No lo
negaré: como le ha sucedido a millones de personas
a lo largo de todo el tiempo que se le ha rendido
culto a los
Orishas, hubo
una época en que ingenuamente pensé que
mi padrino
sabía sobre religión y que era honesto…
1.
Una
de los más grandes errores que cometen Santeros, Paleros y Babalowos es ver a
sus pacientes y ahijados como botín para saquearlos hasta donde Orunmila se los
permita…
Yo
tuve varios padrinos y madrinas de entre los cuales, si se tratará de retomar
la teoría del doctor Victor Frankenstein, ni juntando las mejores virtudes de
cada uno (en caso de que tuvieran alguna), se podría hacer un religioso
medianamente decente…
Uno
de esos padrinos (me inició como
Curandero y después como Santero), destacó por ser un estafador que viviendo en
la vulgar ignorancia, creía que estaba en el derecho de disponer de la vida de
todo aquel incauto que cayera en sus religiosas
redes…
2.
Nada
tonto ese hijo de Oggun: al llegar el día de Eleggua (sí, aquel que muchos
neófitos celebran un 13 de junio, ofreciéndole además otra fiestecita el 30 de
abril, pues al final ese Orisha es un “niño”), lo agasajó con dulces, frutas,
comida, ridículos concursos infantiles, música tropical y bebidas embriagantes….
Por
si fuera poco, en aquella fiesta celebrada en el patio de su casa todos los
asistentes debíamos estar sonrientes, felices y sin asomo de sufrimiento pues
Eleggua podría enojarse y provocarnos algún terrible accidente de regreso a
nuestra casa… no importaba que un familiar estuviera muriendo de cáncer o que
nuestro jefe estuviera planeando despedirnos por haber faltado al trabajo ese
día: debíamos ser felices so pena de padecer la venganza de los Orishas (diría Lydia Cabrera)…
3.
Recuerdo
que ese miércoles 13 de junio, con el pendiente de que mi jefe encontrara el
pretexto que llevaba años buscando para hacer de mi estancia en mi trabajo un
infierno, y celebrando en casa de mi padrino el día de Eleggua (quien vivía al fondo de un inclinada vereda a la
cual tuve que acceder en reversa, previniendo una complicada salida), se me
acercó y me dijo…
-
ya me dijo Eleggua que no lo tienes muy contento…
-
y eso? – pregunté asustado y con toda la ingenuidad religiosa con la que en
aquel entonces me comportaba…
-
dice que no le gusta tu falta de alegría este día – soltó – y recuerda que
Eleggua es un señor muy cabrón…
-
en el trabajo las cosas no andan bien y este día precisamente – comencé a
explicarle, pero autoritario como era me interrumpió…
-
quiere que le dejes unas monedas – dijo señalándolo en el centro de un raquítico
trono que pretendía hacerle honor al Orisha – para que yo le pueda comprar una
ofrenda que lo tranquilice…
Cruzamos
miradas en las que en la mía supongo se manifestaba duda, pero en la de él
ambiciosos sentimientos inquisitorios, hasta que finalmente opté por la
prudencia: saqué un billete de mi cartera y lo coloqué dentro del Orisha… mí
padrino sonrió, me dio una palmada en la espalda y se alejó…
5.
Ese
día todos sus ahijados habíamos colaborado con un platillo (y “algo” más), para
que la comida y la bebida fueran suficientes para todos los que asistiéramos,
incluyendo alguno que otro invitado…
- oye – me dijo mi padrino en el momento en
que yo platicaba casi a gritos (por el excesivo volumen de la música), con una
conocida que había recibido la mano de Orunmila – ya casi no hay cerveza – al
tiempo que volteaba a ver hacia donde estaba su Eleggua…
-
qué hacemos? – pregunté…
-
Eleggua quiere que todos seamos felices – señaló – así que vamos al depósito
que está a tres calles a comprar una caja…
Salimos
de su casa y durante en el camino mi padrino habló de las bondades que conlleva
tener contento a Eleggua… cuando llegamos al depósito, pidió la caja de
cervezas pero al momento de buscar su cartera descubrió que la había
“olvidado”…
-
paga – cuasi ordenó no sin antes haber pedido también dos cajetillas de
cigarrillos – ya sabes que Eleggua todo te lo ha de duplicar…
Obviamente
de regreso a su casa, mientras yo cargaba las cervezas, reiteró su discurso
sobre el sacrificio que todo religioso hace y que los Orishas siempre toman en
cuenta...
6.
El
festejo siguió mientras mi padrino bailaba con todas sus aijadas, incluyendo
ocasionalmente algunas piezas con su esposa, supongo que para evitar una de las
tantas escenas de celos que ella solía hacerle por su constante coquetería con
toda mujer que se le parara enfrente…
En
algún momento se me acercó y me amenazó…
-
no entiendo pero Eleggua sigue bravo contigo – muy buena gente él, como
siempre quiso que se le viera, propuso – agárrate 7 guayabas de las que hay en
el trono, límpiate con ellas en el baño, las metes en una bolsa y te espero
afuera de mi casa…
Aquello
me asustó, sobre todo porque una de las más importantes recomendaciones que
recibí en mi Itá de mano de Orunla fue no discutir con mis jefes, y
precisamente esa semana había reñido con dos de ellos: y apenas era
miércoles!... así que le hice caso, avisé a mi esposa que saldría y en menos de
5 minutos estaba alcanzándolo en la calle… al salir lo encontré platicando con su
vecino: un joven a quien yo conocía de vista, pero de quién los rumores decían
que se dedicaba al consumo de drogas, la delincuencia y de paso adoraba a la Santa Muerte…
-
vámonos – dijo apenas y me acerqué: nos subimos al auto de su vecino y durante
varios minutos permanecimos en silencio hasta que mi padrino avisó – vamos al
Panteón de “acá arriba” a dejar tus guayabas…
Mientras
avanzábamos por calles llenas de baches, la música tropical que había
sintonizado en la radio el joven me taladraba los oídos… en mis manos yo
llevaba la bolsa con las guayabas mientras mentalmente le pedía a Eleggua se llevara todo lo malo, se encargara de mis
enemigos y me diera sus bendiciones…
7.
Antes
de llegar al Panteón mi padrino me dijo que teníamos que dejarle una ofrenda a
Oya para poder entrar, así que nos detuvimos en una licorería y compré pan
dulce y una botella de aguardiente… cuando llegamos el auto fue estacionado debajo
de un frondoso árbol que daba gran sombra y discreción, mi padrino y yo nos
bajamos pero el joven no hizo el intento de moverse…
Al
entrar mi padrino me pidió 9 monedas y se limpió con ellas antes de dejarlas en
la entrada, me pidió el aguardiente, le dio un largo trago, lo sopleteó en el
mismo lugar donde puso el dinero y quitándome la bolsa con pan fue depositando
pieza por pieza en el suelo… fue cuando terminó de limpiarse (sí, sólo él), que
entrarmos al campo santo…
Caminamos
largamente y en silencio hasta que encontramos una tumba que a él le pareció
adecuada… sopleteó sobre la lápida, me pidió le entregara la bolsa con
guayabas, se inclinó sobre ella al punto de casi hincarse y dijo varias frases
en voz baja… después se puso de pie, me entregó el licor y me avisó que tenía
que verter todo su contenido alrededor de la lápida… finalmente avisó que era
hora de irnos…
8.
Mientras
andábamos el regreso, mi padrino me detuvo para decirme…
-
tú sabes que tenemos que ser agradecido con todas las personas que nos ayudan…
así que dale dinero al joven que nos trajo para que se compre unas cervezas… te
aseguro que la Santa Muerte te lo compensará – y reanudó sus pasos…
Regresamos
al coche y dentro de él se percibía un penetrante olor a marihuana… minutos
después estábamos de regreso en la casa de mi padrino… nos bajamos y antes de
entrar ofrecí un billete al joven…
-
no, cómo crees!! – lo rechazó…
-
por las molestias – atiné a decir…
-
no fue nada – aclaró – al contrario, yo te conozco – soltó esa frase que muchos
deben saber interpretar para saber lo que realmente nos están insinuando…
-
es para que te compres unas cervezas – traté de convencerlo al tiempo que él lo
rechazaba moviendo negativamente las manos hasta que mi padrino me quitó el
dinero de la mano, lo metió en uno de los bolsillos del pantalón del joven y
dijo asumiéndose como autoridad…
-
tómalo como pago de gasolina – y entró a su casa…
-
muchas gracias – exclamó el joven estrechándome la mano…
9.
Opté
por contener mi molestia: una cosa era que mi padrino me vendiera cuentos donde
intervenía Eleggua y otra que pensara que yo era un barril lleno de dinero, así
que a la media hora avisé que nos íbamos pretextando la lejanía que nos
separaba de nuestra casa…
Al
salir me despedí de Eleggua (y de
paso aproveché para plantearle lo sucedido durante toda la celebración, dejando
la actitud de mi padrino a su justa consideración), salimos, nos subimos a mi
auto y traté un par de veces de sacarlo de la hondonada, sin poder evitar que
por lo empinado se regresara… al tercer intento sucedió lo mismo, más al pisar
el pedal del freno patinó sobre la grava y fue a estrellarse contra la defensa
del coche de mi padrino rompiendo uno de sus focos traseros… a la siguiente
intentona finalmente pudimos salir de ahí…
Del
desperfecto yo me enteré una semana después, cuando me lo reclamó y pidió se lo
pagara, situación a la que obviamente no me negué, aunque le solicité el modelo
de su auto para ir personalmente a buscar la pieza: evité que él me pidiera una
cantidad superior de dinero a lo que realmente pudiera costar… mi actitud no le
convenció, pero finalmente su molestia desapareció cuando le entregué la pieza nueva,
ahora sólo faltaría que él se diera tiempo para cambiarla…
Esa
jornada en su templo tuvo sólo dos pacientes (cuando en general recibía unos 20
diarios) y cada vez que yo veía de reojo a mi padrino, me acordaba de que él
decía que Eleggua es un señor muy cabrón…