21 de mayo de 2023

La vidente


 
1.
Un par de días después de que publiqué la entrada anunciando que el mundo espiritual me negaba mi jubilación (a la que en breve explicaré), Karla, una amiga tarotista, me llamó por teléfono para compartirme la satisfacción que le daba aquella noticia.
 
—No es divertido — me quejé.
—Jamás intentes dejarnos, de nuevo, en el oscurantismo — advirtió.
—Cada quien vive su noche — me quejé — yo tengo la mía y si supieras cuánta flojera me da seguir transitando en ella, así que imagínate cuando la gente me pide ayuda para entender la suya para que al final no me hagan caso.
—¿Por qué quieres abandonarnos? — cuestionó.
—Hay cosas más divertidas que hacer que publicar textos en un blog que nadie se toma en serio, y, aunque lo dudes, esas cosas me quitan provechosa y divertidamente varias horas al día… muchas.
—¿Cosas como qué?
—Unas que no te importan — solté mirando la mitad de la copa de whisky que aún tenía pendiente de beber — ¿qué quieres?
—Tu apoyo en una consulta — aceptó mi decisión de cambiar de tema.
—No.
—Cabrón.
—Sí, y mucho, ya me conoces…
—¡Yaaaa, párale a tu tren sin frenos! — protestó.
—Vete al infierno y de pasó salúdame al “amigo” — le ofrecí un viaje sin boleto de regreso.
—Sí, pero antes de irme te cuento que esto te va a interesar: mi paciente es una vidente a la que se la está cargando la chingada — me provocó.
—¿Será tu tía, la fea de la familia, con la que nadie quiere bailar en las fiestas de quince años, aniversarios, bodas ni bautizos?
—Cabrón, esa se murió hace seis meses.
—Mierda… cuéntame — caí en la provocación y en dos minutos me convenció.
 
2.
Llegué puntual a su departamento, localizado en la calle Georgia, en la complicada colonia Nápoles… toqué el timbre, y, extrañamente, lejos de limitarse a usar el interfón para dejarme pasar, salió a recibirme.
 
—Ya llegaron — avisó en cuanto me vio por las rejas del edificio.
—Hablemos primero — pedí mientras abría la puerta.
 
Subimos los dos bloques de escaleras, entramos y en la sala ya estaba sentada una anciana junto a una joven. Saludé simulando indiferencia (eso tiene una razón y solo la uso cuando la consulta lo amerita) y seguí a la tarotista rumbo a la habitación donde atendía a sus pacientes. Una vez ahí le hice un par de advertencias, las cuales escuchó sin cuestionar y luego preguntó si podíamos empezar.
 
3.
—Ella es Doña Alba y su nieta Judith — hizo las presentaciones.
—¿Así que tú eres el vidente que me va a consultar? — dijo la anciana sin soltar el bastón para ciegos.
—Si no quiere lo podemos parar desde ya — la reté.
—¡Abuela! — protestó la joven, provocando que la mujer soltara una risita.
—Ya, ya — dijo manoteando en el aire.
 
Observé a la vieja y tras ello se ganó mi simpatía.
 
4.
—Cuéntame a qué te dedicas — pidió.
—No estamos aquí para hablar del señor — aclaró su nieta y la mujer soltó otra risita.
—Tal como te dije por teléfono — intervino Karla mirándome — Doña Alba es vidente… era, ya ha dejado el “oficio” pero a partir de que se jubiló está enfrentado algunos problemas de salud.
 
Escudriñé a la tarotista y no supe si se estaba burlando de mi, más no era momento de cuestionarla, así que pasé por alto su insinuación de que la vieja felizmente había recibido permiso de retirarse de cualquier práctica espiritual… y yo no.
 
—En concreto: mi abuela está preocupada porque está perdiendo la vista y quisiera saber el motivo, pues según ella los médicos hablan solo dicen tonterías, pero sin dar una respuesta que la convenza.
—¿Usted es Doña Alba, la famosa vidente de ciudad Hidalgo?, la que recomendó a Francisca Zetina para que se encargara del montaje en la finca del “El Encanto”?
—Eres bueno, muchacho.
—¡Mierda! — exclamé controlando las ganas de largarme de ahí.
—Oye tu palabrita “mierda” no es un buen augurio — protestó Karla.
—¡Mierda! — repetí por molestarla.
 
5.
Durante unos diez minutos Judith hizo un resumen de la rapidez con la que su abuela había perdido la vista, al grado de que ahora, se quejaba, solo veía bultos, principalmente tratándose de personas.
 
La miré durante un par de minutos, solté un quejoso “juumm” y pedí a mi amiga me regalara una taza de café. Se puso de pie, preguntó a las dos mujeres si querían beber algo, se negaron y salió de la habitación.
 
—¿Me vas a decir la verdad? — me cuestionó la vieja.
—Sí, en cuanto regrese Karla… ustedes son sus pacientes y creo que por ética debe escuchar lo que voy a explicarles.
—Tienes miedo — me retó.
—Es por respeto — reiteré.
—Cabrón — protestó.
—¡Abuela! — la regañó su nieta.
—Está bien — la tranquilicé — aunque no lo creas, no se lo tomo a mal, incluso la entiendo… es más, tu abuela es muy agradable.
—Cabrón — repitió y sonrió — en mis tiempos yo era tratada como una reina y no había este tipo de consideraciones pedorras. ¿Sabes a cuántos secretarios de estado, o a gente de la farándula, o deportistas, o militares hacía yo esperar, durante horas, antes de atenderlos, para que les quedara claro “quién mandaba”?
—No hay “sus tiempos “, Doña Alba, ni “mis tiempos”, se trata de un principio fundamental que me enseñó el Curandero Felipe: respeto.
—¿Tú qué diablos sabes de ese gran señor? — cuestionó.
—Todo, era mi tío, así que con el respeto que usted se merece como mujer, y sobre todo, por su leyenda, no quiera sobarme los cojones.
—Eres un grosero — se quejó.
—No, luego de la condena del mundo espiritual a seguir atendiendo necedades, me estoy haciendo muy práctico.
 
6.
—El asunto es sencillo — acaparé la atención de todas tras dar un sorbo a mi taza — su fama como vidente era grande, yo llegué a escuchar historias sobre la certeza de sus revelaciones, pero justamente usted cometió el error de usar permanentemente su videncia, día y noche, incluso mientras dormía, por lo que no dejó que los síntomas del glaucoma que la aqueja se manifestaran, por decirlo así, de manera física.
—No es diabética — avisó Judith, haciendo que la vieja le tocara con autoridad la pierna para que me dejara hablar.
—Lo sé, pero su glaucoma fue... digamos… es una enfermedad de origen natural. No hay brujería, ni maldición, ni problema mayor que no se esté manifestado ahora que ya no usa sus dones para ver, lo que la dejó a expensas “del sentido” de la vista.
—¿Por qué los médicos no dan un diagnostico confiable? — se quejó la nieta.
—Doña Alba aún tiene a sus guardianes, y ellos actúan protegiéndola creyendo que toman las decisiones correctas, ¿me explico?
—No — dijo la nieta.
—No — la secundó Karla.
—Sí — dijo la anciana.
—¿Te suena lógico, abuela? — la cuestionó Judith sin disimular que le urgía terminar con la sesión.
 
La vieja no dijo nada, fijó su vista en mi (quizá acostumbrada a usar su videncia, trató de ver algo) y tras un rato afirmó, con la cabeza, quiero creer, resignada.
 
Después de aquello hice énfasis en algunos aspectos, pero más que nada para tranquilizar a la mujer, porque creo que la respuesta estaba clara.
 
—No sé qué opinen, pero me suena lógica la explicación — dijo Karla.
—Lo importante es que usted acepte su nueva condición física y aprenda a convivir con ella — sugerí — usted ha visto muchas cosas en la vida terrenal y en la inmaterial, así que debe percibir lo que actualmente le sucede como un descanso ante tantos sucesos extraños que presenció.
—No hay vuelta atrás en eso de la “jubilación espiritual” — aceptó la vieja con cierto arrepentimiento.
—Tampoco haga drama — sugerí — aún tiene un par de guías espirituales que le ayudan a tomar decisiones en la vida. Aprovéchelos.
—Cabrón — dijo, sonrió satisfecha y fue cuando su nieta la apresuró, de nuevo, incorporándose de la silla, para insinuar que era la hora de volver a su casa.
 
7.
—¡Eso fue rápido! — exclamó la tarotista, emocionada, una vez que se fueron.
—Casi… no sé hasta qué punto, si la hubieses consultado con tarot —planteé — hubiese quedado ella satisfecha… o todo tan claro.
—Deja de estar chingando — se quejó — bien sabes quién soy, así como sé hasta dónde tú eres capaz de llegar.
—Ándate al carajo — me burlé.
—Me impresiona cómo tras varios años de muerto, el Curandero Felipe sigue siendo una referencia — confesó — y sin que tú te lo propongas.
—Así son las leyendas.
—¿No le dijiste todo a Doña Alba? — me miró con suspicacia, tras poner sus ojos en blanco, viendo al techo, para finalmente mirarme con reproche.
—¿Para qué? — levanté los hombros.
—Dime, ¿qué te guardaste, cabrón? — cuestionó.
—Es vieja, ¿por qué atormentar el último tramo de su manipuladora existencia?
—Cuenta, ¿ya se va a morir? — preguntó alarmada.
—No, aún le falta purgar — dije tras soltar una carcajada pues a Karla el tema de la muerte le incomoda — pero aparte de ver bastantes cosas, la ella abusó de sus dones para cobrar dinero, mucho, y manipular secretos que… bueno, incitaron desenlaces que provocaron que ciertas personas vivieran desprestigiadas el resto de su vida, muchas humillaciones, encarcelamientos injustos y… mierda… a tú sabes cómo es esto.
—Mira, tan encantadora que se veía la viejita.
—La mayoría de los ancianos parecen agradables, la longevidad inspira ternura, respeto o desprecio, depende de los cargos de conciencia de cada quien, pero a veces, detrás de las canas, arrugas y decrepitud se esconden historias llenas de crueldad, prepotencia y maldad. 
—Eso ya no es asunto mío — quiso da por zanjado el tema — tú cada vez te pones más místico y por eso tus lectores te mandan a la chingada y no compran tus libros.
—No vivo de ti ni de nadie, sino de mi trabajo cotidiano, en una oficina de gobierno, en el sector medio ambiente, que atesora un terrorífico catálogo de mezquindades humanas mexicanas — me burlé — el día que la gente entienda que a toda acción, una reacción, que NO debe escupir al cielo, que el mundo espiritual y los dones NO son un negocio, ni un apostolado, sino un karma, dejarán de saturar mis mails llenos de preguntas pendejas.
—Grosero.
—Recuerda, y me canso de repetirlo, en mi última consulta ante Orunla me advirtió: “usted siempre diga la verdad, aunque se quede solo”, y si a eso le agregas que mi signo zodiacal es Acuario, además de mi recóndito autismo, entonces deberías entender que tu opinión, y muchas más, casi todas, me valen el humo de una fumada.
—Cabrón — acusó.
—Lo que sea… volvamos a la vejeta: ¿quién le hará pagar el abuso material de los dones? su nieta — cuestioné — ¿viste su urgencia por irse?
—Ahora que lo mencionas…
—La vieja tiene mucho dinero tras todo lo que abusó de su don… Judith no está con ella porque sea buena persona, sino porque se está frotando las manos con la herencia que cree que recibirá, pero antes...
—Ya entendí la prisa: la chamaca no quería que usaras tu videncia para saber sus intenciones —aceptó — por eso tus advertencias antes de empezar de quedarme callada: ya sabías de qué iba todo.
—Lo vi desde que llegué, pero no adelantaría nada: la nieta debe cumplir con su función para que Doña Alba purgue karma antes de pasar a mejor vida.
—Impresionante —concluyó Karla.
—El mundo espiritual es cabrón… — me quejé.
—Blasfemo — se quejó.
—… y muchas veces los dones no siempre ayudan — la ignoré.
—No entiendo.
—Una consulta no solo debe “diagnosticar” la situación del astral de la persona en el momento actual, ni las causas, debe irse al origen del problema, pero también a las consecuencias.
—¿Acaso causas y origen no son lo mismo?
—Mierda, ni si quiera cuestionaste el tema de las consecuencias — protesté.
—Cabrón.
—Ya me aburriste, mejor pídeme un taxi — solicité — no traje auto… tu colonia es un desmadre para encontrar un lugar donde estacionarse.
—¡Cabrón! — exclamó entre risas — siempre haciéndote el interesante — agregó mientras cogía su celular para contratar el servicio.

12 de mayo de 2023

La malignidad va ganando la guerra espiritual

 


para ti, que presumes en redes sociales tu
vileza, recuerda la primera enseñanza que
te di: nunca escupas al cielo… ya veremos
cuando el destino borre tu estúpida sonrisa
 
Pensé que la reacción del mundo espiritual a mi decisión de dejar de publicar en este blog tardaría, pero ha sido inmediata y contundente: no lo puedo cerrar, pero además también se me ha requerido continuar atendiendo pacientes (sobre esto ya les plantearé nuevamente los motivos de mi negativa), pero también se me instruyó a que publique una de las tantas entradas que se quedarán en el tintero, esta, que si bien fue escrita hace dos semanas, ha sido actualizada y contiene graves advertencias para la humanidad.
 
1.
Desde hace tiempo se viene comentando en este blog de una guerra espiritual entre el bien y el mal en la que se definirá el futuro del ser humano, como raza, independiente del cataclismo que asolará a nuestro planeta en el ya menos lejano año 2027.
 
No sé si suceda en otros países, pero en México nuestro vocabulario es básico (se calcula que a lo largo de nuestra vida no usamos más de las 3,000 palabras de siempre), ello influenciado por lo que la gente oye (y ve) en la radio y la televisión, lo que se refleja en el uso sin sentido de la terrorífica frase “el fin del mundo”, cuando en realidad se debe hablar de cambios tajantes en lo que conocemos como “la vida cotidiana”.
 
Es por ello que se debe hacer la aclaración de que “el fin del mundo” NO existirá jamás, pero veremos cataclismos, guerras (bélicas, ojo que no son sinónimos), sucesos paranormales, virus, crisis ambientales, revueltas, pobreza, fenómenos en el cielo, degradación moral, desempleo, y muchas situaciones más que están afectando la vida de millones de personas, destacando las guerras espirituales, que es una de las que en este momento más víctimas está cobrando.
 
Lo anterior, para muchos, esto solo puede suceder tal cual ha sido planteado en películas de todo tipo desde hace décadas, por lo que debe aclararse que no veremos la tierra hundirse, ni al mar tragándose ciudades enteras, meteoritos destruyendo continentes, ya no digamos naves espacianas invadiéndonos para experimentar con nosotros, ni demonios o monstruos llegados a través de puertas dimensionales, por lo que en consecuencia, no habrá héroes guapas ni guapos, musculosos, armados hasta los dientes y con gran inteligencia para salvarnos.
 
NO, porque si creyéramos en estas versiones, en ese tipo de “cataclismos”, cuando suceda, la realidad es que no habrá ni luz, ni radio, ni internet, ni tv para “verlo”, ni mucho menos para enterarnos cómo algún listillo nos narra su versión “del fin del mundo” ni mucho menos el motivo de nuestra extinción.
 
Mucho de lo anterior, de los cambios que vendrán, se ha escrito en este, así que sería innecesario repetirlo salvo este pequeño resumen: el planeta tierra no desaparecerá porque su presencia es necesaria para mantener la armonía del universo, más es la raza humana el verdadero peligro para dicha estabilidad, así que a nadie es que le preocupe mucho que nos extingamos.
 
2.
¿Qué significa guerra espiritual?, ¿una entre el Bien y el Mal con Dios contra el Diablo?, jajaja, si Dios y el Diablo son lo mismo, y no solo pregúntenle a Jehová, la iracunda mano siniestra divina de la Biblia que asesina y masacra a su gusto, averigüen también por qué los dos se escriben con “D”.
 
Expliquemos que la batalla entre el bien y el mal es diaria, de la cual todos formamos parte: es una discrepancia pura en donde nos enfrentarnos, los menos, a situaciones llenas de injusticia, y donde los otros, los muchos, sólo buscan joder al prójimo en busca de nada que no sea difamar, sexo, imponer la voluntad, abusar, robar, violentar, mentir y demás sinónimos.
 
No sé en otros países, pero nuestros abuelos, en México, hace bastantes años usaban esta frase: “todos los días la mitad de la humanidad se despierta buscando cómo chingarse al prójimo, mientras la otra mitad solo trata de encontrar la manera de cómo defenderse”.
 
El bien y el mal, les recordaré, son energías, algunas generadas por el propio ser humano, y otras “disponibles” en el medio ambiente, las que desde siempre han decidido el desino de la humanidad porque precisamente todos somos eso, energía, que nadie sabe manejar a conciencia, pero que sirven a intereses nada terrenales.
 
Dicho de otra manera: ¿por qué dejamos que la maldad de la suegra, el hijo, la esposa, el abuelo, la madre, el suegro, el hermano, el padre, el jefe, el vecino, el desconocido, el amigo, el primo o la amante, ya no digamos el político, la autoridad, el socio, el militar, el chófer del transporte público, el desconocido en la esquina, condicionen nuestra vida?
 
Lo grave del problema es que no nos damos cuenta que la manipulación de la lista de los personajes citados (que obviamente es inmensa e incluye cualquier vínculo en la vida de toda persona), apela a nuestras debilidades, miedos, inseguridades, y demás, para, convertidas en dolor, frustración, rencor, impotencia y tristeza, todas las emociones, son energías, hay que exacerbarlas ante los débiles, los ignorantes… y hay “alguien” que se alimenta de ellas, pero también, para eso, insisto, se necesita de personas con bajo astral para provocarlas.
 
Ante este panorama, donde campea la nulidad, producto de la maldad del prójimo infraevolucionado que nos ha elegido como víctimas, hay personas que en contraparte acuden a gente con dones en búsqueda de una solución: curanderos, santeros, hierberos, espiritualistas, babalowos, reikistas, espiritistas, adivinos, chamanes, tarotistas, gitanos, mayomberos, cartomancistas, videntes y demás, de los cuales siempre obtenían respuestas, y, en la mayoría de los casos, soluciones.
 
¿Obtenían?, ¿lo dije en pretérito?
 
Sí, hasta hace poco, porque de un año para acá (más o menos), las soluciones espirituales ya no fluyen tan fácil, pese a que algunos de ellos ofrecían iniciaciones o atributos (collares, figuras, pulseras, amuletos, lociones, baños, remedios, lociones, etc.) y a saber cuántas cosas más con la promesa de solucionar, algunas ofrecidas con honestidad, aunque otras solo con la finalidad de sacar dinero.
 
El problema es que en esa búsqueda la gente no pretende comprender el origen, sino solo solucionar, y en algunos casos regresar el daño, llevar a cabo una venganza, sin darse cuenta que esos tragos amargos forman parte de la guerra espiritual entre el bien y el mal, en donde el mal, ante la falta de interés de incrementar, reitero, su vibración espiritual, lo hizo víctima de que quienes desde hace siglos nos observan y conocen nuestras debilidades: la malignidad.
 
No es malo que la gente llegue con el depositario de un don o practicante espiritual a tratar de tener una vida sin obstáculos, más no tratando de entender por qué le va mal, y si esa persona a la que consulta le dice: “yo te soluciono, pero tú debes cambiar tu actitud”, entonces el remedio se queda incompleto y recurrentemente el paciente volverá enfrentar el problema, aunque en manos de otro victimario, dejando además desprotegido al religioso, quien enfrenta el rechazo a recibir la sabiduría y eso le debilita, dejándolo expuesto no solo a la venganza de la malignidad por ayudar al paciente, sino además haciéndolo objeto de represalias para desmotivarlo a que siga con su misión.
 
3.
En estos días, por cualquiera que sea la razón que a un Dios (o Creador) perverso se le antoje, he tenido oportunidad de reactivar contactos con curanderos, santeros, reikistas, espiritualistas, espiritistas, chamanes, mayomberos, entre los prevalece el pesimismo y la resignación sobre cómo la malignidad va ganando la guerra espiritual.
 
¿Y por qué sucede esto? Muy sencillo: porque la maldad se reproduce cuando encuentra “corazones” malos, el lugar ideal donde la malignidad encuentra donde anidar, y cuyos dueños son gente con sentimientos perversos, los ya citados cabrones que todos los días la mitad de la humanidad se despierta buscando cómo chingarse al prójimo.
 
Lo más grave que quienes más activamente colaboran son niños, adolescentes y adultos, mientras que los ancianos, por el momento, están siendo sus víctimas favoritas (y de ello, se debe decir, destacan las mujeres, niños y sus fechorías en lugares cerrados y los hombres y jóvenes en la calle).
 
Sin embargo, hay otro tipo de personas, los “malvados pasivos”, los que joden al prójimo solo si encuentran la oportunidad, y quizá esos son los más peligrosos porque también son débiles y se prestan momentáneamente para la maldad y son los que hacen caer a la víctima en la provocación.
 
Imaginemos a la malignidad como una corriente de aire, una bocanada de humo o una mancha de color negro, rondando entre nosotros, pero a la que no todos perciben. También supongan que van caminando y en contrasentido viene uno de esos “malvados pasivos”, quien sin más es tocado, en un instante, por la malignidad y sin más comienza a insultarles, los golpea con el codo al pasar a su lado o les mira feo: ustedes responden a la agresión con violencia, en el momento en que la malignidad se aleja de tal manera que ya están soltando golpes (uno mal puesto), que hiere gravemente al otro o incluso lo mata, metiéndolos en graves e insalvables problemas con la justicia.
 
4.
Para enterarme de cómo camina la espiritualidad en el planeta, mantenengo contacto con todos ellos, lo que inquietantemente ha llamado mi atención sobre lo que está sucediendo con chamanes, curanderos, hierberos y espiritualistas, principalmente, sin dejar de lado a honestos santeros, paleros y babalowos (que los hay).
 
Pongo ejemplos.
 
Un curandero, ya mayor de edad, subió a un autobús rumbo al mercado de Sonora a compras su dote de hierbas semanales, hasta que en un semáforo el chofer, para evitar una colisión, frenó abruptamente, el hombre cayó sobre una niña y fue de inmediato acusado de agresión sexual por la madre.
 
Una chamana salió de su casa para cumplir con su jornada espiritual, estrenando tenis, y cuando llegó a su Templo estaban todos tasajeados, como si alguien le hubiera apuñalado sus pies, aunque sin que ella hubiese sido herida o tuviera sangrado alguno.
 
Un cartomancista fue acusado ante la policía de manoseo por una paciente luego de que no pudiera develar el Velo de Isis, en primera instancia, resultado de la brujería que traía encima, tras sobar varias veces la mano de su paciente para retirarlo.
 
Una santera salió de su casa para ir a casa de su padrino, entro al metro, estaba lleno, se acomodó donde pudo y quedó frente a un par de lesbianas que se besuqueaban; el metro dio un frenazo, todos los cuerpos chocaron, incluyendo el de mi amiga contra las lesbianas, las cuales se lanzaron a golpes en su contra, acusándola de intolerante y de crimen de odio.
 
Un espiritualista se encaminaba hacia su auto tras hacer algunas compras en una tienda de autoservicio, y mientras las guardaba un par de maleantes lo encañonaron y exigieron las llaves de su auto. Escuchando el consejo de sus guías aceptó entregarlas, los delincuentes subieron arrancaron, pero metros después metieron reversa, se detuvieron frente a él y le dispararon, dejándolo con una discapacidad el resto de su vida.
 
Durante una coronación de osha, un babalowo fue acusado por su ahijada de manosearla, solicitando la presencia de una patrulla y suspendiendo la coronación de santo, cuando el religioso lo único que hice fue pasar por su espalda, un pollito, requisito indispensable para entrar al cuarto de santo.
 
Si recuerdan bien, su servidor ya también tuvo su experiencia cercana al tema: https://basurerodealmas.blogspot.com/2022/02/no-solo-los-muertos-del-covid-tambien.html
 
5.
Siguiendo con las extrañas circunstancias, también llevo semanas reencontrándome con discípulos del Maestro Carlos, https://basurerodealmas.blogspot.com/2016/11/fallecio-carlos-el-gran-chaman.html
 
Una de ellas, pese a ser uno de los más avanzados, no ha podido superar una terrible depresión luego de que fuera objeto de un intento de atraco en el metro.
 
Otro, comenzó con dolores estomacales y a los dos días lo único que defecaba era sangre. Estuvo hospitalizado un mes y no murió por las constantes trasfusiones de sangre que recibió, pero nunca hubo un diagnóstico concreto de qué le sucedió.
 
Hace unas semanas me enteré de que el que quizá haya sido el más el más adelantado de todos, atiende a sus pacientes con cierto miedo, mismo que no se me explicó, más ayer, en una llamada telefónica alguien me lo aclaró: no es miedo a las sanaciones que hace, sino a ciertos malestares físicos que le aquejan y que en otras ocasiones le han llevado al quirófano, señal inequívoca de que alguno de los enemigos de uno de sus pacientes (o la propia malignidad) ya lo tiene trabajado.
 
6.
Les compartiré también que entre curanderos, santeros, espiritualistas, espiritistas, chamanes, mayomberos, reikistas y demás se comenta (cada uno por su cuenta), sobre la muerte de ya varios practicantes de las respectivas disciplinas espirituales, en todo el país, todos bajo la misma circunstancia: infartos… sí, ese lugarcito que el cuerpo humano pone a disposición de la malignidad para generar malicia.
 
Ahora, ¿cuáles serán las consecuencias de que la malignidad termine por gobernar en el planeta?, ello lo explicaré en otra entrada porque ésta ya se hizo extensa.

1 de mayo de 2023

Esto se acabó

Para su servidor solo hay tres maneras de terminar con algo: una, se le dice a la contraparte directamente y mirándolo a la cara... otra, se le dedica una canción más que obvia... y la última, se le explica con un largo texto los motivos por los cuales no hay más.



Para este caso he optado por la opción de la canción para no tener que darle explicaciones a nadie más las mías que ya conozco. Y si bien mis verdaderos lectores deben saberlo, desde hace varios años la reciente producción musical del guitarrista mexicano Carlos Santana para mí deja mucho que desear, apelo a un viejo tema, grabado en 1970 (huuuy, desde que lo grabó ya llovió millones de veces sobre la superficie del planeta), precisamente para avisarles que lo prometido es deuda: esto se acabó.