1.
H comenzaba su carrera en la
Policía Federal cuando fue transferido al equipo de F (comandante de la Unidad
de crímenes violentos de X sector de la capital del país), con el que después
entabló amistad (tras varias juergas con alcohol y cocaína), y luego intimaron a
nivel familiar.
En una convivencia decembrina F
llegó acompañado de L, su pareja (una bella exstripper), de la cual H quedó
prendado en cuanto la vio y pese a que iba con su atractiva novia.
H se mantenía al margen de la
mujer de su jefe en las reuniones, más L también se sentía atraída por el policía,
así que comenzaron los coqueteos hasta que una borrachera provocó que H y L se
embarcarán en una sesión de sexo rápido
(en el baño de la casa de F), que lejos de apaciguarlos les generó mayor obsesión,
y pese a los riesgos, se hicieron en amantes.
2.
Durante un operativo para
capturar a un homicida, se desató una balacera en la que participaron F y su
comando contra los pistoleros del criminal, pero en un mal cálculo, durante la
huida con el arrestado, H atropelló a una mujer que falleció al instante.
Iniciaron las investigaciones
mientras F tranquilizaba a H asegurando que la muerte había sido un accidente y
no habría consecuencias, pero una mañana le informaron que estaba suspendido
hasta que “el incidente” se aclarara. Entregó su placa, pistola y llamó por
teléfono a su amigo.
- sí, los vecinos afirman que la embestiste
a propósito - explicó.
- pero tú me dijiste que no habría
problema – exclamó H.
- tranquilo… busca un abogado que
te tramite un amparo – sugirió F.
Aquello lo desalentó y deprimido
cogió una parranda de varios días que interrumpió tras una llamada de L, quien
se enteró por su esposo del problema: acordaron verse al día siguiente.
Tras conversar media hora ella sugirió
viera a una bruja “muy buena” para que lo ayudara a resolver a su favor la
investigación, después estuvieron tres horas en un hotel de paso y luego H tomó
rumbo a la colonia Obrera, donde fue consultado por una anciana.
- no puedo hacer nada por ti –
dijo ella tras media hora.
- me dijeron que eres muy buena –
se quejó H.
- sí, pero estoy vieja y casos como el tuyo afectan mi salud.
- no pueden condenarme por un
crimen que no cometí - protestó H.
- mataste a una persona – señaló
la anciana.
- pero fue un accidente – reiteró
– en la policía hay una gran diferencia entre una muerte accidental y una en
cumplimiento del deber.
- te entiendo – concedió la mujer
- pero el alma de la muerta está enojada y quiere justicia: estaba embarazada.
- se puede hacer algo? – insistió
el policía.
- conmigo no – repitió – pero con
mi hijo sí… ve a verlo: es Santero.
De regreso a su casa, H recibió
una llamada a su celular.
- te darán de baja para proceder
penalmente – le avisó F.
- no seas cabrón – exclamó H –
necesito tu ayuda.
- está complicado – se excusó y H
percibió un dejo de burla – la Unidad de Asuntos Internos y el Órgano
Interno de Control van sobre ti.
3.
Al día siguiente H llegó a la colonia
Pensil buscando al Santero.
- mi madre avisó que vendrías –
le dijo apenas y abrió la puerta – tu caso está cabrón, así que te atenderá mi
padrino, un Babalowo muy chingón.
Dos horas después la consulta cerró
con osogbo: urgía que H recibiera la Mano de Orunla para evitar la prisión, se pactó
el costo y dada la gravedad se acordó que se hiciera al siguiente día.
Tras la ceremonia, Orunla señaló en
el Itá que H debería coronar a Elggua para evitar que su vida se convirtiera en
un infierno: dado que estaba de baja la ceremonia se haría en cuanto él
realizara las obras que se marcaron urgentes. H no tenía problemas económicos,
así que en tres días se hicieron los eboses y el Santo sería en un par de semanas.
- no puedo esperar tanto – señaló
H.
- debes dejar que Eleggua trabaje – lo amonestó el Babalowo.
- me urge – casi pidió.
- si tienes el dinero mi ahijado
puede empezar con las compras para iniciar en tres días – advirtió su padrino –
tu madrina será una de mis ahijadas.
- cuánto necesitan? – preguntó
sacando su cartera.
El inicio de la ceremonia no fue
sencillo, pues el Eggun de la atropellada se convirtió en un obstáculo, luego
el resto transcurrió sin sobresaltos. Durante la coronación H se enteró que su
padrino estaba casado, tenía dos niñas, un par de negocios y su madrina era su amante:
una joven bella y exuberante de la que H no despegó la mirada.
6.
El día que salió del trono, H
recibió una llamada de la Unidad de Asuntos Internos citándolo al
siguiente día, en las oficinas del Órgano Interno de Control, para hacerle una notificación
sobre la acusación de homicidio.
El policía llegó en compañía de
su abogado (mientras L esperaba en una cafetería), fueron atendidos con
cordialidad y sin más le comunicaron que la imputación había sido desestimada y
podía volver a su empleo; después de aquello H y L se encerraron en un hotel
para celebrar.
Ni qué decir que en cuanto H
apareció en la Unidad de Crímenes Violentos, F no disimuló el enojo que le provocaba,
lo que alertó al policía de que quizá la aventura con su pareja había sido
descubierta.
7.
H aprendió a trabajar religión de
mano de su padrino (no veía a su madrina), analizó su Itá y entendió muchas de
las cosas que le sucedían. Tras aquello su vida se normalizó, terminó con su
novia e inició romance con otra mujer mientras su obsesión por L crecía.
Los festejos en la Unidad se
espaciaron, más un viernes se improvisó uno en casa de F para celebrar el
cumpleaños de T (integrante de la brigada), a la que H cometió el error de
acudir: iba con su novia, pero en algún momento vio entrar a L en la cocina, la
siguió y se quedaron conversando hasta que F, extrañado por la tardanza, fue a
buscarla encontrándolos en una situación poco clara, pero que al calor de las
copas le provocó un arranque de celos que desembocó en una pelea a puñetazos en
la que H salió perdiendo.
Una vez que los separaron, F
avisó que iría a su recámara en busca de su pistola para zanjar en definitiva “la
traición” (que ante los ojos de los presentes no estaba clara), momento en que
L tomó de la mano a H y le propuso huyeran: sin dudar él aceptó y salieron con
rumbo desconocido.
8.
H presentó su renuncia para no
ser acusado de deserción, mientras F movía sus influencias para localizarlos y matarlos
(juraba). Si bien la pareja se escondió en Morelos, en casa de un primo del
policía, él llegó a la conclusión de que esa no era vida y pidió a su padrino
lo consultara.
El registro ante Orunla dio
osogbo y predijo la muerte de ambos en manos del cornudo marido, pero había una salida: que H se jurara en Ifa, ella
recibiera la Mano de Oruna y coronara Osha. La pareja estuvo de acuerdo y él
entregó dinero a su padrino para los preparativos. Al despedirse H acompañó al
Babalowo a su auto.
- se puede hacer “algo” mientras
hacemos las iniciaciones? – soltó.
- algo como qué? – le
reviró.
- una obra para aplacarlo… que se
tranquilice.
- está furioso – comentó el
Babalowo – y aunque no esté iniciado en la religión él es hijo de Eleggua… y lo
que le hicieron no fue lo correcto.
- estamos enamorados – lo
interrumpió H.
- ese no es el tema – lo paró -
sino la forma en que ella lo abandonó: Eleggua anda bravo con ustedes.
- le podemos dar un chivo… o dos,
los que pida – propuso.
- no, el problema es él.
- dijiste que Eleggua – lo
cuestionó confundido.
- no entiendes nada – le
reprendió el padrino – te propongo esto: haremos que durante un tiempo tome unos
tragos de más y olvide la venganza… pero sólo un rato: ya que se hayan iniciado
desbaratas el ebboe.
Apenas y se fue el policía fue a
comprar lo necesario para hacer la obra, la preparó siguiendo las indicaciones
pero usando el doble del material señalado, la terminó y fue a enterrarla al
monte.
Horas antes de las iniciaciones,
H recibió la llamada de un excompañero para avisarle que F andaba borracho
desde hacía días y que personal del Órgano Interno de Control quería levantarle
un acta administrativa.
9.
Las ceremonias se realizaron sin
problemas. Tras salir L del Cuarto de Santo (como hija de Oshun y apetevi de su
“esposo”), y H del Igbodú, con sus respectivos itás bajo el brazo (ambos en iré
y con un futuro prometedor), las cosas se relajaron y regresaron a la capital.
En cosa de días él encontró
empleo como asesor de la Policía Judicial, donde se enteró que F fue despedido
tras protagonizar un altercado, borracho, con un superior. H sonrió satisfecho
y decidió borrar de su mente el lugar donde enterró el ebboe que provocó el
alcoholismo de su ex jefe.
Meses después el Babalowo invitó a
sus ahijados a celebrar el aniversario de su Ilé (para entonces H había
regresado a la Policía Judicial sustituyendo a F). Ahí, el padrino pidió a sus
iniciados de Ifa renovaran sus votos religiosos frente a su batea de Orunla y
les obligó a jurar respeto a las mujeres de cualquier religioso. En ese festejo
conocimos a H.
10.
Bajo las enseñanzas de su padrino
H se aplicó a trabajar Ifa, quien le advirtió sobre la necesidad de fortalecer
la espiritualidad de L, sugerencia que el policía entendió como ser madrina de cualquiera
que cayera en su casa religiosa y enriquecer su corte africana con todo Orisha posible.
H adquirió renombre en el medio
religioso, comenzó a brujear a sus ahijados y pacientes, se independizó, pero participaba
en cualquier actividad que le requiriera su padrino. En ese ir y venir acudió a
un tambor que mi esposa y yo ofrecimos en honor a Shangó (sin L, pues había ido
a visitar a su madre fuera de la ciudad), en el que coincidió con su madrina.
Durante la comida, en la mesa de
Babalowos, H se enteró del rompimiento entre su padrino de Ifa y su madrina, lo
que para el policía facilitaba el acercamiento con la mujer a quien debía su
entrada a la Santería. Tras el güiro comenzaron a circular las botellas de ron
y la madrina pasó a despedirse de los Babalowos, situación que él aprovechó
para acompañarla a su auto, y de paso, conseguir su número telefónico.
11.
La última infidelidad de F en aquellos
días fue con un tamborero (antes hubo Santeros, Babalowos y hasta Aleyos), sin
que a H le constara nada, quizá protegida por todos los Orishas que él le
consiguió para cumplir con el erróneo fortalecimiento de su espiritualidad (su
corte se vio aumentada a más de 20 deidades), más en un incierto arranque de
celos buscó a su madrina, comenzó a frecuentarla con cualquier pretexto y en
menos de dos meses tuvieron sexo.
H no tenía cargo de conciencia ante
L (se escudaba en sus posibles infidelidades) y si no hubiera chocado su auto,
hubiera formalizado la relación con su madrina y la hubiese abandonado. Antes
del incidente de tránsito el policía recibió una llamada de su padrino, quien
ya estaba enterado del romance con su examante.
- juraron en el Igbodú respetar a
nuestras mujeres – dijo con frialdad – y tenías que ser tú el primero en romper
esa promesa.
- sí, padrino, pero tú ya no
estás con ella – lo interrumpió el policía.
- … y lo peor – lo ignoró – es
que te metiste con una de mis
mujeres.
- ustedes terminaron hace meses –
insistió H en aclarar todo.
- eso no sólo es una afrenta a mi
persona – siguió – sino al mismito Ifa.
- aclaremos algo – trató de
calmar las cosas H, pero siguió ignorándolo.
- hablamos de Ifa y de mi
investidura religiosa, cabrón, así que atente a las consecuencias!! – y colgó.
Una hora después un tráiler embistió en una esquina su auto.
Apenas llegó a su casa se
consultó ante Orunla, arrojando Baba Ejiogbe, donde “lo ira perdiendo todo poco a poco, hasta su reputación”. Estaba
asustado y contó a L lo de la llamada de su padrino y el posterior accidente
(omitiendo que el motivo era el romance con su madrina).
- debes defenderte – sugirió sin pedir
detalles.
- es mi padrino… atacarlo sería
como un parricidio religioso.
- qué obras marcó Orunla?
- me hace frente Ozaín – señaló.
- recíbelo: no le harás daño,
solo te defenderás.
12.
H cortó con su madrina al
siguiente día (horas después ella también tuvo un percance en su auto y tras la
rehabilitación quedó con una leve cojera), se juró en Ozaín, recibió su prenda,
evitó varias brujerías enviadas por su padrino y al parecer, con el tiempo, él olvidó
la venganza.
Su mujer nunca preguntó los
motivos del distanciamiento, quizá ya lo sabía o no le interesaba, pero siguió
siéndole infiel al policía cada que se encontraba con un hombre que le gustara.
Por otro lado, en posteriores operativos policíacos en los que H participó, hubo
más casos en los que inocentes perdieron la vida, pero él ya era comandante y
Babalowo, así que nada pasó a mayores.