25 de enero de 2021
Las cabañuelas del Covid 19
Las cabañuelas fueron desde tiempos remotos una
herramienta para que los Curanderos calcularan los cambios climáticos a través
de los 12 primeros días de enero, de manera que pudieran pronosticar el “tiempo”
durante cada mes a lo largo de un año, predicciones utilizadas para cazar y
pescar, pero principalmente para la agricultura.
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17 de enero de 2021
Alegría
A lo largo de
más de 35 años como escritor he vivido situaciones divertidas, como cuando durante
una tertulia literaria JJ Benítez (sí, el autor de “Caballo de Troya”), al no
entender qué era un Muertero me llamaba “Funerario”, mas también tuve numerosas
satisfacciones: desde aprobar mi primer curso sobre literatura en la UNAM acerca
del “realismo mágico”, pasando por debutar como escritor en una revista de
antropología publicada en Morelos, haber leído mis textos en una estación de
radio del IMER, ser entrevistado por la tv5monde francesa, hasta la reciente
edición de “Mi vida con los muertos”, pero ninguna me había generado tal
alegría como contar con una reseña de mi libro de la pluma de Eva Fraile: psicóloga,
incansable agente literario, creativa asesora editorial, gran escritora (busquen
su novela “Proyecto Crysser”) y excelente crítica literaria.
Les comparto la opinión
de Eva Fraile sobre “Mi vida con los
muertos”:
http://www.lareinalectora.com/2021/01/vida-muertos-alfredo-garcia-.html
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8 de enero de 2021
Casas sobre panteones
Era conocida de
la compañera de oficina de una gran amiga mía: siempre se da esa genealogía
cuando se trata de la insistencia para atender con urgencia a alguien que se
encuentra en problemas.
La mujer en
cuestión resultó una cuarentona llamada Zía, la desfasada cantante de un grupo
de blues que en su momento vio pasar su oportunidad de éxito y no la notó: me rogó
que sacara un fantasma de su casa. No dio más detalles salvo que su vida y la
de su familia era un infierno, así que hablé con Alma, el origen de la
solicitud, para que me pusiera al tanto, mas no supo darme detalles, así que no
tuve más remedio que citarla en el centro de la ciudad para entrevistarnos.
Fue en el “Villarías”
un sábado al medio día: una cafetería cuyo origen se remonta a 1897, en España,
donde seis hombres de origen español, mexicano y francés se pusieron de acuerdo
para fundar una sucursal en la esquina de las calles Ayuntamiento y López, en
el fantasmal Centro Histórico de la Ciudad de México. Seré sincero: la cité ahí
más para que mi esposa y yo disfrutáramos de su exquisita infusión (presumida
de “altura”), que por oír algo que supuse sería mero trámite.
Llegamos al
mismo tiempo, pedimos nuestras bebidas para acompañar el fino pan que asimismo los
define, nos presentamos y ya acomodados extendí mis brazos para que me contara
su historia: tenían unos doce años de vivir en la casa donde espantaban tras recibirla como herencia
de la madre de su padre.
– algunas abuelas
suelen ser duras con su prole masculina, pero otras son unas soberanas
alcahuetas – señalé.
– tienes razón:
traía en chinga a mi padre – reconoció, me hizo una breve descripción de la
sufrida vida de su progenitor y luego de cómo llegó esa casa a sus manos.
– ¿qué
significa Zía? – cuestioné antes de seguir con el tema.
– “esplendor”,
es mi mote artístico… me llamo Guadalupe – dijo con cierta vergüenza.
No entendí su
pena, así que cambié de tema. Los detalles que me dio sobre el pasado de la
“casa embrujada”, como ella la llamó, fueron pocos, así que usé a la ligera mi
videncia y confirmé que sería un despojo más, pero “algo” me dijo que ese mismo
día teníamos que ir a percibir el ambiente al que nos enfrentaríamos.
Salimos de la
cafetería, saqué el auto del estacionamiento, subimos y nos incorporamos al
lento tráfico sabatino producto de la gente que abarrota las tiendas que venden
baratijas al mayoreo que luego revendrán en los pequeños comercios de sus
barrios.
Una vez en la
calzada Humboldt el tránsito fue fluido y enfilamos hacia avenida Magnolia,
donde vivía, mas apenas nos incorporamos a la calle Moctezuma hice recuento de
algunas de mis lecturas sobre aquel barrio y se me erizó mi nuca.
– mierda –
dije.
– ¿qué sucede?
– cuestionó mi esposa.
– valió madre –
respondí.
– ¿por qué dice
eso? – replicó Zía asustada.
– ya lo verán –
avisé, di vuelta a la izquierda sobre la calle Soto, luego entramos a Magnolia
y me situé en el primer espacio libre que hallé.
Reconozco que
pese a la antigüedad de la casa había gran esmero en su conservación, algo que
confirmé apenas y entramos: sin humedad en paredes o techos, puertas y pisos de
tablón lustrosos, cristales limpios, sala recién tapizada (pese a la vejez del
armazón de madera), más el resto, cuadros antiguos y tapetes, no se quedaban
atrás.
Zía propuso
recorrerla mientras varios desencarnados, indiferentes a la presencia de un
muertero que los veía y oía, se cruzaron en nuestro camino. En un momento del
reconocimiento entramos a una habitación cuyas paredes contenían anaqueles
repletos de viejísimos acetatos de blues: más me aguanté las ganas de pedirle
me dejara revisarlos.
Regresamos a la
sala, nos invitó a sentarnos y eso bastó para que un escalofrío me recorriera
la espalda y confirmara lo que me temía: no valía la pena tratar de ayudarla.
Ofreció café (soluble), cosa que rechazamos luego de haber disfrutado el de “Villarías”.
– te contaré
algo para explicarte qué sucede – avisé – me gustan los panteones desde niño,
nací muertero y siento debilidad por la historia de méxico, así que una cosa
lleva sin remedio a la otra…
– no entiendo –
me interrumpió, irritante, pese mi explicación.
– ya
comprenderás – intervino mi esposa.
– la zona de este
asentamiento fue hace años el hospital “San Andrés”, por ahí de milsetecientos ausencia – seguí, pero no
entendió mi referencia poética – luego se convirtió en la parroquia de “Santa
María La Redonda” y finalmente en el “Panteón General de Santa Paula”.
– con razón en
ocasiones noto por las noches una mujer vestida de blanco, con ropa antigua
parecida a uniforme de enfermera: esta colonia es viejísima – reconoció
sorprendida.
– es la única
muerta que se deja ver – señalé – pero seguro has de sentir más de alguna
presencia en cada habitación.
– ¡sí, por eso
hay tantos muertos en mi casa! – exclamó Zía.
– el asunto es
más grave: no sólo aquí donde vives, sino todo el barrio, está lleno de
desencarnados. Ya habrás conversado con tus vecinos y también padecen tu mismo
problema.
– con algunos…
– dijo sin querer entrar en detalles.
– te tengo
malas noticias: de nada serviría que corra a los fantasmas pues en pocos días
se volverá a llenar de los que habitan en las casas aledañas – avisé tras dar
un largo bostezo, peligrosa señal de que ese caso me estaba aburriendo.
– pero puedes
poner protecciones – casi exigió.
– sí, aunque
hay otro problema: ellos fueron los que te trancaron todos los caminos para que
tu carrera como cantante nunca despegara.
– ¡Dios mío! –
exclamó llevándose la mano derecha al pecho en señal de indignación –
grandísimos cabrones, si nunca me metí con ellos.
– puedo poner
las protecciones que quieras, pero a los siguientes a quienes los muertos
llenarán de obstáculos será a tus hijos... porque supongo a tu esposo no le irá
nada bien en sus asuntos.
– así es: tiene
un taller de reparación de bombas hidráulicas y está a punto de declararse en
quiebra.
– aquí estarán
protegidos, pero al poner un pie en la calle quedarán a expensas de que los
muertos les molesten cuando quieran… así que más que correrlos lo que deben
hacer es cambiarse de casa – advertí.
– ¡no puedo
darme ese lujo! – protestó, aunque al ver que mi esposa levantaba los hombros desinteresada,
relajó su tono – carecemos de recursos para hacerlo… córrelos y protégenos.
– al cliente lo
que pida – ironicé, aunque parece que no lo entendió, luego yo levanté los
hombros.
Acordamos el
costo por las obras y quedamos de vernos el siguiente sábado. Nos despedimos
– ¿por qué
aceptaste? – preguntó mi esposa ya en el auto.
– “al cliente
lo que pida” – me burlé de nuevo – estoy cansado de explicar a cada persona que
nos busca que es lo más conveniente para sacar adelante su vida para que al
final salgan con que saben más que yo.
– sí, yo
también comienzo a aburrirme – se mostró de acuerdo.
– pasarán unos
meses luego de limpiar su casa para que me busque dándome la razón, pero ya
veremos si le contesto la llamada.
– existe la
opción B: negarnos.
– sí – reconocí
– pero recuerda lo que sucede: nos ruegan y hasta chillan, y si de todos modos
no aceptamos el chantaje, nos vamos con maldiciones encima, y eso, en los
tiempos muerteros que corren, es lo que menos necesitamos.
1 de enero de 2021
La Letra del año 2021 para méxico
Predicción: Iré
Isegun Ota, ellese Elegba
Signo regente: Ogbe irete
Primer y único testigo: Ejiogbe
Onise
Elegba: Adimu
Onise ara:
KO
Onise Ori:
Coco, cacao, cascarilla y algodón
Ebo: Akuko
fifeshu (Gallo a Esu-Elegba)
Divinidad regente: Oshun, acompaña Eleggba
Bandera: La bandera
es amarilla con ribete rojo con negro
Signo
Toyale:
OGBE ATE
+
I I
I I
0 I
I I
Primer
Testigo:
EYIOGE ( En este caso no se determina un segundo testigo, porque Eyioge es el
Odu mayor del Oráculo de IFA)
+
I I
I I
I I
I I
IFA le
revela a México un Ire Isegun Ota ( Ire de vencimiento de guerras por la piedra
y el caracol )
Refranes del
Signo:
Un hombre o
mujer trabajadora jamás se verá necesitado.
Se divisa la
corona pero no se alcanza.
Mientras la
comida no esté lista, no se saca del fuego para comer.
No hay
lengua en la vida que Olodumare no castigo
Consejos de
Ogbe Ate:
Ogbe Irete,
también llamado Ogbe Alarere, significa, Ogbe es el propietario de la casa del
dinero.
En la
práctica afrocubana, cuando sale este signo en adivinación se dice “buen día
para el Babalawo y para la humanidad, porque Ogbe Ate augura muchas
bendiciones”.
En Ogbe
Irete se dice que Oshun siempre hace algo por las mujeres. Esta es sentencia
para toda aquella persona que abusa de su poder sobre las mujeres.
Este es un
Odun Isalaye, aquí bajó Eleggua a la Tierra, de tal forma que hay que estar muy
pendiente de lo que marque Eleggua y si es posible recibirlo.
Ogbe Ate es
un IFA de Falsos testimonios e incriminación. Aquí Orunmila fue acusado
injustamente de querer envenenar el rio.
Ogbe Ate nos
advierte sobre enfermedades del sistema nervioso central como el Mal de
Parkinson y accidentes cerebro vasculares.
Ifa nos advierte
sobre el cuidado estricto a nuestros hijos para evitar que tomen un mal camino
y en casos extremos nos habla de robo de infantes.
Al Ebo de
Tablero no debe faltarle palo ramón, palo quiebra hacha y un carrito.
Fuente: CETEM
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