1.
Ñ
era diferente, pero no por que
tuviera alguna virtud o simpatía fuera de lo común, no era hermosa ni millonaria
de nacimiento… lo que la distinguía de los demás era su inigualable carácter
del carajo…
Fuimos
compañeros de trabajo bastante tiempo, pero en un inicio apenas y una semana
después de que obtuve aquel empleo, me di cuenta que entre ella y los colegas
había un muro infranqueable… en mi caso también se estableció, aunque no tardó
en derrumbarse…
2.
Al
no comprender la razón por la falta de comunicación entre “ella” y “los demás”,
pensé que el origen era porque venía de otro planeta, después supuse que sufría
de posesión demoniaca, pero a los pocos días de haber pasado por esas y otras erróneas
teorías, ella misma se encargó de aclararlo: ni los espacianos ni el diablo podían
ser responsables de haber concebido un androide-demoniaco tan irritante…
El
detalle que me permitió conocerla sucedió así: había llegado a la oficina una
mañana y me encontré con un memorando, dejado la noche anterior por mi jefe, en
el que venía pegada una pequeña nota amarilla con las palabras “URGENTE”…
Lejos
de asustarme me emocioné: finalmente me había sido asignada una misión importante, pero en cuanto hice
lectura del contenido del comunicado me asusté, pues en él le solicitaban al
jefazo del jefe de mi jefe de mi jefecito actualizara el mapa edafológico de
todo el país…
-
aah cabrón, y esto? – dije ingenuamente en voz alta al tiempo que volteaba a
ver a un compañero sentado a mi lado derecho, más antes de que él dijera algo Ñ
hizo que el tiempo y mi respiración se detuvieran…
-
qué dijiste? – preguntó ella en algo cercano a un grito, después de voltear con
felina agilidad para poder clavarme en su mirada, llena de odio, hacía mi
angelical persona…
-
perdón? - dije educadamente…
-
qué dijiste? – repitió poniéndose de pie al tiempo que me encaraba…
-
de qué hablas? – insistí mientras con la mirada busqué en la cara de mi vecino alguna
explicación, más este ya tenía hipócritamente clavados sus ojos en su diario
deportivo, así que recorrí cualquier opción que me permitiera dar un brinco
para escapar de las garras de aquella fiera en caso de que decidera atacarme,
pero la única salida disponible que había en la amplia sala que ocupábamos 7
personas pasaba exactamente a lado de su escritorio…
-
de lo que acabas de decir – reclamó y sin que yo me diera cuenta ya había
eliminado cualquier distancia que había entre nosotros…
-
el “aah cabrón”? – cometí el error de repetir…
-
ESO!!! – gritó al tiempo que daba un manotazo en mi escritorio – ESO
exactamente, la próxima vez que digas una mala palabra en mi presencia, haré
que te arrepientas el resto de tu vida!!!
-
lo siento – dije pensando que tenía razón: no se deben decir malas palabras en
una oficina, sobre todo si hay mujeres presentes…
La
fiera regresó a su lugar, simulé leer el memorando y tras digerir el susto pude
concentrarme y descubrí qué era lo que me estaba pidiendo mi jefe, gracias a
una palabrita anotada con lápiz en la parte inferior del documento: suelos…
3.
Hubo
un tiempo en que el “cabrón” desapareció de mi vocabulario, así que me llevé la
fiesta en paz con ella, pero mis compañeros eran únicos en eso de las bromas y en una se sobrepasaron al esconder mi
almuerzo… y a mí me pudre que se toque mis alimentos, lo que provocó que me
levantara furioso y les reclamara a gritos:
-
vamos a ver grandísimos cabrones: quién hijo de su puta madre agarró mi
almuerzo? – y creo que fue tal mi rabia que uno de ellos se puso de pie, ante
la risa nerviosa de todos, para regresármelo…
-
no te enojes licenciado – dijo un tanto apenado…
-
al que vuelva a tocar mi comida le voy a partir toda su jodida cara en micro
pedacitos – les advertí a todos al tiempo que regresaba a mi lugar encontrándome
con que Ñ ya estaba de pie y dispuesta a reclamarme mis improperios, pero
supongo que mi colérica mirada la hizo desistir…
A
partir de ese día iniciamos una relación más relajada que considero a veces
rayó en la amistad… al menos de parte de ella hacia mí…
4.
Pero
he de reconocerle algo por encima de sus defectos: Ñ leía… aunque en un
principio yo no sabía la temática de sus libros, conforme creció su confianza
en mí pude conocer su perversa obsesión: la ciencia, concretamente la biología
insectívora…
Claro
que a partir de esa cercanía, los demás compañeros se olvidaron de las travesuras y pasaron a la burla:
“suertudo”, me decían cuando la atemorizante Ñ brillaba por su ausencia… y es
que el único relajamiento que ella tuvo en eso de sus obsesiones con las palabrotas fue conmigo: a ellos les
seguía exigiendo que se comportaran con el Manual Universal de Buenos Modales completo…
5.
Conforme
pasaron los meses percibí actitudes en Ñ que dejaban ver en ella a una potencial
asesina serial, como el tomar agua en un vaso esterilizado que sacaba de una
hermética bolsa de plástico o usar obsesivamente líquido antibacterial en las
manos…
Pero
también me enteré de las leyendas urbanas
que alrededor de ella aumentaban su desquiciada personalidad: que si tenía un
enamorado millonario al que despreciaba (me consta), que si era lesbiana (a
saber), que si era amante del jefe (lo dudé), que si era vegetariana (me
consta), que si pertenecía a una secta cuyo culto se remontaba a millones de
años en otra galaxia (sólo Dios sabe), que si comía niños indigentes (pues que
no era vegetariana??), que si era una asustadiza solterona (uops, sigan
leyendo)… curiosamente de lo que nadie comentaba era de su ritual de cada
lunes: llegaba con 3 rosas amarillas, las colocaba en un delgado florero y les
cambiaba a diario el agua…
Pero
lo que me llevó a la paranoia fue cuando en cierta ocasión ya cayendo la tarde
y estando solos, se sentó frente a mí, tomó el libro de Francisco Rojas
González que estaba leyendo, lo hojeo con desdén y me soltó sin más:
-
no entiendo por qué lees este tipo de cosas…
hay temas más interesantes y universales que el de la revolución mexicana…
-
como cuáles? – dije mientras veía como pasaba mi libro de una mano a otra
sopesándolo…
-
como la BIOLOGÍA – soltó como si aquella palabra encerrara algo que no
cualquier mortal pudiera entender…
-
sí - le mentí – he visto que son tus temas preferidos…
-
no son temas – aclaró reprimiendo ese tono bélico con el que solía dirigirse a
la humanidad – es conocimiento del todo
lo que nos rodea…
Y
durante la siguiente hora y media me fumé
términos como reticulado, biota, transporte inactivo, radiación adaptativa, superficie
de sustentación, spur cloacal, patagium y toda una letanía que lejos de hacerme
sentir mal por mi ignorancia, me llenaron de terror por la manera tan orgásmica
(poniendo ocasionalmente sus ojos en blanco), con que los citaba… finalmente mi
libro regresó a salvo al escritorio…
Obviamente
que su vasto conocimiento me hizo recordar mis clases de biología en la
secundaria, así que para no hacerla enojar le hice un par de escuálidas preguntas,
mismas que la motivaron a darme profunda cátedra sobre los insectos…
Y
entonces la comprendí: su obsesión por las larvas, parásitos y gusanos y su vínculo
con flores, árboles y plantas era inmensamente proporcional a su incapacidad para
relacionarse con las personas… eso me llevó a sentir una breve pena por ella
hasta que se levantó, fue a su lugar escritorio y regresó con un libro que dejó
caer pesadamente ante mi, acompañado de una cuasi orden: “léete esto para que entiendas”…
mi miedo regresó al leer el título: “Selección natural y herencia”…
6.
A
partir de ese día y conforme transcurrieron los meses sucedieron varias cosas:
obviamente no leí ese libro, pero tardé un tiempo prudente en regresárselo,
descubrí que vivía cerca de la casa de una novia que yo tenía, mi terror hacia
su presencia se convirtió en prudente miedo y después en simple precaución… lo
peor: constaté que en nuestras conversaciones – que ella solía buscar en la
soledad de la tarde, cuando los demás compañeros se ausentaban - yo podía
soltar palabrotas como “cabrón”,
“güey”, “pendejo” o “chingaderas” sin que ella pasara de abrir exagerada pero
pacíficamente los ojos…
Sin
embargo, sus cuestionamientos sobre mi tipo de lecturas y su ofrecimiento a
compartirme interminables tratados sobre biología, la convirtieron en una acosadora
constante (sic)…
7.
Una
mañana el personal de limpieza de la oficina se encontraba haciendo sus labores
y una mujer de pequeña de estatura apenas alcanzó el teléfono colocado sobre un
archivero, cuya altura le provocó dificultad para manejarlo se zafara de sus
manos y fuera a parar contra el “preciado” florero de Ñ…
-
pero qué le pasa? – le gritó ella al ver como el recipiente de cristal se hacía
pedazos – por qué no se fija? Qué no sabe hacer su trabajo sin perjudicar a los
demás? ACABA USTED DE ROMPER EL MÁS MARAVILLOSO REGALO QUE ME DIÓ MI ESPOSO!!!
No
entraré en el detalle del llanto de la pequeña mujer ante el terrorífico juicio
ni de las amenazas de hacerla perder su empleo… sólo haré eco a lo que
posteriormente comentaron hasta el cansancio los compañeros: “Ñ?… esposo?...
pues que no era una lesbiana-traga-niños?”…
8.
Me
reservé mi opinión, pues la confianza que Ñ me había dado en algunos aspectos
de su vida personal, no me daba derecho hacer públicas mis conjeturas… pero
pasaron los meses y sucedieron tres situaciones que hicieron regresar mi paranoia:
a)
una mañana en que llegué a mi escritorio y mientras me quitaba el saco para
colgarlo en el perchero, Ñ se acercó a saludarme y me dijo algo parecido a un
sensual: “aaahh, loción jovan… muy bonita tu corbata”, lo que hizo procesar en
mi cerebro aquello como una hormonal y femenina agresión…
b)
alguna de las tardes en que solía acosarme con sus conversaciones insectívoras,
me soltó sin más:
-
préstame uno de tus libros que hayas leído – a cuya provocadora respuesta fue
poner en sus manos al siguiente día “La miel derramada” (el censurado libro... por la portada, no por su contenido), del
escritor José Agustín, lo que me permitió conocerle su punto débil: el tema del
sexo le provocaba terror…
Y
el acabose:
c)
Un sábado a insistencia de mi novia fuimos a un mercado a comprar fruta, encontrándome
con Ñ y sus padres, quienes emocionados por conocer a un compañero de trabajo
de su hija nos invitaron a su casa, en donde nos ofrecieron un abundante
almuerzo y mucha plática…
Y
fue un comentario de su padre el que me hizo entender muchas cosas detrás de la
vida de Ñ…
-
… y mire, la verdad es que a la Rosa (mamá de Ñ) y a mí no deja de darnos miedo
la ciudad… ya sabe que en la capital está todo lo malo de la gente…
-
estoy de acuerdo con usted – dije…
-
… y más nos preocupa Ñ… porque en caso de que lleguemos a faltarle, ella se
quedaría sola… pues ya sabe: sus dos hermanos y su hermana ya tienen pareja y
no creo que se preocupen por ella – dijo al tiempo que la señalaba con la cabeza…
-
no se preocupe – dije como buen hablador que soy - ustedes van a vivirle muchos
años…
En
ese instante percibí una mezcla de odio-vergüenza-trágame-tierra-y-amenaza de
parte de Ñ hacia todos, transmitido a través de una incendiaria mirada… esos
sí: el perceptible ultimátum tardó casi un mes en cumplirlo… y fue ése sábado cuando
descubrí que Ñ no sólo NO tenía esposo, sino que nunca había estado casada…
9.
Al
siguiente lunes de ese fin de semana, y ante mi generalizado “buenos días” a
todos mis compañeros, Ñ masculló algo que no entendí pero que supuse era una grosera
respuesta a mi saludo…
Durante
esa semana ella apenas y me dirigió la palabra, me dejó concentrarme en mis
labores por las tardes y borró relativamente de mi cabeza la existencia de horribles
y amenazantes insectos… pero un par de sorpresas estaban por venir: una,
relacionada con la solicitud de Ñ de tomar todas sus vacaciones pendientes y
que se transformaron en algo cercano a un mes… otra, al volver presentó su
renuncia argumentando que la solicitud de divorcio por parte de su esposo le
había provocado una crisis emocional que ella necesitaba digerir y superar… a
solas …
Entre
los compañeros se plantearon disparatadas hipótesis por los motivos de la renuncia…
incluyendo comentarios cargados de lástima, pero a su vez de mucho morbo, sobre
todo relacionados con lo difícil que debía
ser el superar un fracaso matrimonial… yo guardé prudente silencio (lo
obligatorio cuando se sabe una verdad que a nadie debe importarle), pero eso en
nada ayudó a que mi libro de José Agustín me fuera regresado…
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