25 de septiembre de 2019

La debilidad de Obara melli

1.
En la diáspora cubana Obara melli es un oddu de llantos y penas por tragedias y calamidades, lo que hace de quien lo porta rencoroso, tramposo e hipócrita. Es importante destacar que aquí el iré NO existe, pues el oddu aglutina toda la bondad y la maldad ya existentes.

Son múltiples sus aristas negativas, mismas que advierten sobre las desventuras que sufrirá el religioso si no toma conciencia de solventar aspectos en su vida como atender al Eggun familiar, ser humilde, no hacer compromisos, prevenir las traiciones, no incomodar con su plática, vigilar infidelidad de la pareja, ser sincero, poner atención para no ser engañado, aprender religión y hacer ebboe, hacer caso a los mensajes de los desencarnados, controlar el deseo de hacer brujería conga, ver de inmediato sus asuntos y tener paciencia.

Es tan pernicioso, por ejemplo, que para que la mujer (muy fogosa) no abandone al esposo ni le sea infiel, debe untarse en el miembro viril oti, canela en rama y otros, mezcla a la que se le rezara Obara melli sobre el tablero de Ifa y que usará cada vez que tenga intimidad con ella.

2.
Sin embargo, en la diáspora africana Obara melli se vuelve más objetivo, desechando el catastrofismo cubano y abre opciones menos radicales como “tener” jurarse como Babalowo para equilibrarlo. En los códices de Ifá africano se dice que:

Obara Melli denota incertidumbre o suspenso, es incapaz de tomar decisiones. Las personas con este Odu son impulsivas y muy a menudo son víctimas de los deseos. Se arrepienten de las decisiones que toman cuando están en un estado ansioso. Para prosperar en la vida, los nacidos bajo este Odu necesitan alimentar sus cabezas de vez en cuando”.

El oddu tiene un rasgo particular en esta diáspora: es neutro por naturaleza, es decir, el camino espiritual y el material son los mismos, así que será un aliado o un enemigo, según su conducta sea buena o mala (recordemos: aglutina todo lo bueno y lo malo).

Encarna la frágil estabilidad de la balanza, pero el desequilibrio de lo material está ligado al espiritual, y aquí es bueno tomar en cuenta que por medio de ella es que se juzga a los seres humanos tras morir: es la herramienta que usa Osiris (el dios egipcio de la resurrección y por citar un ejemplo fuera de las creencias Yoruba) y el tribunal que interrogará en el más allá, el corazón y la pluma de Maat se pondrán en la balanza y dependiendo de sus respuestas al tribunal de lo que hizo en esta tierra, el platillo que contiene la pluma descenderá (por lo realizado en el plano material) y se alzará el que contiene su corazón (los resultados de su camino espiritual).

3.
No es un signo fácil, pero dependiendo su manejo será el entorno en el que se viva ya que es el oddu de los grandes ciclos, donde se vacían y se llenan los almacenes, y donde Shangó pasó de la miseria a la riqueza: si no se toman previsiones ante el binomio abundancia/escasez, no se tendrá paz en la vida, sugiriendo que aparte de la previsión se contemple la organización y administración eficiente de los recursos que tenga, pero sobre todo su estricta vigilancia.

Patakie: nadie cuida lo de uno mejor que uno mismo.

Oshosi tenía una cría de venados, y entre ellos tenía su predilecto, que era uno de grandes tarros, y que se distinguía de los demás. Ya que él tenía una gran predilección por ese animal, así que los criados lo cuidaban de la manada con sumo interés, por ser su predilecto.

Todos los días contaban las cabezas de los animales y le entregaban el número a Oshosi. Un día desapareció el venado predilecto y los criados lo buscaron sin hallarlo, e informaron a Oshosi de lo ocurrido. Éste se puso muy disgustado y dijo que organizaran grupos para su búsqueda en el llano y en el bosque.

La búsqueda fue en vano, entonces Oshosi fue a buscarlo personalmente y empe­zó por la casa, buscó luego en el establo y lo vio que algo se movía entre el pasto que estaba en el pesebre, y fue que las tablas habían trabado los tarros del venado y por ello no podía salir. Oshosi lo soltó, el venado salió airoso y luego despidió a los cria­dos por incompetentes.

4.
El secreto en Obara melli es dominar la lengua (las palabras que se digan son su virtud o debilidad), para no meterse en problemas, más para poder controlarla es necesario dominar los impulsos, aquietar la mente, recordar la responsabilidad que implica ser religioso y sentir piedad de aquellos que le provocan enojo y rechazo. Para solventar la debilidad anterior se debe enfrentar y equilibrar el mal carácter, lo que se logra dando una bendición por cada maldición que se suelta.

Patakie: historia de la lengua.

Olofin mandó a Orunmila a que fuera a la plaza y le preparara la mejor comida para sus hijos, éste salió y vio una lengua de vaca, la compró y cuando llegó al palacio la sazonó con todos los con­dimentos y la cocinó al punto. Cuando llegaron y se sentaron a comer, todo fue regocijo. En eso llegó Olofin y pregunta por su comida, y Orunmila le presenta la lengua. Olofin reconociendo dicho manjar, le pregunta ¿por qué esa es la mejor comida del mundo? Entonces le responde: porque con una lengua buena, se salva un hombre, pueblo o nación, además con ella se da ashé también. Con esa respuesta Olofin quedó satisfecho.

Al poco tiempo Olofin le pidió a Orunmila que le preparara otra para que sus hijos la probaran. De nuevo fue a la plaza y buscó otra lengua, la cual la prepara sin condimento, sin sal y mal cocinada. Cuando sus hijos se sentaron a comer, ninguno estuvo conforme, y cuando llegó Olofin y vio la comida, llamó a Orunmila y le dijo: Explícame ¿por qué la primera lengua te quedó tan sabrosa y esta otra siendo la misma, sabe tan mal? Entonces Orunla le dijo: "con una buena lengua como le dije anteriormente se pueden hacer cosas buenas y con una lengua mala se puede perder el mundo”. Olofin quedó convencido de la gran lección que le había dado a sus hijos y como recompensa le dio el régimen de Ifá.

Este texto da origen a dos refranes (uno en cada diáspora) que lo definen a la perfección: “una lengua buena salva a un hombre o nación… una mala lengua lo destruye” (cubana) y el otro “no hables y no te morderás la lengua” (africana).

5.
Obras para controlar Obara melli en ambas diásporas:

a. Se cocina una lengua de res en salsa al gusto y cuando se enfríe se le clavan 6 alfileres de cabeza negra, se lleva a una Ceiba y se le ruega a Olofin para que los enemigos no lo destruyan ni lo atrasen con sus lenguas (chismes, calumnias, engaños, etc.). Si es posible se deja sobre una rama.

b. Se colocan seis auyamas (calabaza butternut) a Shangó, se le pide que le saque de la miseria (mientras se tocan sus maracas) y se le encienden dos veladoras blancas.

c. Se toman seis piedras blancas (que midan entre 8-10 centímetros c/u), se ponen en una olla blanca y se hierven en agua; cuando estén bien calientes se sirven en un plato blanco (nuevo) y junto con una veladora blanca se va ante Elegguá (a quien antes se la lavado, dejado sin oti, oñi, epó y se le retiraron las ofrendas), y se le expresa lo siguiente: “tú me tienes comiendo piedras, así que tú también comerás piedras”. Se retirarán hasta la prosperidad entre a casa.

7 de septiembre de 2019

The Beatles entre Babalowos


Quizá a ningún religioso de Osha o Ifa les suene el nombre de Jimmy Scott, de hecho puedo afirmar que no lo conocen, pero este nigeriano, practicante de la religión Yoruba, jugó un papel fundamental en una de las canciones más famosas de The Beatles.

Su verdadero nombre era Jimmy Anonmuogharan Scott Emuarpor: nació en Nigeria en 1922, en una tribu eminentemente Yorurba, con los años se inició en la religión de los Orishas (hijo de Eleggua), se desarrolló como tamborero y pasó a Ifa. Llegó a Londres en los años 50s e incursionó en el jazz: dadas sus artes percusivas era muy requerido como músico de sesión. 

Tocó con Georgie Fame, Stevie Wonder, I-Witness (una banda de reggae que tuvo el éxito “Portabello Cheryl”), Rob Hingley, The Babylon Rebels y se mudó a Nueva York para unirse a The Toasters. Fue integrante del grupo de ska Bad Manners, impartió talleres de percusión en el proyecto Pyramid Arts y creo la Fundación Jimmy Scott Benevolen.

Participó en el disco “Beggars Banquet” de The Rolling Stones (destacan sus percusiones en el tema "Sympathy for the Devil" -aunque no aparece en los créditos-, además de tocar en el concierto de Hyde Park en honor a Brian Jones), y con el músico de reggae Scratch Perry, el cual contaba que Jimmy pedía que las sesiones le fueran pagadas con marihuana.

Aparte de acumular ese currículum, Jimmy formó la banda “Ob-La-Di, Ob-La-Da”, con la cual obtuvo fama en los clubs de Londres, donde conoció al bajista de The Beatles, Paul McCartney, cuyo nombre lo inspiró para componer la canción Ob-La-Dí Ob-La-Dá, invitando en 1968 a Scott a participar en la grabación del tema para el disco “White álbum”.

En las presentaciones de su banda, Jimmy solía interactuar con el público gritando “Ob-La-Di, Ob-La-Da life goes on, brahhh” (Ob-La-Di, Ob-La-Da, la vida va), que era una frase que solían usar los religiosos Yoruba de su aldea al finalizar una consulta a los pies de Ifa.

McCartney comenzó a componerlo durante la estancia de The Beatles en la India, con el Maharishi Mahesh Yogi, en 1967, viaje a insistencia del místico George Harrison. Paul tenía planeado ir a Nigeria tras su visita a la India para adentrarse en conocimiento de los ritmos Yoruba (y de paso “curiosear” con esa religión llamada “Ifa”), visita que se truncó por la muerte de su mánager Brian Epstein.

El tema Ob-La-Di, Ob-La-Da fue el más famoso del “White álbum”, mas el éxito confrontó a McCartney con Scott, pues éste exigía ser reconocido como coautor o se le pagaran regalías, tema que Paul solía minimizar: “Cierto tipo que acostumbraba rolar en bares solía decir ‘Obladí obladá, la vida va’, pero se quedó anonadado cuando escribí una canción de eso pues quería una tajada. Le dije: ‘Vamos, Jimmy, es sólo una expresión. Si hubieras compuesto la canción tendrías tu rebanada”.

En otras ocasiones decía: “Yo tenía un amigo de Nigeria llamado Jimmy Scott que tocaba las congas y a quien solía encontrarme en los clubs. Era muy dicharachero y una de sus expresiones propias decía: ‘¡Obladí obladá, la vida va!, ¡brahhh!’, y a mí me fascinaba esa frase. Cada vez que nos topábamos, me saludaba así”.

Alguna vez, durante una entrevista para Radio Luxemburgo, se le preguntó sobre el origen de la canción:
 – ¿fue escrita totalmente por ti o es una combinación de Lennon y McCartney?
– pienso que soy yo principalmente… digamos que John (Lennon) es un poco más nigeriano”.

Como hace siempre Paul cuando trata de echar paja a la verdadera historia de The Beatles, en la última versión cuenta: “era un magnífico camarada y un día le dije: ‘En serio que aquella expresión tuya me gusta bastante y pienso poder usarla”, y posteriormente le envié un cheque en reconocimiento por ella debido a que, si bien yo había compuesto toda la canción, la expresión era suya… Es una canción muy mía”.

Paul y Scott llegaron a un buen acuerdo, aunque hay dos versiones de cómo sucedió. Una de ellas es la que el bajista de The Beatles cuenta: le envió un buen cheque; la otra, que McCartney se ofreció cubrir los gastos de una demanda judicial que Jimmy perdió (fue arrestado por el cargo de no pagar la pensión alimenticia a su ex esposa).

Curiosamente la versión de Ob-La-Di, Ob-La-Da en la que participó Jimmy Scott, no se incluyó en el “White álbum” sino hasta después, en una antología de rarezas editada antes de la muerte de George Harrison.

La muerte sorprendió a Jimmy Scott en 1986 de manera absurda: tras realizar una gira con Bad Manners, la última banda en la que tocó, en tierra yanqui, volvió a Londres, más al llegar al aeropuerto, por ser negro, Nigeriano y portar coloridos collares, migración lo retuvo y tras cachearlo lo dejaron desnudo durante dos días en una celda, por lo que cogió una pulmonía que pese a ser llevado a un hospital, por su edad (64 años), fue mortal.

5 de septiembre de 2019

Libéranos del mal

En una entrevista realizada al publicista José Montalvo (autor de la ingeniosa propaganda de la librería “Gandhi”), publicada en el número de diciembre de 2018 de la revista literaria “Leer+”, le preguntaron:


– hay algún libro que te prestaron, que te haya gustado y no regresaste?
– sí, no muchos, creo que hay uno que Tino, mi socio, me prestó hace bastante tiempo.
– ¿tú prestas libros?
– no, a nadie, nada, nunca.

Ello me hizo encabronar, una vez más, contra quien le presté el texto “Lo Fugitivo Permanece” y me lo robó (no recuerdo el nombre, porque si lo hiciera le haría ver su suerte): se trata de la primera edición de una compilación de cuentos realizada por Carlos Monsivaís, con ilustraciones de Xavier Esqueda, publicada en 1984 por una empresa que no tenía que ver con la cultura en el país, Aeroméxico, lo que más lo hace una rareza.

Digo encabronamiento porque lo que hizo ese ladrón es no tener origen materno (ya me imagino su conflicto existencial cada 10 de mayo: no tiene a quien celebrar), al hurtar un libro, meterlo en su librero y no volverlo a tocar porque ya lo leyó, o verlo entre otros de su colección (quizá también robados) y no sentir feo (cargo de conciencia) pese a que sabe que simplemente NO es suyo (de lo mismo podría quejarme que me sucedió con el DVD –original– de la película “La vida de Brian”, del insuperable Grupo de Teatro de lo absurdo Monty Python).

Casi todas mis amistades están enteradas que no me gusta leer libros prestados (y siguen sin entenderlo, pese a que acostumbro explicar el motivo cada que me los ofrecen), más a fuerza de ser sincero, apenas y percibo un gesto de indignación entre quienes no conocen (ni aceptan) esa odiosa parte de mi personalidad, que termino por recibirlo, busco el resumen en la web, al regresarlo repito como merolico la reseña y todos quedamos conformes y tan amigos como siempre.

Lo de la síntesis resultó de aceptar una novela que una amiga me prestó, y a la que calculando dos semanas de lectura por su grosor, se la regresé sin imaginar que me preguntaría: “¿qué te pareció esa vuelta de tuerca antes del final?”, a lo que improvisé con un “demasiado obvia, el autor buscó encajar por la fuerza el desenlace haciendo más interesantes los personajes”. Ni que decir que se me quedó viendo como diciendo “eres un cabrón mentiroso: no lo leíste”.

Me sucedió también con otro texto que me ofrecieron y que tuve que aceptar sin remedio, “Libéranos del mal”, de la profeta Cindy Jacobs, el cual tiene una historia curiosa pues quien me lo prestó compañero de trabajo, educado, excelente persona, culto, acomedido, reservado… y recalcitrante cristiano, con el defecto de que si tocabas algún tema que le permitiera sermonearte (cual Cura de pueblo poseso y montado etílicamente en un púlpito), no había manera de callarlo.

Descubrió que me había iniciado en la Osha, por los elekes e ildés, pese a que siempre traté de ser discreto en esos temas, así que supongo que por ahí alguno se dejó ver y fue suficiente para que de forma atenta y sin abordar directo el asunto, el tipo tratara de salvar mi alma de las garras del demonio y para ello me prestó (recuerdo la fecha: un 12 de diciembre), el libro “Libéranos del mal”.

Esa mañana, habiéndomelo entregado, regresó a mi escritorio y pidió:

– nada más un favor, señor licenciado, lo espero de vuelta.
– ¿a qué viene esa desconfianza? – fingí indignación mientras estiraba la mano para regresárselo.
– no es suspicacia, sólo un comentario – aclaró cruzando las manos en su espalda para dejar claro que me dejaría con la mano extendida – ese libro tiene un significado especial: me salvó del alcoholismo.

Ante esa revelación no me quedó más remedio que quedármelo en espera de que también me salvara de algo, pero en otra vida.

No pensaba leerlo, aunque tuviera tiempo por las vacaciones de fin de año, pero no hallé un resumen coherente en la web, así que dejé para principios de enero improvisar mi opinión, pero sorpresa: ese mes el tipo renunció, no lo volví a ver, ni supe como localizarlo (por aquello de su mesura para los temas personales) y lo peor, al preguntar a su sustituta alguna referencia, me soltó una apología sobre el respeto a la vida privada (¿pertenecerían a la misma secta?).

De eso ya hace años, más hace poco conté la anécdota a mi esposa, me lo pidió, lo leyó, me sugirió hacer lo mismo, pero airado me negué. Así que el texto sigue en uno de mis libreros, a veces lo cambio de lugar cuando hago reacomodos pertinentes para hacer un espacio que me permita seguir acumulando libros, pero siento feo, sé que no debería estar ahí y no por su temática, sino porque no es mío.

Temas puristas aparte, cada que veo el ejemplar de “Libéranos del mal” me pregunto cómo localizar a su dueño, pero también me cuestiono lo que ya les compartí párrafos arriba: ¿el cabrón que me robó la inconseguible edición de “Lo Fugitivo Permanece”, sentirá cargo de conciencia cada que ve mi ejemplar en el librero de su casa? es más, ¿tendrá sentimientos?