5 de marzo de 2019

Marialioncera





La mezcla de religión Yoruba con otras creencias espirituales en américa latina sigue manifestándose con éxito en la literatura, tal como lo vimos con los libros: “Santería” del argentino Leonardo Oyola”, “Padrino” de la cubana Teresa Dovalpage y “Corazón sicario” del mexicano Gibrán Valle.

El más reciente lo tenemos con Juan Carlos Méndez Guédez (Venezuela, 1967), considerado un prodigio, autor de una veintena de textos, Doctor en Literatura Hispanoamericana y ganador de galardones como el Premio Internacional Ciudad de Barbastro por “Tal vez la lluvia”.

“La ola detenida” (su nuevo libro), le ha dado gran popularidad en Venezuela pese a que el autor lleva 20 años viviendo en España. Al texto se le pueden reconocer muchas virtudes literarias, mas tiene un defecto que si bien no lo demerita, sí permite cuestionar su ideología.

El libro narra la historia de Magdalena Yaracuy, una investigadora que combina el uso de armas con Santería y Espiritismo (es devota de María Lionza), “una bruja”, en palabras del autor, quien debe localizar a la hija de un importante político español, lo que la obliga a regresar a una Venezuela de la que huyó años atrás por conflictos existenciales.

A lo anterior se debe agregar que la personalidad de la protagonista (llena de virtudes y defectos, como cualquier persona), la hace real y creíble gracias a la destreza y fluidez narrativa de Guédez, quien además alterna hechos recientes con una trama bien elaborada cuya inserción consigue de forma natural y sin dar lugar a controversias.

Juan Carlos señala que Magdalena Yaracuy “contempla el mundo e intenta descifrarlo, sabía que era importante procurar un tono directo en el que las acciones también tuviesen protagonismo … tenían que pasar cosas y en ciertos momentos el lector debía sentir que el personaje estaba en una lucha contra el tiempo para salvar a la muchacha desaparecida en Caracas y también para salvarse a sí misma”.

Para los versados en Santería y Espiritismo, en las páginas encontrarán referencias a estas prácticas, información nada despreciable a la que si algún ocioso le dedicara tiempo, podría sacar un breve manual porque el autor deja claro que sabe de lo que escribe.

El este sentido dice que es agnóstico, pero: “de niño y adolescente, una parte de mi mundo estuvo muy vinculada al espiritismo marialioncero. Fui muchas veces a su montaña sagrada: Sorte. Participé de sus ritos, de sus ensalmos, adoré sus humildes altares en los que había ofrendas sencillas como frutas, panes, leche, velas”… y agrega: “el rechazo a María Lionza tiene un matiz importante; nadie cree, pero luego los encuentras haciendo su consulta con un brujo, por si acaso”.

Estamos ante una novela sólida, apasionante y balanceada donde a Guédez se le escapa nostalgia por su niñez vivida en Caracas, mas también deja salir su personalidad apátrida (como muchos autores latinos seducidos por la fama banal en España), en la que aflora el desprecio por sus coterráneos al “pintarlos” como delincuentes, abusivos, asesinos, violentos, corruptos y envilecidos caníbales dispuestos a destruir al prójimo sin otra razón que no sea el odio.

Al igual que la actual España, añorando su papel de conquistador de la indiada latinoamericana, Guédez no se limita a criticar a su país en voz de los personajes, sino que en cada entrevista denosta al presidente Nicolás Maduro, señalando que: “la locura caudillista y militarista ha dejado un país en ruinas. Venezuela vive un triste apocalipsis ... la sargentada devoró la riqueza, esparció el odio, armó a la delincuencia y ahora reprime con saña”.

Añade: “mi relación con Venezuela es de mucho dolor ... es una realidad terrible la que vive Venezuela, y se va deteriorando día a día. Todos los males posibles se han congregado en ahí”, acusa que: “Venezuela es una escenificación estalinista o fascista”, y se jacta: “en España vivo feliz”.

“La ola detenida” es una excelente novela, un vigoroso ejercicio de literatura que refresca al género negro, pero no es apta para aquellos que cuenten con una ideología y rechazan a los autores que tras conseguir el éxito en otro país, miran con soberbia y por encima del hombro sus raíces.

Juan Carlos Méndez Guédez, La ola detenida, 320 págs. Editorial Harpercollins, 2018

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