31 de octubre de 2018

No se debe celebrar la muerte



1.
Hace muchos años, en una violenta comunidad de la costa del Golfo de méxico, secuestraron a la hija de un traficante de maderas tropicales y le exigieron un rescate, a lo cual respondió sin mayor apuro: no tengo dinero. En las negociaciones con los captores, el hombre mantuvo su negativa hasta que uno de sus hermanos intervino y afirmó que él pagaría.

Esa zona es un semillero de sicarios, secuestradores, policías, abigeatos, narcos, soldados, guerrilleros (y hasta extraterrestres, dicen), donde la gente se mata a consecuencia de su ancestral ignorancia: es uno de los lugares más violentos del país que genera mujeres y hombres que se han esparcido en todo lugar donde se requieran los servicios de un asesino a sueldo.

Así, el tío costeó el rescate, la sobrina regresó al hogar paterno y todo volvió a su normalidad hasta que el ídolo de la familia comenzó a indagar sobre la identidad de los secuestradores: al pie del atrio de su iglesia el cura del pueblo se lo reveló (tras prometerle no buscar venganza).

El ser humano propone y Dios dispone, pero que llegó el Diablo y dijo a los raptores (dirigidos por un viejo exmilitar venido a ladrón que tenía asolada la región), sobre las indagaciones y el tío fue visto como “un peligro”. Tras semanas de rumores todo terminó frente a un estanquillo del pueblo: se encontraron el anciano y el tío, cruzaron miradas con las que cada uno manifestó sus sentimientos, sacaron sus armas, el criminal lo hizo más rápido y le vació la carga de su pistola en el pecho.

Como se estila por allá la familia juró venganza, el verdugo huyó y se escondió en la zona de la Huasteca, pero quizá añorando cocoteros, mariscos, vacas y plagios, murió a los pocos meses de un infarto al tiempo que una de las hijas del héroe asesinado dejó de dirigirle la palabra al hermano de su padre y juró odiarlo con fervor el resto de su vida.

2.
Con al paso de las décadas, y la jactancia que le da ser médico (trabaja en un hospital privado de renombre en la capital del país), aquella hija vuelve regularmente a su pueblo para dar consultas médicas gratuitas, lo que le ha granjeado gran simpatía entre sus coterráneos.

En una de esas visitas, a sus familiares se les ocurrió la idea de “celebrar” (sic) un aniversario especial por la muerte del heroico jefe de familia, para lo cual se organizaron (comandados, obvio, por la rencorosa hija), para juntar dinero (que incluyó comprometer a los pacientes de la doctora a realizar donaciones), suma que superó el salario anual de muchos trabajadores agrícolas locales y que se invertiría en pagar misa, comida, regalos, y obviamente, mucho trago.

3.
Cuando me enteré de la historia del secuestro me enfrasqué en una discusión con el esposo de la doctora (lo llamaré C), quien defendía la impertinencia de su suegro por irrumpir en los karmas de una familia que debía haber perdido a su hija, justificaba el rencor de su mujer hacia su tío y rechazaba mis explicaciones para sacarlo de su error.

Nunca llegamos a nada, pero como me ha sucedido en otras ocasiones, cuando dar la vida por alguien en un hecho violento para muchos es acto heroico (aunque para mí una estupidez), opté por compadecer la corta perspectiva que posee la gente sobre esa mala pasada llamada destino.

4.
Tiempo después surgió otra disputa con C tras reiterar su justificación para celebrar el aniversario luctuoso, más ante mis argumentos su respuesta era: “son costumbres”.

- costumbres mis güevos – me quejé una tarde – gastar ese dineral por un ignorante que dio su vida por quien tenía marcado morir, dejando a una mujer y a sus hijos en la orfandad, es de pendejos.
- son costumbres – repitió C nervioso ante mi enojo.
- se le llama “cambio de cabezas” – señalé.
- no sé de qué cabezas hablas, pero las tradiciones se celebran.
- son mamadas – reiteré – los muertos, muertos están… no saben si el señor ya reencarnó y con esa celebración le van a conflictuar el presente.
- no te entiendo – se defendió con una irritante sonrisa.
- que son pendejadas, pues – reiteré – sobre todo organizar festejos con dinero ajeno.
- son costumbres – repitió – tú porque vives en ciudad y…
- ojalá conocieras las verdaderas costumbres mortuarias que se dan en otros lugares del país y donde se les trata con respeto… nada de gastar dinero a lo pendejo: hasta entonces entenderías lo que es ofrendar verdaderamente a los muertos.
- son costumbres… viejas usanzas.
- a veces celebrar a la muerte es invocarla – advertí.

Fueron discusiones cada que nos encontrábamos, conforme se acercaba la fecha del festejo, en las que él repetía lo que costaría (imaginando la borrachera de varios días que se pondría), y lo bien que se la pasaría hasta que llegó el día, pidió vacaciones en su trabajo y se largó a mediados de junio de este 2018.

5.
H (quiropráctica y conocida de ambos), me interceptó a la entrada del Mercado de Sonora un domingo por la mañana. Tras saludarme preguntó por C, le dije que andaba celebrando al muerto.

- ya te enteraste? – preguntó con tiento.
- de? – indagué.
- mataron a una de sus sobrinas.
- en méxico mueren cientos al día por la violencia - la cuestioné - cómo supiste?
- por el apellido – aclaró – era candidata local a no sé qué en las elecciones de este julio… mi hijo lo vio en el noticiero de televisión…
- ni idea, no veo la tv y aún no leo los diarios - reconocí.
- luego lo comentamos – avisó y se alejó ensimismada.

Navegué en internet por mi celular buscando la noticia: en efecto, era su sobrina, nieta del célebre héroe familiar, asesinada a puñaladas por un asesino solitario al salir de su casa rumbo a un acto de campaña (curiosamente la tarde anterior al festejo).

En un pasajero acto de solidaridad pensé en llamarlo por teléfono para darle el pésame, pero reconocí que no me aguantaría las ganas de recordarle que a los muertos se les debe dejar en paz, que en ocasiones celebrarlos son pendejadas… así que desistí.

6.
Días después del sepelio, cuando C regresó a la ciudad y coincidimos en una tienda de autoservicio, me contó que toda la comida, bebida y recuerdos para el aniversario luctuoso se usó para atender a los cientos de dolientes que llegaron a dar el pésame por la muerte de la joven: “porque darles de comer, tomar y un regalito durante un velorio, es una costumbre”, afirmó.

21 de octubre de 2018

La segunda muerte de todos los desencarnados



1.
No publico textos conforme los escribo: a veces tardan meses, unos ya tienen hasta un par de años y otros no verán la luz (como uno sobre la coincidencia del eclipse solar del 21 de agosto de 2017, día en que los Urantianos celebran el nacimiento de Cristo, otro sobre los terremotos que destruirán méxico, uno sobre el oddu Otrupo tura… y así).

El que van a leer tuvo varios cambios: fue escrito en marzo de 2018 y el título original era Este año no habrá ofrenda para los muertos, mas no me gustó, lo cambié por La segunda muerte de mi padre, sonaba cursi y finalmente decidí no publicarlo, pero llegó la época de difuntos y creo vale la pena compartir la anécdota.

2.
A comienzos de año una amiga me preguntó cómo podía vivir (sobrevivir) con la muerte de mi padre: “yo no podría”, aseguró.

Contesté con temas personales y rematé explicando que tras morir se estableció un juego para comunicarnos: en la noche, mientras dormía, él abría la puerta del baño de la planta alta, así que cuando me levantaba la cerraba, él la abría de nuevo, y si yo la dejaba abierta él la cerraba, dinámica que correspondía a su obsesiva claustrofobia.

Semanas previas a su primer aniversario luctuoso, el 28 de febrero de 2018, percibí dos detalles: una sobrina de 4 años dejó de contarme sobre las pláticas que sostenía con él en el departamento donde vivió sus últimos años, además de que la puerta del baño en mi casa se mantenía tal cual la dejaba antes de acostarme, así que usé la videncia para “localizarlo”, no lo vi y pensé que ya aparecería.

Días antes tuve también extraños sueños con él (en uno lo veía joven y acomodando cajas de cartón vacías en una pequeña camioneta blanca, en otro era un adulto andando en una bicicleta para niños), mas fue hasta que el sacerdote que ofició la misa de su primer aniversario luctuoso, al citar erróneamente su nombre (http://basurerodealmas.blogspot.com/2018/03/no-peleo-contra-demonios.html), que comencé a entender la relación de los hechos y llegué a una primera conclusión, pero necesitaba confirmarla. Y eso hice el sábado 3 de marzo.

3.
Para quienes no lo sepan, en la zona aledaña al Centro Histórico de la Ciudad de méxico hay casas que por su sencillez pasarían desapercibidas, más detrás de sus puertas habitan Videntes, Brujos, Espiritualistas y Muerteros cuyos dones asustarían a más de un Santero o Babalowo. A uno de esos lugares acudí buscando a mi amiga V, quien tras media hora de explicaciones redujo todo a una palabra, transición, lo que confirmó mi teoría: ya no percibo a mi padre porque ha abandonado el limbo (murió por segunda y última vez), dejó de ser individuo y elevó su estado de conciencia, el de la entrega de cuentas por lo hecho u omitido, donde ya no es posible contactarlo (aunque él sí podría hacerlo conmigo).

En este sentido llamó mi atención una sugerencia que ella hizo: no más aniversarios luctuosos, ofrendas ni rosarios, no necesita nada… junto con una advertencia: “nunca te olvides de tu padre”, la cual me pareció de sobra (¿uno puede olvidarse de su progenitor?). Opté por no preguntar.

4.
La evolución me sorprendió por la eficiencia de rezos, misas, lucificación y obras espirituales (muchas las hice con V), las cuales, supongo, contribuyeron a que la toma de conciencia y transición de su alma no fuera tortuosa ni larga, situación que me lleva a las siguientes reflexiones:

- soy la primera persona que conozco (sic), que se entera que un familiar muerto ha recibido “la luz” (aunque me queda claro que si se tocaran las puertas adecuadas otros también podrían enterarse de ello, y gracias a esa información, dejar de sufrir por su pérdida). 
- cuántas familias consagran años de oraciones, misas y altares a sus muertos, sin saber sí ellos aún las necesitan?
- sé de personas que asumen luto el resto de su vida sin ser necesario, y lo peor, no se dan cuenta que ello les perjudica al mantenerse, por decisión propia, en un (lúgubre) estado de ánimo.
- saber que un familiar difunto trascendió es lo que da paz al alma.

5.
No pregunté exactamente cómo, cuándo, dónde y por qué mi padre dejó el limbo tan pronto (un año parece poco tiempo, pero para él pudieron ser docenas o hasta cien*: el tiempo de los vivos transcurre diferente al de los muertos), pero de todos modos V me dio otro par de consejos que pese a la obviedad aún debo reflexionar.

Enterarme de lo anterior me ha dejado un gran aprendizaje (alejado de sentimentalismos): no podemos limitarnos a rezar, llorar y/o hacer obras (algo necesario y hasta obligatorio), para dar luz a un desencarnado: debemos buscar la manera de enterarnos, por el bien de ambas partes, dentro de las opciones espirituales adecuadas, en qué punto del difuso “camino al más allá” se encuentran los difuntos.

6.
Por decisión propia, y sea cual fueren las necesidades del resto de mis antepasados (tendría que hacer una profunda investigación para saberlo, pero sería agotador), este año no habrá atención a los muertos el 1º de noviembre ni altar alguno relacionado con el “Día de los fieles difuntos y todos los santos”.

* recordemos que salvo situaciones extraordinarias, una persona que muere de forma natural tarda 25 años en reencarnar, por accidente 50 y de manera violenta (asesinato o suicidio), hasta 100, por ello es muy raro (que no imposible) encontrar en la actualidad “fantasmas” de épocas muy lejanas.

11 de octubre de 2018

La Santería son reglas, por eso se llama Regla Osha



para sesma

1.
El cáncer que está consumiendo a la Osha e Ifa es la ignorancia de sus practicantes, quienes a transmiten su analfabetismo y oscurantismo a los despistados que se acercan a Santeros y Babalowos en búsqueda de soluciones a problemas cotidianos de los que el prójimo tiene la culpa, todos, menos ellos.

Es común que los iniciados asuman actitudes amenazantes porque son “Santeros”, pues la religión de los Orishas, en el imaginario colectivo, está vinculada a brujería o satanismo y ello infunde miedo, más esa presunción no se limita a intimidar, sino modificar sus procesos por la autoridad que creen tener para (re)inventar a la Religión Yoruba y obtener de ella el mayor beneficio posible (más allá de lo espiritual).

Mi padrino de Osha era uno de esos inventores: cuando se juró como Babalowo se auto-declaró omnipotente y con la autoridad absoluta para “perdonar” la estancia de 7 días del trono de todo Iyawó que se cruzó por su camino, pues él estaba sobre Ifa y la salida anticipada no dependía del único signo que lo permite, Odi tonti Oshe en Eleggua, sino de lo que se le hincharan sus podridas pelotas (sic).

Ni que decir que cuando aún era Santero ya daba señales de ser innovador y mezclaba ebboses con Espiritualismo, combinando un envasado de melado al pie de Yemaya con polvos de destierro.

2.
La Santería son reglas, por eso se llama “Regla Osha”, y las reglas hay que cumplirlas pues tienen una razón de ser, no se modifican por ocurrencia, ni por pensar en cambios para que el disfraz se vea mejor (nuevos materiales para elekes, ildes, aketes, manillas, etc.), para que sea más efectiva (alterando ebboses) o haciendo trampa para perjudicar al prójimo (engañando a los siempre corrompibles Orishas).

Recuerdo a un Babalowo que si quería que un Orisha se pusiera bravo con un ahijado, preparaba comida con ingredientes que no correspondían a la deidad. Así, en una ocasión cocinó palomas en salsa picante, las sirvió en un plato desechable y las colocó frente a Eleggua diciéndole que eran de parte su ahijado para “agradecerle” los favores concedidos; o tratándose de Obatala, sumergía sus otás con vodka y corojo en una cubeta avisando el licor era regalo de su ahijado.

Los dos casos anteriores no son ebboses marcados en ningún oddu, eran inventos que evidenciaban su ineptitud, sí, pero también su hijoputez.

3.
Quizá lo anterior no suene tan dramático tomando en cuenta la sarta de tonterías que se producen dentro de las paredes de un cuarto de religión, lejos del escrutinio público o de la supervisión de algún mayor, pero hay casos peores.

Conocí a un Babalowo que decía que el origen de Ifa era extraterrestre, y exponiendo toda una teoría que dentro de los parámetros de una película de ciencia ficción Ridley Scott, sonaba coherente. A tal grado llegaba su  mitomanía que algunos ebboses los realizaba portando un casco, relleno con delgadas láminas de plomo, para evitar que los Santos “vieran” que estaba haciendo brujerías.

Muchos practicantes de la Osha e Ifa creen que la religión de los Orishas surgió de manera espontánea, y por lo mismo, que su culto en el planeta es único e inigualable, más cuando se les menciona que está comprobado que la religión Yoruba es consecuencia de la combinación de diferentes diásporas, entre ellas la de culturas árabes (sobre todo los métodos adivinatorios de Ifa), se indignan y califican de “blasfemo” a quien lo señale (como sucedía hace siglos en la época de la Inquisición).

En el extremo de la ignorancia Santeros y Babalowos rechazan la similitud entre el Panteón Yoruba con el Panteón de los Galaicos, Romanos, Germanos, Celtas, Bantús, Aztecas, Iberios, Vikingos, Chinos y sobre todo niegan que es casi idéntico al de las deidades Griegas (ya no digamos la imagen exacta entre la Santísima Trinidad de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo católicos, la terna Brahma, Vishnu y Shiva hindú con la triada Olofi, Olorun y Olodumare.

En otro caso de su oscurantismo, actualmente la única corte reinante en la Osha es la de las 7 potencias africanas, de ahí que por ejemplo, al momento de la mano de Orunla “sólo” se puede ser hijo de Oshun, Eleggua, Oggun, Orunmila (uooops), Obatala, Yemaya o Shango, sin tomar en cuenta que el Panteón Yoruba está constituido por más de 400 Orishas ( si bien es cierto que algunas no se coronan, son las menos).

Dos últimos ejemplos de la irracionalidad de los religiosos de Osha e Ifa: el primero de ellos relacionado con la afirmación de que el origen de la Santería está en Cuba, y el segundo tiene que ver con la manera de escribir Elegguá, Oggún, Yemayá o Shangó: de dónde sacan que en el dialecto lucumí existen los acentos? 

4.
Hace días tuve la discusión que mantengo desde hace años sobre todo con Santeros, aunque ahora fue con un Babalowo, cuando afirmó que la Osha e Ifa están constituidas por reglas que deben seguirse al pie de la letra para cualquier aspecto relacionado con su práctica tanto en liturgia, iniciaciones, obras y atributos: todo se reduce a la actitud.

En este caso la polémica surgió porque durante una pausa en un tambor a Oshun, el Babalowo presumía que sus ildés, elekes, mazos y hasta ekueles estaban hechos con cristales Swarovski y “cosidos” con un carísimo hilo de oro.

En la parte más patética de la discusión le cuestioné si sabía que el material, la forma y el número de las glorias (vulgarmente conocidas como “cuentas”), tenían una detallada razón de ser que no podía alterase con la creación de figuritas por capricho, más lo impresionante vendría después, cuando aceptó que desconocía que las pulseras debían coserse con hilo cáñamo para que “al comer” absorban la sangre y la energía Orisha… y lo peor, preguntó ¿qué es una gloria?

Evadí seguir con la conversación con frases simplistas hasta que conseguí alejarme de él mientras el toque de tambor reiniciaba. Una vez a lado de mi esposa, una sensación de incomodidad me invadió: ¿qué mierdas hacíamos ahí, rodeados de iniciados neófitos que consideraban asistir a un güiro la oportunidad de lucir “sus mejores galas” religiosas sin saber que todo tiene un significado basado en “las reglas”?

Al terminar el güiro mi esposa fue solicitada para que sacar de la casa una cubeta haciendo bailes específicos, al tiempo que los religiosos veían respetuosos el ceremonial mientras me preguntaba con cierta molestia: “¿estos incultos saben por qué la escogieron a ella... entienden el significado de sacar una cubeta llena de agua, tras terminar un tambor, dentro de la Regla Osha?”

4 de octubre de 2018

Me ignoraron

El blog Basurero de almas celebra este mes de octubre seis años de vida, existencia que se debe principalmente a la presencia de ustedes, los lectores, quienes con su constancia hacen que esta web se obligue a mejorar día a día. Reciban un festivo saludo de parte de los administradores.

sea blue & ujule rachid

1.
- me dio gusto saludarte, tía – dije a la hermana de mi madre con quien había conversado poco más de media hora esa tarde del sábado.
- a mi también – dijo y estábamos a punto de cortar la llamada cuando agregó – mañana te llegará un regalo que te mandé con el chofer.
- vaya – dije extrañado pues no somos de tener esos detalles.
- ya lo verás - dijo con aire misterioso – es una sorpresa y te sentirás orgulloso – y añadió – ya sabes: el día que quieran venir a descansar a la hacienda tú y tu esposa, me avisan para organizarles todo.
- claro – dije evasivo – lo vemos con calma.
- tú me dices el día y mando al chofer por ustedes – ofreció – así te olvidas de pasarte cinco horas en un autobús.
- muchas gracias – dije, nos despedimos y cortamos.

Me quedé pensativo y decidí que en cuanto llegara mi esposa de cenar con sus amigas, le propondría irnos de vacaciones con mi tía: una millonaria con quien me une desde niño un profundo lazo que nunca repetí con los demás hermanos de mi madre.

2.
Esa madrugada de sábado para amanecer domingo no podía conciliar el sueño y al poco escuché una voz que me dijo: “levántate, enciende tu laptop y entra a Facebook”.

No chinguen”, me quejé, ignoré el consejo, seguí dando vueltas en la cama y pensé: “¿levantarme para revisar Facebook a esta hora?”, pero tras escuchar otra vez la sugerencia, decidí bajar temiendo que de no hacerlo no me dejarían dormir.

Una vez en mi cuenta navegué sin ver nada interesante, más cuando me disponía a salir di con una publicación de Ediciones Era que me intrigó: una noticia sobre la presentación del libro “Historias desconocidas de la revolución mexicana en El Paso y Ciudad Juárez”, del investigador David Dorado Romo (San José, California, 1961).

Abrí el link y me remitió a un boletín de prensa donde vi la portada y me dejó perplejo: una fotografía (conocida ya por toda mi familia) donde a lado del famoso revolucionario Pancho Villa está mi abuelo materno (en el círculo rojo en la foto que acompaña esta entrada). Busqué información en la web, más no la hubo, tal como sucede con los libros de esa editorial, lo cual me parece una infamia dado el esfuerzo que realizan por preservar la memoria histórica de este olvidadizo país.

3.
La mañana del mismo domingo me levanté con la intensión de ir a comprar el libro, idea que le comuniqué a mi esposa durante el desayuno, más de rato sonó el timbre, abrí y era el chofer de mi tía, me entregó un paquete y se despidió con su eterna sonrisa.

- y eso? – me preguntó.
- un libro.
- ya le vi la forma – obvió – qué compraste?
- yo nada, me lo mandó mi tía – señalé y le conté brevemente la llamada de la tarde/noche anterior.
- ábrelo – dijo intrigada, rompí la caja y descubrí el libro “Historias desconocidas de la revolución mexicana…”.

4.
Tras hojearlo llamé por teléfono a mi tía para agradecerle el detalle, más me respondió con su habitual cinismo.

- ojalá lo termines rápido para que me digas en qué páginas hablan de mi padre – y justificándose, agregó – es que mi vista cansada ya no me ayuda mucho a leer.

Por la tarde comencé su lectura, no tanto por la solicitud, sino porque en el fondo deseaba encontrarme con el nombre de un familiar más plasmado en textos de historia, tal como sucedió con el libro la “Banda del Automóvil Gris” de Carlos Isla, o “Testimonio cristero: Memorias del autor”, de Ezequiel Mendoza Barragán.

Y sorpresa: no había mención a mi abuelo (no porque yo creyera que se había ganado un lugar como insigne participante en la Revolución mexicana, ni porque en su calidad de extranjero – un español nacido en Santander – tuviera anécdotas dignas de difundirse), pero qué les costaba hacer mención de los personajes que aparecían en la foto de la portada?, así que indignado decidí escribir a Ediciones Era.

5.
La primera comunicación la intenté vía su página de Facebook, la cual no sólo fue ignorada, sino que tras publicarse fue eliminada a los pocos minutos por el administrador de la cuenta.

Ni que decir que mi mensaje era sobradamente diplomático y en él daba información sobre el origen de la fotografía (junto con otra menos conocida), así como datos que darían luz sobre el suceso histórico que la imagen captura (en internet se señala que el autor es desconocido, pero que forma parte del catálogo de la Biblioteca de investigación de la Getty Research Institute), y que podría incluirse en futuras ediciones, más la indiferencia mostrada por la editorial lejos de desalentarme hizo aflorar, ahora sí, mi irritación.

Así, mi siguiente conato de comunicación fue doble: a través de la sección de contacto de su página web y vía mail, donde además de repetir la información, me quejaba de los sucedido en su página de Facebook, más el resultado fue el mismo: me ignoraron.

Mi última intentona fue tratar de contactar al autor, más parecía que los astros estaban en mi contra y pese a ser académico nunca encontré algún mail para escribirle. Desistí.

6.
Y a todo esto se preguntarán: ¿qué tal está “Historias desconocidas de la revolución mexicana en El Paso y Ciudad Juárez”?, a lo que respondería que interesante, aunque hay secciones a las que no les encontré sentido, como narrar el desarrollo musical de la frontera influenciado por el jazz y el blues yanqui (será que aparte de escritor, traductor e historiador, el autor es músico?).

El libro contiene interesantes capítulos sobre médiums locales que contribuyeron a la organización de la lucha en la frontera norte del país, espiritistas que al igual que su líder, el chapucero Francisco I. Madero, usaron sus dones para organizar una insurrección que fracasó estrepitosamente por los malos consejos de los desencarnados (por ejemplo, para el caso de Madero, a través de sus sesiones espiritistas el alma del expresidente Benito Juárez lo convenció de levantarse en armas contra el “dictador” Porfirio Díaz, tras hacerle creer que con ello se convertiría en el gran libertador de méxico).

David Dorado Romo, Historias desconocidas de la Revolución Mexicana en el Paso y Ciudad Juárez (1893-1923), 430 págs. Ediciones Era, 2017