2 de febrero de 2021

Travesuras con Yemaya y Olokun


para las amistades que ante una taza de café
ya me escucharon contar esta anécdota
 
En algún itá poseo un trío de amenazas relacionadas con el agua: se me prohíbe meterme al mar porque Yemayá me va “a llevar”, tengo vetado cruzar ríos porque Olokun también quiere hacerse de mis huesos y debo evitar las lagunas y pantanos si no quiero enfrentarme a los demonios que ahí habitan.
 
No me queda claro por qué Yemayá me quiere llevar… bueno, para qué me engaño: conozco sus razones (mismas que, curioso, no terminan de convencerme, aunque ¿quién soy yo para cuestionarlas?).
 
Las que no entiendo son las de Olokun, pues los ríos no son de su propiedad, salvo que alguna corriente de parte de Oshún sea la encargada de llevarme al océano y de ahí él/ella me jale, gustoso/a, hasta el fondo.
 
Y la de las lagunas… esas son más que obvias. Como sea: suelo ser prudente con esas y más amenazas de otros itases, peligros que, curioso, también me han dado ratos de buena diversión.
 
En una ocasión mi esposa y yo fuimos a una playa del océano pacífico; un lugar bastante agradable ya que era una pequeña bahía bordeada por acantilados que le daba un aire de privacidad.
 
Los primeros días fueron de levantarse temprano o acostarse tarde por hacer ebboses en la costa, alejados de las miradas indiscretas, en donde mis entradas al mar debían ser breves, evitando la profundidad y buscando no me jugara una trastada el fuerte oleaje que se provocaba apenas y metía un pie al agua, pues podría revolcarme y llevarme sin misericordia. Claro, apenas y salía la marea se relajaba.
 
Había más: la simple estancia en la playa, con o sin entradas al agua, me generaban impresionante cansancio que paliaba con zambullidas en las albercas del hotel por las tardes, antes de encaminarnos al restaurant a saciar el hambre con una nutrida oferta de pescados y mariscos. Finalmente, tras entrar al mar para ofrendar sendos frascos de melado a Yemayá y a Olokun, fue que el cansancio menguó.
 
Una madrugada zarpamos mar adentro en una lancha previamente contratada y con la intención de confirmar qué tan cierto era que dejando ofrendas, junto con mucha paciencia, se puede escuchar al insaciable Olokun cantar si es que le agradaron, lo cual efectivamente sucedió: mientras el lanchero dormía ajeno a nuestras planes, y tras esperar una hora luego de entregar las dádivas, la/lo escuchamos canturrear de una forma tan maravillosa que solo esa temida deidad Orisha podría hacerlo. Yo, siendo incansable consumidor de música de los más variados y extraños estilos, jamás había oído algo parecido.
 
Conforme se acercaba el fin del período vacacional iniciamos la segunda parte de eboses que teníamos planeados, sobre todo los relacionados con el secreto de Olokun, lo que implicaba pasar largas horas en la playa haciendo búsquedas (http://basurerodealmas.blogspot.com/2017/10/el-secreto-para-reforzar-olokun.html).
 
En una de las largas caminatas, haciendo pausas para escarbar en la arena, vi la playa desde una perspectiva diferente cuando al pararme donde fuera la marea entraba con fuerza, aún y cuando solo estuviera sobre la orilla y a varios metros de distancia del agua. Fue cuando decidí hacer algunas travesuras.
 
La primera, en una incipiente tarde fue pararme enfrente de aquellas personas que estuvieran durmiendo, recostadas en una toalla y relativamente cerca del agua: ni que decir que en cuanto me acercaba el mar se alborotaba, entraba con fuerza, me hacía a un lado y quienes recibían las olas eran “los bellos durmientes”, quienes no sólo despertaban asustados, sino que un par vio cómo sus objetos personales eran tragados, sin misericordia, por el océano.
 
La otra, más divertida, fue un día después y consistió en ponerme frente a impresionantes castillos de arena construidos entre padres e hijos durante horas, algunos incluso con canales o fosos que me quedaba claro no conseguirían detener la fuerza de mis perseguidoras olas: resultó divertido ver como las fortalezas se desmoronaban en segundos.
 
Tras hacerlo por tercera vez ese medio día decidí adelantar la búsqueda de reforzamientos para Olokun y me alejé del bullicio y los bañistas, dirigiéndome hacia el extremo derecho de la bahía, buscando alcanzar a las “dos aguas”: la conexión de un río (Oshún) que descarga en el mar (Yemayá).
 
En cuanto llegué al cruce me detuve a contemplar el firmamento y a disfrutar del silencio, por lo que dejé de poner atención a la obsesión de la marea por embestirme, siendo la primera ola en alcanzarme una que arrojó una piedra que me golpeó con fuerza en el pie derecho.
 
Ni que decir que me dolió, más lejos de considerarlo una llamada de atención de Yemayá, y pese al inmediato enrojecimiento de la piel, lo que me atrajo fue el tamaño (como el de una naranja), su forma, pero sobre todo que fuera de color azul: así o más claro el mensaje.
 
Cargué con la piedra en mi maleta y días después regresamos a la ciudad. Luego, la coloqué en el pilón de la Orisha del mar, aunque en algún momento me pasó por la cabeza meterla en su sopera, pero no quise alterar el número de otás, siete, que la representan.
 
Meses después, a sugerencia de mi esposa, sabedora de los secretos de los cuarzos, rocas y demás por sus iniciaciones en Wicca, me sugirió ponerla en agua para “refrescarla”, cosa que hice y sin pensarlo mucho la metí en un balde demasiado grande para su tamaño. La olvidé ahí algunos días hasta que un fuerte “aroma a costa” atrajo mi atención hacia el cuarto de religión: entré y descubrí que el olor provenía de la cubeta donde sumergí la piedra.
 
Si bien consideré aquello una exageración, la probé y su sabor era efectivamente a agua de mar, así que aproveché y me di un baño para limpiarme de energías negativas, no sin antes agregar un poco de cascarilla y agua florida.
 
Durante meses la usamos en distintos ebboses, propios o para terceros (no era un proceso de purificación de sedimentos de la piedra: era una verdadera “fábrica” de agua de mar), hasta que un día se me ocurrió llevármela a mi trabajo y colocarla sobre mi CPU para que absorbiera la mala energía de mis odiosos compañeros
 
Ahí estuvo por años hasta que un sábado, a finales del mes de marzo de 2019, un “misterioso chispazo”, iniciado en el piso 9 (yo estaba asignado al 10), provocó que el edificio donde trabajo se quemara y arrasara con expedientes que estaban a punto de ser sometidos a una auditoría… y lo peor: entre el ir y venir de varios compañeros tratando de rescatar mobiliario, archivos, objetos personales, publicaciones e información de las computadoras, alguno se encargó de que mi piedra desapareciera.

9 comentarios:

Cesar dijo...

Hola, espero se encuentre muy bien. Leyendo su relato no puede evitar pensar que talvez tiene algo de Eleggua, sobre todo con las travesuras que hacía.
Y por otra parte, es impresionante que escuchara a un orisha. Mis respetos. Ese canto no sería lo qué los marineros escuchaban y confundían con sirenas? Desconosco del tema, pero tenia entendido que Olokun es andrógino, y las sirenas son mitad mujer mitad pez. Tendrán alguna relación?
Gracias por contarnos sus experiencias. Le mando saludos

ujule rachid dijo...

hola césar... no, olokun es el orisha y las sirenas, pues, jeje, llamémosles criaturas marinas... y tampoco, los cantos entre uno y otro son diferentes... gracias por escribir, saludos...

Anónimo dijo...

Justo hoy estaba buscando informacion de la santeria y llegue a este blog, mi cuñado es santero, es una muy buena persona pero apenas me entere que hacen sacrificio de animales,me he leido varias entradas tuyas en 4 horas jaja, puede ser una pregunta tonta pero ¿es esto ficcion? ¿O el blog esta basado en experiencias 100% reales? No sabia que de verdad esto podia existir viniendo de una familia atea a excepcion de mi cuñado.

ujule rachid dijo...

hola anónimo... muchas religiones hacen sacrificios de animales... desde el judaísmo hasta los cristianos y católicos... ¿sabías que una vez que sale humo blanco avisando que "habemus papa", se procede a la matanza de docenas de animales en las galeras del Vaticano, antes de hacer público el nombre del nuevo Papa?... ¿ficción? ofendes, mi experiencia está basada en vivencias propias...

Anónimo dijo...

Entonces ¿es verdad que este tipo de religiones pueden hasta curar personas? ¿ donde puedo leer acerca del sacrificio de animales en el vaticano, cual es el fin??? No era la intencion ofender, de hecho me parece interesante el blog.

ujule rachid dijo...

no ofendes... la matanza de animales, como de seres humanos, es algo que se hace desde siempre... revisa la biblia cuando dios se convierte en jehová y pide sacrificios humanos para luego exigir que quemen a los muertos, sobre todo si se trata de niños, pues su aroma le es muy agradable...

Anónimo dijo...

Vaya, y los catolicos se dan golpes de pecho diciendo que son cosas del diablo, pero que tal se van a comer una barbacoa despues de una buena "pedota", le recomende tu blog a mi cuñado , por otra parte, ¿las curaciones existen? ¿Con la ayuda de un especialista en la salud?

Yenyok dijo...

Awwwww, gracias por el post, ya sabes que amo el mar , es mi lugar feliz seguido por las montanas. Y las historias de Olokun ni te digo, me siento como nina chiquita escuchandola aunque se de lejitos.... no te voy a negar que me da nostalgia que no lo pueda coronar pero Nahhh! Valor! Que ya demasiado lio llevo encima.

Shalom, Rachid.

ujule rachid dijo...

hola yenyok... lo peor que puedes tener, en tu caso, es nostalgia... y peor, pensar en una coronación de osha... suerte...