) sugerencia o una orden de
Orunmila.
Tras aquello optamos por quedarnos, aunque
evitando participar en cualquier actividad para evitar que se nos robara el iré
y sin descuidar las necesidades y atenciones para los ahijados.
Luego de la consulta ante Orunla hasta disfrutamos,
a ratos, de tanta comodidad: una casa con abundantes habitaciones, grandes
jardines llenos de palmeras, albercas, un río para hacer ebboses, y comida
abundante (nada de chicharrón en salsa verde con frijoles y tortillas, o piezas
de pollo, ya agrios, en salsa de champiñones, con los que muchos religiosos mexicanos
sacian el hambre de los asistentes a cualquier ceremonia).
Por lo mismo, en algún momento reiteré mi máxima
afirmación: “los Orishas son sobornables, todos”, así que tras largos años de
práctica religiosa he confirmado que los panteones saturados, asesinatos
impunes y encarcelamientos injustos, impunidad, agresiones sexuales,
empoderamiento de pocos que condenan a millones a la pobreza, así como
matrimonios deshechos, hijos sin padres y mendicidad callejera, todo ello es consecuencia
de las caprichosas decisiones de las deidades y no de su sabiduría.
Eso sí, apenas caía la tarde las botellas de fino
whisky, tequila y coñac comenzaban a circular sin límites, dando pie a grandes
borracheras entre Santeros, Paleros, Babalowos y Tatas, mientras los tambores batá
seguían sonando, embriaguez que impedía saber si algunos religiosos realmente estaban
montados o simplemente hacían el ridículo. Como sea la parranda se extendía
alegremente hasta la madrugada y ante el afanoso ir y venir de meseros, mucamas
y cocineros.
Debo reconocer que al tercer día, el domingo por la
mañana, las señales de los excesos habían desaparecido y los Babalowos y Tatas
recuperaron su papel religioso: desde temprano se organizó el ñangareo, se
realizó al medio día, como lo marca la regla, y hasta entrada la noche docenas de
mayores atendieron a quienes recibieron Mano de Orunla, Coronaron Santo o se
Rayaron, todo perfectamente organizado bajo la consigna de que los Itases
debían terminarse antes de la media noche.
Al terminar la última lectura de destino, a eso de
las 23:15, se avisó a los pocos que aún estábamos presentes que podíamos
quedarnos hasta la mañana siguiente, garantizándonos la continuación de todos
los servicios. Dado que uno de los últimos iniciados en ser atendidos había
sido nuestro, aún estábamos ahí, más propuse a mi esposa irnos señalando que
nunca he tenido inconveniente en manejar de madrugada en carretera, así que
estuvo de acuerdo y salimos.
3.
¿Quiero ser objetivo o debo serlo?
Si debo serlo
reconozco que ninguno de mis ahijados a tenido mayor problema en términos de
acusaciones, desgracias o padecimientos a partir de aquel “ceremonial masivo”
organizado por el policía.
Lo que sí, ha sido la actitud mezquina que
caracteriza a todo el que se inicia en la Osha, el Palo e Ifa, quienes me
confirman que esta es una religión que saca lo peor de la gente, tal cual
sucedió con algunos de los ahijados iniciados aquel día: mentirosos, ladrones,
prepotentes, tramposos y ególatras, lo peor de lo peor brotó en su
comportamiento, no por las obras, insisto, sino por su propia naturaleza.
Pero si quiero
serlo acepto que meses después de nuestra estancia aquel fin de semana en
Morelos, un subordinado de aquel Babalowo cargó con todas sus culpas y fue separado
de su cargo acusado de corrupción, mientras el otro, feliz, sigue en activo
mientras ve como sus jefes, aquellos que lo querían correr, son despedidos uno
a uno bajo los pretextos más ridículos que existen en la justicia mexicana.
2 de diciembre de 2020
¿Cuáles son las funciones del guía del cuadro espiritual?