25 de enero de 2021

Las cabañuelas del Covid 19

 


Las cabañuelas fueron desde tiempos remotos una herramienta para que los Curanderos calcularan los cambios climáticos a través de los 12 primeros días de enero, de manera que pudieran pronosticar el “tiempo” durante cada mes a lo largo de un año, predicciones utilizadas para cazar y pescar, pero principalmente para la agricultura.
 
Así, el 1 de enero se convertía en el primer mes del año, el día 2 en febrero, el 3 en marzo y sucesivamente hasta que el 12 de enero era diciembre: dependiendo del clima del día sería el del mes, por lo cual, si el 4 de enero era caluroso significaba que en abril se padecerían altas temperaturas o si el 9 llovía tendríamos tormentas para septiembre.
 
Con el tiempo a otro Curandero se le ocurrió darle una oportunidad más al clima y calculó las cabañuelas de regreso, agregando otros 12 días de manera que la ida y vuelta iba desde el día 1 de enero hasta el 12 y del 13 hasta el 24 para tener dos opiniones sobre el “tiempo”.
 
Lo mismo sucede en méxico con el COVID19: diciembre fue una constante de compras, brindis, reconciliaciones, convivios, parrandas, orgías, viajes a la playa, últimas infidelidades del año antes de que las vacaciones separaran a los amantes… aaah incluyendo las reuniones familiares el 24 y el 31 de diciembre.
 
En ellas el portador del virus, el enemigo, fue el vecino, el peatón, el viajero en el metro, el taxista que no sanitiza su unidad, el compañero de asiento en el avión, el repartidor, el colaborador en la oficina, el vendedor ambulante, los que tosen y no usan cubrebocas, todos menos la familia pues la abuelita es una ternurita, la madre una santa, el padre un ejemplo, los hijos inocentes, los tíos la alegría, los primos como hermanos, la cuñada, ejeem, aparte de buen ver tampoco es un riesgo, por ello se podían organizar pachangas en nombre de la pagana navidad y el trámite administrativo del año nuevo, ante ellos sí podían quitarse el bozal sin ser juzgados, tal cual se señaló, como “el enemigo”.
 
Con esa etílica perspectiva decembrina era normal que los contagios se incrementaran en enero y las muertes diarias se triplicaran, sí, y gracias a ese oscurantismo se podría determinar, como con las cabañuelas, que entraríamos en una pandemia “reloaded” en enero, pronosticar que los ya de por ruinosos servicios de salud colapsarán en febrero y que los panteones y crematorios serán insuficientes en marzo.
 
Lo más patético, sin embargo, viene después: el reclamo de los fiesteros al gobierno federal por permitir que la epidemia se saliera de control, o la moda, protestar en las benditas redes sociales (alabado sea Dios internet), por no comprar las defectuosas vacunas de Pfizer.
 
“¿What a fuck?” exclaman los yankis cuando ven por primera vez las pirámides de Teotihuacán… y lo mismo hacen quienes ahora tristean (con kilitos de más gracias al bacalao, romeritos y pavo), por la falta de camas en las clínicas, por las filas afuera de los hospitales esperando el trágico desenlace, por la escases de tanques de oxígeno, por los altos costos de tratamientos de los enfermos (si se opta por tratar de salvarles la vida en casa)… por la muerte de sus familiares por culpa del maldito virus, pues sí: “¿What a fuck?”.
 
Omitiré  convocar a los asintomáticos que andan tranquilos contagiando a cuanto cristiano y ateo se cruza en su camino, de los que no usan cubrebocas ni caretas, de quienes no se quedan en casa y mucho menos de los que hacen responsable a Dios por la viral maldición, ya que los argumentos serían redundantes, así que sólo les diré: no chinguen.
 
Parece que nunca en su vida escucharon la frase “No escupan hacia el cielo”, pero si no la habían oído eso tampoco los justifica, pues tenemos un año luchando contra el COVID 19 como para que a estas alturas del partido fuchibolero donde nos jugamos la vida, no supieran dos cosas: una, al gobierno no le interesa controlar la pandemia, en consecuencia, dos, si alguien debe cuidarnos somos nosotros mismos.
 
Les recuerdo que hace meses se publicó en este blog el siguiente posteo https://basurerodealmas.blogspot.com/2020/10/implicaciones-espirituales-detras-del.html, el cual les sugiero releer porque pareciera que se tiene la idea de que gracias a una perruna vacuna este país se salvará del coronavirus… pues no, damitas y caballerangos, el mexiquito como lo conocimos (en realidad la vida en el planeta) nunca volverá a ser igual gracias a alguien que decidió acabar con la humanidad creando este y otros virus más que están por hacer su triunfal aparición.
 
La actual pandemia es el principio de peores sucesos, si es que en nuestro descuido permitimos nos exterminen, pero aunque esto posiblemente suceda (basta ver la insolencia en la actitud mexica), les aseguro que la extinción tardará entre 7 y 10 años llenos de dolor, hambre y miseria, algo que no se imaginan hasta dónde puede llegar.
 
Tomando en cuenta lo anterior, si este 2021 han decidido seguir siendo desvergonzados cómplices de quienes buscan extinguir a la raza humana, perfecto, están en su derecho, pero recuerden: “No escupan hacia el cielo”.

3 comentarios:

Yenyok dijo...

Nunca habia escuchado eso de cabañuelas, muy interesante. La verdad tengo que admitir que tu nefasto mensaje esta escrito de manera muy comica jijiji yo si me rei disque sin bozal 🤣🤣🤣🤣🤣. Pues si asi mismo se comportan muchos Hispanos aqui en NYC anda sueltos sin bozal 😆. Inclusive conozco personas positivas y anda como si nada afuera. Sabes que es lo mas curioso, es que los tecatos no se contagian, increíble pero cierto. Tengo varios que estan en frente de mi edificio sin bozal, tomando, endrogados y fumando y todos sanitos y completicos.

ujule rachid dijo...

hola yenyok... me gusta eso de "tu nefasto mensaje esta escrito de manera muy cómica", lástima que nadie lo entendiera así, que era la intención... un abrazo...

Unknown dijo...

Las cabañuelas también se utilizan en España. Un saludo.