para
ti, que presumes en redes sociales tu
vileza,
recuerda la primera enseñanza que
te
di: nunca escupas al cielo… ya veremos
cuando
el destino borre tu estúpida sonrisa
Pensé que la reacción del mundo espiritual a
mi decisión de dejar de publicar en este blog tardaría, pero ha sido inmediata
y contundente: no lo puedo cerrar, pero además también se me ha requerido continuar
atendiendo pacientes (sobre esto ya les plantearé nuevamente los motivos de mi
negativa), pero también se me instruyó a que publique una de las tantas
entradas que se quedarán en el tintero, esta, que si bien fue escrita hace dos
semanas, ha sido actualizada y contiene graves advertencias para la humanidad.
1.
Desde hace tiempo se viene comentando en este
blog de una guerra espiritual entre el bien y el mal en la que se definirá el
futuro del ser humano, como raza, independiente del cataclismo que asolará a
nuestro planeta en el ya menos lejano año 2027.
No sé si suceda en otros países, pero en
México nuestro vocabulario es básico (se calcula que a lo largo de nuestra vida
no usamos más de las 3,000 palabras de siempre), ello influenciado por lo que
la gente oye (y ve) en la radio y la televisión, lo que se refleja en el uso
sin sentido de la terrorífica frase “el fin del mundo”, cuando en realidad se
debe hablar de cambios tajantes en lo que conocemos como “la vida cotidiana”.
Es por ello que se debe hacer la aclaración
de que “el fin del mundo” NO existirá jamás, pero veremos cataclismos, guerras
(bélicas, ojo que no son sinónimos), sucesos paranormales, virus, crisis ambientales,
revueltas, pobreza, fenómenos en el cielo, degradación moral, desempleo, y muchas
situaciones más que están afectando la vida de millones de personas, destacando
las guerras espirituales, que es una de las que en este momento más víctimas
está cobrando.
Lo anterior, para muchos, esto solo puede
suceder tal cual ha sido planteado en películas de todo tipo desde hace décadas,
por lo que debe aclararse que no veremos la tierra hundirse, ni al mar
tragándose ciudades enteras, meteoritos destruyendo continentes, ya no digamos
naves espacianas invadiéndonos para experimentar con nosotros, ni demonios o
monstruos llegados a través de puertas dimensionales, por lo que en
consecuencia, no habrá héroes guapas ni guapos, musculosos, armados hasta los
dientes y con gran inteligencia para salvarnos.
NO, porque si creyéramos en estas versiones,
en ese tipo de “cataclismos”, cuando suceda, la realidad es que no habrá ni
luz, ni radio, ni internet, ni tv para “verlo”, ni mucho menos para enterarnos
cómo algún listillo nos narra su versión “del fin del mundo” ni mucho menos el
motivo de nuestra extinción.
Mucho de lo anterior, de los cambios que
vendrán, se ha escrito en este, así que sería innecesario repetirlo salvo este
pequeño resumen: el planeta tierra no desaparecerá porque su presencia es
necesaria para mantener la armonía del universo, más es la raza humana el
verdadero peligro para dicha estabilidad, así que a nadie es que le preocupe
mucho que nos extingamos.
2.
¿Qué significa guerra espiritual?, ¿una entre
el Bien y el Mal con Dios contra el Diablo?, jajaja, si Dios y el Diablo son lo
mismo, y no solo pregúntenle a Jehová, la iracunda mano siniestra divina de la
Biblia que asesina y masacra a su gusto, averigüen también por qué los dos se
escriben con “D”.
Expliquemos que la batalla entre el bien y el
mal es diaria, de la cual todos formamos parte: es una discrepancia pura en
donde nos enfrentarnos, los menos, a situaciones llenas de injusticia, y donde
los otros, los muchos, sólo buscan joder al prójimo en busca de nada que no sea
difamar, sexo, imponer la voluntad, abusar, robar, violentar, mentir y demás
sinónimos.
No sé en otros países, pero nuestros abuelos,
en México, hace bastantes años usaban esta frase: “todos los días la mitad de
la humanidad se despierta buscando cómo chingarse al prójimo, mientras la otra
mitad solo trata de encontrar la manera de cómo defenderse”.
El bien y el mal, les recordaré, son energías,
algunas generadas por el propio ser humano, y otras “disponibles” en el medio
ambiente, las que desde siempre han decidido el desino de la humanidad porque
precisamente todos somos eso, energía, que nadie sabe manejar a conciencia, pero
que sirven a intereses nada terrenales.
Dicho de otra manera: ¿por qué dejamos que la
maldad de la suegra, el hijo, la esposa, el abuelo, la madre, el suegro, el
hermano, el padre, el jefe, el vecino, el desconocido, el amigo, el primo o la
amante, ya no digamos el político, la autoridad, el socio, el militar, el
chófer del transporte público, el desconocido en la esquina, condicionen
nuestra vida?
Lo grave del problema es que no nos damos
cuenta que la manipulación de la lista de los personajes citados (que
obviamente es inmensa e incluye cualquier vínculo en la vida de toda persona), apela
a nuestras debilidades, miedos, inseguridades, y demás, para, convertidas en dolor,
frustración, rencor, impotencia y tristeza, todas las emociones, son energías,
hay que exacerbarlas ante los débiles, los ignorantes… y hay “alguien” que se
alimenta de ellas, pero también, para eso, insisto, se necesita de personas con
bajo astral para provocarlas.
Ante este panorama, donde campea la nulidad, producto
de la maldad del prójimo infraevolucionado que nos ha elegido como víctimas, hay
personas que en contraparte acuden a gente con dones en búsqueda de una
solución: curanderos, santeros, hierberos, espiritualistas, babalowos,
reikistas, espiritistas, adivinos, chamanes, tarotistas, gitanos, mayomberos,
cartomancistas, videntes y demás, de los cuales siempre obtenían respuestas, y, en la mayoría de los casos, soluciones.
¿Obtenían?, ¿lo dije en pretérito?
Sí, hasta hace poco, porque de un año para
acá (más o menos), las soluciones espirituales ya no fluyen tan fácil, pese a
que algunos de ellos ofrecían iniciaciones o atributos (collares, figuras,
pulseras, amuletos, lociones, baños, remedios, lociones, etc.) y a saber
cuántas cosas más con la promesa de solucionar, algunas ofrecidas con
honestidad, aunque otras solo con la finalidad de sacar dinero.
El problema es que en esa búsqueda la gente no
pretende comprender el origen, sino solo solucionar, y en algunos casos regresar
el daño, llevar a cabo una venganza, sin darse cuenta que esos tragos amargos forman
parte de la guerra espiritual entre el bien y el mal, en donde el mal, ante la
falta de interés de incrementar, reitero, su vibración espiritual, lo hizo víctima
de que quienes desde hace siglos nos observan y conocen nuestras debilidades:
la malignidad.
No es malo que la gente llegue con el
depositario de un don o practicante espiritual a tratar de tener una vida sin
obstáculos, más no tratando de entender por qué le va mal, y si esa persona a
la que consulta le dice: “yo te soluciono,
pero tú debes cambiar tu actitud”, entonces el remedio se queda incompleto
y recurrentemente el paciente volverá enfrentar el problema, aunque en manos de
otro victimario, dejando además desprotegido al religioso, quien enfrenta el
rechazo a recibir la sabiduría y eso le debilita, dejándolo expuesto no solo a
la venganza de la malignidad por ayudar al paciente, sino además haciéndolo objeto
de represalias para desmotivarlo a que siga con su misión.
3.
En estos días, por cualquiera que sea la
razón que a un Dios (o Creador) perverso se le antoje, he tenido oportunidad de
reactivar contactos con curanderos, santeros, reikistas, espiritualistas,
espiritistas, chamanes, mayomberos, entre los prevalece el pesimismo y la
resignación sobre cómo la malignidad va ganando la guerra espiritual.
¿Y por qué sucede esto? Muy sencillo: porque
la maldad se reproduce cuando encuentra “corazones” malos, el lugar ideal donde
la malignidad encuentra donde anidar, y cuyos dueños son gente con sentimientos
perversos, los ya citados cabrones que todos los días la mitad de la humanidad
se despierta buscando cómo chingarse al prójimo.
Lo más grave que quienes más activamente
colaboran son niños, adolescentes y adultos, mientras que los ancianos, por el
momento, están siendo sus víctimas favoritas (y de ello, se debe decir,
destacan las mujeres, niños y sus fechorías en lugares cerrados y los hombres y
jóvenes en la calle).
Sin embargo, hay otro tipo de personas, los
“malvados pasivos”, los que joden al prójimo solo si encuentran la oportunidad,
y quizá esos son los más peligrosos porque también son débiles y se prestan
momentáneamente para la maldad y son los que hacen caer a la víctima en la
provocación.
Imaginemos a la malignidad como una corriente
de aire, una bocanada de humo o una mancha de color negro, rondando entre
nosotros, pero a la que no todos perciben. También supongan que van caminando y
en contrasentido viene uno de esos “malvados pasivos”, quien sin más es tocado,
en un instante, por la malignidad y sin más comienza a insultarles, los golpea
con el codo al pasar a su lado o les mira feo: ustedes responden a la agresión
con violencia, en el momento en que la malignidad se aleja de tal manera que ya
están soltando golpes (uno mal puesto), que hiere gravemente al otro o incluso
lo mata, metiéndolos en graves e insalvables problemas con la justicia.
4.
Para enterarme de cómo camina la
espiritualidad en el planeta, mantenengo contacto con todos ellos, lo que
inquietantemente ha llamado mi atención sobre lo que está sucediendo con
chamanes, curanderos, hierberos y espiritualistas, principalmente, sin dejar de
lado a honestos santeros, paleros y babalowos (que los hay).
Pongo ejemplos.
Un curandero, ya mayor de edad, subió a un
autobús rumbo al mercado de Sonora a compras su dote de hierbas semanales,
hasta que en un semáforo el chofer, para evitar una colisión, frenó
abruptamente, el hombre cayó sobre una niña y fue de inmediato acusado de agresión
sexual por la madre.
Una chamana salió de su casa para cumplir con
su jornada espiritual, estrenando tenis, y cuando llegó a su Templo estaban
todos tasajeados, como si alguien le hubiera apuñalado sus pies, aunque sin que
ella hubiese sido herida o tuviera sangrado alguno.
Un cartomancista fue acusado ante la policía
de manoseo por una paciente luego de que no pudiera develar el Velo de Isis, en
primera instancia, resultado de la brujería que traía encima, tras sobar varias
veces la mano de su paciente para retirarlo.
Una santera salió de su casa para ir a casa
de su padrino, entro al metro, estaba lleno, se acomodó donde pudo y quedó
frente a un par de lesbianas que se besuqueaban; el metro dio un frenazo, todos
los cuerpos chocaron, incluyendo el de mi amiga contra las lesbianas, las
cuales se lanzaron a golpes en su contra, acusándola de intolerante y de crimen
de odio.
Un espiritualista se encaminaba hacia su auto
tras hacer algunas compras en una tienda de autoservicio, y mientras las guardaba
un par de maleantes lo encañonaron y exigieron las llaves de su auto.
Escuchando el consejo de sus guías aceptó entregarlas, los delincuentes
subieron arrancaron, pero metros después metieron reversa, se detuvieron frente
a él y le dispararon, dejándolo con una discapacidad el resto de su vida.
Durante una coronación de osha, un babalowo
fue acusado por su ahijada de manosearla, solicitando la presencia de una
patrulla y suspendiendo la coronación de santo, cuando el religioso lo único
que hice fue pasar por su espalda, un pollito, requisito indispensable para
entrar al cuarto de santo.
Si recuerdan bien, su servidor ya también
tuvo su experiencia cercana al tema: https://basurerodealmas.blogspot.com/2022/02/no-solo-los-muertos-del-covid-tambien.html
5.
Siguiendo con las extrañas circunstancias,
también llevo semanas reencontrándome con discípulos del Maestro Carlos, https://basurerodealmas.blogspot.com/2016/11/fallecio-carlos-el-gran-chaman.html
Una de ellas, pese a ser uno de los más
avanzados, no ha podido superar una terrible depresión luego de que fuera
objeto de un intento de atraco en el metro.
Otro, comenzó con dolores estomacales y a los
dos días lo único que defecaba era sangre. Estuvo hospitalizado un mes y no murió
por las constantes trasfusiones de sangre que recibió, pero nunca hubo un
diagnóstico concreto de qué le sucedió.
Hace unas semanas me enteré de que el que
quizá haya sido el más el más adelantado de todos, atiende a sus pacientes con
cierto miedo, mismo que no se me explicó, más ayer, en una llamada telefónica
alguien me lo aclaró: no es miedo a las sanaciones que hace, sino a ciertos
malestares físicos que le aquejan y que en otras ocasiones le han llevado al quirófano,
señal inequívoca de que alguno de los enemigos de uno de sus pacientes (o la
propia malignidad) ya lo tiene trabajado.
6.
Les compartiré también que entre curanderos,
santeros, espiritualistas, espiritistas, chamanes, mayomberos, reikistas y
demás se comenta (cada uno por su cuenta), sobre la muerte de ya varios
practicantes de las respectivas disciplinas espirituales, en todo el país, todos
bajo la misma circunstancia: infartos… sí, ese lugarcito que el cuerpo humano
pone a disposición de la malignidad para generar malicia.
Ahora, ¿cuáles serán las consecuencias de que
la malignidad termine por gobernar en el planeta?, ello lo explicaré en otra
entrada porque ésta ya se hizo extensa.
2 comentarios:
La energía es una sola, el humano es quien le da el valor positivo (alta vibración) o negativo (baja vibración) es tan solo un examen para pasar de la guardería a preprimaria
Mucha veracidad en tu nota. me encanta la frase de los abuelos..
la maldad que veo mucho en el trabajo tiene que ver mas con las que mencionas arriba como pasivas, un día están bien y al otro día usan cada cosa que puedan en contra tuya sin ganar nada a cambio mas que joder.
Trato de tener mi banco del karma bueno con mas que la mala pero a veces me gana la rabia de andar a la defensiva cada día. yo ni uso la transportación pública gasto mucho en taxi para cuidarme de los ataques físicos que estan a la orden del día.
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