29 de abril de 2022

Negando al Curandero Felipe

 

su principal arma era una computadora, el mejor bastión
para los acosadores anónimos y los cobardes.
Harlan Coben
 
 
En alguna ocasión platicando con una amiga escritora, señalé cómo a los lectores de este blog les dejó de importar que yo dejara de interpretar sueños y de publicar textos sobre Santería e Ifa por la falta de apoyo a mis proyectos alternos.
 
Agregué algo que la dejó sorprendida: “de los miles de lectores que tiene Basurero de almas, nunca nadie preguntó cuáles eran los proyectos alternos… lo peor de todo – continué – es que en mi blog nunca hubo lucro por difundir la verdad sobre la práctica de la Osha e Ifa, y por el contrario, al poner en evidencia las mentiras de esa religión sufrí brujería, maldiciones e intento de robarme mis sitios web… todo para nada”.
 
Conocedora de las redes sociales al derecho y al revés, me señaló: “a los cibernautas solo les interesa saquear la web, robarse todo lo que puedan, porque piensan que internet es sinónimo de gratis, pero cuando se les pide algo a cambio, sobre todo solidaridad, prefieren irse a otro lado y dejar de tener lo que reciben… así es su egoísmo”.
 
Siguió la plática y le comenté que: “cuando publico textos sobre música, cine o literatura, las lecturas por entrada bajan considerablemente y los de temas espirituales aumentan, pero las ocasionales entradas sobre santería (en realidad textos rezagados), siguen teniendo buena acogida, lo que deja claro que algunos siguen sin entender”.
 
Cité a Emil Cioran para terminar la conversación sobre el tema: “no se escribe porque se tenga algo que decir, sino porque se tienen ganas de decir algo”, agregando: “la gente no comprende que yo no vivo de este blog, donde se escribía sobre santería sin chantajear a los lectores, contradiciendo a lo que hacen en la vida real los padrinos con sus ahijados: robarles”.
 
Quiero reiterar aquello de “no se escribe porque se tenga algo que decir, sino porque se tienen ganas de decir algo”, porque por eso escribo en mis blogs y publico mis libros: porque se me da la gana, y lo anterior viene a cuento porque recibí un mail anónimo (como siempre hace la gente que entra a este blog a desprestigiar: ocultarse cobardemente), cuyo contenido consistía exclusivamente en lo siguiente:
 
El curandero Felipe se parece tanto al Don Juan Matus de Carlos Castaneda ... nunca existió.
 
Sé que diré una vulgaridad (de antemano una disculpa a las lectoras y lectores por usarla), pero en cuanto leí ese mail me acordé de mi amigo Alejandro cuando señala: “… a ti ningún chile te acomoda”.
 
Y sí, anónimo, nada te tiene contento, porque supongo que eres de los que sufre porque si yo escribía sobre Santería e Ifa, malo… si no lo hago, malo; si interpretaba sueños, malo… si no lo hago, malo; si publico sobre música, y literatura, malo… si no lo hago, malo; si edito libros… malo, si no lo hago, malo; si hacíamos consultas espirituales, malo… si las dejamos de hacer, malo.
 
El tema es que, a estas alturas de la decadencia espiritual en el planeta, no necesito hacer aclaraciones a nadie, pues, insisto, “no se escribe porque se tenga algo que decir, sino porque se tienen ganas de decir algo”, como quien dice, escribo porque quiero, anónimo, no porque necesite que me creas ni me leas para llevar un bocado a la mesa de mi casa, así que para tu desgracia el Curandero Felipe seguirá siendo parte de tu imaginario descolectivo a consecuencia de tu descerebrada insulsez.
 
Así que anónimo, insisto, a ti (irresoluto, baladrón, timorato, acoquinado, pávido, apocado y demás sinónimos), te dejo claro que es una pena que ningún chile te acomode, porque con tu actitud dejas claro que vivirás en la insatisfacción hasta el fin de tus días, mientras que con cada palabra que digas o escribas te llenarás una y otra vez la boca de literal mierda.

19 de abril de 2022

Pachita, Grimberg y el Curandero Felipe

 

1.
Conocí a Bárbara Guerrero siendo niño y a través del Curandero Felipe. Aunque debo aclarar que no conviví con ella, solo la vi: una noche mi tío llegó a nuestra casa cojeando de la pierna izquierda, habló con mi progenitor y este me soltó con su eterno acento de formación militar: acompáñalo. Subimos a su taxi y manejó en silencio, con ocasionales rictus de dolor, hasta que llegamos a una casa ubicada frente a un mercado que vendía flores las 24 horas.
 
Años después, mientras bebíamos su brandy favorito un viernes por la tarde, mi tío retomó aquella visita a la mujer que en el medio Chamánico llamaban “Pachita”, famosa por ser montada para hacer sus curaciones por el espíritu de Cuauhtémoc, el último tlatoani mexica.
 
Llegamos a la casona y un policía que custodiaba la puerta, por la amistad de la Curandera con Margarita López Portillo, hermana del entonces presidente, nos dejó pasar, cruzamos un patio y dimos a una habitación donde había varias personas esperando ser atendidas.
 
Un hombre alto, delgado, con tupida barba, mirada nerviosa y libreta en mano, avisó a mi tío que en breve sería recibido… y así fue: apenas salió una anciana, Pachita apareció (yo no sabía que era ciega y que su manera de conducirse era gracias a su clarividencia), portando un vestido de flores sobre el cual llevaba un delantal a cuadros pequeños de colores color rojo con blanco, sandalias, el cabello revuelto y expresión hosca.
 
Saludó a Felipe y pretendía hacer caso omiso de mi presencia, pero él me señaló con un movimiento de cabeza, me volteó a “ver”, asintió, “cruzaron miradas”, ella extrañamente sonrió (por aquello de su inicial actitud arisca) y lo tomó del brazo para llevarlo a la habitación.
 
– cuídalo – pidió la Curandera al barbudo.
 
Ni que decir que él sí me ignoró, aunque se mantuvo a mi lado todo el tiempo, enfrascado con sus notas. Tras un rato Felipe salió del cuarto sin Pachita, sonriendo y ya sin la molestia en la pierna. Ambos hombres se hicieron una reverencia, luego mi tío me tomó de la mano, salimos de ahí y me devolvió con mis padres.
 
Tras conocer a Pachita mis visiones de los muertos se redujeron considerablemente por meses, algo que por mi ingenuidad no lo vinculé a esa visita, mas su presencia fue sustituida por vívidas pesadillas en las que me enfrentaba a demonios, de los que años después me enteré, según ella lo comentó con Felipe, eran el origen de muchos males que ella quitaba a los pacientes con sus operaciones.
 
2.
– no recordaba la anécdota – acepté y como siempre, independiente de la conversación de lo sucedido aquella noche, los detalles los averigüé luego con mi videncia
– más valdría que no la olvides – advirtió – la mujer era asombrosa.
– ¿por qué me llevaste? – lo cuestioné con la misma ingenuidad con que lo acompañé esa noche, más como era su estilo cuando no quería dar detalles de ciertos temas, clavó la mirada en una de las paredes y permaneció en silencio.
– Jacobo Grinberg desapareció – soltó y suspiró largamente.
– no lo conozco – reconocí – ¿quién es?
el barbón que te cuidó mientras Pachita me atendía la dolencia de mi pierna – dijo con una solemnidad que pocas veces le escuché – curioso que no lo recuerdes: meses después vino a una de las comidas que organicé en uno de mis cumpleaños… pero es normal, ese día te la pasaste correteando con tu primo Gabriel por toda la casa.
– vaya – alcancé a decir.
– el asunto es que Jacobo se esfumó hace tiempo, pero apenas me enteré anoche.
 
3.
La historia de Jacobo Grinberg es muy conocida, así que la resumiré así: psicólogo y neurofisiólogo, fundó el Instituto nacional para el estudio de la conciencia bajo la premisa de que existe una relación entre la ciencia y la conciencia, para lo cual estudió Chamanismo bajo una perspectiva científica, lo que le llevó a escribir más de 50 libros sobre el tema, ser iniciado por Pachita y convertirse en su más cercano colaborador durante años.
 
Su fama como estudioso y practicante de los ámbitos espirituales lo llevó a relacionarse con Alejandro Jodorowsky, Salvador Freixedo y Carlos Castaneda, lo que le permitió dar proyección internacional a sus investigaciones que entre otras cosas le hizo sujeto de interés por parte del gobierno yanqui.
 
Nacido un místico 12 de diciembre de 1946, desapareció en la misma fecha, pero del año 1994, en extrañas circunstancias que han dado pie a numerosas teorías, unas exageradas, y otras, las menos, con cierta coherencia, como que fue asesinado por su esposa, fue secuestrado por la CIA o que atravesó un portal dimensional del que no pudo regresar: se habla de desaparición porque su cadáver nunca fue encontrado, además de que, curioso, se esfumó junto con todo el material de sus últimas investigaciones.
 
Fue declarado muerto de forma oficial por la policía mexicana luego de sucesivos cambios de los investigadores del caso, por instrucciones superiores, y tras dejar pasar convenientemente varios años, sin que la indagación avanzara.
 
4.
– la prensa solo se refiere a Jacobo como científico, pero entre nosotros se le reconoce como Chamán – agregó Felipe – aunque era muy discreto en ese sentido, me tocó trabajar con él y era asombroso.
– ¿qué le sucedió? – me aventuré a cortar su plática en el momento en que le daba un sorbo a su vaso – ¿dónde está?
 
Fijó su mirada en la mía, pero no había censura por mi curiosidad: eran esos atisbos que reflejaban su neutralidad para muchos temas, sí, pero dejando claro que no respondería. Terminamos los tragos, Felipe se levantó de su sillón y fue por más. Cuando volvió traía un plato rebosante de charalitos sazonados con jugo de limón y salsa roja.
 
5.
Seguimos un rato en silencio, mientras bebíamos y comíamos, hasta que el Curandero se aclaró la garganta.
 
– cada que muere uno de nosotros, ya sea Chamán, Hierbero, Muertero, Espiritualista o Curandero, sin importar dónde, el planeta resiente su partida: nadie puede ocupar su lugar, aunque haya otros que vengan detrás con mayores dones.
– vaya – dije mientras la tarde avanzaba con rapidez.
– Pachita o Jacobo, por seguir con ellos, forman parte de un equilibrio espiritual cuyos alcances pocos conocen.
– ¿lo mismo sucede contigo? – solté.
– trabajar con la energía de la Tierra NO nos hace necesarios – recalcó – somos ayudantes de “alguien superior” que trata de salvar a esta raza de una catástrofe espiritual.
– vaya.
– no incluyo a Holísticos, Santeros, Magos, Brujos, Monjes, Reikistas, Sanadores, Budistas y otros porque sus prácticas no son lo mío, pero quizá entrarían los Mayomberos, ya que el equilibrio funciona con aquellos que respetan y trabajan con la naturaleza.
– vaya.
– por cierto: de los Santeros, en unos años entenderás… pero será por la mala – sentenció sin ocultar su inquietud por mi futuro.
 
Un escalofrió recorrió mi espalda, las paredes de su sala me parecieron opresivas y algo me avisó que en un futuro debía reflexionar con sapiencia cualquier decisión relacionada con mi evolución espiritual.
 
6.
– a Jacobo muchos no lo querían y un ejemplo fue su expulsión del grupo cercano a Pachita que hizo Margarita López tras amenazarlo de no decir que la había conocido en la Residencia oficial de Los Pinos – señaló Felipe con amargura y continuando con el tema – luego, por las envidias de Alejandro Jodorowsky, malicioso y mezquino como fue siempre, se apuntó para sustituirlo, aprendió “el arte de curar” y tras morir la Curandera se asumió como el único autorizado para decidir con quién trabajaría el espíritu de Cuauhtémoc.
– vaya.
– hubo un pleito de arrabal por ese tema – siguió sin ocultar su desprecio pro tales actitudes – Guillermo y Enrique, los hijos de Pachita, se decían herederos del “don”, lo mismo que Candelaria, una mujer que ayudaba en la limpieza de la sala de operaciones espirituales, pero el entrometido de Jodorowsky decidió que el depositario sería Enrique, quien a la postre resultó un fraude, y no se diga el siguiente heredero, su hijo Israel, un auténtico estafador.
– vaya – repetí consternado tras descubrir que en el mundo espiritual también hay maldad, egoísmo, intrigas y mezquindad, pero lo más importante fue que aquella tarde, tras oír aquello, mi admiración por Alejandro, luego de ver su película La montaña sagrada”, simplemente desapareció.
– este odio contra Jacobo incluye a su tercera esposa, Teresa, de la cual pensaba divorciarse por sus celos enfermizos – añadió Felipe.
– vaya – redundé.
– a lo largo de diciembre de 1994, tras la desaparición de su marido, Teresa se dedicó a contar a familiares y conocidos que ambos viajaban mucho para realizar investigaciones o retiros espirituales en la India e Israel, hasta que ella también se evaporó.
 
Felipe apresuró su trago y lo imité, se levantó y minutos después regresó con sendos vasos y más botana. Encendió la luz del inmenso candelabro que pendía sobre nuestras cabezas para evitar que la penumbra de la noche nos invadiera. Sonrió y se acomodó en su sillón.
 
– algún día también te jurarás como Curandero y comprenderás la esencia de muchos temas que hablamos en estas tertulias – insistió.
– vaya.
– Pachita plantó “raíces" en este plano físico, pero nos faltan las de Grinberg – soltó con tal contundencia que cerró la posibilidad de cuestionarlo sobre el destino del Chamán – eso hace que el mural espiritual de este ciclo quede incompleto – dijo ambiguamente.
– vaya.
– conforme combines tus dones de Muertero con la Videncia podrás desentrañar muchos misterios, no solo este, sino de cualquier personaje de la historia – sentenció tras lo cual el miedo me invadió nuevamente.