De los siguientes sucesos fue
testigo mi mpangui
Julio Rocha, Awo OmOlokun Osafun,
quien a su vez
me compartió la anécdota y el
material fotográfico
1.
G y
E son de origen campesino, están casados, cuentan con bajos ingresos y poseen escasos
estudios. Viven en un poblado del Estado de Guanajuato, en el centro-norte del país,
en una zona donde el clima es cálido y templado en primavera, en verano abunda la
lluvia y en invierno el frío y las afiladas corrientes de aire, y por lo mismo,
abunda el desempleo y la violencia está al ras de la tierra.
Cuando
comenzó esta historia G trabajaba en labores del campo en el rancho del suegro de
J (Julio), mientras E se dedicaba al hogar (en aquellos rumbos las diferencias sociales
son patentes). Al morir el anciano (cuya enfermedad mermó considerablemente los
ingresos de toda la familia), siguió laborando bajo las órdenes de H (cuñado de
J).
E desde
niña veía desencarnados y vivió extrañas situaciones, como por ejemplo: seguido
se le aparecía en la casa de su abuela una anciana que le pedía se acercara a una
habitación en un alejado rincón, más al contarlo a sus mayores nadie le creía… fue
hasta que un tío demolió el cuarto y en las excavaciones encontró dinero que le
creyeron.
En otro
suceso ella caminaba en compañía de su mamá y una tía, vieron “algo parecido” a
un perro sobre un muro, la tía les dijo que “era un ser del mal” y con furia le
lanzó piedras: al sentirse agredido el animal chilló y se esfumó entre las grietas de la pared, fue cuando ella reconoció su
error, lo bautizó como “el borrego del tesoro”, le pidió perdón y en vano le rezó
para que volviera. Días después el dueño tumbó la tapia y desenterró un tesoro con
el que cambió de lugar de residencia, construyó una gran casa y se hizo socio de
una línea de autobuses local.
2.
Una
noche E le confió a su esposo que veía siluetas en una casa abandonada cerca del
rancho de H y que al hacer camino por ahí le lanzaban piedras. Uno de sus hijos
también veía las sombras y extraños destellos, pero por miedo a que los creyeran
locos no lo comentaban con los vecinos ni con la familia.
Siendo
la región famosa por el hallazgo de tesoros, G decide investigar y con ayuda de
J escarban por los alrededores sin hallar nada. E señaló que percibía sombras que
transitaban por la casa en ruinas (pero no oía lo que le decían). Escarbaron en diferentes lados, pero
pararon todo cuando un cuñado de H fue asesinado a tiros de forma poco
clara.
3.
Tiempo
después una médium amiga de J platicó con E sobre el tema, invocó a las sombras
que arrojaban las piedras, las percibió pero no pasó de ahí; así que puso a E en
trance, le abrió el oído y los fantasmas dijeron: que nunca iban a “montarla”
para hablar a través de ella, todos excavaban en el lugar incorrecto, el tesoro
era para H, formaban parte de la familia de su esposa y lo entregarían sólo a él.
Siguieron
hurgando en diferentes lados hasta que en una excavación hicieron un gran agujero,
más extrañamente esa tarde cayó un torrencial y todo se inundó. Uno de los días
señalado por las sombras para dar el tesoro,
condicionaron a que E no estuviera presente:
ella se alejó, pero escuchó reclamos que le hicieron los muertos a H por no hacer
lo que le habían pedido… y no entregaron nada.
Con
el tiempo E vio a uno de sus hermanos en el suelo y sangrando, al poco murió atropellado, luego
reparó en un par de ancianos en una carretera
cargando barreños, pero dijeron que no podían
entregarlos y también descubrió cómo
han muerto familiares cercanos a los interesados en obtener la fortuna escondida
(algunos asesinados). En el rancho de H aparecieron otros espíritus y dijeron
a E que para poder descansar
todos tenían que entregar los tesoros que cuidaban.
Seguían cavando y apareció un
desencarnado que le dijo varias cosas a E: era bisabuelo de H, de origen español,
tenía “cosas” que entregarle, advirtió que los otros muertos estaban jugando con
ellos y aunque tenían mucho por entregar, no lo harían pronto. Regresaron al rancho
de H y el bisabuelo dijo que no era necesario hacer escarbar profundo para sacar
los tesoros: no dio detalles, pero tampoco se le presionó más sobre el tema. Mientras,
ante tanto movimiento, los vecinos se dieron cuenta que H y su familia estaban
buscando dinero enterrado.
En ese lugar fueron apareciendo
diferentes desencarnados: una mujer, los padres de H, una familia, un indígena,
un varón con un niño, una pareja, 4 hombres y un ángel (se identificó como “Ángel
de Jesús”), y todos afirmaron también que tenían “muchas cosas” que entregarle a
H.
4.
Sucedieron
hechos extraños: mientras explotaban los bancos de arena del rancho, una excavadora
encontró una olla (que vendieron en 50 dólares) y E dijo que era propiedad del indígena
desencarnado, sugirió buscar vasijas, pero no hubo más. Curioso: E movió arena con
sus manos y encontró un cuenco con monedas de euros (divisa inconseguible en esos
rumbos).
G iba
por delante en las excavaciones hasta que hizo un agujero de forma horizontal, E
le dijo que se metiera y que buscara un rosario, pero él no encontró nada, así que
hizo más ancho el hoyo, ella se introdujo y sacó una cruz de cera con una olla de
barro.
Impaciente,
H le dijo a E: “tome tres monedas de cada caja, si ya son mías, como han dicho ellos,
entréguemelas”… a lo que ella respondió “aún no me dan permiso, dicen que no se
desespere”. E veía cosas, las tomaba
y las regresaba para que no se molestaran, le advertía a los espíritus que con oraciones
se les tapan ojos, boca, se les manda al lado oscuro y se materializan cosas (a
manera de amenaza para presionarlos, pero sin conseguirlo) y afirmaba que los muertos viajan debajo de la tierra,
pero se cuidan de que las raíces no los atrapen.
5.
Cierta
noche el hijo peleaba con su esposa, E intentó calmarlo y él la rechazó con violencia,
se cayó y se lastimó, J iba pasando por ahí y la llevó al hospital donde le diagnosticaron
una costilla rota y golpes en la cabeza: los médicos dijeron que la trasladarían
a otra ciudad para atenderla, más ella se negó y J la llevó a su casa descansar.
Al siguiente
día J fue a verla y se encontró a sus hijas llorando y agobiadas porque E no despertaba.
Luego le mostraron una libreta donde a nombre del “Ángel de Jesús” se les pedía
no moverla ni despertarla y no se asustaran de lo que vieran, asegurando que su
madre sanaría. Más tarde E despertó, pidió le pusieran ungüentos, se volvió a dormir,
vieron cómo la piel de la espalda se movía
y luego encontraron otro recado, anotado por un médico espiritual, con más instrucciones. A los 3 días ella
reaccionó y regresó optimista al rancho asegurando que era hora de sacar el tesoro,
pero nada apareció.
Hay
otras anécdotas: los muertos pidieron a G dejar de beber alcohol (y así lo
hizo)… el “Ángel de Jesús” envió a E, G y H a misa en la iglesia del pueblo y al
terminar el cura dijo con cierta envidia a E: “¿dónde encontraste a tu Ángel? préstamelo
para que me ayude”… el Ángel pidió llevar a bendecir una casa del rancho del suegro
de J, pero ya ahí el sacerdote bajó corriendo desde la planta alta y huyó en su
auto... se han puesto cajas donde se supone los muertos entregarían el tesoro, E
ha intentado mostrar monedas de diferente denominación, tamaños y antigüedad a H,
pero al acercarse le ve las manos vacías.
Una
fría madrugada, mientras todos rezaban en el rancho, E pidió dos botes, los pusieron
en el suelo y uno explotó. Ella dijo: “no aguantó, tráete otro”, le echaron agua
bendita y los muertos dijeron que ahí pondrían
el tesoro, todos se alejaron y oyeron monedas al moverse, más al revisarlos
no había dinero.
Poco después los desencarnados
fijaron otra fecha para la entrega. Ese día todos se presentaron, pero E les transmitió
un mensaje: los desencarnados “fueron al cielo a informar al Creador que ya están
entregando”, pero también les advirtieron que un espíritu en especial está bloqueando
todo.
En aquella
época hubo una coincidencia: mientras una hermana de H coronaba Santo en Cuba, durante
la misa espiritual y sin que conocieran sobre el tema, la espiritista dijo que si
su padre “hubiera encontrado lo que hay en sus tierras, ella viviría como reina”.
Agregó: “sus padres están con otra persona cargando algo, pero no pueden caminar
porque tienen sus piernas quebradas… no te apures que todo llegará para ti y tu
hermano” (contradiciendo la afirmación inicial de que el tesoro sería entregado
exclusivamente a H), y agregó que algunos espíritus no son familiares suyos, pero
tienen “cosas” que proporcionarles.
6.
De
cierto tiempo a la fecha E ha manifestado que ya no desea colaborar en la búsqueda
del tesoro, aunque G y H le dicen que debe seguir, sin embargo, cuando se anuncia
una nueva fecha para hacer la entrega, los desencarnados le dicen que ya no quieren
que participe.
Ella
nunca ha exigido ni condicionado algo a cambio por comunicar los mensajes de los
muertos, G y H siguen acudiendo en la madrugada a la casa abandonada (en la que
comenzaron las manifestaciones), donde ven sombras entrar y salir pero los ignoran;
todos sacan vasijas llenas de tierra cada vez que escarban donde les señalan o cuando
ellos buscan por su cuenta basados en sus corazonadas.
7.
- ¿qué puedes decirme de
todo esto? ¿qué necesitan los espíritus? – me preguntó
Julio tras narrar estos sucesos y solicitar mi intervención para
negociar con los muertos.
- no te busques problemas – le dije tras investigar
largamente – no te ayudaré: los muertos están jugando con la codicia de H para orillarlo
a aceptar lo peor… donde hay ambición no me involucro aunque haya mucho dinero de por medio.
- ¿qué pedirán a cambio? – me interrogó.
- la vida del más pequeño de la familia para un canje
de almas.
Julio se desentendió sabiamente
del asunto, han pasado 12 años (sí, doce) y H sigue intentando complacer a los desencarnados
con todo lo que piden (desde
misas, veladoras, camisetas, telas, flores y calcetines hasta pasteles), pero siguen
sin entregarle el tesoro.