13.
El resultado de tener hijos, tratando de cumplir con la función social de crear una familia, se convierte en una relación caníbal en donde la prole es una fábrica de frustraciones mientras se “chupan” la alegría, la salud, la juventud, el dinero, la estabilidad y la paciencia de los padres hasta que alcanzan la autosuficiencia para independizarse, pero, mientras, odian a sus progenitores por las obligaciones que les imponen, la exigencia de obediencia y los reclamos por no comportarse bajo las leyes de una dudosa moral que ni ellos mismos, padres e hijos, no saben de dónde salió, conducta que, volvemos a ellos, demandan Dios u Olofi, que los progenitores reclaman a sus hijos y que luego ellos, como nuevos padres, exigirán a su descendencia… ad aeternum.
Y faltan las relaciones karmáticas con los hijos no deseados.
Por si no fuera suficiente, a la hermana(o)s, tíos y abuelos también se les
odia, se abusa y a los que se busca afanosamente joderles la existencia por lo que
hacen o dejan de hacer, incluyendo escabroso sexo, odio generacional, engaños, deseos
trastornados, robos, mentiras y hasta agresiones físicas: sí, todo al final se convierte
en incomprensible rencor, o sea, karmas dentro de la familia, el punto de donde
partimos todos.
Aquí haré una breve pausa para invitar a la reflexión: tomando en cuenta
que para tener hijos se necesita una pareja ¿sabían que tener una, a la que
luego se le convierte en esposa(o), no necesariamente es por amor, sino porque se
deben afrentas de vidas pasadas y el karma hizo de las suyas para
pagárselos/cobrárselos? En consecuencia, si se casan ¿tienen conciencia de las
graves implicaciones espirituales que tiene una infidelidad o un divorcio?
Sigamos.
14.
El concepto de “familia” nos hace quedar encadenados a este planeta porque al crear descendencia dejamos la continuación de nuestro ADN físico y espiritual, y si no hemos sido capaces de superar nuestros karmas anteriores, generamos en el planeta raíces que nos atan a él para reencarnar una y otra vez, pagando y recibiendo pagos, justos e injustos, antes de poder volver, hipotéticamente, a nuestro verdadero origen dimensional.
Así, aunque para algunos suene disparatado, pues irá en contra de toda la
educación familiar, social, religiosa y moral que han recibido desde niños, pero
la primera opción para evitar karmas es simplemente no tener hijos.
Y antes de que el lector se burle y/o blasfeme contra su servidor, les
recuerdo que, irónicamente, Ifa advierte sobre las consecuencias de tener hijos:
En Ogbe Wale se sufre mucho por causa
de los hijos, ya que ellos no son como usted deseaba que fueran; en Irete
Lazo los hijos, pueden traer dificultades;
en Ofun Bile se reciben quejas de lo que
hacen los hijos; en Ogbe Bara, si los
hijos no hacen ebbo se vuelven enemigos el día de mañana y también advierte
que no coja tanta lucha con sus hijos,
pues ellos no lo consideran, y eso le puede causar enfermedad; en Ika bemi al Babalowo lo destruyen sus hijos; en
Ogbe Osa si tiene hijos tenga cuidado que
le están preparando una trampa; en Ogbe Ka se tiene problemas en el trabajo, con los hijos, con la mujer, y su destrucción
son sus hijos y los ahijados; en Ofun Nalbe los hijos heredan los vicios de los padres y en Ogunda Lenin sus hijos son sus primeros enemigos.
Faltan muchos, muchísimos signos más (por no citar patakies), que advierten
sobre las desgracias que provocan procrear descendencia, pero este no es un Tratado
Enciclopédico de Ifa, así que sigamos con otras alternativas para romper adeudos
karmáticos que indignen menos a los moralistas.
15.
No es difícil entender la dialéctica que hace funcionar correctamente el equilibrio dinámico de la existencia, pero a los seres humanos nos encanta complicar todo pues pensamos que la vida está basada en la lógica: subimos para luego bajar, vamos para tener que volver, abrimos y después cerramos, comemos para luego cagar… y así hasta que llegamos a la idea de tener hijos porque nos llenará de orgullo y satisfacción pues detrás de ellos está el nombre del padre o la madre que creen haber alcanzado la máxima expresión de la egolatría, hará trascender nuestro apelativo más allá de nuestra existencia. Sí, el jodido nombre.
El principio básico de la lógica humana dice que nuestro destino es algo así
como 2+2=4 (digamos acciones buenas + acciones malas=karma y esta suma se usa
con fines ilustrativos, nada que ver con numerología), algo indiscutible, según
nuestros carceleros, por eso estamos arruinados si quisiéremos liberarnos, pero
¿qué tal que podemos alterar esa suma?
Vayamos al detalle: 2+2=4 equivale, volviendo al ejemplo con nombre y apellidos,
a Jorge Lazcano Gómez, donde el primer 2 es el nombre, el segundo 2 los
apellidos y el 4 el destino resultado de la suma… ¿acaso los padres investigaron
el significado del apelativo antes del bautizo?
No, lo importante era imponer que el hijo se llamara igual que el progenitor
y el abuelo, o que la hija se llamara como la abuela, ¿por qué no?, así es la soberbia
de quienes se creen nuestros dueños solo porque nos procrearon. Si no quedó claro,
sigamos con el ejemplo. ¿Cuántos Jorge Lazcano Gómez existen en la tierra? muchos…
y de esos ¿cuántos narcisistas deciden ponerle a su hijo Jorge, lo que los convierte
en Jorge Lazcano, por la acomodación de apellidos?
Curioso que nadie lo tome en cuenta (aunque podríamos justificarlo con la llamada
“bendita ignorancia”), pero con la repetición del nombre condenan al hijo primogénito
a darle seguimiento a los karmas que la cabeza del linaje familiar no completó en
vida, o sea, lo que debe depurar luego de que el padre muera, y que en su soberbia
NO haya cumplido. ¿y qué tal que el abuelo se llamaba igual, Jorge Lazcano?
Esto tiene muchos significados, algunos de ellos graves, como el hecho de
que la(o)s hija(o)s primogénitos heredan una parte del karma de su padre cuando
muere, a lo que se debe agregar el karma generacional de ser Jorge Lazcano
Gómez I, o III o VI, independiente de su purga individual.
16.
Volvamos a Jorge Lazcano Gómez y entremos a su terrorífico significado…
¿Saben qué significa Jorge? Viene
del griego Georgos, unión de dos
palabras, “geo” y “ergon”. El primero se relaciona con la tierra, mientras que
el segundo con trabajarla, lo que en el karma conlleva a vivir trabajando
siempre para otros, porque ¿cuándo han visto que un campesino o agricultor sea
rico?... el que tiene dinero es el hacendado, cacique o agro-empresario para el
que se labora la tierra: el trabajador agrícola sólo ejerce de asalariado.
Vayámonos más lejos: Lazcano
significa “planta” y Gómez "su descanso era el batallar". Así, Jorge
Lazcano Gómez significa: hombre que trabaja la tierra para otros y que para
cosechar debe esforzarse mucho. ¿Así o más esclavitud?
¿Queda claro? ¿sus padres sabían
que al bautizarlos les estaban jodiendo la vida, decretando que NUNCA saldrían
de ser meros trabajadores, empleados de alguien más?
Y vayámonos al extremo: cuántas
parejas no están discutiendo en la entrada de la iglesia sobre quién decidirá
el nombre del hijo, llegando al ridículo acuerdo de que lo bautizarán con los
dos nombres, quedando, por ejemplo, Jorge Eduardo Lazcano Gómez, donde Eduardo proviene
de dos palabras: hord, que significa riqueza, y wead, que significa guardián, es
decir, “el guardián de la riqueza".
Así, doble condena pues Jorge Eduardo
Lazcano Gómez significa: hombre que trabaja la tierra para otros, debe
esforzarse mucho para cosechar y será además el guardián de la riqueza de otros.
Así, la siguiente opción para romper el karma que NOSOTROS NO ESCOGIMOS,
dejando de lado la mentira de que nuestro destino lo pactamos con Orunla antes
de nacer, y reafirmando que la ignorancia de nuestros padres es la que nos jode
la vida al no investigar el significado de nuestro nombre junto con los
apellidos, es precisamente cambiarlo independiente de si hay otros familiares
que lo tengan o sean el único.
Sí, seguro muchos dirán,
siguiendo con el ejemplo: “no puedo
cambiarlo, tengo toda mi vida basada en Jorge Lazcano Gómez: familia, seguridad
social, estudios, impuestos, negocios, respeto, sociabilidad”… pero en el
extremo ese Jorge Lazcano Gómez también tiene arrastrando denuncias, calumnias,
desprestigios, difamaciones y fracasos, ya sean justos o injustos, por karma o
por lo que se haya acumulado por sus acciones en vida.
A esto se le llama destino y todo
lo que han vivido en su vida es consecuencia de ese nombre, como pobre-riqueza,
amor-desamor, fracaso-éxito, amistad-traiciones, salud-enfermedad,
amigos-enemigos, así que les compartiré un secreto: ¿saben cuántas personas, en
la agonía, han recuperado su salud y conseguido vivir más años sólo por cambiar
su apelativo?
Ahora, aclaremos este punto: no
se trata de que vayan con un abogado y le pidan que inicie una $erie de
litigio$ para cambiar$e oficial y legalmente de nombre; no, solo escojan el que
les guste, investiguen su significado (y la manera en que el nuevo modificara
los aspectos más importantes que tienen bloqueados en su vida), y una vez que
lo tengan soliciten gradualmente a todos con quienes interactúan les llamen con
el nuevo apelativo… pero obvio, investiguen el significado del nombre antes de
adoptarlo.
El resultado de tener hijos, tratando de cumplir con la función social de crear una familia, se convierte en una relación caníbal en donde la prole es una fábrica de frustraciones mientras se “chupan” la alegría, la salud, la juventud, el dinero, la estabilidad y la paciencia de los padres hasta que alcanzan la autosuficiencia para independizarse, pero, mientras, odian a sus progenitores por las obligaciones que les imponen, la exigencia de obediencia y los reclamos por no comportarse bajo las leyes de una dudosa moral que ni ellos mismos, padres e hijos, no saben de dónde salió, conducta que, volvemos a ellos, demandan Dios u Olofi, que los progenitores reclaman a sus hijos y que luego ellos, como nuevos padres, exigirán a su descendencia… ad aeternum.
El concepto de “familia” nos hace quedar encadenados a este planeta porque al crear descendencia dejamos la continuación de nuestro ADN físico y espiritual, y si no hemos sido capaces de superar nuestros karmas anteriores, generamos en el planeta raíces que nos atan a él para reencarnar una y otra vez, pagando y recibiendo pagos, justos e injustos, antes de poder volver, hipotéticamente, a nuestro verdadero origen dimensional.
No es difícil entender la dialéctica que hace funcionar correctamente el equilibrio dinámico de la existencia, pero a los seres humanos nos encanta complicar todo pues pensamos que la vida está basada en la lógica: subimos para luego bajar, vamos para tener que volver, abrimos y después cerramos, comemos para luego cagar… y así hasta que llegamos a la idea de tener hijos porque nos llenará de orgullo y satisfacción pues detrás de ellos está el nombre del padre o la madre que creen haber alcanzado la máxima expresión de la egolatría, hará trascender nuestro apelativo más allá de nuestra existencia. Sí, el jodido nombre.
Volvamos a Jorge Lazcano Gómez y entremos a su terrorífico significado…
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