6 de septiembre de 2024

Cuidado al adoptar a un desencarnado

para rocío y julio


1.
Son pocos los servicios funerarios en la ciudad de México que cuentan con velatorios dentro de cementerios. El Panteón Francés es uno de ellos, sitio ideal para buscar experiencias entre tumbas, pues a cada visita me suceden anécdotas para contar, como el texto “En el cementerio”, incluido en mi libro “Mi vida con los muertos”.
 
Iba a titular esta entrada “Cosas que no se deben hacer en un velorio”, al ser testigo de hasta dónde llega la pendejez de la gente en trances fúnebres, pero me pareció más interesante compartir lo que viví caminado entre sepulcros, mientras los dolientes fingían lamentar la muerte de una persona que, en vida, me consta, fue de lo peor.
 
2.
Aburrido de ver al espíritu contemplar su cadáver sin entender por qué estaba dentro de un féretro, miré el reloj y era casi media noche. Salí de la capilla, caminé hacia la entrada del velatorio y en el recibidor encontré a un primo político de mi esposa platicando con dos mujeres. Nos llevamos bien, así que en alguna reunión familiar en la que nos encontramos, nos saludamos gritándonos “¡primo!”
 
Había dejado de llover. Volteé hacia la derecha y luego a la izquierda, tratando de saber hacia dónde caminaría, lo que los desconcertó.
 
—¿Estás bien, primo? me preguntó.
—Sí, sólo estoy decidiendo a dónde iré.
—¿De qué hablas?
—Ya me conoces — dije y decidí por la izquierda.
—¿A dónde vas? — gritó una de las mujeres, enfundada en un ajustado pantalón de piel y una escotada blusa de seda, ambos de color negro.
—Daré un paseo — respondí luego de recordar que era prima del primo.
—¡Estás loco! — protestó la mujer — te puede pasar algo…
 
Levanté los hombros y comencé el trayecto.
 
3.
Caminé unos cinco minutos alejándome de la zona de capillas, luego pasé dos calzadas y entré en la tercera, la cual me llamó la atención durante el primer recorrido que hice al medio día y del que tomé una fotografía.
 


Avancé varios metros, me detuve y comencé a tomar imágenes con mi celular mientras a mi lado derecho oí algo parecido a una conversación entre mujeres. Supongo que se dieron cuenta que trataba de escucharlas, así que callaron. Durante un par de minutos se impuso la quietud, como debe ser en un cementerio, hasta que una desencarnada voz femenina advirtió:
 
—No uses destellos para hacer tus retratos — refiriéndose al flash, algo que no estaba empleando, más que nada para no llamar la atención del personal de vigilancia.
—¡Déjanos en paz! — exigió la otra.
 
“Retratos”, me dije pensando que ya solo los ancianos usan esa palabra, así que con seguridad las desencarnadas eran arcaicas. Reí y continué mi camino, pero metros adelante me detuve, por curiosidad vi las primeras fotos y pese a que no había salido ninguna luz, todo se veía iluminado. Vaya con los filtros de las cámaras.
 
Tomé otra foto, guardé mi celular y quedé en medio de la oscuridad: algunas nubes tapaban el cielo, ocultando de vez en cuando los rayos lunares. Avancé mientras el sosiego de los sepulcros me absorbía. Detuve mis pasos y decidí que era el momento de disfrutar la falsa paz para los vivos que solo los muertos la entienden: había llegado la hora de poner atención a los ruidos que me rodeaban.
 

Son placenteros los sonidos nocturnos en un cementerio, sobre todo porque no tan fácil se adivina si los causan animales, insectos, el viento, desencarnados o entidades que la mayoría de la gente no tiene idea cómo condicionan la vida de los humanos y que entraron a nuestro plano dimensional por los portales que algún malicioso dejó abierto para que en ellos entren y salgan a su gusto.
 
El llamado de un muerto vino del lado derecho, un murmullo que no entendí, pero me convocaba. Cogí mi teléfono, saqué otra foto sin flash, la revisé, pero los mausoleos se veían de nuevo iluminados. Me interné en el corredor, pero apenas había dejado atrás el árbol que casi ocultaba el pasaje sentí el golpe en la espalda. ¡Se me había pegado un muerto!
 

4.
El porrazo me dolió, pero no me asustó, pues tal como compartí en una vieja entrada del blog, la energía de los muertos es especial. Me encanta, como la vez que la Santa Muerte me abrazó o cuando se me subió el muerto mientras dormía. Placer total. Si la sabes disfrutar equivale a un breve éxtasis, aunque lo siguiente muchos lo definen “espeluznante”.
 
Sentí cómo la espalda comenzaba a pesarme, la energía del fantasma penetró mi espalda y llegó a mi pecho, se aferró a mis hombros, apretó mi cabeza y mi cuerpo tembló un poco. No dije nada, salí de aquel lugar para retornar a la calzada y volví a la zona de velatorios.
 
En la entrada el primo y las dos mujeres ya no estaban. Marqué el teléfono de mi esposa y avisé que era hora de irnos. Salió un tipo a fumar, le pedí un cigarrillo, lo entregó, encendió y me alejé unos pasos (yo no fumo, una señal de lo que el desencarnado pretendía si le permitía quedarse).
 
Ella salió minutos después, la luna brillaba, subimos al auto y al salir del cementerio le dije que se me había pegado un muerto. Solté una carcajada y me miró extrañada. Fuimos a cenar y de ahí a casa. Luego, antes de dormir, le dije al desencarnado:
 
—Esta es mi vida. Tú dices… te quedas para ayudarme, te doy luz y evolucionamos juntos o que cada quien siga su camino — propuse el pacto, pero como respuesta recibí una risotada.
—Perfecto — sentencié, hice marcas en mi cuerpo con cascarilla para que me no me molestara mientras dormía, las molestias por traerlo encima se esfumaron y me acosté. Dormí como si no tuviera karmas.
 
5.
Al siguiente día mi esposa y yo nos levantamos temprano, desayunamos, entré a la ducha y las incomodidades por el muerto volvieron al lavar la cascarilla con el agua y jabón.
 
—¿Dormiste bien? — preguntó mi esposa en algún momento.
—Como muerto — ironicé.
—¿Y tú nuevo inquilino?
—No entendió, hay gente que es pendeja estando viva y muerta.
—Pareciera que quieres adoptar un desencarnado — cuestionó y me limité a levantar los hombros.
 
Evité usar ropa negra y opté por la mezclilla. Guardé una cascarilla, un par de frascos con polvos y un clavo de ferrocarril. Volvimos al panteón.
 
6.
El desfile de millonarios, políticos e intelectuales para dar el pésame fue la constante desde temprano, a los cuales rehuí lo más que pude, aunque no pude evitar que me presentaran a alguno en la cafetería, con su pésimo menú de siempre. Ahí saludé a algunos de los famosos de siempre y crucé frases diplomáticas con un escritor (por aquello de su recelo hacia la temática de mis libros), a quien no veía… desde el último velorio.
 
Avanzó la mañana, el medio día se esfumó durante la llamada “misa de cuerpo presente”, de la cual escapé a los dos minutos de haber empezado, luego de ver la retahíla de sandeces que pretendían seguir haciendo los dolientes, pensando que con eso rendían honores al amasijo de huesos y carne rancia que los ignoraba dentro del ataúd.
 
Luego, la tarde marcó la hora de la cremación al tiempo que el muerto insistía en aferrarse a mi espalda. Mientras esperábamos las cenizas llegó la noche. Comenzó el desarme de las ofrendas, cogí un gran ramo de flores blancas, salí de nuevo rumbo a las tumbas, pero esta vez no caminé mucho ni me interné demasiado para lo que pensaba hacer.
 
—Era por la buena, pero no lo quisiste. Te vas a la chingada por la mala. Perdiste tu oportunidad — avisé al desencarnado — ni siquiera pienso llevarte con alguien para librarme de ti, porque eso sería darte luz y no te la mereces. Aquí te quedas, cabrón.
 
Vislumbré la tumba donde lo dejaría. Tomé una foto. Quedaba a la mano, debajo de un árbol y en una zona más o menos iluminada. Era de una mujer. Apareció su espectro. Coloqué una flor en la entrada del pasillo, asintió, me adentré, saqué una cascarilla y pinté unos signos en su lápida. 
—La flor del muerto (el fallecido por el que estábamos ahí), por el muerto (el ánima que se me pegó) y para el muerto (la dueña de la tumba) — recé en voz alta, pinté otros signos, saqué polvos y los esparcí encima, hice más símbolos y de inmediato sentí como el fantasma se desprendía de mi cuerpo, saqué el clavo de ferrocarril, hice un trazo en la cabeza y lo activé con un rezo. Lo clavé al pie del sepulcro, lo hundí por completo con el pie y lo cubrí con otros polvos: con eso quedó anclado y la trampa oculta. Puse las flores y la desencarnada asintió de nuevo.
 
7.
—¿Todo bien? — preguntó mi esposa apenas salí de la penumbra, quien sin que yo le avisara lo que haría, me esperaba de pie sobre la calzada.
—Por supuesto.
—En cuanto vi que cogiste un ramo de flores blancas supuse en qué lo usarías — dijo.
—Ya me conoces.
—Vámonos, los desencarnados se están alborotando — propuso.
 
Esa noche cenamos en casa mientras interpretaba a mi esposa las chorradas que hizo la gente en la capilla.
 
8.
Al siguiente día regresamos para estar presentes en el depósito de las cenizas. Obvio que en cuanto los dolientes comenzaron frente a los nichos una vez más con idioteces, me alejé para caminar entre sepulcros y mausoleos para tomar fotografías. No había riesgo de que se acercara otro espíritu chocarrero. Llevaba una cascarilla en el bolsillo. Tomé fotos.
 
Una familia llegó de última hora, incluyendo a dos niños. Al poco el más pequeño comenzó a llorar. Le calculé unos cinco años. Un muerto se le había pegado. No era asunto mío.
 

9.
Solo una vez he capturado la imagen de un desencarnado y fue hace años. Es una historia que aún no escribo. Ya lo haré. Sucedió en un gimnasio y ese sí que era un espíritu chocarrero.
 
Claro, tampoco es que haya buscado a conciencia fantasmas en las imágenes que ando tomando por todos lados. Así que si el lector encuentra alguno en las fotografías que acompañan esta entrada, recibirá un premio: ser invitado a mi siguiente recorrido en un cementerio a la media noche.
 

6 comentarios:

ketu dijo...

Buenas tardes Sr. Ujule Rachid! Cómo está usted?.
Siempre entregando perlas a quienes no las merecemos, and sympathy for the dead en los días de la Virgen de Regla y de la Caridad del Cobre, muy curioso todo!
Me recordó su vivencia al personaje Hiura Erika del ánime "Sankaku Mado no Sotogawa wa Yoru" "The Night Beyond The Tricornered Window" (catalogado como yaoi- gay pero es muy blanco todo) donde esta chica también tiene una atracción simbiótica con las ánimas, ... a parte de ser una bruja negra de la mega-releche.
Hicieron película.:
https://www.youtube.com/watch?v=Ec1ZEohewOc
https://www.youtube.com/watch?v=SgIWla1TzVU

Aquí el ánime subtitulado en español.:
https://www3.animeflv.net/anime/sankaku-mado-no-sotogawa-wa-yoru

Aquí puede ver el ánime subtitulado en English.:
https://www.youtube.com/watch?v=ROT9SsCLvK8

Luz y Progreso.

ketu dijo...

y la película
https://www.dailymotion.com/video/x8j18z4
Gracias

. dijo...

hechemos por tierra al satan-orgullo, vamos a estudiar Kabbala juntos. 5532108928

Juju dijo...

Según yo el señor vestido de azul en la segunda foto si todavía no es un desencarnado un día seguramente lo será. Encontré al fantasma 👻🤭

ujule rachid dijo...

hola juju, sí es un empleado del cementerio pero tienes razón, no tarda en morir, espero vivas en la cdmx y estés disponible pal próximo difunto de la familia en ese cementerio, que ya sé quién es, te aviso y nos vamos a recorrer el panteón de noche... felicidades...

ujule rachid dijo...

hola ketu, hemos comenzado a ver los videos, ya te cuento... siempre es un gusto tener noticias tuyas... mándame un mail para saber de tus temas personales... un abrazo