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31 de marzo de 2023

Todo eso lo intentó el Babalowo en Semana santa


1.
Su primer error, de ambos, fue aceptar que les coronaras Santo en Semana santa, sólo a un ignorante como tu padrino se le ocurre hacer ceremonias esos días.
Él no cree en Dios ni en esas celebraciones, solo en los Orishas — se defendió el hombre — además, el Babalowo escogió la fecha en que íbamos a coronar.
La Semana santa no es una “celebración”, no se festeja nada, es una conmemoración — ignoré la excusa — no se trata de creer o no, y ya no digamos de respetar, sino de entender que en esa semana se mueven muchas energías que alteran cualquier iniciación o ceremonia de cualquier religión o práctica espiritual.
—Oye, él le preguntó a Orunmila y su palabra nunca cae al piso — secundó su esposa, hablando por primera vez — por eso aceptamos.
 
Los observé y al parecer, por encima de la canallada que hizo el Babalowo, parecían defenderlo, buscaban justificar que fuera un pendejo o no querían meterse en más problemas criticándolo por miedo… o algo.
 
—Con este tipo de sacrilegios que hizo tu padrino — les advertí — incluso me pregunto si les hicieron correctamente su Yoko osha.
 
Estábamos en los Viveros de Coyoacan, el lugar que usé como condición para verlos, por aquello de que el COVID 19 sique activo y matando mexicanos todos los días. A punto estuve de citarlos en la cafetería Tierra Garat, la cual tengo ganas de conocer, pero la prudencia se impuso.
 
—Dejemos de distraernos: necesito se sienten frente a mí para consultarlos con videncia — pedí, se acomodaron y alterné mi mirada en los ojos de ella y luego los de él, varias veces, hasta que interrumpieron mi silencio.
—¿Por qué pusiste cara de asombro? — dijo la mujer.
—Porque creo que tu padrino no es lo que parece.
 
2.
—¿Por qué se iniciaron el a Osha? — los cuestioné.
—Queremos tener familia — dijo ella.
—Sin embargo, no ha sido posible — secundó él el motivo.
—El Babalowo dijo que debíamos iniciarnos y recibir a Yemaya porque ella es la dueña de la fertilidad.
 
Los observé y sentí pena por ellos: otra pareja más que cae en las manos de un estafador iniciado en Ifa.
 
—Bien, hagamos un resumen — les avisé para no desviarnos del motivo que los llevó a buscarme — ustedes coronaron Santo en semana santa, y ambos resultaron hijos de Yemaya, por eso a su padrino se le hizo fácil parirlos como jimaguas. ¿Voy bien?
—Sí.
—Él es hijo de Shangó y Yemaya y ustedes al revés: Yemaya con Shangó.
—Sí, pero el Babalowo nos explicó que él es oni-oni y que sólo corre de izquierda a derecha — señaló la mujer — así que nosotros no seríamos “reyes” como él.
—¿Sabían que solo esos dos Orihsas, de toda la corte africana, son reyes?,  y son los únicos que deben portar corona en sus soperas e ir en pilón.
—Oshun es reina y me hace mucho frente — me interrumpió la mujer.
—¡Solo Yemayá y Shangó son reyes! — protesté — lo demás, como darle un violín a Oshun, coronar Yemaya con oro para Olokun y muchas obras más, son inventos de algunos cubanos.
 
La pareja me miró sorprendida y procedió a explicarme todos los lugares comunes en los que su padrino incurría al momento de explicar la mecánica de la Osha e Ifa.
 
—Voy a corregir mi opinión: su padrino no es un pendejo ignorante, es un cabrón hijo de la chingada — avisé — a eso me refería con que no es lo que parece.
—No entiendo — dijo el hombre.
—Ya lo harás — avisé — sigamos: así que luego de coronar y durante casi año y medio su padrino les vende y vende Orishas, hasta que ustedes simplemente se ven en la quiebra.
—Al cuestionar algunas cosas de su actitud empezamos a creer que sí, nos entregaba atributos solo para sacarnos dinero, porque las razones que nos daba no las estábamos viviendo tal cual nos amenazaba.
—Nos dijo que en breve tendríamos graves problemas, pleitos con… — dijo la mujer, mas la interrumpí.
—Fue cuando les entregó Ibeyis, pero luego les advirtió que la guerra que vendría sería terrible y que deberían recibir Agayú y Olokun para poder defenderse con la fuerza de los volcanos y los tsunamis.
—Sí — respondieron al mismo tiempo.
—También quería hacerlo en Semana santa — señalé — fue cuando ustedes decidieron huir del ese Ilé, sobre todo porque les dijo que debía ser en esos días para recibirlos con “todo su poder”.
—Sí — dijo él — investigamos en internet y descubrimos que en su blog usted señala que Agayú y Olokun no son Orishas para guerrear, sino para la estabilidad emocional y la espiritualidad.
—Respectivamente, sí — secundó la mujer.
—Él los busca por teléfono para presionarlos con las ceremonias, ustedes le dicen que no tienen dinero, se enoja, reiteras la falta de dinero, insiste, comienzan a discutir y le avisas que ya no volverán verlo.
—Sí.
—Entonces comienza a irles mal, sobre todo a ella: pierde su trabajo, intentan robarle su auto, se salva de ser violada, la asaltan y finalmente se cae y se rompe una pierna luego de ir a una cita de trabajo. 
—Sí, pero en realidad todas las desgracias le pasan ella, yo no he tenido mayores problemas.
—¿Y después de todo eso siguen sin entender por qué les va mal?
—Quizá él nos volteó a los Santos, porque por ser oni-oni y padrino tiene autoridad para… — aventuró ella.
—“Autoridad” mis güevos la interrumpí.
—Ya me cansé de explicarle que seguramente Yemayá y Shangó están enojados con nosotros por habernos alejado del padrino — intervino él señalando a su esposa.
—Seberían de estudiar un poco de la religión de los Orishas: eso que dices son tonterías parecidas a las pendejadas que dice tu padrino — acusé — ¡ustedes están brujeados porque quiere destruirlos!
 
3.
—¿Ya se enojó? — preguntó la mujer — porque está diciendo groserías, pero no ha dicho “mierda” ni “vaya”, como luego cuenta en los escritos de su blog.
 
Miré a la mujer y no tuve más remedio que levantar los ojos hacia el cielo buscando la paciencia que se había extraviado minutos antes entre los numerosos árboles que nos rodeaban.
 
4.
—Ahora vas a entender porque afirmé que tu padrino es un cabrón hijo de la chingada — miré con dureza al hombre — quiere destruirlos y de la manera más ruin: como sabe que ustedes son una buena pareja quiere matar a tu esposa para que luego tú mueras de tristeza, por eso las calamidades solo las padece ella. Así, tras su muerte, te convirtieras en alcohólico, te desinteresaras por la vida, vivieras deprimido, renunciaras a tu empleo… en fin, que acabarás convertido en un guiñapo, y con suerte, te pegaras un tiro en la cabeza.
—¡Dios! — exclamó la mujer.
—Y para conseguirlo pactó con un muerto — agregué.
 
La pareja intercambió miradas, ella comenzó a gimotear y él la abrazó con desesperación para después también llorar.
 
—¡Maldito perro! —gritó él.
—¡Dios mío, Dios mío, Dios mío! — exclamó ella.
—Yaa, dejen de manchar su alma con sentimientos caninos… además Dios no es tuyo, es de todos, es comunista — señalé a la mujer — como sea, aquí nadie está afirmando que eso vaya a suceder.
 
5.
—Eso suena demasiado perverso — dijo ella gimoteando.
—Aunque tiene lógica lo que nos estás explicando — intervino él — solo a una persona con el alma podrida se le podría ocurrir hacernos daño de tal manera solo porque no tenemos dinero.
—La religión de los Orishas está plagada de religiosos a quienes les fundieron el cerebro a altas temperaturas por alguna iniciación mal hecha, y si a eso le agregas que muchos son delincuentes o prófugos de la justicia, entonces comprenderás por qué muchos Santeros y Babalowos pueden aglutinar tanta maldad.
—Lo que quiere hacer este hombre no tiene nombre — se quejó él.
—“Quería”, dilo en verbo pasado — pedí.
—¿Por qué no conseguirá salirse con la suya? — quiso saber ella.
—Por diferentes razones, entre ellas que ustedes realmente son oni-oni y si conocieran de religión sabrían que entre muchas cosas Shangó no puede ni debe cometer matricidio… todo es muy sencillo: harán algunas obras, se darán baños de hierbas, pero el ebboe más importante es dejar de tenerle miedo.
—¡Gracias, eres un ángel! — gritó la mujer.
—No vuelvas a señalar eso — protesté — esas “cosas” con alas, que dicen son de color blanco y son buenas, no existen, si de verdad han leído mi blog deberías saberlo, mejor tomen nota de lo que tienen qué hacer.
 
Comencé a dictarles mientras ella anotaba en su celular y él grababa al mismo tiempo lo que yo decía. Media hora después, tras aclararles sus dudas, di por concluida la consulta, pero ellos no.
 
—¿Y cuando vea que no pudo matarla a ella y que seguimos juntos y que…
—Deja de darle vueltas al asunto, no sucederá — pedí al hombre — ya dije: Shangó no puede ni debe cometer matricidio, así que con las obras que les di, sobre todo al darles a Yemayá y Shangó los carneros cruzados bastará para que todo se le revierta.
—¿Se le va a regresar todo lo hizo contra nosotros? — cuestionó la mujer.
—Yo no trabajo de esa manera, la justicia se la dejo a los Santos, pero sí les diré: un pleito entre las energías de los Orishas tiene secuelas terribles, seguro no se acordarán, pero el incendio de bares como La Montaña, Can-Can, Casino Terrazas y Lobohombo, lo demuestran. Por ejemplo, este último fue resultado de un pleito entre Oggún y Shangó.
—Claro que me acuerdo, fueron casos muy sonados — dijo él.
 
6.
—¿Usted podría sacrificarles el chivo a Eleggua y los carneros a Yemayá y Shangó? — preguntó la mujer, en realidad suplicó.
—No lo haré, y no pregunten los motivos, pero los puedo recomendar a un Santero cubano de todas mis confianzas que seguro lo hará, así como a un Mayombero para desprenderte del muerto.
—Hace rato cuestionaba a los practicantes cubanos.
—Cuidado con lo que dices — advertí al hombre señalándolo con el dedo índice — va de nuevo: si han leído mi blog, habrán notado que no generalizo cuando pongo en evidencia a Santeros y Babalowos, siempre hago la aclaración, “algunos”, ALGUNOS, son deshonestos.
—¿Entonces nos da el teléfono de sus amigos Santero y Palero? — pidió la mujer.
—Perdón, pero ¿ya con eso estamos salvados? — insistió él — ¿por qué los Orishas, si son deidades, no se habían dado cuenta de la canallada de nuestro padrino y bloquearon todo lo que hizo contra nosotros?
—En primer lugar, porque no son dioses, son energías, y también porque ustedes no han hecho ebboe para “contarles” lo que sucedió — ambos me observaron con incredulidad, suspiré — si van a seguir en la Osha pónganse a estudiar — les advertí — ¿saben cuál es el primer animal que bajó a la Tierra?
—No…
—Cuenta la leyenda que fue una gallina, enviada por Olofi, para que le informara cómo estaba su creación, así que bajó, vio que todo estaba en orden y volvió para contar que ya podía crearse al ser humano. Por eso en cada ebboe se inmolan emplumados, para que vayan al cielo y avisen que alguien está haciendo sacrificios para pedir bendiciones.
—¿Ya con eso?
—Sí, pero agregaré algo más: su padrino violentó el equilibrio espiritual al coronarlos en Semana santa, y eso significa mucho, muchísimo más de lo que se imaginan o de lo que hemos hablado aquí. 

2 de febrero de 2021

Travesuras con Yemaya y Olokun


para las amistades que ante una taza de café
ya me escucharon contar esta anécdota
 
En algún itá poseo un trío de amenazas relacionadas con el agua: se me prohíbe meterme al mar porque Yemayá me va “a llevar”, tengo vetado cruzar ríos porque Olokun también quiere hacerse de mis huesos y debo evitar las lagunas y pantanos si no quiero enfrentarme a los demonios que ahí habitan.
 
No me queda claro por qué Yemayá me quiere llevar… bueno, para qué me engaño: conozco sus razones (mismas que, curioso, no terminan de convencerme, aunque ¿quién soy yo para cuestionarlas?).
 
Las que no entiendo son las de Olokun, pues los ríos no son de su propiedad, salvo que alguna corriente de parte de Oshún sea la encargada de llevarme al océano y de ahí él/ella me jale, gustoso/a, hasta el fondo.
 
Y la de las lagunas… esas son más que obvias. Como sea: suelo ser prudente con esas y más amenazas de otros itases, peligros que, curioso, también me han dado ratos de buena diversión.
 
En una ocasión mi esposa y yo fuimos a una playa del océano pacífico; un lugar bastante agradable ya que era una pequeña bahía bordeada por acantilados que le daba un aire de privacidad.
 
Los primeros días fueron de levantarse temprano o acostarse tarde por hacer ebboses en la costa, alejados de las miradas indiscretas, en donde mis entradas al mar debían ser breves, evitando la profundidad y buscando no me jugara una trastada el fuerte oleaje que se provocaba apenas y metía un pie al agua, pues podría revolcarme y llevarme sin misericordia. Claro, apenas y salía la marea se relajaba.
 
Había más: la simple estancia en la playa, con o sin entradas al agua, me generaban impresionante cansancio que paliaba con zambullidas en las albercas del hotel por las tardes, antes de encaminarnos al restaurant a saciar el hambre con una nutrida oferta de pescados y mariscos. Finalmente, tras entrar al mar para ofrendar sendos frascos de melado a Yemayá y a Olokun, fue que el cansancio menguó.
 
Una madrugada zarpamos mar adentro en una lancha previamente contratada y con la intención de confirmar qué tan cierto era que dejando ofrendas, junto con mucha paciencia, se puede escuchar al insaciable Olokun cantar si es que le agradaron, lo cual efectivamente sucedió: mientras el lanchero dormía ajeno a nuestras planes, y tras esperar una hora luego de entregar las dádivas, la/lo escuchamos canturrear de una forma tan maravillosa que solo esa temida deidad Orisha podría hacerlo. Yo, siendo incansable consumidor de música de los más variados y extraños estilos, jamás había oído algo parecido.
 
Conforme se acercaba el fin del período vacacional iniciamos la segunda parte de eboses que teníamos planeados, sobre todo los relacionados con el secreto de Olokun, lo que implicaba pasar largas horas en la playa haciendo búsquedas (http://basurerodealmas.blogspot.com/2017/10/el-secreto-para-reforzar-olokun.html).
 
En una de las largas caminatas, haciendo pausas para escarbar en la arena, vi la playa desde una perspectiva diferente cuando al pararme donde fuera la marea entraba con fuerza, aún y cuando solo estuviera sobre la orilla y a varios metros de distancia del agua. Fue cuando decidí hacer algunas travesuras.
 
La primera, en una incipiente tarde fue pararme enfrente de aquellas personas que estuvieran durmiendo, recostadas en una toalla y relativamente cerca del agua: ni que decir que en cuanto me acercaba el mar se alborotaba, entraba con fuerza, me hacía a un lado y quienes recibían las olas eran “los bellos durmientes”, quienes no sólo despertaban asustados, sino que un par vio cómo sus objetos personales eran tragados, sin misericordia, por el océano.
 
La otra, más divertida, fue un día después y consistió en ponerme frente a impresionantes castillos de arena construidos entre padres e hijos durante horas, algunos incluso con canales o fosos que me quedaba claro no conseguirían detener la fuerza de mis perseguidoras olas: resultó divertido ver como las fortalezas se desmoronaban en segundos.
 
Tras hacerlo por tercera vez ese medio día decidí adelantar la búsqueda de reforzamientos para Olokun y me alejé del bullicio y los bañistas, dirigiéndome hacia el extremo derecho de la bahía, buscando alcanzar a las “dos aguas”: la conexión de un río (Oshún) que descarga en el mar (Yemayá).
 
En cuanto llegué al cruce me detuve a contemplar el firmamento y a disfrutar del silencio, por lo que dejé de poner atención a la obsesión de la marea por embestirme, siendo la primera ola en alcanzarme una que arrojó una piedra que me golpeó con fuerza en el pie derecho.
 
Ni que decir que me dolió, más lejos de considerarlo una llamada de atención de Yemayá, y pese al inmediato enrojecimiento de la piel, lo que me atrajo fue el tamaño (como el de una naranja), su forma, pero sobre todo que fuera de color azul: así o más claro el mensaje.
 
Cargué con la piedra en mi maleta y días después regresamos a la ciudad. Luego, la coloqué en el pilón de la Orisha del mar, aunque en algún momento me pasó por la cabeza meterla en su sopera, pero no quise alterar el número de otás, siete, que la representan.
 
Meses después, a sugerencia de mi esposa, sabedora de los secretos de los cuarzos, rocas y demás por sus iniciaciones en Wicca, me sugirió ponerla en agua para “refrescarla”, cosa que hice y sin pensarlo mucho la metí en un balde demasiado grande para su tamaño. La olvidé ahí algunos días hasta que un fuerte “aroma a costa” atrajo mi atención hacia el cuarto de religión: entré y descubrí que el olor provenía de la cubeta donde sumergí la piedra.
 
Si bien consideré aquello una exageración, la probé y su sabor era efectivamente a agua de mar, así que aproveché y me di un baño para limpiarme de energías negativas, no sin antes agregar un poco de cascarilla y agua florida.
 
Durante meses la usamos en distintos ebboses, propios o para terceros (no era un proceso de purificación de sedimentos de la piedra: era una verdadera “fábrica” de agua de mar), hasta que un día se me ocurrió llevármela a mi trabajo y colocarla sobre mi CPU para que absorbiera la mala energía de mis odiosos compañeros
 
Ahí estuvo por años hasta que un sábado, a finales del mes de marzo de 2019, un “misterioso chispazo”, iniciado en el piso 9 (yo estaba asignado al 10), provocó que el edificio donde trabajo se quemara y arrasara con expedientes que estaban a punto de ser sometidos a una auditoría… y lo peor: entre el ir y venir de varios compañeros tratando de rescatar mobiliario, archivos, objetos personales, publicaciones e información de las computadoras, alguno se encargó de que mi piedra desapareciera.

8 de noviembre de 2020

Algunas verdades sobre Yemaya (homosexuales en Ifa)

 


1.
Suelo recordarlo numerosas veces: caminar sobre la playa conlleva a pensar en Yemayá y Olokun, en el mar y su profundidad, dos deidades que a muchos asustan, nadie vincula entre ellas y pocos comprenden. 


Por ejemplo, si en los meses de octubre se camina sobre las playas del caribe mexicano, se puede tener la suerte de ver cuando las olas se tragan la arena y dejan al descubierto, por momentos, algunas ruinas ideales para hacer ebboses, de las pocas obras que a cambio de lo escaso que pide Yemayá, entregan todo, pero luego, horas después, cuando se busca de nuevo dichos vestigios ya han desaparecido.

 
No se confundan, ella es madre (la primera y la única), se ha dicho hasta el cansancio, pero también es caprichuda, y por lo mismo, a su alrededor se tejen leyendas (algunas no me constan, me las han contado y/o las he leído), donde, por ejemplo, exige ofrendas para regresa el cuerpo de un ahogado, de esos ególatras que entran al mar sin respeto y salen convertidos en cadáveres.
 
Sí, mucho amor de los Santeros al mar, pero nadie se pregunta a quién pertenece la playa, esa arena que bien se disfruta o provoca desesperación por meterse en todos los rincones del cuerpo humano, también sirve para enterrar ebboses, darse baños para quitar la mala suerte, va dentro la sopera de Olokun, o en el extremo, se usa para hacer brujerías, sí, pero nadie sabe a quién pertenece.
 
Es como la unión del río y el mar donde hay peces que no necesitan atraparse para hacer ebboe: se recuesta uno en sus aguas y deja que se acerquen a picotear el cuerpo para llevarse las maldiciones maternas, pero ¿de quién son las (mal llamadas) dos aguas? ¿Oshún o Yemayá? no importa su origen sino para qué sirven.
 
2.
Reflexiono sobre esto mientras escucho a Ludwig van Beethoven, su sonata “Moonlight Sonata Op 27 No. 2”, en manos de la pianista rusa Anastasia Huppmann, que, obvio, siendo la Luna la representación astrológica de Yemayá, a muchos les quedará clara la referencia.
 
Esa obviedad de ligar a la luna con Yemayá tiene espejos donde algunas circunstancias, astros u objetos, de inmediato se ligan con un Orisha, como por ejemplo a los gays: siempre se les vincula con Oshun, pero gran error pues quien les hace frente es precisamente la iracunda dueña del mar. Y así podría seguir con aclaraciones, pero mejor nos quedamos con Yemayá, la responsable de que haya homosexuales en Ifa.
 
3.
Es polémico el tema de los Babalowos gays, más la posibilidad existe y está determinada por el odu Ogunda Kete, el cual incluye este patakie:
 
En la tierra de Adonile, había una vez un hombre que se llamaba Adekoyi, el cual era maricón, y estaba perdidamente enamorado de Yemayá Atamara, la cual era mujer de Orunmila.
 
Ella deseosa de ofikale trupon con Adekoyi, fue a verlo para pedirle que viviera con ella, donde él le dijo que lo haría si ella que era la dueña de los grandes secretos de Osha y el Diloggun, le enseñaba el dominio de esta. Dominada por su lujuria volcó en él sus conocimientos y cuando fue a pedirle el premio de su recompensa, él le dijo: que todavía faltaba, que viviría con ella si era capaz de hacer que Orunmila le hiciera Ifa. Ella intercedió valiéndose de sus mañas logrando que Orunmila le hiciera Ifa.
 
En virtud de esa consagración, la personalidad de Adekoyi cambió, haciéndose un hombre responsable de su religión y con numerosas mujeres en su harén. Yemayá al ver aquella transformación aumentó más su furor por ofikale trupon y creyéndose merecedora del premio y deseosa, partió rumbo a la casa de Ogunda Kete, el nuevo nombre de Adekoyi, y le dijo: Vengo para que cumplas tu promesa conmigo. Él le respondió: por ser la mujer de mi padrino, el cual me ha dado mi valor y hombría en esta tierra, serías la última mujer con que yo viviría. Yemayá despechada por aquellas palabras cogió una canasta de mercancías y salió rumbo a la plaza donde grito a los cuatro vientos y a viva voz lo siguiente: todos ustedes para que sepan, ese al cual Orunmila le hizo Ifa y ahora se llama Ogunda Kete y que es muy famoso por sus mujeres y su poder, en mi tierra se llamaba Adekoyi y era maricón. Por lo cual Orunmila ha ofendido la tierra de este reino.
 
Comenzaron las murmuraciones de los habitantes de aquella tierra pues ya Ogunda Kete había consagrado a varios de sus congéneres, los cuales también habían sufrido la transformación del poder.
 
Orunmila enterado de aquello, llamó a Ogunda Kete y a sus ahijados y estando arrodillados ante él, les dijo: el poder que les di no se los puedo quitar, pero dos caminos les quedan en la vida: uno, no consagrar a más nadie de sus congéneres, pues todos los que consagren en la tierra Orisha Ifa serán araye… dos, si quieren conservar la vida nunca más pueden caer en su antigua falta y los llevó frente a Eshu, donde se hizo el gran secreto del sellamiento de Odidi (ano) para con eso quitar las murmuraciones que Yemayá llevó sobre Orunmila y sus ahijados.
 
Y aquí caemos de nuevo en las confusiones: Orunmila advirtió que “no consagrar a más nadie de sus congéneres, pues todos los que consagren en la tierra Orisha Ifa serán araye (serán vistos con malos ojos)”, pero ¿a qué se refiere con congéneres: no tener ahijados o no iniciar a otros homosexuales?
 
Si algún Babalowo valiente (y bien estudiado) se atreve, que nos aclare este punto, pero por lo pronto señalemos que esto tiene su origen en Cuba, ya que en la Nigeria yoruba ser gay está ridículamente penado y castigado con la muerte, mientras que la diáspora cubana presume tener una evolución favorable en la religión, afirmando que ya muchos iniciados en la Osha e Ifa son homosexuales.
 
Aún queda pendiente de aprobar (en Cuba, obvio), el acceso de mujeres a Ifa, la Sociedad Cultural Yoruba lo rechaza y el Templo Ifá Iranlówo lo autoriza, donde Yemayá está dejando oír sutilmente su opinión a partir del oddu Otura Iroso: las puertas de la casa de Orúnmila están abiertas para sus hijos e hijas y ninguno está impedido de cruzar el umbral.
 
4.
Volvamos a Yemayá y hagamos otras aclaraciones: se sabe que de ella nace la vida y la fertilidad, era la dueña del cementerio hasta que Oya y Shangó se lo quitaron con engaños, es la única propietaria de la riqueza material (NO es Oshún) y es la verdadera Orisha muertera (NO es Oya), y también representa la intelectualidad, decisiones justas y sabiduría, y en el extremo, el carácter voluble, arrogante, irracional y necio.
 
Sí, ello se ha dicho hasta el cansancio, al igual que esa estupidez de la diáspora cubana de que se le sincretiza con la Virgen de Regla, pero los religiosos de Osha e Ifa olvidan que sus castigos están cargados de justicia, que el mar no reconoce esquinas, que para nacer sus hijos primero deben pasar por el doloroso crecimiento de las espinas dentro de su alma, y por lo mismo, no la tienen nada fácil ante los retos del destino al que les condena a vivir.
 
“Necia”, se señaló antes, y sí, por eso Yemayá es responsable de que haya homosexuales en Ifa, y ello no es malo: en términos de moda ya se le reconocerá como una Orisha incluyente en los caminos de la diversidad, porque al final todos los seres humanos son sus hijos.

13 de abril de 2020

Santería y niños soldado

1.
Es impresionante la cantidad de personas que vinculadas a actividades ilegales, se someten a rituales “extraños” o se inician en la Santería, Ifa y Palo Mayombe creyendo que les darán impunidad, aunque también existen aquellos que piensan que otro tipo de ceremonias les darán inmortalidad, inventadas por oportunistas, en nombre de la Santa muerte, San Malverde, la Corte Malandra o San Judas Tadeo.

Mientras se estrenó con más pena que gloria el patético film mexicano “Inquilinos”, sobre Santería y fantasmas, la película francesa “Johnny mad dog” (se traduciría como Juanito Perro Loco), sigue siendo un serio ejercicio de los límites del fanatismo religioso mezclado con la ignorancia en una atemporal África de los Orishas.


2.
Dirigida por Jean-Stéphane Sauvaire, está basada en la novela “Johnny Chien Méchant” de Emmanuel Dongala y versa sobre niños soldados que participan en una guerra civil, film que incluye una inquietante subtrama acerca de la Santería africana y los poderes que otorga portar elekes para evitar que las balas enemigas acaben con sus vidas.

El uso de talismanes y ebboses es una manipulación que ha existido a lo largo de la historia de las religiones, por ello no extraña que en la película los chicos, tras ser iniciados ante Eleggua, sean “acribillados” con balas de salva por su líder (un general llamado Never die), para demostrarles que son inmortales y puedan participar en el asalto final de los guerrilleros a la capital del país.

La manipulación religiosa que se hace de los niños va más allá de la fe con la que portan sus collares (con abundante presencia de Yemaya y cruces cristianas), mismos que llevan a afirmar a Johnny que sus elekes lo hacen invencible: escudados con ello roban, violan y matan con asombrosa frialdad, mientras su atavío militar incluye vestidos de novia, alas de hada, uniformes de futbol o ropas aludiendo a Eleggua.

La contraparte es Laokole: una niña que huyendo de la violencia, pierde a su hermano y ve morir a su padre. Su primer encuentro hace dudar a Johnny sobre su modo de vida, pero opta por seguir en el bandidaje, aunque más adelante otras situaciones hagan cimbrar esa certeza, como sucede al asesinar a un anciano, con biblia y rosario en mano, lo cual le deja perplejo al constatar que sus amuletos no le dieron inmortalidad.

Si bien esos conflictos existenciales son pasajeros, es la entrada a la ciudad, destruyendo y asesinando, lo que le lleva a enfrentar una realidad que ni sus creencias religiosas podrán remediar: el fin de la guerra junto con el odio que Laokole le profesa y que se manifiesta al rechazar un collar de Shango que Johnny pretende regalarle.

El film incluyó verdaderos ex niños soldado para dar realismo a las escenas, siendo que en muchas de ellas la presencia de Eleggua en la muerte de milicianos, y en los escenarios donde se impone la injusticia, lo convierten en un lúcido homenaje a la ironía.

Una película mordaz y brutal, pero a su vez emotiva y deslumbrante, en donde cada dosis de violencia da pie a un guiño humanitario, opacado por el odio irracional de las subsiguientes escenas, mismas que, pese a todo, no hacen perder la fe de que en algún momento las cosas cambien para los pequeños.


3.
Para los interesados en el tema, otra opción es “Beasts of no nation”, película dirigida por Cary Joji Fukunaga y ubicada en un país de África Occidental, aborda el mismo argumento, pero de manera sórdida, mostrando como la inocencia de los niños (a través del protagonista Agu), es envilecida para convertirlo en asesino, luego de la muerte de sus padres, tras caer en manos de rebeldes adultos dirigidos por el perverso líder a quien sólo se le conoce como “Comandante”.

Este film, basado en la aclamada novela del nigeriano Uzodinma Iweala, tiene interesantes apuntes de iniciaciones en la Osha y el Palo (también al estilo africano), para conseguir inmortalidad en las batallas, haciendo alusión con simbolismos a Eleggua y otros Orishas, incluyendo el culto de los Egúngún y destacando los colores de Orunla y cauris en el uniforme de los niños soldado.

Un film igual de interesante, aunque por momentos no oculte la óptica yanqui sobre el asunto (fue la primera producción realizada por Netflix), mas a diferencia del director de “Johnny mad dog”, Cary Joji Fukunaga consigue una desconcertante belleza visual detrás de la cámara que, junto con una fotografía que por momentos alcanza matices poéticos, hacen del culto Yoruba, atinadamente, un protagonista más y no el eje de la retorcida historia.

Es precisamente esa evocación lírica que el director combina con la mezquindad, el abuso, las mentiras, la crueldad y la violencia del mundo adulto, en contraposición con la fe, la solidaridad, la ingenuidad y la alegría de una inocencia infantil que se niega a ser interrumpida, lo que hace de “Beasts of no nation” una impresionante y recomendable trama shakesperiana (muy influenciada por Hamlet), cuya finalidad es incomodar al espectador a través de la ambigua redención de Agu.

16 de julio de 2019

Ibeyis sin Jimaguas



1.
La penúltima vez que estuve en casa de mi padrino fue porque pretendía que le pariera Ibeyis a su tercera esposa, aunque yo no quería seguir involucrándome en su mezquina manera de practicar la religión (ni en su patético modo de vida), me debatí durante semanas en si debía negarme.

El posible paritorio no significaba que dejaran de cumplirse las formas que él mismo impuso en su Ilé, así que acepté y acordamos vernos un jueves para dar coco a mis Jimaguas y que ellos decidieran si serían entregados, pero mi inquietud se acercaba al disgusto: mi esposa y yo teníamos un pie fuera de esa casa religiosa y apadrinarla implicaría retrasar lo que ya era inminente.

Conversando con un amigo Babalowo compartí mi molestia y propuso una solución práctica: dejarlo todo en manos de los Ibeyis, para lo cual debía hablar con ellos y pedirles que tomaran la decisión correcta.

2.
El jueves en la tarde llamó a mi celular un ahijado de mi padrino.

- ¿ya te enteraste? – preguntó con el tono insidioso que usaba para compartir una indiscreción.
- no sé de qué hablas: estoy en mi trabajo…
- metieron a la cárcel a un hijo del padrino – soltó con cizaña.
- ¿¡cómo!? – exclamé…
- a P – se refirió al que había tenido con su primera esposa – lo acusan de robar herramientas de una ferretería.
- ¿y…?
- el padrino se fue a la delegación de policía para saber cómo está el asunto y si puede hacer algo - informó…
- vaya – dije – y nosotros quedamos de vernos en la noche…
- los ahijados a los que les avisé van a ir a la comisaría – presumió.
- iré a ver a la madrina para hacer una consulta con los Ibeyis – solté – igual y todo se arregla y coincidimos allá.
- como quieras – dijo indignado por mi falta de solidaridad: aquello cambió el panorama y sentí que sería para bien. Avisé a mi esposa que iría solo.

3.
Al llegar al Ilé la madrina me abrió la puerta con cara de pocos amigos.

- ¿ya supiste? – preguntó mientras cruzábamos el patio y yo la seguía cargando en cada mano las soperitas de los Ibeyis.
- sí…
- hazme el jodido favor: “tu padrino” en vez de estar aquí atendiendo su casa religiosa anda remediando los problemas del vago ese
- qué te puedo decir? – dije entrando a la habitación donde trabajan religión, dejé mis soperitas frente a Eleggua, di tres golpes en el suelo y nos sentamos a platicar.
- pensé que ya habrían regresado – traté de regresar al tema religioso tras varios minutos de hablar banalidades.
- llamó antes de que llegaras… dijo que trataría de hablar con el juez: el vago jura que no llevaban herramientas cuando los vieron salir.
- ¿“los vieron”? – inquirí.
- sí, el vago y su primo – se quejó.
- ¿pero y las herramientas? – pregunté.
- no las tenían – desairó – ya sabes: los rateros son buenos magos

Sonó el teléfono, ella contestó, gruñó varios “jum” y antes de terminar avisó que yo estaba ahí para darle obi a los Jimaguas, soltó otro “jum” y colgó de la mala gana.

- va para largo – se quejó – dejaremos la consulta para otro día…
- yo puedo tirar coco – ofrecí al tomar su ausencia como buena señal.
- ándale – dijo con rebelde jactancia – también somos Santeros y podemos trabajar religión aunque no esté “el padrino”.

Me levanté, tomé mis soperitas, las coloqué en medio de la habitación mientras ella buscaba una vela, yo tomaba las rodajas de coco que estaban en una jícara y las colocaba frente a los Ibeyis y moyugaba.

- ¿Taewo y Kainde reciben a F para hacerles una consulta? – pregunté y respondieron con eyeife.
- su hija aquí presente – puse las rodajas en su lerí - quiere saber si debe recibirlos para mejorar su vida - dieron eyeife y dibujaron una línea recta apuntando hacia Eleggua.
- ¿yo puedo “parírselos”? – arrojaron oyekun y formaron un rectángulo, provocando que ella palideciera.
- ¿con ese oyekun habla Eggun? – interrogué para desechar opciones a tan temida tirada por los Santeros: dieron okana – no es el muerto – la tranquilicé: hablaba Orunla e hice referencia al rectángulo…
- déjame indagar – le advertí - ¿no quieren que yo haga el paritorio porque podría perjudicar mi salud? – cuestioné, dieron eyeife y se formó un cuadrado – sí, es por eso… y lo advierte Obatala.
- ni modo – contestó la madrina confundida – no te preocupes.
- cerraré la consulta – avisé - ¿Taewo y Kainde ustedes etó? – repitieron okana y las vistas formaron una onda: F palideció de nuevo.
- ¿y ahora?
- ¿oti, oñi y epo? – ofrecí y repitieron okana formando otra onda – no quieren atención y está hablando Yemaya.
- ¿entonces? – interrogó más asustada.
- ¿tienen consejo para su hija? – dieron eyeife y otra onda… cavilé sobre el diagrama cuando sonó el teléfono: F sabía que no debía moverse, más el timbre lo aclaró y pregunté - ¿la sugerencia es que F debe aceptar a P? – dieron eyeife con una flecha.
- ¿qué significa? – interrogó la madrina.
- avisa Yemaya que debes querer a P como si fuera tu hijo, pues en caso de tratarlo mal Ochosí te hará ver tu suerte.
- bien – contestó con una mueca de disgusto.
- ¿Taewo y Kainde con el consejo dado ustedes etó? – y dieron un alafia formando otra línea recta pero apuntando hacia la calle.
- ¿y ahora? - interrogó F sin ocultar su fastidio.
- no mucho – coloqué las rodajas frente a los Jimaguas – sólo que si no cambias vas a perderlo todo – y ella gruñó.

4.
Al siguiente día llamé por teléfono a casa de mi padrino para saber qué había sucedido con su hijo. F tomó la llamada.

- ya todo se arregló - contestó secamente.
- ¿dijo algo de la consulta con Ibeyis? – inquirí.
- que estaba bien – siguió con su parquedad.

Un par de frases más y colgamos: quién iba a decir que días después Oggun mentiría absurdamente en una consulta y ello le daría a mi padrino pretexto para tratar de matarnos con brujería.

28 de noviembre de 2018

Seguimos siendo esclavos y adorando los mismos dioses


1.
Mi abuelo utilizaba una frase para describir una tertulia que terminaba en discusión por cualquier mezquino pretexto: cena de negros. Usaré de referencia a los esclavos de África llevados a Cuba para explicarla:

Hace siglos fueron explotados por españoles en plantaciones azucareras, sobajados, confinados en barracas insalubres, recibiendo una comida al día, muriendo por enfermedades o asesinados, al tiempo que ellos se replanteaban sus raíces y personalizaban a sus deidades ancestrales con los elementos de la naturaleza que tenían a la mano.

En esa época se descubrieron altares donde se ofrendaba frutas y sangre de gallinas o chivos a extrañas figuras. Si bien los hacendados los destruían, se las ingeniaban para montarlos de nuevo y seguir su culto, después se quitaron los grilletes, escaparon y “creyendo” que eran protegidos por sus deidades buscaron la libertad.

Su fe era parte de la rebeldía que inició con la batalla de La Demajagua y culminó independizándose de España, siguió la Guerra de 10 Años, resistieron invasiones yankis, vieron surgir a José Martí, presenciaron el ascenso de Fulgencio Batista, justificaron el triunfo de la revolución de Fidel Castro y algún día verán otra revuelta.

Atestiguaron aquello negros cautivos, mestizos o algún blanco de origen incierto, los mismos que vieron llegar líderes que prometieron, no cumplieron y llenaron sus bolsillos (con el producto del trabajo de la masa, los desposeídos, los ignorantes de siempre), para luego ser testigos del bloqueo comercial que les impusieron los norteamericanos.

2.
Los cubanos no fueron los únicos sometidos a este esquema, se repite con escalofriante exactitud en toda etapa de la humanidad, esclavos que se rebelaron (creyendo que los apoyaban sus dioses) y solo cambiaron el rostro del explotador, no del sistema de abuso y ni de dominación. La historia se basa en ese ciclo con una constante: la explotación se afina y adapta a las necesidades del amo.

Así, los nuevos caciques dejaron de confinar a los esclavos en galeras, los agrupan en casas bajo el concepto de familia y cada quien escoge el chiquero en la que va a vivir, ya sea robado, propio, regalado, prestado o rentado. La familia sustituyó a la tribu y fue convertida en institución moral que bajo mentiras patrioteras mutó en una identidad, la razón de ser de una nación que lucha por subsistir, donde sus habitantes no son solidarios entre ellos, pero defienden con su sangre los colores nacionales si son humillados.

La casa, el barrio, la colonia, la ciudad, el estado, el país y hasta los continentes se convirtieron en guetos que sustituyen a la vieja pocilga, con límites y fronteras para contener esclavos a los que ya no hay que alimentar, ni curar, ni mucho menos asesinar si se ponen pesados: es tan fácil hacer que se maten entre ellos.

También les hacen creer que pueden escoger el número de integrantes de su familia, de obtener un buen empleo, le ofertan opciones de salud y diversión, pero les previenen que el enemigo está fuera del hogar, aunque si es necesario pueden pasarle por encima (o ellos saltarán sobre él), ante la indiferencia del prójimo y el beneplácito (o la conveniente indignación, según el caso) de los poderosos.

Entremos al detalle de tal engranaje: el nuevo esclavo consigue una casa para habitar y reproducirse, sí, pero debe obtener dinero para mantenerla, al igual que la comida, escuelas y viajes; si tiene empleo costeará el transporte para ir y venir diario (y obvio, pagará impuestos); si enferma deberá cubrir un servicio de salud; si desea tecnología deberá pagarla… y si se tiene enemigos podrá deshacerse de ellos con una oración o con brujería, comprando armas y matándolos o contratando a quien se encargue de hacerlo.

3.
Paremos en la parte de la oración y de la brujería: si antes los hacendados descubrieron que los esclavos armaban altares para adorar a sus dioses, ahora permiten que los modernizados esclavos dentro de sus casas monten los tronos que se les antojen para seguir venerando dioses a quienes pedirán satisfacer caprichos y/o quitar estorbos.

Eso incluye solicitar a Eleggua que abra camino para que el hijo consiga una beca universitaria, a Yemaya para chantajearla con nuestras penas, a Oshun para los enamoramientos y satisfacción de caprichos sexuales, a Obatala para justifique los errores y a Shango para que descargue su furia sobre el jefe prepotente o la majadera secretaria, que si lo vemos en perspectiva, siguen siendo las mismas peticiones de siglos atrás.

Odi bara dice que “nació para ser esclavo, por lo que la persona debe ser esclavo de los Santos y de Ifa para que no sea esclavo de los hombres”, o lo que es lo mismo: detrás de la falsa exclusividad que se cree tener al pagar lo que se tiene a la mano, unos viven del trabajo ajeno (los patrones) y otros lucran con sus emociones (los Orishas).

4.
El teólogo José Serrano Oceja dijo que “El hombre es esclavo de la rutina” y por esa redundancia no se da cuenta que está condenado a cumplir con el axioma de nacer, crecer, reproducirse y morir. El Índice Global de Esclavitud define la nueva esclavitud como una "situación de explotación a la que una persona no puede negarse debido a amenazas, violencia, coerción, abuso de poder o engaño", o lo que es lo mismo: en el mundo actual si no trabajas, no pagas, y en consecuencia, no existes.

Al esclavo moderno se le ha educado en otros temas, como el que la vida está regida por periodos en los que vive una y otra vez (casi) lo mismo a lo largo de 365 días, 12 meses, 4 semanas, 24 horas y 60 minutos a través de los ciclos del clima, aniversarios, festejos patrios, santorales, fiestas decembrinas y más que se celebran sin discutir, agregando el festejo a los Orishas para creer que le salvarán de su destino, sin darse cuenta que al ser iniciados se obligan a vivirlo (por más eboses que hagan y fe que se les profese), vendiéndoles la falsa idea de que Ifa vencerá cualquier contrariedad.

Por si fuera poco los nuevos caciques mundiales agregaron un plus, la cereza en el pastel, el verdadero “sentido de la vida” gracias al cual ellos pasan a segundo plano, o son prácticamente ignorados: enseñaron a los esclavos a odiarse entre ellos.

5.
“Cena de negros”.

Exponía mi abuelo que tras trabajar extenuantes jornadas, los esclavos llegaban a sus barracas y mientras cenaban afloraba su mezquindad aplicando la ley del más fuerte para robar al débil, ocupar al espacio más cómodo para dormir, abusar de mujeres y someter la dignidad del rebelde a golpes, olvidando que a unos metros el responsable de su miserable existencia descansaba despreocupado.

Lo anterior se heredó con los siglos y hasta la fecha, por ejemplo, el delincuente que asalta en el transporte público o en la esquina (a jodidos igual que él), para robarle unas monedas que no lo sacarán de la miseria a la que lo han condenado los nuevos amos, esos a los que nunca se atreverá a tocar… en los que incluso nunca piensa.

Pero el control de los esclavos alcanzó la perfección: actualmente nadie se atreve a retar al cacique y mejor se inventan enemigos en su hermano, padre, hija, pareja, jefe, vecino, amiga, socio o el desconocido con el que se cruzan en la calle, que al hacer algo que les molesta lo toman de pretexto para usar a los Orishas y joderlo, destrozarlo, y si se puede o se sabe cómo, hasta asesinarlo, pero nunca para pedir a esos dioses sabiduría para exigir al explotador que deje de tratarlos como esclavos, ni mucho menos solicitan el valor para impedírselo.

11 de octubre de 2018

La Santería son reglas, por eso se llama Regla Osha



para sesma

1.
El cáncer que está consumiendo a la Osha e Ifa es la ignorancia de sus practicantes, quienes a transmiten su analfabetismo y oscurantismo a los despistados que se acercan a Santeros y Babalowos en búsqueda de soluciones a problemas cotidianos de los que el prójimo tiene la culpa, todos, menos ellos.

Es común que los iniciados asuman actitudes amenazantes porque son “Santeros”, pues la religión de los Orishas, en el imaginario colectivo, está vinculada a brujería o satanismo y ello infunde miedo, más esa presunción no se limita a intimidar, sino modificar sus procesos por la autoridad que creen tener para (re)inventar a la Religión Yoruba y obtener de ella el mayor beneficio posible (más allá de lo espiritual).

Mi padrino de Osha era uno de esos inventores: cuando se juró como Babalowo se auto-declaró omnipotente y con la autoridad absoluta para “perdonar” la estancia de 7 días del trono de todo Iyawó que se cruzó por su camino, pues él estaba sobre Ifa y la salida anticipada no dependía del único signo que lo permite, Odi tonti Oshe en Eleggua, sino de lo que se le hincharan sus podridas pelotas (sic).

Ni que decir que cuando aún era Santero ya daba señales de ser innovador y mezclaba ebboses con Espiritualismo, combinando un envasado de melado al pie de Yemaya con polvos de destierro.

2.
La Santería son reglas, por eso se llama “Regla Osha”, y las reglas hay que cumplirlas pues tienen una razón de ser, no se modifican por ocurrencia, ni por pensar en cambios para que el disfraz se vea mejor (nuevos materiales para elekes, ildes, aketes, manillas, etc.), para que sea más efectiva (alterando ebboses) o haciendo trampa para perjudicar al prójimo (engañando a los siempre corrompibles Orishas).

Recuerdo a un Babalowo que si quería que un Orisha se pusiera bravo con un ahijado, preparaba comida con ingredientes que no correspondían a la deidad. Así, en una ocasión cocinó palomas en salsa picante, las sirvió en un plato desechable y las colocó frente a Eleggua diciéndole que eran de parte su ahijado para “agradecerle” los favores concedidos; o tratándose de Obatala, sumergía sus otás con vodka y corojo en una cubeta avisando el licor era regalo de su ahijado.

Los dos casos anteriores no son ebboses marcados en ningún oddu, eran inventos que evidenciaban su ineptitud, sí, pero también su hijoputez.

3.
Quizá lo anterior no suene tan dramático tomando en cuenta la sarta de tonterías que se producen dentro de las paredes de un cuarto de religión, lejos del escrutinio público o de la supervisión de algún mayor, pero hay casos peores.

Conocí a un Babalowo que decía que el origen de Ifa era extraterrestre, y exponiendo toda una teoría que dentro de los parámetros de una película de ciencia ficción Ridley Scott, sonaba coherente. A tal grado llegaba su  mitomanía que algunos ebboses los realizaba portando un casco, relleno con delgadas láminas de plomo, para evitar que los Santos “vieran” que estaba haciendo brujerías.

Muchos practicantes de la Osha e Ifa creen que la religión de los Orishas surgió de manera espontánea, y por lo mismo, que su culto en el planeta es único e inigualable, más cuando se les menciona que está comprobado que la religión Yoruba es consecuencia de la combinación de diferentes diásporas, entre ellas la de culturas árabes (sobre todo los métodos adivinatorios de Ifa), se indignan y califican de “blasfemo” a quien lo señale (como sucedía hace siglos en la época de la Inquisición).

En el extremo de la ignorancia Santeros y Babalowos rechazan la similitud entre el Panteón Yoruba con el Panteón de los Galaicos, Romanos, Germanos, Celtas, Bantús, Aztecas, Iberios, Vikingos, Chinos y sobre todo niegan que es casi idéntico al de las deidades Griegas (ya no digamos la imagen exacta entre la Santísima Trinidad de Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo católicos, la terna Brahma, Vishnu y Shiva hindú con la triada Olofi, Olorun y Olodumare.

En otro caso de su oscurantismo, actualmente la única corte reinante en la Osha es la de las 7 potencias africanas, de ahí que por ejemplo, al momento de la mano de Orunla “sólo” se puede ser hijo de Oshun, Eleggua, Oggun, Orunmila (uooops), Obatala, Yemaya o Shango, sin tomar en cuenta que el Panteón Yoruba está constituido por más de 400 Orishas ( si bien es cierto que algunas no se coronan, son las menos).

Dos últimos ejemplos de la irracionalidad de los religiosos de Osha e Ifa: el primero de ellos relacionado con la afirmación de que el origen de la Santería está en Cuba, y el segundo tiene que ver con la manera de escribir Elegguá, Oggún, Yemayá o Shangó: de dónde sacan que en el dialecto lucumí existen los acentos? 

4.
Hace días tuve la discusión que mantengo desde hace años sobre todo con Santeros, aunque ahora fue con un Babalowo, cuando afirmó que la Osha e Ifa están constituidas por reglas que deben seguirse al pie de la letra para cualquier aspecto relacionado con su práctica tanto en liturgia, iniciaciones, obras y atributos: todo se reduce a la actitud.

En este caso la polémica surgió porque durante una pausa en un tambor a Oshun, el Babalowo presumía que sus ildés, elekes, mazos y hasta ekueles estaban hechos con cristales Swarovski y “cosidos” con un carísimo hilo de oro.

En la parte más patética de la discusión le cuestioné si sabía que el material, la forma y el número de las glorias (vulgarmente conocidas como “cuentas”), tenían una detallada razón de ser que no podía alterase con la creación de figuritas por capricho, más lo impresionante vendría después, cuando aceptó que desconocía que las pulseras debían coserse con hilo cáñamo para que “al comer” absorban la sangre y la energía Orisha… y lo peor, preguntó ¿qué es una gloria?

Evadí seguir con la conversación con frases simplistas hasta que conseguí alejarme de él mientras el toque de tambor reiniciaba. Una vez a lado de mi esposa, una sensación de incomodidad me invadió: ¿qué mierdas hacíamos ahí, rodeados de iniciados neófitos que consideraban asistir a un güiro la oportunidad de lucir “sus mejores galas” religiosas sin saber que todo tiene un significado basado en “las reglas”?

Al terminar el güiro mi esposa fue solicitada para que sacar de la casa una cubeta haciendo bailes específicos, al tiempo que los religiosos veían respetuosos el ceremonial mientras me preguntaba con cierta molestia: “¿estos incultos saben por qué la escogieron a ella... entienden el significado de sacar una cubeta llena de agua, tras terminar un tambor, dentro de la Regla Osha?”