19 de diciembre de 2018

No volveré a platicar con desencarnados

seablue y ujulerachid, administradores de este blog, quieren desear a todos los lectores felices fiestas de fin de año, y aprovechando, compartimos una interesante reflexión del escritor dave barry sobre la época decembrina: “una vez más, llegamos a la temporada navideña, una época profundamente religiosa que cada uno de nosotros celebra, a su manera, yendo al centro comercial de su elección”. Nos leemos en enero.


1.
Decidí que aquella tarde sólo sonaría reggae en la casa, así que opté por Yerberos, Ganja y Rastrillos (mexicanos), y por The Slackers, The Sunvizors, Mo'Kalamity y Bob Marley; destaparía un Myer’s Rum (que un ahijado me regaló), y prepararía bocadillos. Iba a iniciar dando play a “Married Girl” cuando se abrió la puerta y vi entrar a mi esposa afligida.

– y ahora? – pregunté (había ido a comer con unas amigas y pensé que tardaría en volver).
– mataron a L y V – dijo conmocionada.

2.
– no se sabe mucho – señaló tras sentarse en un sillón.
– cuándo fue? – pregunté.
– antier… salió en el periódico – sacó uno de su bolso, me lo extendió, pero dudé pues no me gusta la nota roja: veo los reportajes, mi videncia vuela y ve cómo sucedió todo… lo sostuve sin intensión de abrirlo.
– luego – avisé.
– acostúmbrate – avisó – M va a venir: quiere que le digas qué sucedió.
– naaá – anuncié – sabes muy bien que no me gustan los muertos.
– eres muertero: ves muertos, hablas con muertos, trabajas con muertos y hasta espantas muertos.
– no me refiero a desencarnados, sino a cadáveres: el primero lo vi a los 7 años cuando mis primos me llevaron a ver el cuerpo de un tipo apuñalado en la esquina de la calle donde vivíamos…
– pero se trata de L y V – me interrumpió – las conocíamos.
– desde entonces procuro no verlos – seguí argumentando – a veces no hay remedio, como cuando murió mi padre, más me sigue incomodando.
– pero… – quiso agregar cuando sonó el timbre.

3.
M entró tras abrirle la puerta, me saludó (lívida) y se dirigió al sillón donde antes yo estaba sentado: los tres quedamos en silencio.

– ya te dijo? – preguntó al cabo tras ver el periódico en la mesa.
– sí – acepté y me adelanté a cualquier petición – una pena.
– necesito que me digas qué… – soltó.
– olvídalo! – señalé y me puse de pie.
– pero… – trató de convencerme, más la corté de tajo.
– no, tú eres espiritualista… y una bastante buena – aclaré – no me pidas hacer cosas que no me gustan: ya mi esposa se enteró de mis razones.
– primero escúchame… – insistió.
– absolutamente no – me aferré.
– me deben un favor… – soltó con frialdad mirándonos – y en el mundo espiritual los favores son cuestión de honor.

La miré con furia: eso era un chantaje y se lo hice saber, más se limitó a verme en silencio. Mi muerto quiso intervenir, pero era innecesario: era nuestra amiga, el suyo era violento y aquello no terminaría bien.

– no quería llegar a esto – se disculpó.
– ya lo hiciste – me serví un ron sin ofrecerle a ella y regresé al sillón.
– te pido que me escuches – pidió y me resigné.

4.
– la ventaja, como dije, es que mi hermano es el responsable de investigar este crimen, así que “podremos” entrar.
– eso es legal? – cuestioné.
– si ves al asesino lo será, porque aparecerás como un asesor de la policía que ayudó a que lo atraparan.
– qué le dirás a robocop? – me burlé de su pariente – que un brujo entrará a casa de las muertas, usará su videncia y verá qué pasó?
– sólo irán ustedes – aclaró señalándonos.
– a mi esposa no la metas en esto! – le advertí tajante.
– yo no puedo entrar – avisó M.
– si no fuera suficiente que tu hermano no me soporta y dice que no cree en las mamadas de videntes, tendré que aguantar sus burlas y caminar entre cadáveres!?
– ya se los llevaron – me ignoró.
– … voy a “ver” lo que sucedió! – me quejé.
– te puedo asegurar que en el fondo a mi hermano le interesa tu opinión… necesita una pista para aclarar los asesinatos; pero si me dejas terminar de explicarte entenderás por qué te necesito ahí – avisó.

5.
– y somos 9… éramos – corrigió luego de contar esa parte de su vida que hasta entonces no conocíamos.
– oye, a mí no me importa lo que hagas con tu espiritualidad – solté – pero cómo te metiste a esas prácticas tan… oscuras?
– eso es asunto mío.
– no, hemos ido a tus cátedras, bajas a tus guías para nosotros, vamos a tu templo y ahora me sales conque eres discípula de Darth Vadder?
– cada quien busca el modo de evolucionar – se escudó – ve tu caso: de Curandero te hiciste Espiritualista, luego Mayombero, Santero y ahora...
– ya! – la corté y traté de serenarme – así que piensas que el asesinato tuvo que ver con lo que ustedes hacían y no por ser ella prestamista?
– no sé – señaló – créeme: no me puedo involucrar, formo parte de ese círculo de 9 sacerdotisas y mientras no sepa qué sucedió, estoy en…
– párale! – la corté – me vale madre tu club de Harry Potter…
– hay detalles extraños – continuó – en la casa había dinero que el asesino no tocó, la puerta no fue forzada: señal de que ambas lo conocían y lo dejaron entrar, no hubo violencia sexual y lo raro es que…
– fueron tres – la interrumpí.
– comenzaste a ver? – exclamó – no debes hacerlo aquí: es en la casa…
– eres una jodida loca!! – le grité.

6.
El auto de M se detuvo en una esquina: habíamos llegado a la colonia Escandón tras convenir mi participación si mi esposa no se involucraba.

– no puedo acercarme más… ya te expliqué – tomó su celular, marcó a su hermano y al poco él apareció del lado de su portezuela: M bajó el cristal, a ella la saludó y conmigo se limitó a un movimiento de cabeza.
– me vas a meter en problemas – se quejó – y más si tu amiguito hace alguna tontería allá dentro.
– no te preocupes: sabe cómo hacerse invisible – dijo ambigua.
– vamos – ordenó tras resoplar.

Bajé del coche, lo seguí y al caminar sentí una punzada en mi estómago. Llegamos frente a un gran portón, el hermano de M hizo una señal a un uniformado (refiriéndose a mí), se rieron, mi muerto se presentó pero le indiqué que el escarmiento lo dejará para después: le pedí fuera por delante para cualquier sorpresa. Ingresamos.

Ya en el patio vi que todas las habitaciones estaban a oscuras y sentí escalofrío. Era un viejo caserón de dos pisos muy deteriorado. Me quedé en el umbral mientras robocop decía que a ambas las apuñalaron: a “la mujer en el baño, a la hija en la cocina y luego fueron colocadas sobre la cama de la madre en extraña posición”. Los policías entraron, encendieron las luces y los seguí.

Recorrimos la planta baja (en el baño y la cocina las manchas de sangre de las víctimas comenzaba a oxidarse), subimos y en la entrada de la recámara descubrí a L y V abrazadas: apenas me vieron comenzaron a narrar, entre gritos y lloriqueos, lo sucedido.

7.
Volvimos al auto en silencio. Una vez frente a M la náusea que me provocó ver (y escuchar) los detalles, me jugaron una mala pasada y vomité.

– olía feo, verdad? – se burló robocop cuando terminé – le llamamos “olor a muerte”: estuvieron ahí dos días hasta que una compañera del trabajo, extrañada por su ausencia, vino, trató de entrar y...

Me subí al auto y lo ignoré. Pedí a M nos largáramos de ahí, más su hermano no pensaba lo mismo.

– suelta: quién fue? – me preguntó exasperado.
– no sé… no pude ver nada.
– me imaginé que saldrías con esa mamada… valiente tu brujito – dijo, se despidió de M, dio un manotazo en el toldo y se alejó. Lo observé y pedí a mi muerto le diera una lección. Hicimos el trayecto en silencio.

8.
Al llegar me bajé del auto, M descendió pero me planté frente a ella dejándole claro que no iba a permitirle entrar a mi casa.

– fueron tres hombres – repetí y guardé para mi la conversación que tuve con ellas – nada relacionado con su negocio usurero.
– tiene que ver con nuestras ceremonias? – me cuestionó.
– ella se dedicaba a otras cosas esotéricas de las que ustedes no sabían.
– y quién fue? – me cuestionó – por qué no le dijiste a mi hermano?
– no diré más! – avisé y agregué – te he respondido lo que te interesaba, de lo demás no vi nada… con esto está pagado “el favor” – y le advertí – no vuelvas a cruzarte en mi camino!
– podrías convertirte en consultor esotérico de la policía – aventuró.
– vete a la chingada – le grité y me alejé.

Mi esposa observó la conversación desde el balcón de la sala. Abrí la puerta, me dirigí a la ducha y me bañé para quitarme el olor a muertas; me cambié de ropa, fui a la sala, me serví un ron y quedé en silencio: mi mujer me observó y supo que esa noche no se enteraría de lo sucedido. Apuré mi trago, me serví otro y de nuevo sentí la amenaza del vómito.

– no volveré a platicar con desencarnados – me prometí.

13 de diciembre de 2018

Los nueve sabios desconocidos

“Los Nueve Desconocidos” fue una sociedad secreta fundada por el emperador hindú Ashoka: cruel gobernante que tras masacrar a los Kalinga renunció a la violencia, se convirtió al budismo, convocó a los 9 hombres más sabios y les instruyó a recopilar el conocimiento sobre los temas sustanciales para la humanidad: Propaganda, Alquimia, Fisiología, Microbiología, Cosmogonía, Luz, Sociología, Comunicación y Gravedad. La identidad de los 9 no se hizo pública y quienes la integraban trasferían el saber a sus substitutos de manera que el grupo existe hasta nuestros días.

Cierto o no, la idea suena interesante pues se trataría de sabiduría que no fue borrada por El Vaticano cuando su brazo armado (La Santa Inquisición), trató de destruir el conocimiento esotérico del planeta a través de la persecución, ingeniosas torturas, hogueras humanas y asesinatos impunes.

En un documental sobre el tema nos enteramos que Baltasar Magro escribió “Los nueve desconocidos”, donde aborda con seriedad la herencia de los sabios Ashoka; así que tras buscarlo sin éxito en méxico (por error no leímos reseñas), acudimos al eterno plan “B”: pedirlo vía web, en este caso vía IberLibro.

Llegó, leí la contraportada: Un detective investiga a un joven obsesionado por las órdenes de caballería del medioevo. Una red de espionaje independiente que mantiene vínculos con el Mossad. Tres ciudades: Toledo, Jerusalén y Boston. El viaje por un laberinto que nace en un castillo templario, continúa por los túneles del Templo de Salomón y cuyo núcleo se sitúa en la fraternidad estudiantil de Harward”, y dije a mi esposa: “ya valió madres”. 


Magro nació en España, en 1949, se ostenta como locutor de radio y tv, periodista y filósofo. Ha ganado premios en el fétido medio televisivo español (la afirmación no es mía, sino de una amiga española), hasta que cierta mañana se despertó “creyéndose” escritor, publicando hasta la fecha doce libros, siendo “Los nueve desconocidos” el cuarto en su “producción literaria”.

Lo cierto es que Baltasar no destaca en el medio literario fuera de España, de hecho sólo es popular en Toledo, zona donde ubica parte de su obra, y salvo la temporal atención que generó "La hora de Quevedo" tras ser acusado de copiar el estilo del escritor Francisco de Quevedo (antes había sido evidenciado de calcar el de Arturo Pérez Reverte en “El círculo de Juanelo”), en general sus textos son señalados de “novelas con autor mediático”.

Así, el tema es ese fiasco llamado “Los Nueve Desconocidos” y no porque la leyenda de la sociedad secreta de Ashoka sea citada hasta la penúltima hoja del libro (lo juro!), sino porque Baltasar no logra armar una historia mínima, empezando porque la excusa para extorsionar al detective es ridícula, siguiendo  con una trama llena de lagunas o burdas coincidencias para que el lector pase al siguiente capítulo sin cuestionar el exceso de incoherencias, y rematando con un forzado final infantiloide.

La crítica a la novela de Magro no es por haber comprado un libro caro que no aborda el tema prometido en el documental, sino por su irritante falta de recursos literarios, porque sus desdibujados personajes se diluyen en la aburrida trama, porque está plagado de contradicciones, porque la carencia de un nimio de estilo evidencia la copia de libros de historia para explicar a los Templarios o la Edad media, porque no conoce las reglas gramaticales básicas y porque pensó que los lectores nos tragaríamos su basura.

¿“Los Nueve Desconocidos”?, si lo ven de oferta, en librerías de usado o puestos callejeros, si alguien se los regala o si lo encuentran en la basura, mejor huyan.

Baltazar Magro, Los Nueve Desconocidos, 224 páginas, Editorial Belacqua, 2004



6 de diciembre de 2018

Nos siguen debiendo

Para nadie es sorpresa que los discos que produjo Michael Bradford para Deep Purple (“Bananas” y “Rapture of the Deep”) son los peores que grabó la banda en años recientes. Tampoco es que Ian Gillan ayudara como líder tras la salida del guitarrista Ritchie Blackmore, ni que este fuera sustituido por Steve Morse, aunque tras la muerte del tecladista Jon Lord su decoroso remplazo fuera Don Airey.

Michael Bradford es un excelente guitarrista: su disco “The long night” es más que recomendable, pero se desenvuelve en el soul, pop, rhythm and blues, soft-rock y hip-hop, lo que le hacía un candidato poco idóneo para producir a una banda de hard rock, y el fiasco de ambos discos lo demostró.

Fue hasta la llegada de Bob Ezrin (ha grabado a Lou Reed, Nine Inch Nails, Pink Floyd, Alice Cooper y Phish), que al producirles “Now What?!” los saca de un letargo de 10 años que les hizo perder a muchos seguidores, así que luego de ver los “buenos” resultados, Purple repiten con él para producir “Infinite”.

Qué puede ofrecernos la banda en su disco número 20, tras fundarse hace 50 años y conociendo cómo se maneja el negocio de la música? nos entrega un puñado de canciones bien estructuradas y pulcramente ejecutadas, pero…

Tienen años sin grabar un clásico: el último fue “Perfect Strangers”, de 1984, donde aún tocaban Ritchie Blackmore y Jon Lord, pero ahora sólo sacan discos regulares que les permitan hacer giras y obtener ingresos para garantizar cierta tranquilidad en su ya entrada vejez.

A estas alturas Gillan debería de olvidarse de seguir prostituyendo el nombre de una leyenda y reconocer que ya no tiene nada que ofrecer a la actual escena musical (ni como cantante ni compositor), y en “Infinite” lo demuestra al incluir canciones cortas, sin emoción, con aires pop y sin ninguna novedad: todo lo contrario a lo que hizo grande a la banda.

La buena noticia de estrenar disco es que el baterista Ian Pacie declaró hace poco: “Va a haber un día, en un futuro no muy lejano, donde va a ser el "último". Esa es una tensión emocional para la que ninguno de nosotros está preparado… nos hemos dado cuenta de que es escalofriante el paso del tiempo, es inevitable. Sé que todos nos sentimos diferentes frente a esto, pero este será nuestro último "Gran World Tour".

Eso será lo mejor: Gillan ya no tiene voz (tuvo que bajar varios tonos al cantar) y su cansancio impregna de flojera los temas, Ian Paice y Roger Glover mantienen con dignidad la base rítmica, pero ya se les nota la edad, Don Airey nunca ha podido quitarse de encima la sombra del Jon Lord y cumple a secas, Steve Morse… se le pueden enlistar pros y contras de su presencia, pero en cualquier faceta mantiene una constante: su falta de fuerza al tocar la guitarra.

Temas destacables? todos van de más a menos: desde las decorosas “Time For Bedlam” y “All I Got Is You”, hasta la floja “Get Me Outta Here” o la aburrida “On Top Of The World”, pasando por la innecesaria versión de “Roadhouse Blues” de The Doors.

“Infinite” es un disco del montón que si se convierte en el testamento que están prometiendo, deja que desear y quedan a deber mucho de lo que fueron. Tampoco es que sea malo: estamos hablando de Deep Purple, de veteranos músicos, de… pero eso no quita que sea un disco del montón.