26 de abril de 2024
9 de abril de 2024
La Bruja (último)
8.
—Tres años sin vernos son muchos, Sur — se quejó mi esposa.
—No nos vemos, pero ocasionalmente paso a visitarlos a su casa.
—Sí, cuando el viento golpea con fuerza las ventanas sabemos que eres tú. Nos metes cada susto — me reí.
—Te trajimos un regalo — avisó dándole una caja sellada.
Sur la recibió y por instantes la
tuvo en sus manos llena de emoción antes de abrirla y presumirme su contenido.
Era un frasco de litro y medio transparente, con tapa negra, lo miró a contra
luz de la fogata, lo destapó, bebió primero el líquido y después engulló aquel
amasijo de células, tejidos y membranas.
Como siempre sucedía cuando la
veía comer, sentí asco y luego náusea.
9.
—Tengo una duda — dije mirando a la bruja — ¿por qué cuando nos conocimos dijiste que no recibías ofrendas, que a ti no se te pedía, que tú dabas?
—Te lo explico. Contrario a lo que les hacen creer sus ideologías espirituales y religiosas, Las Brujas de los Cuatro Vientos somos de las pocas creaciones que tenemos libre albedrío, porque hasta los demonios tienen su misión.
—Vaya…
—Ustedes idealizan la versión de que están condenados a un destino antes de nacer, misma que se convierte en el enemigo a vencer, aunque en la búsqueda para “salvarse” se van a los extremos: desde la Santería, donde realizan sacrificios para seguir cumpliendo con la desventura adquirida tras ser iniciados, pasando por el hinduismo y la falsa conexión con la universalidad a través de la meditación, hasta creer en la farsa Católica donde en cada misa reiteran su fatalidad en ese canibalismo de comer y beber el cuerpo de Jesús, el Cristo, creyendo que conseguirán la salvación, cuando lo que hacen cada domingo es asesinarlo de nuevo.
—Vaya, pero también dijiste que llegabas a las esquinas y…
—… me entrometo en el destino de la gente — interrumpió y luego sonrió con picardía — sí, me inmiscuyo donde no me llaman, eso es libre albedrío.
—Entonces el mundo espiritual como opción para evolucionar es mentira — aventuré.
—Ni siquiera saben lo que es la espiritualidad. Ese concepto es tan etéreo que prefieren desgastarse tratando de definirlo y después alcanzarlo, sin darse cuenta que no existe. La evolución del espíritu no es ser una buena persona. En otras dimensiones no existen seres buenos… tampoco malos. Todo se rige por la conciencia.
—Vaya.
—En un par de años vas a cuestionar a un Babalowo sobre algunos temas, y él te responderá que dejes de debatirlo todo porque lo que sucede en la vida cotidiana, llegado a un punto, se sale de toda razón y la última palabra la tiene Orunla. Claro, si le preguntas a un cristiano antepondrá a Jesús y un judío citará a Yahvé. No te lo creas, debes dudar de todo porque sólo así comprenderás la condición real de tu existencia.
—Vaya…
—Los seres humanos no tienen libre albedrío. Creen que pueden tomar decisiones y que gracias a algunas de ellas su destino cambia. Falso. Hasta decidir es parte del destino aún y cuando cambie por completo una situación a tu favor.
—Dios se burla de nosotros… bueno, en realidad los dioses de cualquier religión.
—Todos provienen de uno solo, ellos son él. No busques respuestas, trata de entender lo que carece de lógica, llega a una conclusión dejando de ser tú y te sorprenderás. Pero hazlo sólo con respecto a tu vida y deja que los demás hagan lo suyo.
(Tras aquellas palabras Sur se
acercó y me besó en la frente, pero no lo hizo por simpatía ni por ternura,
activó en mí un estado mental que desde entonces me refresca mis pensamientos
cuando comienza a invadirme la necedad).
Luego, tras responder a mi
esposa sobre cómo se hacía el cambio de cabezas en el viejo Egipto y aclararle
el verdadero motivo por el que los cuerpos de los faraones eran amortajados sin
ser colocados en posición fetal, como solían enterrar a los fallecidos en el
desierto, Sur puso una expresión seria.
—Es un gusto conversar con
ustedes, los amo, pero las personas con las que llegaste están por volver — me avisó.
—Sí, es mejor esperarlas en el auto porque Martha es abogada y siempre cuestiona todo lo que carece de lógica en lo que hago.
—Pónganse de pie y tómense de la mano — pidió y agregó — váyanse directo a su casa, nada de hacer paradas ni llevar a esas personas a cualquier lugar donde vivan, ni aunque les quede de paso.
—Okeeei — acepté.
Nos paramos frente a ella conociendo
lo que a continuación vendría: regresó a su estado de belleza con el que la
conocí, sopló levemente sobre nuestros rostros y de inmediato me embriagó su
particular aliento, luego nos tomó de las manos para formar un círculo y entre
los tres juntamos nuestras cabezas por unos instantes. Nos dio una bendición
(diferente a la que cualquiera pudiera imaginar), luego nos abrazó, besó,
envolvió de nuevo a mi esposa con sus brazos y volvió a ser una vieja.
—Ese tipo que te hace brujería,
déjamelo a mi, lo mismo que a su perro — avisó Sur y soltó una carcajada — si
ustedes supieran que alma involucionada reencarnó en ese animal, y que en
general reencarnan en los perros, hasta él mismo dejaría de acostarse con él —
dijo ambiguamente.
—Ya, no nos digas, estamos hartos de explicarle a la gente ese tema y no entienden — pedí.
—Anota el nombre de ambos, del tipo y su mascota, en un papel estraza cuadrado y con un pedazo de carbón, lo quemas, las cenizas las pones en tu mano derecha tres días después, abres la ventana de tu recámara a la media noche y extiendes el brazo. Yo pasaré por los restos y los convertiré en eso mismo, restos. Es mi libre albedrío
10.
Volvimos al auto y unos pocos minutos después llegaron Martha, Sonia y su padre, lo que me dio tiempo de explicar a mi esposa por qué las había mandado a la tienda de autoservicio.
—¿Cuál es el plan? — preguntó
Sonia abriendo la cajuela para mostrármela llena de bolsas con comida.
—Tan sencillo como que acercamos el auto al campamento lo más que se pueda y avisamos a la gente se acerquen para entregarles la comida.
—Compramos algo especial para la viejita que cuidó a su padre — avisó Martha — ¿en dónde está?
—¿La anciana? — las cuestioné y luego me reí — por ahí debe andar. Dijo que iría al baño y que por su reumatismo tardaría mucho. Su regalo también repártanlo.
11.
Una hora después el maletero estaba vacío y emprendimos el regreso al sitio donde recogí a las mujeres. Martha iba conmigo mientras que Sonia y su padre con mi esposa. Dado que pasaba de la media noche el regreso fue rápido.
Mi esposa es muy paciente, así
que supongo supo sobrellevar cualquier tema con la hija desesperada y su padre,
pero Martha, ella, como buena abogada, no podía quedarse callada.
—¿A que vino tu mujer? — quiso
saber.
—No te incumbe.
—Está bien, no preguntaré más — se fingió indignada.
—Aunque lo hicieras no te responderé.
—Cabrón — soltó, no dio detalles del motivo para decirlo ni se los pedí, pero no se quedó callada — tú a cualquier lugar donde te metes es para hacer cosas raras.
—No me molestes, Martha, yo estaba a punto de ponerme a leer en la sala de mi casa cuando tú me interrumpiste para hacerme venir hasta acá.
—Wey, no te creo nada, ustedes los brujos son unos cabrones, tú eres un cabrón muy cabrón — soltó.
—No vuelvas a decirme brujo, ya te lo he pedido muchas veces. La próxima vez que lo hagas te convierto en lagartija para que niños culeros te maten a pedradas — dije y me reí.
—Cabrón — repitió y de inmediato cambió de tema — por cierto, el lunes tengo una audiencia de un juicio importante y necesito, ya sabes, que el juez acepte las pruebas para…
—Polvo de cuerno de venado viejo que haya estado 3 años mínimo encima de una sopera de Oshún — la interrumpí — lo vas a tirar en la Sala de oralidad del penal en cuanto entres.
—¿Dónde coños lo voy a conseguir?
—Déjamelo a mí, pasa a recogerlo a mi casa el sábado por la noche, yo te lo preparo.
—¿Aprovechamos para ir a cenar?, yo los invito — propuso.
—No.
—Eres irritante.
—Sí.
—¿Cuánto me va a costar el polvo del cuerno ese? — preguntó a punto de perder la poca paciencia que le quedaba.
—No sé… aparte de todo tengo que jurártelo, así que si te parece nos invitas a cenar el sábado que pases por él y con eso será suficiente.
—Eres un cabrón, insisto.
—No, bueno, sí… a veces, sobre todo cuando una histérica me interrumpe mi lectura.
—¿Qué leías
—“Bajar es lo peor”, de una bruja llamada Mariana Manríquez.
—Suena tenebroso.
—Naaá, es una historia de gays mezclado con seres del averno. Bastante malito, por cierto, pero quiero saber en qué termina.
Llegamos a la misma esquina, en
el Oxxo donde compraron su café. Marqué al celular de mi esposa y le pedí no
bajara de su auto. Mi amiga contrató un radio-taxi y Sonia y su padre se fueron
en el primero al que le hicieron la parada.
Aquello no les tomó más de
cinco minutos. Luego de que se marcharan me acerqué al auto de mi esposa y de
dije que se fuera directo hasta nuestra casa. Yo la seguiría con mi auto.
Llegamos sin contratiempo en menos de media hora.
12.
—¿Quieres cenar? — ofreció mi esposa, quien no ocultaba el gusto que le provocó ver a la bruja.
—Naaá, mejor dame una cerveza, con la náusea de verla cómo cenaba no creo poder comer nada.
—Yo tengo hambre — dijo, fue por la cerveza, me la entregó y volvió a la cocina mientras yo cogía “Bajar es lo peor”, lo abrí, saqué el separador, pero de inmediato lo devolví y cerré el libro.
—¿Ha visto la verdadera personalidad física de Sur? — la interrogué luego de mostrarle el botellín vació para darle a entender que necesitaba otra.
—Si.
—¿Cómo es?
—Si la consideras guapa cuando se presenta con unos 30 años de edad, la auténtica te dejaría boquiabierto.
—¿Cómo?
—Su belleza es única… — señaló entregándome otra cerveza.
—Se supone que las brujas son feas — aventuré.
—No la provoques — advirtió y volvió a la cocina.
—Tres años sin vernos son muchos, Sur — se quejó mi esposa.
—No nos vemos, pero ocasionalmente paso a visitarlos a su casa.
—Sí, cuando el viento golpea con fuerza las ventanas sabemos que eres tú. Nos metes cada susto — me reí.
—Te trajimos un regalo — avisó dándole una caja sellada.
—Tengo una duda — dije mirando a la bruja — ¿por qué cuando nos conocimos dijiste que no recibías ofrendas, que a ti no se te pedía, que tú dabas?
—Te lo explico. Contrario a lo que les hacen creer sus ideologías espirituales y religiosas, Las Brujas de los Cuatro Vientos somos de las pocas creaciones que tenemos libre albedrío, porque hasta los demonios tienen su misión.
—Vaya…
—Ustedes idealizan la versión de que están condenados a un destino antes de nacer, misma que se convierte en el enemigo a vencer, aunque en la búsqueda para “salvarse” se van a los extremos: desde la Santería, donde realizan sacrificios para seguir cumpliendo con la desventura adquirida tras ser iniciados, pasando por el hinduismo y la falsa conexión con la universalidad a través de la meditación, hasta creer en la farsa Católica donde en cada misa reiteran su fatalidad en ese canibalismo de comer y beber el cuerpo de Jesús, el Cristo, creyendo que conseguirán la salvación, cuando lo que hacen cada domingo es asesinarlo de nuevo.
—Vaya, pero también dijiste que llegabas a las esquinas y…
—… me entrometo en el destino de la gente — interrumpió y luego sonrió con picardía — sí, me inmiscuyo donde no me llaman, eso es libre albedrío.
—Entonces el mundo espiritual como opción para evolucionar es mentira — aventuré.
—Ni siquiera saben lo que es la espiritualidad. Ese concepto es tan etéreo que prefieren desgastarse tratando de definirlo y después alcanzarlo, sin darse cuenta que no existe. La evolución del espíritu no es ser una buena persona. En otras dimensiones no existen seres buenos… tampoco malos. Todo se rige por la conciencia.
—Vaya.
—En un par de años vas a cuestionar a un Babalowo sobre algunos temas, y él te responderá que dejes de debatirlo todo porque lo que sucede en la vida cotidiana, llegado a un punto, se sale de toda razón y la última palabra la tiene Orunla. Claro, si le preguntas a un cristiano antepondrá a Jesús y un judío citará a Yahvé. No te lo creas, debes dudar de todo porque sólo así comprenderás la condición real de tu existencia.
—Vaya…
—Los seres humanos no tienen libre albedrío. Creen que pueden tomar decisiones y que gracias a algunas de ellas su destino cambia. Falso. Hasta decidir es parte del destino aún y cuando cambie por completo una situación a tu favor.
—Dios se burla de nosotros… bueno, en realidad los dioses de cualquier religión.
—Todos provienen de uno solo, ellos son él. No busques respuestas, trata de entender lo que carece de lógica, llega a una conclusión dejando de ser tú y te sorprenderás. Pero hazlo sólo con respecto a tu vida y deja que los demás hagan lo suyo.
—Sí, es mejor esperarlas en el auto porque Martha es abogada y siempre cuestiona todo lo que carece de lógica en lo que hago.
—Pónganse de pie y tómense de la mano — pidió y agregó — váyanse directo a su casa, nada de hacer paradas ni llevar a esas personas a cualquier lugar donde vivan, ni aunque les quede de paso.
—Okeeei — acepté.
—Ya, no nos digas, estamos hartos de explicarle a la gente ese tema y no entienden — pedí.
—Anota el nombre de ambos, del tipo y su mascota, en un papel estraza cuadrado y con un pedazo de carbón, lo quemas, las cenizas las pones en tu mano derecha tres días después, abres la ventana de tu recámara a la media noche y extiendes el brazo. Yo pasaré por los restos y los convertiré en eso mismo, restos. Es mi libre albedrío
Volvimos al auto y unos pocos minutos después llegaron Martha, Sonia y su padre, lo que me dio tiempo de explicar a mi esposa por qué las había mandado a la tienda de autoservicio.
—Tan sencillo como que acercamos el auto al campamento lo más que se pueda y avisamos a la gente se acerquen para entregarles la comida.
—Compramos algo especial para la viejita que cuidó a su padre — avisó Martha — ¿en dónde está?
—¿La anciana? — las cuestioné y luego me reí — por ahí debe andar. Dijo que iría al baño y que por su reumatismo tardaría mucho. Su regalo también repártanlo.
Una hora después el maletero estaba vacío y emprendimos el regreso al sitio donde recogí a las mujeres. Martha iba conmigo mientras que Sonia y su padre con mi esposa. Dado que pasaba de la media noche el regreso fue rápido.
—No te incumbe.
—Está bien, no preguntaré más — se fingió indignada.
—Aunque lo hicieras no te responderé.
—Cabrón — soltó, no dio detalles del motivo para decirlo ni se los pedí, pero no se quedó callada — tú a cualquier lugar donde te metes es para hacer cosas raras.
—No me molestes, Martha, yo estaba a punto de ponerme a leer en la sala de mi casa cuando tú me interrumpiste para hacerme venir hasta acá.
—Wey, no te creo nada, ustedes los brujos son unos cabrones, tú eres un cabrón muy cabrón — soltó.
—No vuelvas a decirme brujo, ya te lo he pedido muchas veces. La próxima vez que lo hagas te convierto en lagartija para que niños culeros te maten a pedradas — dije y me reí.
—Cabrón — repitió y de inmediato cambió de tema — por cierto, el lunes tengo una audiencia de un juicio importante y necesito, ya sabes, que el juez acepte las pruebas para…
—Polvo de cuerno de venado viejo que haya estado 3 años mínimo encima de una sopera de Oshún — la interrumpí — lo vas a tirar en la Sala de oralidad del penal en cuanto entres.
—¿Dónde coños lo voy a conseguir?
—Déjamelo a mí, pasa a recogerlo a mi casa el sábado por la noche, yo te lo preparo.
—¿Aprovechamos para ir a cenar?, yo los invito — propuso.
—No.
—Eres irritante.
—Sí.
—¿Cuánto me va a costar el polvo del cuerno ese? — preguntó a punto de perder la poca paciencia que le quedaba.
—No sé… aparte de todo tengo que jurártelo, así que si te parece nos invitas a cenar el sábado que pases por él y con eso será suficiente.
—Eres un cabrón, insisto.
—No, bueno, sí… a veces, sobre todo cuando una histérica me interrumpe mi lectura.
—¿Qué leías
—“Bajar es lo peor”, de una bruja llamada Mariana Manríquez.
—Suena tenebroso.
—Naaá, es una historia de gays mezclado con seres del averno. Bastante malito, por cierto, pero quiero saber en qué termina.
—¿Quieres cenar? — ofreció mi esposa, quien no ocultaba el gusto que le provocó ver a la bruja.
—Naaá, mejor dame una cerveza, con la náusea de verla cómo cenaba no creo poder comer nada.
—Yo tengo hambre — dijo, fue por la cerveza, me la entregó y volvió a la cocina mientras yo cogía “Bajar es lo peor”, lo abrí, saqué el separador, pero de inmediato lo devolví y cerré el libro.
—¿Ha visto la verdadera personalidad física de Sur? — la interrogué luego de mostrarle el botellín vació para darle a entender que necesitaba otra.
—Si.
—¿Cómo es?
—Si la consideras guapa cuando se presenta con unos 30 años de edad, la auténtica te dejaría boquiabierto.
—¿Cómo?
—Su belleza es única… — señaló entregándome otra cerveza.
—Se supone que las brujas son feas — aventuré.
—No la provoques — advirtió y volvió a la cocina.
* en una futura entrada
compartiré como desde reencarnaciones anteriores existe el vínculo entre mi
esposa y la Bruja de los Vientos del Sur.
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santería,
yahvé
27 de marzo de 2024
La Bruja (parte 2)
para Clara Gillman: felicidades
también por La casa de
Rovodorovsky teatro
6.
A Sur la conocimos…
Era una noche bochornosa pese a que no había llovido. Salimos de
la casa de mi padrino donde habíamos hecho varias obras para minimizar un
problema que mi esposa tenía en su trabajo. Se había ofrecido menga a Eleggua y
Oggun, junto con otras machacas, razón por la que debíamos dejar los restos del
ebboe en la esquina de una calle oscura.
La zona colindaba con la Facultad de Estudios Superiores donde
estudié la universidad, así que no me costó trabajo salir de la colonia Impulsora,
donde vivía el Bablowo, encontrar la manera de cruzar la Avenida Central (dado
que la recorre por completo la línea B del metro) y meterme en la Campestre
donde estaba seguro encontraríamos el lugar ideal.
Recorrimos varias calles buscando dos situaciones: una, que no
hubiera alguna de las violentas pandillas que pululan en la zona, y dos,
obviamente, la esquina adecuada.
Como siempre, en cuanto encontramos el escenario ideal, me puse de
acuerdo con mi esposa: me bajaría del auto, ella se pondría al volante, yo
sacaría las bolsas de la cajuela, las dejaría en la esquina, en cuanto volviera
ella arrancaría rumbo a la Avenida Central y de ahí directo hasta el aeropuerto
donde yo volvería a conducir.
Y tal cual cumplí con el protocolo, salvo que al bajarme del coche
y un par de metros antes de llegar a la pared donde dejaría los costales, el
faro fundido que me ampararía de las miradas indiscretas se encendió al mismo
tiempo que escuché una voz infantil a la vuelta de la esquina.
—Hola…
—Hola — respondí el saludo sin dejar de hacer lo mío. Me disponía a regresar cuando frente a mí apareció una niña dando pasos cortitos, a la que calculé 10 años. Toda su ropa era blanca, incluyendo los zapatos, vestido que me recordó a los que he visto en alguna primera comunión.
Ni que decir que verla sola, a esa hora y en un lugar solitario me
preocupó. La escudriñé y se veía como una chiquilla común y corriente hasta que
un calosfrío recorrió mi espalda y entonces supe que no lo era.
—Parece que tienes prisa…
—La tenía, pero ahora la situación ha cambiado. ¿Qué haces aquí?
—Te estaba esperando para poder cenar — explicó señalando con un leve cabeceo las bolsas.
—¿Y tus padres?
—Por ahí.
—¿Dónde?
—No lo entenderías — dijo mientras a sus espaldas se formaban pequeños remolinos.
—¿Me estás retando? — cuestioné.
—No es necesario, tampoco a ella — miró por encima de mi hombro.
Volteé y vi a mi esposa bajando del auto para llegar hasta donde
estaba conversando con la desconocida.
—Ya viene — avisó.
—¿Qué sucede? — preguntó cuando se paró a mi lado — nos estamos exponiendo a…
—Hola Gabs — la saludó.
—Mierda, ¿de dónde la conoces? — cuestioné a la desconocida girando para ver a mi esposa, luego volteé a buscar a la niña y me encontré con una bellísima mujer caminando hacia ella para tomarla de las manos.
—Mi niña hermosa, tantas vidas sin vernos — la saludó.
—Hola* — respondió el saludo sin ocultar la emoción.
—¿Me pueden explicar de qué se trata todo esto? — protesté, a lo cual la mujer colocó su mano derecha sobre mi pecho y me presento, a manera de imágenes, en unos segundos, la historia ancestral entre ella y mi esposa. Luego la volvió a tomar de la mano en el momento en el que una patrulla de la tenebrosa y temible policía del Estado de México pasó frente a nosotros ignorándonos.
—¿Entonces tú eres…?
—La Bruja de los Vientos del Sur, somos cuatro hermanas… supongo sabrás quiénes son las otras.
—Norte, Este y Oeste, obvio — respondí.
—Cada hechizo que haga todo ser humano y lo deje en una esquina, dependiendo en cual, alguna de nosotras se presenta para comer algo de él — explicó sin dejar de mirar a mi esposa los ojos.
Observé la orilla de la cuadra donde estábamos parados y sin mayor
complicación supe que era la que apuntaba hacia el Sur.
—Así que puedes llamarme Sur — ofreció.
—¿Si eres la bruja que dices, cómo se hace para darte una ofrenda y que resuelvas? — la provoqué.
—A mí no se me pide, yo doy.
—Eso es una contradicción.
—No lo es. A nosotras no se nos hace lo que ustedes llaman oración ni se nos rinden cultos, ni adoración, mucho menos sacrificios. No somos sobornables como los dioses Yorubay otras deidades paganas más. Solo damos lo necesita a quien lo merece.
—Entonces es por capricho — ironicé — deja de hacerte la interesante y mejor contéstame: ¿tú nos trajiste aquí?
—No, eso sí sería un capricho. Pocos saben que cuando se hace una obra espiritual y se señala que los restos van a una esquina, nos están invocando a cualquiera de las cuatro. Somos el viento y recorremos todo el planeta, así que podemos escuchar cuando alguien va tirar brujería, esperamos y luego nos acercamos a comer. Siendo viento escuché los latidos de su corazón — señaló a mi esposa — la reconocí y decidí venir a esperarla… encontrarme con ustedes.
—Ella, ustedes… — sonreí — no entiendo, ustedes no precisan de…
—Es una manera de decir quiénes somos y lo que hacemos — me interrumpió — volvamos al principio, ustedes dejan una ofrenda, la cogemos y nos encargamos que les llegue la solución que necesitan.
—Sigo sin comprender, los restos son para algún Orisha, el Muerto, los Señores de la noche, las Aye…
—Es lo mismo, los humanos han creado escalones para elevar o humillar deidades, seres, demonios o entidades, pero no se dan cuenta que todos somos uno — me interrumpió, tomó mi mano y una vez más me mostró imágenes.
—Así que Dios no existe — me reí al cabo.
—No el que aseguran que creó este planeta y a su raza, hay algo más… pero no te hagas ideas, analiza lo que te compartí y con los años llega a esa conclusión, solo razonando lo comprenderás.
—Es asombrosa, ¿verdad? — señaló mi esposa — bueno, siempre lo
fue.
—Vaya que sí — acepté.
—Hora de comerme tus problemas — dijo soltando a mi esposa y detrás de ella nuevamente se formaron pequeños torbellinos.
Se dirigió a una de las bolsas, como si supiera en dónde buscar,
la abrió sacó, la cabeza del chivo ofrendado a Eleggua y comenzó a morderlo
como si se tratara de una manzana, provocándome náusea.
—No te preocupes, mi niña bella, yo me encargo que tu jefe deje de
acosarte — presumió al tempo que tras de ella se formaba un remolino más grande
que se levantó y con furia enfiló hacia el cielo.
Saqué mi teléfono para ver la hora: llevábamos casi 30 minutos y
me quedó claro que cada quien debíamos seguir nuestro camino.
—Sí, deben irse — dijo Sur como si hubiera leído mis pensamientos.
—Lo recordé todo, como si hubiera sucedido la semana pasada — dijo mi esposa emocionada y con lágrimas en los ojos.
—En realidad pasaron siglos.
—Deberías publicar en tu blog sobre nuestro reencuentro — sugirió mi esposa.
—Hazlo — aprobó la bruja.
—No creo, estoy harto de que la gente me pregunte si lo que escribo es verdad.
—¿Desde cuándo te importa lo que opinen los demás? — me cuestionó Sur.
—Desde mañana — respondí y solté una carcajada.
—Escríbelo — insistió y levante los hombros.
Dudé por unos instantes.
—Te voy a contar algo… Sur, me dijiste que te puedo llamar así:
hace poco comía con unas amigas y amigos… se supone amigos, compañeros de mi
trabajo con niveles directivos… jefes, pues, pero ojo con esto: todos solteros
o divorciados.
—Te entiendo… — dijo la bruja.
—Ellos hablaban de viajes, dinero, perfumes, autos, joyas, propiedades y docenas de pendejadas más. No había manera de callarlos. Dado que estoy acostumbrado a sus verborreas, me quedé en silencio. En algún momento una de ellas, ya de la tercera edad, volteó a verme cuestionando si yo tenía algo que decir, y como respuesta levanté los hombros.
—Ya sé por dónde fueron los caminos de la conversación — dijo Sur.
—No importa, te lo contaré — avisé — luego uno de ellos, abogado, volteó a verme con suspicacia.
—Siempre lo he dicho, “tus amigos” son unos cabrones — intervino mi esposa.
—Tal cual, es correcto — le di la razón — así que los barrí a todos con la mirada y dije: pues no, yo no tengo dinero para gastar en pendejadas, pero soy millonario en dos cosas, una, estoy casado con una mujer maravillosa, y dos, tengo innumerables experiencias en el mundo espiritual que me ponen encima de mucha gente, tenga o no dinero. Obviamente todos se quedaron callados y con la mirada clavada en sus platos.
—Escríbelo — insistió sobre aquel encuentro (¿reencuentro?) y de nuevo levante los hombros.
Sur sonrió, abrió los brazos y nos entregamos a ella,
recibiéndonos con sinceridad, como si nos conociéramos desde siempre, aunque no
era mi caso, creo. Nos vio subir al auto y vimos cómo volvía a ser una niña mientras
esperaba a que nos alejáramos.
—Cuéntame, ¿de dónde la conoces? — pedí a mi esposa mientras me estacionaba
para entrar a un restaurante y cenar.
—De mi reencarnación romaní. Ni siquiera me acordaba de esa vida pasada — dijo aún emocionada por el reencuentro.
—Ya, entiendo, por eso en tu cuadro espiritual tienes una gitana, tiras cartas, rompes maldiciones, conoces de hierbas, interpretas símbolos y eres buena con los hechizos.
—…
7.
—Eso de intentar renunciar al mundo espiritual fue una broma de mal gusto de tu parte — dijo tras escuchar los últimos eventos de mi vida.
—Sabes bien qué hubo detrás de esa decisión.
—Entonces lo entiendes. No te explicaré por qué debes cumplir con tu misión.
—Lo volveré a intentar.
—¿Renunciar?
—Claro.
—Deberías ser más paciente contigo. Ve, soy eterna y no me quejo de ello…
—¿Los interrumpo? — escuché la voz de mi esposa.
Sur se puso de pie y de un
salto llegó hasta ella para abrazarla y colmarla de besos, cambiando en un
instante su representación de anciana por el de la hermosa mujer que era. Luego
volvió al bote en el que estaba sentada.
—Siéntate aquí a mi lado, mi
niña bella — señaló el bote donde había estado el papá de Sonia, la tomó de la
mano y al igual que a mi le pidió la pusiera al tanto sobre lo acontecido los
últimos tres años, mientras a nuestro alrededor se hacían pequeñas tolvaneras
cuyo polvo nunca nos cayó encima.
A Sur la conocimos…
—Hola — respondí el saludo sin dejar de hacer lo mío. Me disponía a regresar cuando frente a mí apareció una niña dando pasos cortitos, a la que calculé 10 años. Toda su ropa era blanca, incluyendo los zapatos, vestido que me recordó a los que he visto en alguna primera comunión.
—La tenía, pero ahora la situación ha cambiado. ¿Qué haces aquí?
—Te estaba esperando para poder cenar — explicó señalando con un leve cabeceo las bolsas.
—¿Y tus padres?
—Por ahí.
—¿Dónde?
—No lo entenderías — dijo mientras a sus espaldas se formaban pequeños remolinos.
—¿Me estás retando? — cuestioné.
—No es necesario, tampoco a ella — miró por encima de mi hombro.
—¿Qué sucede? — preguntó cuando se paró a mi lado — nos estamos exponiendo a…
—Hola Gabs — la saludó.
—Mierda, ¿de dónde la conoces? — cuestioné a la desconocida girando para ver a mi esposa, luego volteé a buscar a la niña y me encontré con una bellísima mujer caminando hacia ella para tomarla de las manos.
—Mi niña hermosa, tantas vidas sin vernos — la saludó.
—Hola* — respondió el saludo sin ocultar la emoción.
—¿Me pueden explicar de qué se trata todo esto? — protesté, a lo cual la mujer colocó su mano derecha sobre mi pecho y me presento, a manera de imágenes, en unos segundos, la historia ancestral entre ella y mi esposa. Luego la volvió a tomar de la mano en el momento en el que una patrulla de la tenebrosa y temible policía del Estado de México pasó frente a nosotros ignorándonos.
—¿Entonces tú eres…?
—La Bruja de los Vientos del Sur, somos cuatro hermanas… supongo sabrás quiénes son las otras.
—Norte, Este y Oeste, obvio — respondí.
—Cada hechizo que haga todo ser humano y lo deje en una esquina, dependiendo en cual, alguna de nosotras se presenta para comer algo de él — explicó sin dejar de mirar a mi esposa los ojos.
—¿Si eres la bruja que dices, cómo se hace para darte una ofrenda y que resuelvas? — la provoqué.
—A mí no se me pide, yo doy.
—Eso es una contradicción.
—No lo es. A nosotras no se nos hace lo que ustedes llaman oración ni se nos rinden cultos, ni adoración, mucho menos sacrificios. No somos sobornables como los dioses Yorubay otras deidades paganas más. Solo damos lo necesita a quien lo merece.
—Entonces es por capricho — ironicé — deja de hacerte la interesante y mejor contéstame: ¿tú nos trajiste aquí?
—No, eso sí sería un capricho. Pocos saben que cuando se hace una obra espiritual y se señala que los restos van a una esquina, nos están invocando a cualquiera de las cuatro. Somos el viento y recorremos todo el planeta, así que podemos escuchar cuando alguien va tirar brujería, esperamos y luego nos acercamos a comer. Siendo viento escuché los latidos de su corazón — señaló a mi esposa — la reconocí y decidí venir a esperarla… encontrarme con ustedes.
—Ella, ustedes… — sonreí — no entiendo, ustedes no precisan de…
—Es una manera de decir quiénes somos y lo que hacemos — me interrumpió — volvamos al principio, ustedes dejan una ofrenda, la cogemos y nos encargamos que les llegue la solución que necesitan.
—Sigo sin comprender, los restos son para algún Orisha, el Muerto, los Señores de la noche, las Aye…
—Es lo mismo, los humanos han creado escalones para elevar o humillar deidades, seres, demonios o entidades, pero no se dan cuenta que todos somos uno — me interrumpió, tomó mi mano y una vez más me mostró imágenes.
—No el que aseguran que creó este planeta y a su raza, hay algo más… pero no te hagas ideas, analiza lo que te compartí y con los años llega a esa conclusión, solo razonando lo comprenderás.
—Vaya que sí — acepté.
—Hora de comerme tus problemas — dijo soltando a mi esposa y detrás de ella nuevamente se formaron pequeños torbellinos.
—Lo recordé todo, como si hubiera sucedido la semana pasada — dijo mi esposa emocionada y con lágrimas en los ojos.
—En realidad pasaron siglos.
—Deberías publicar en tu blog sobre nuestro reencuentro — sugirió mi esposa.
—Hazlo — aprobó la bruja.
—No creo, estoy harto de que la gente me pregunte si lo que escribo es verdad.
—¿Desde cuándo te importa lo que opinen los demás? — me cuestionó Sur.
—Desde mañana — respondí y solté una carcajada.
—Escríbelo — insistió y levante los hombros.
—Te entiendo… — dijo la bruja.
—Ellos hablaban de viajes, dinero, perfumes, autos, joyas, propiedades y docenas de pendejadas más. No había manera de callarlos. Dado que estoy acostumbrado a sus verborreas, me quedé en silencio. En algún momento una de ellas, ya de la tercera edad, volteó a verme cuestionando si yo tenía algo que decir, y como respuesta levanté los hombros.
—Ya sé por dónde fueron los caminos de la conversación — dijo Sur.
—No importa, te lo contaré — avisé — luego uno de ellos, abogado, volteó a verme con suspicacia.
—Siempre lo he dicho, “tus amigos” son unos cabrones — intervino mi esposa.
—Tal cual, es correcto — le di la razón — así que los barrí a todos con la mirada y dije: pues no, yo no tengo dinero para gastar en pendejadas, pero soy millonario en dos cosas, una, estoy casado con una mujer maravillosa, y dos, tengo innumerables experiencias en el mundo espiritual que me ponen encima de mucha gente, tenga o no dinero. Obviamente todos se quedaron callados y con la mirada clavada en sus platos.
—Escríbelo — insistió sobre aquel encuentro (¿reencuentro?) y de nuevo levante los hombros.
—De mi reencarnación romaní. Ni siquiera me acordaba de esa vida pasada — dijo aún emocionada por el reencuentro.
—Ya, entiendo, por eso en tu cuadro espiritual tienes una gitana, tiras cartas, rompes maldiciones, conoces de hierbas, interpretas símbolos y eres buena con los hechizos.
—…
—Eso de intentar renunciar al mundo espiritual fue una broma de mal gusto de tu parte — dijo tras escuchar los últimos eventos de mi vida.
—Sabes bien qué hubo detrás de esa decisión.
—Entonces lo entiendes. No te explicaré por qué debes cumplir con tu misión.
—Lo volveré a intentar.
—¿Renunciar?
—Claro.
—Deberías ser más paciente contigo. Ve, soy eterna y no me quejo de ello…
—¿Los interrumpo? — escuché la voz de mi esposa.
(continuará)
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16 de marzo de 2024
La Bruja (parte 1)
para Clara Gillman: felicidades
por la publicación de tu libro
—No me gusta venir sola al Mercado de Sonora… mucho menos en domingo: está saturado de Santeros y Babalowos que se sienten Orisha en la tierra — se quejó mi esposa al otro lado de la línea.
—Qué te digo, ya sabes que ella pide que los hombres no se acerquen a sus cosas.
—Espero que aparezca.
—Cuando avisa en un sueño es porque lo hará.
—Ya voy de regreso — avisó.
El miércoles de la siguiente semana no hubo tanto tráfico como otros días, así que tras salir del trabajo llegué rápido a mi casa, justo en el momento en que mi esposa me mandó un mensaje avisando que tenía un asunto urgente en su oficina y que volvería un poco tarde, lo que me daba tiempo de avanzar con “Bajar es lo peor”, la novela de Mariana Manríquez que no había terminado de atraparme, pero de la que deseaba conocer el final.
—Todos dicen lo mismo, pero nada lo es, así que no me jodas — protesté.
—Este sí, estaba a punto de llegar a mi casa y recordé que tenía que hacer unos pagos de mis tarjetas de crédito, así que me metí a una plaza comercial donde encontré a una mujer llorando, le pregunté qué sucedía, contó que su padre salió de su casa en la mañana y no había vuelto.
—Dile que vaya al Ministerio Público a denunciar la desaparición. Eres abogada y podrás asesorarla en el trámite.
—El señor padece demencia senil — agregó.
—Martha, la semana pasada me escribió un tipo por facebook diciendo que unos narcos habían “levantado” a su hermano desde hacía tres meses y no conseguían encontrarlo. Dijo que tenía la certeza de que estaba muerto, pero quería que yo hallara su cadáver para darle su cristiana sepultura. ¿Es en serio?
—Sí, pero…
—Ayer una mujer me envió también un mail contándome que el perrito de su hija se extravió en un mercado. Me pidió lo encontrara porque toda la familia estaba muy triste. ¿De verdad, usar dones espirituales para encontrar a un jodido perro?
—Oye…
—No me molestes con esos temas, ya no pienso atenderlos: no pertenezco a la liga de superhéroes de Marvel como para andarle salvando el culo a medio mundo…
—La hija está aquí, conmigo, echa un mar de lágrimas. Ya recorrimos varias calles y no lo encontramos. Le dije que eres vidente y la ayudarlas ya que…
—En Santa Fe.
—Carajo, ¿quieres que vaya hasta allá para buscarlo? — fingí quejarme.
—Ella teme que algo malo le haya sucedido.
—Ya, ya, eres como todo mundo: hago una pregunta, no la responden y se ponen a desvariar. Mándame tu ubicación.
—Voy… — me respondió sin mucho ánimo.
—Más vale que te apures, hoy la veremos.
—No estoy segura de terminar — quiso explicar, pero la interrumpí.
—Ya sabes que no está a discusión — informé — tienes unas dos horas para terminar, venir a la casa, recoger el paquete y alcanzarme en Santa Fe.
—¿Qué vas hacer allá?
—A buscar a un viejito que se perdió — avisé y luego reí.
Cuando subí a mi auto ya había oscurecido, lo que me dejó claro que la búsqueda se prolongaría hasta la madrugada. Programé google maps para encontrar la ruta más rápida, luego recibí una llamada de mi amiga.
—El localizador marca 40 minutos, así que váyanse a tomar un café y no se desesperen, sobre todo para que no estés molestado con eso de que “¿por dónde vienes?” — dije y corté la llamada.
—Hola — me besó Martha en la mejilla — mira, ella es…
—Deja la vida social para otra reencarnación — la paré y me dirigí a la mujer — ¿traes una foto de tu padre, aunque sea una selfie?
—Sí, de hace dos semanas… estamos celebrando su cumpleaños — comenzó a hurgar en su teléfono.
—Martha, vas a manejar y tú harás de copiloto — avisé antes de bajarme.
—Te meterás por las calles que te iré diciendo, y tú vas a dejar de llorar: necesito que las dos se queden en silencio, ¿nos entendemos?
—Me dices a qué hora empezamos — dijo mi amiga mientras la mujer se limitó a mover afirmativamente la cabeza.
—¿Qué dices? — me cuestionó Martha.
—Ve derecho hasta llegar a la avenida llena de tráfico, darás vuelta a la izquierda y seguirás unas 20 calles recta hasta que encuentres una sin alumbrado público, ahí das vuelta a la derecha y continúas hasta que te avise.
—¿Me meto aquí? — me cuestionó en cuanto la encontramos.
—Anjá — gruñí.
—Esta zona es peligrosa. Aquí ni las patrullas entran — advirtió la mujer, más la ignoré.
—¿Aquí?, ¡estás loco! — exclamó Martha.
—Sí, tal como te lo estoy diciendo.
—Oiga, estos lugares son peligros — se quejó la hija.
—Si quieres encontrar a tu padre nos vamos a detener en este lugar. Deben quitarse alhajas junto con sus teléfonos celulares. Todo, con sus bolsos de mano, lo van a poner debajo de los asientos.
—¿Vamos a bajar y nos meteremos en la penumbra? — cuestionó alarmada mi amiga — ¿y si mientras caminamos alguien viene y abre el carro?, se van a robar todo.
—Buena palabra, penumbra, muy sexy — dije y bajé del auto.
—Aquí te pueden desvalijar el auto — secundó la mujer.
—Caminemos — fue mi respuesta.
—Solo porque se trata de ti y porque salvaste la vida de mi hija confiaré en lo que dices, pues a cualquier otro cabrón que saliera con tanto misterio lo mando a la chingada — se quejó haciéndome reír.
—Debes creer en mis demonios sumerios — pedí con tono burlón.
—Tiene usted un carácter… amargo — intervino la hija del viejo.
—Dilo como es, tiene un temperamento de la chingada — terció Martha.
—Estoy trabajando. Si estuviéramos cenando o en un bar te aseguro que te dolería la quijada de tanto reírte con mis ocurrencias.
—En eso tiene razón, Sonia — así me enteré del nombre de la mujer — cuando se lo propone es divertido.
Llegamos al sitio donde el viejo conversaba con una mujer entrada en años, cuyo cabello enmarañado impedía verle el rostro, ambos sentados en botes de plástico a manera de sillas, por lo que no se dio cuenta de la llegada de su hija hasta que se paró frente a él.
—Hijita, mira, te presento a mi nueva amiga, me ha estado cuidando y contando historias sobre México que no conocía — dijo sin tener claro que había estado extraviado todo el día.
—Son muchos — protestó.
—Para lo que te alcance, pan y leche son baratos. Algunas gelatinas para los niños. Con eso me pagarás haber encontrado a tu padre — propuse —y no se preocupen, la gente de por aquí ya las vio, están seguras.
—Vamos — dijo Martha haciendo sonar las llaves de mi coche — ¿y tú?
—Aquí las espero mientras llega mi esposa.
—¿Te da pena que sepan que me conoces? — protestó abrazándome.
—No, pero sería demasiado obvio si siquiera lo insinúo… podría dar pie a malos pensamientos.
—Lo sé, solo te estoy molestando — señaló sentándose con dificultad.
—No necesitas fingir conmigo que eres una anciana — me burlé.
—Déjame divertirme un rato — dijo y soltó una de sus tétricas carcajadas.
—Por cierto, deberías buscar maneras menos complicadas para vernos.
—¿Cómo cuál? — me miró divertida.
—Podríamos comportarnos como gente normal… no sé, irnos a tomar un café y…
—No “soy gente” — me interrumpió — soy la Bruja de los Vientos del Sur y conmigo todo es complicado.
—Nomás decía — levanté los hombros para fingir resignación.
—¿Cómo estás? — preguntó.
—Pueees… — dije arrastrando las letras antes de ponerla al día sobre los últimos acontecimientos de mi existencia.
10 de marzo de 2024
25 de febrero de 2024
Incrédulos
El
día de ayer sábado 24 de febrero hubo otra reunión donde Santeros, Curanderos, Chamanes, Babalowos, Espiritualistas, Paleros y
más realizaron otro concilio y se sentaron a compartir los mensajes que les
dan sus respectivas entidades (no entraré en el detalle de decir cómo se llaman
las correspondientes).
Esta vez la
asistencia fue presencial, en el norte de la ciudad, así que tuve oportunidad de estar casi 5 horas escuchando
los intercambios de opiniones y profecías compartidos entre los grandes sabios.
Lo que sí,
cuando una Chamana pidió mi opinión sobre cierto tema, decliné la participación
pues ante tanta sabiduría vertida no me queda más que inclinar con humildad la
cabeza y dejar que los que tienen algo que decir iluminen mi ignorancia.
Sobre dichas
profecías escribiré otra entrada en el futuro, pues si no se hacen las aclaraciones
pertinentes sobre las reacciones provocadas por el tema de la sequía y el calor
que se ya nos acosan, publicados en esta entrada, https://basurerodealmas.blogspot.com/2024/02/te-lo-dije-te-lo-dije-te-lo-dije-sequia.html,
me queda claro que otras profecías, como una guerra en el planeta, serán, usemos esta palabra, infértiles.
Parece ser que
se ha olvidado que el cambio gradual del contenido de este blog, o sea, las
temáticas, fueron resultado de la tomada de pelo que mucha gente hizo al no
llevar a los hechos lo que sus promesas ofrecieron, motivo por el cual ahora
escribo solo para mi.
Digamos, que lo
hago como un ejercicio de redacción porque la escritura de mi nuevo libro, ya
casi terminado, requiere precisamente de ejercer el oficio literario para poder
pulirlo en mis noches de insomnio.
Sí, escribo
para mí, porque luego de que muchos lectores me hicieron promesas de amor eterno
en la sección de comentarios de este blog, mismas que no cumplieron, me queda
claro que si alguien busca la luz deberá hacer una reflexión, por su cuenta, en
la soledad del wc, antes de dar cualquier paso en la vida (ya no se diga,
escribir un comentario en la web), dejando de lado su soberbia y sin esperar
que cualquier pinche loco que tiene un blog lo ilumine… gratis.
Todo este
recordatorio viene a cuento porque precisamente luego de publicar la entrada
sobre el tema de la sequía, no se hicieron esperar los mails, llamadas y whats
(muchos) y los comentarios en el blog (como siempre moderados, algo
que decidí hace años para evitar publicar majaderías), con los cuales se
cuestionó su contenido.
Ojalá mi blog
recibiera millones de visitas o que mis entradas me generaran algún ingreso,
porque entonces el contenido de mis entradas estaría enfocado a manipular a los
lectores, sin embargo, debo dejar de
lado el ego para seguir transmitiendo aquellas advertencias relacionadas con
las catástrofes que harán puré a la humanidad, sí, quien se irá al carajo somos
los seres humanos, porque el planeta Tierra es necesario exista para mantener
el equilibrio y armonía en el universo.
Vayamos a los
reclamos, los cuales haciendo referencia a mi anterior entrada, señalaron: “en
mi casa no se sienten altas temperaturas”, “aquí tenemos agua”, “en mi pueblo
no hace calor”, “cuál sequía?”, “mi vida sigue siendo normal”, “yo salgo a la calle vistiendo camisetas (shorts, ombligueras,
minifaldas, bermudas y blusas con tirantes, según sea el reclamante, hombres,
mujeres y gays) y no sufro por el cambio de clima” o “a mí el sol no me quema”
(sic).
Hay
más, que ya mejor omito porque me queda claro que al comunicarse conmigo nunca
vieron la película “Cuando el destino nos alcance”, del director Richard
Fleischer gran recomendación que hice para entender lo que se viene.
Bien,
a las pruebas me remito y para aquellos que me consideran un hablador, les
responderé con información que se puede consultar en cualquier medio noticioso.
Previne
sobre contingencias ambientales y la Ciudad de México lleva tres días con la
aplicación del programa “Doble no circula”, impuesto por el gobierno local,
desde el 24 de febrero (llevamos tres días sin poder usar el auto).
Indiqué
sobre altas temperaturas y el viernes 24 se activó en la zona metropolitana
(incluye Ciudad de México, Estado de México e Hidalgo), la Alerta amarilla por temperaturas
altas de hasta 32 grados a la sombra.
Avisé
sobre falta de agua y el jueves se publicó un informe donde se señala que los
estados que presentan problemas de abastecimiento de agua este año son
Aguascalientes, Campeche, Chiapas, Chihuahua, Coahuila, Durango, Guanajuato,
Hidalgo, Jalisco, Michoacán, Nuevo León, Oaxaca, Puebla, Querétaro, San Luis
Potosí, Sonora, Tabasco, Tamaulipas, Veracruz, Yucatán y Zacatecas.
Señalé
que el invierno ha desaparecido en este país y se publicó un informe señalando
que “El mes pasado ha sido el enero más cálido desde 1979 a nivel global en
México”.
Advertí
que habría calor en todo el país y se anunció que en este mes se alcanzaron temperaturas de entre 40 a 45
grados en Chiapas, Guerrero, Michoacán, Nayarit, Sinaloa, Colima, Jalisco y Oaxaca.
Finalmente, se publicó este fin de semana un reportaje sobre
la sequía que azota al estado de San Luis Potosí, la cual dejó sin agua a la
cascada de Tamul, el principal atractivo turístico de la región y cuya fotografía,
del antes y después, es la que acompaña esta entrada. Y por cierto, siguiendo
con el tema en esta entidad, de acuerdo con el Monitor de sequía de la Conagua,
al corte de 15 de febrero, de los 58 municipios de San Luis Potosí, 34 padecen
sequía extrema.
Así
que, si alguien quiere invertir tiempo en cuestionar lo que se publica
en este blog, creo que tiene cosas más importantes que hacer, como saber de qué
manera va a enfrentar él/ella y su familia, el infierno que se nos viene.
Por cierto, interesante cuestionamiento hizo una lectora, luego de insultarme un par de veces: "si tuvieras un vaso con agua, sólo dispones de ese, a quién se lo servirías, ¿a tus hijos o a tu perro?... porque obvio yo a mi perro", presumió la desconsiderada.
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