No quiero morir de COVID19
Tras
publicar el texto “Implicaciones
espirituales detrás del COVID19, https://basurerodealmas.blogspot.com/2020/10/implicaciones-espirituales-detras-del.html, he recibido mails de
gente cercana, y lejana, donde manifiestan la preocupación de morir por el
virus.
Morir no es malo, vivimos en una prisión donde
trabajamos, comemos, cagamos, gastamos, dormimos, cogemos y actuamos de acuerdo
a una educación inducida desde niños para vivir como esclavos, así que si
morimos, bajo cualquier circunstancia, es una posibilidad de liberarnos… antes
de regresar, reencarnando, a vivir bajo las mismas condiciones, salvo que hallamos
buscado en vida la evolución espiritual.
No diré quiénes son los dueños de ésta cárcel, ni a
repetir cómo escapar, pues de ello ya escribí bastante en la sección de
comentarios de muchas entradas del blog, lo que señalaré es a los responsables
de la desaparición de la raza humana, a los culpables de la difusión del virus,
que aunque no lo crean, NO son los chinos ni los murciélagos.
¿Tienen curiosidad? Pues no hay nombres: ni de
personas, ni empresas, ni países, ni razas extraterrestres, ni deidades
iracundas, pero saberlo no requiere de profundas excavaciones: los causantes de
que el COVID19 vaya a borrar a gran parte de nuestra raza somos nosotros.
Vayámonos a las pruebas: la humanidad tiene unos
6,000 años de haber surgido y poblado este planeta, periodo en el que hemos
explotado sin distinción sus recursos y mantenemos una relación con el prójimo
basada en la ambición contra la ingenuidad, la fuerza frente a la sumisión, en
la que un pequeño grupo abusa de las masas.
Sí, ricos contra pobres, blancos contra negros (o amarillos,
verdes, morenos, colorados, azules, rojos y más), flacos contra gordos, heteros
contra gays, musulmanes contra cristianos, ignorantes contra cultos, bonitos
contra feos, altos contra bajos, patrones contra obreros, amargados contra
simpáticos, ateos contra creyentes, futboleros contra intelectuales, gatunos
contra perrunos, jefes contra empleados, brujos contra sanadores… la lista
sería interminable, pero en el fondo están los poderosos contra una bestializada
e inculta mayoría.
Regresemos a las cuentas para repartirnos culpas:
si tenemos 6,000 años de edad, las almas entre vivos y muertos son finitas y el
promedio de vida es de 50 años (ahora se vive hasta los 80 gracias a la ciencia,
pero cuando comenzó a diseminarse el homo sapiens por el planeta el cociente
era de 30), así que usemos una media y tenemos que una persona, ustedes, yo y
demás, hemos vivido unas 120 reencarnaciones en las cuales nos comportamos con
todo tipo de actitudes.
Lo peor, si atendemos la teoría de que el COVID19
es consecuencia de lo que va de la explotación de la naturaleza hasta la mezquindad
en las relaciones cotidianas, entonces todos somos culpables de su presencia y
del hartazgo de algo o alguien que nos considera (como dijo uno
de los protagonistas en la entrada ya señalada), un peligro para la estabilidad
del universo.
Así, ¿por qué a estas alturas de la historia a la
humanidad, ante la pandemia, solo nos mueven
dos emociones: una, el enojo al exigir a los gobiernos el derecho (permiso) de
salir a la calle… dos, el miedo a morir por el virus? ¿Tan básica es nuestra existencia?
Volvamos a las 120 reencarnaciones donde fuimos lo
peor (asesinos, traficantes, banqueros, violadores, defraudadores, pedófilos,
santeros, abogados, muerteros, presidentes, empresarios, soldados, policías, psicópatas,
babalowos, actores, etc.), o lo que la inopia nos llevó a creernos lo mejor (cenobitas,
monjas, médicos, profetas, deportistas, samaritanos, curas, videntes, voluntarios,
sanadores, benefactores, curanderos, etc.).
¿Alguien sabe qué hizo en todas y cada una sus
vidas pasadas?* entonces ¿por qué afirmamos que tenemos derecho a sobrevivir, a
preguntar cómo protegernos o qué sucederá con nuestros hijos como padre o madre
si llegamos a faltarles por morir de COVID?
Si como progenitores tenemos el promedio de 120
reencarnaciones jodiendo al planeta, las mismas 120 tienen nuestros abuelos, tíos,
hermanos, hijos, nietos y aquellos que hemos pisado cada metro cuadro de la
Tierra, razón por la cual, insisto, todos somos responsables de lo que acontece
tras 6,000 años de evolución, para bien o mal nadie es inocente y por ello
deberíamos respondernos con objetividad: ¿merecemos padecer esta pandemia?
Morir no es malo, no me canso de decirlo, es
normal, natural e incluso necesario para que este planeta tenga un poco de paz,
para que los ciclos naturales se recuperen, sí, pero además para dejar de ser
una presa para las obsesiones conquistadoras de los yanquis, ingleses, rusos y (hora
sí) chinos.
Seamos responsables de nuestros actos (siempre lo
digo: nunca se debe escupir al cielo), sin justificarnos diciendo que por no
ser conscientes de nuestras vidas pasadas estamos libres de pecado: por qué creen que el COVID19 se
sigue diseminando, ¿por desidia de los gobiernos que no toman decisiones
adecuadas o porque son miles de millones quienes salen a las calles sintiéndose
caninamente necesitados de falsa libertad?
¿Temen morir? da más miedo enfrentar a diario la
vileza humana y lo confirmo leyendo las noticias: gran parte de la raza humana se
caracteriza por ser unos cabrones que no ceja en su actitud de joder al prójimo,
e incluso, en estos tiempos, su infamia se exacerba.
Recién el escritor francés Michel Houellebecq publicó
en “France Inter” una reflexión sobre cómo sería la vida en el planeta tras el COVID,
señalando que: “al día siguiente no nos
despertaremos en un mundo nuevo, sino exactamente en el mismo en el que
vivíamos… que todavía será un poco peor”… y se queda corto: si en medio de
la pandemia la gente saca lo peor de sí, ¿qué podemos esperar si se logra
controlar? ¿quién organizará a los que sobrevivan para rehabilitar el planeta?
¿los mismos que provocaron este desastre?
En este contexto irrumpe la vacuna antiCOVID, la
cual muchos consideran “su salvación”, la oportunidad para volver a la vida de antes, pero sobre ello les
tengo noticias: no relacionadas con el fiasco de las primeras versiones (el
SIDA surgió hace 36 años y seguimos sin vacuna), ni sobre las secuelas que ya
está dejando en muchos ingleses quienes ya la han recibido (anafilaxia), olvídense
de más profecías de Chamanes y Curanderos, ni mucho menos de videncias de su
servidor.
No, me iré directo a escenarios que se pueden
consultar ya en la web: se estima que la población del planeta que sobreviva quedará
inmunizada en diciembre de 2022, así que tenemos dos años para cuidarnos del
virus, enfrentar nuevas pandemias (sismos, heladas, meteoritos y más), pero
sobre todo para defendernos de la malicia de nuestros congéneres que se creen
con derecho a perpetuarse.
* conozco varias de
mis reencarnaciones, mismas que resumiré parafraseando el título de la película
dirigida por Joshua Logan, “Nunca fui santo”.
10 comentarios:
Pffff que grave, que fuerte, que frustrante pero, que cierto!!! Somos completamente responsables de lo que esta sucediendo y estamos viviendo... Fuerza, empatia y conciencia para llegar al 2022 y continuar. Saludos Ujule
120 y la sigo cagando, se debe estar dando de topes en la pared mi guía
Tengo que felicitarte con amargura porque tú exposición es la cruda realidad.Al principio de la pandemia se alagaba a los sanitarios, ahora se les señala con el dedo por cuidar de nosotros, lo mismo pasa en residencias de ancianos y con cualquier trabajo relacionado con el cuidado de las personas. A mí me gustaría preguntarle a esas sin son idiotas, porque esas personas a las que señalan como unos apestados son las mismas que salvarán la vida a tu abuelo, a tu madre o a ti ...está claro que la raza humana "apestamos" y aún estando viviendo momentos duros nadie mira por nadie, por eso te doy la razón en que solo nos queda evolucionar para no volver a esta maldita prisión.
Cuidate mucho
Sabrina
hola anónimo.... ¿qué te digo? ¿que falta mucho para 2022?... pues sí... suerte y a cuidarse...
hola beth... creo que más que atormentarte por los errores que hemos cometido todos, mejor piensa que estamos en el momento adecuado para corregir el rumbo... suerte...
hola sabrina... tienes toda la razón: a buscar la manera de fugarnos, pero también de no reincidir en los mismos errores para no tener que regresar... un abrazo...
Todo el mundo quiere ir al cielo, pero nadie quiere morir
así es césar... gracias por escribir...
Eh visto lo peor de lo peor en esta raza humana durante esta cuarentena, nos merecemos eso y mas.
hola yenyok... así es, hay mucha gente pendeja que más pendeja se ha puesto con esto de los encierros... una pena de raza, pero ya llegará a hiora en que esto cambie, para mal, porque las vacunas traen secreto... saludos...
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