14 de junio de 2025

El nuevo Ifá mexicano proviene de una chistera


 

Los sacerdotes de la Osha e Ifa en México insiste en transitar por caminos tan retorcidos que la actual práctica religiosa parece salida de una chistera.
 
Para quien no las conozca, una chistera es el sombrero de copa alta que usan los magos y de donde extraen conejos, palomas, pañuelos, ramos de flores y otros objetos pequeños, muy común en los ilusionistas del siglo pasado y cuya finalidad era hacer reír a su auditorio.
 
Algo parecido sucede a la forma en que ciertos iniciados (que presumen de ser “mayores”), deforman la religión de los Orishas a través de inventos que solo buscan sacar dinero a los incautos. Ejemplos de ellos son el culto a “El Angelito Negro” y la entrega de atributos como “Los Abuelos de Elegguá” o “la familia de Azojuano”, a quienes se debe recibir cada uno por separado.
 
Hay otro tipo de prácticas como la extorsión (si bien no es invento, la manera en que se hace conlleva una nueva modalidad de ejercer la religión), en donde se amenaza al ahijado con divulgar el contenido de las consultas, ya sea entre la familia o con aquellos a quienes se haya afectado con la intervención de los Orishas.
 
En este sentido, es tan grave el aumento de las estafas con la Osha e Ifa que el Consejo Ciudadano para la Seguridad y Justicia de la Ciudad de México ha establecido protocolos para atender denuncias contra Santeros y Babalowos, por lucrar con desgracias ajenas.
 
Más allá de que a partir del mes de enero de este 2025 el sacrificio de animales en la Osha ya es un delito (su inmolación es considerado maltrato animal, lo que conlleva fuertes multas y penas en prisión), existen otro tipo de inventos entre Santeros y Babalowos que no solo violan el nuevo marco jurídico que trata de acotar está práctica religiosa, sino que se enmarcan en “acciones abiertamente criminales” que además violan por completo los preceptos establecidos en Los Oyú Odus de Orúnmila.
 
¿En qué consiste el nuevo invento sacado de la chistera de la Osha mexicana? En entregar “ìkùn” como parte de los Guerreos durante la ceremonia de Mano de Orunla, en donde una parte del “ìkùn” se le da al ahijado y la otra se queda con el padrino, con lo cual se establecen indisolubles contratos espirituales no solo con el Eggun propietario, sino con el propio tutor religioso.
 
Los pactos realizados con “ikongo” en el Palo Mayombe, tienen una razón de ser, una fundamentación espiritual, una razón por la cual se realizan, sin embargo, en la Osha e Ifa no hay nada, ninguna referencia a su existencia dentro del proceso de iniciación de la Mano de Orunla. Ni siquiera dentro de la Osha.
 
La Wicca, el Vudú, la brujería Negra y la Necromancia incluyen huesos humanos en sus prácticas, en Europa hay quienes se dedican exclusivamente a buscar tumbas de brujas famosas, muertas entre los siglos 15 y 18, con el objeto de recuperar algún fragmento de ellas (quizá el caso más famoso sea el de la búsqueda del sepulcro de Lilias Adie, una “bruja” escocesa del siglo 17), para invocarla.
 
Sin embargo, insisto, en muchas de esas prácticas religiosas y espirituales existe un corpus ancestral que lo justifica, mientras que en México todo son invenciones que, por desgracia, entregan resultados en principio hasta que el Eggun o el Nfumbe, deciden cobrarse la osadía de haber interrumpido su sueño eterno, (por no decir que sea el padrino, quien busca trancarle el camino al ahijado para luego venderle ebboses).
 
Ahora, aquí viene lo complejo de esta fantasía: durante la obtención del hueso en los cementerios, no hay pacto… no se ofrece nada al muerto, como sucede en el palo Mayombre, cuando se entrega un pago para que acepte que su “kiyumba” o “ikongo” vayan a parar dentro de una Nganga.
 
Así, es común que los Santeros, bajo las instrucciones de sus padrinos Babalowos, acompañen a los futuros ahijados principalmente a cementerios en zonas rurales, donde la escasa vigilancia permite el saqueo de tumbas.
 
Sin embargo, aquí es en donde a esta actividad se le considera “acciones abiertamente criminales”, ya que las recientes modificaciones al artículo 280 del Código Penal, la exhumación ilegal y el tráfico de restos humanos han pasado de ser una infracción que requirió “penas más severas y adecuadas a la gravedad del delito”, donde la sanción de tres días a dos años y multa de treinta a noventa días se convirtió a una de tres a ocho años de prisión y una multa equivalente de quinientas a dos mil veces el valor diario de la UMA.
 
Las modificaciones al artículo 280 bis del mismo Código Penal son más severas, pero dado que esa no es una página de temas jurídicos, dejaré hasta aquí estas referencias.
 
Ahora, ¿por qué la insistencia sobre este aspecto?, se preguntarán algunos lectores, y la respuesta es muy sencilla: porque si anteriormente al Aleyo se le pedía portar sus elekes, ildé y, en su caso, un Eleggua caminero o un caurí consagrado, ahora, en el nuevo invento de la Mano de Orunla, es obligatorio que el recién iniciado traiga encima el “ìkùn”, día y noche.
 
Así que imaginen, ¿qué sucederá si, durante una inspección policiaca o militar, a una persona, hombre o mujer, se le descubre entre sus pertenencias un hueso humano?
 
Por desgracia esto no termina aquí: la novedad en la nueva moda de la Mano de Orunla es que ese “ìkùn” ya no puede ser nada más una falange, ahora debe ser un trozo de fémur para que “la vida del iniciado nunca se venga abajo y camine con firmeza en la vida”.
 
Será, entonces, que en breve cualquier iniciado en la Osha ¿deberá traer consigo una kiyumba (cráneo) para que no piense pendejadas?
 
Algunos Santeros y Babalowos mexicanos comentan (en realidad argumentan, a manera de justificación), que no es que se inventen ceremonias, sino que lo que sucede en algunas casas religiosas “más bien es una comprensión errónea de las prácticas y creencias de la religión de los Orishas”.
 
Veremos si ese argumento es suficiente cuando a los Aleyos los agarren con un hueso humano en las manos…
 

 

1 de junio de 2025

El demonio en el espejo (final)


7.
—Muéstrame una fotografía de tu hija — pedí y comenzó a hurgar en el folder — no, necesito una selfie que tengas en tu teléfono: la más reciente.
 
Cristina me miró extrañada, más Maura la tocó levemente en el brazo y con un movimiento de cabeza pidió lo hiciera. Su teléfono era fino, de hecho, podría decirse que caro, lo cual, concluí, ella lo consideraba necesario para que la tecnología no fuera obstáculo en sus pesquisas.
 
Observé largamente la foto, luego coloqué el teléfono sobre la mesa y lo hice virar sobre el anillo magnético, como en el juego de “girar la botella” y el speaker quedó apuntando hacia ella. Sonreí burlón, ella me miró con extrañeza y lejos de aclararle qué pretendía, llamé a la mesera y pedí rellenara mi taza.
 
—Te toca contarnos la verdad — dije finalmente y con la mirada incluí a Maura.
—¿A qué te refieres?
—Te sentaste frente a mí y mentiste diciendo que no habías consultado con nadie para encontrar a tu hija. Debiste aceptar que sí lo habías hecho: fuiste con un brujo… y uno muy cabrón.
 
8.
—Para poder venir tuve que hacer una obra para ocultarme y que ese brujo no sepa que existo — avisé — el tipo al que fuiste a ver hizo un trabajo fuerte, en donde invocó a un demonio para que él les dijera en dónde tienen secuestrada a tu hija.
—…
—La consulta incluyó un espejo, viejo y con el marco muy adornado, propiedad de tu abuela y que tú misma le llevaste, en donde el demonio les mostraría en dónde está tu hija, lo cual es una media verdad. Sin embargo, no entendiste por qué el brujo lo cubrió con un paño negro, aunque él se limitó a decir que lo hacía para protegerte, pues ver la imagen del maligno podría asustarte.
—Pero…
—Calladita, durante los próximos cinco minutos, harán que te veas menos mal — la interrumpí apuntando mi tenedor (con un trozo de pastel clavado en la punta), hacia su rostro — el ritual incluyó una gota de tu sangre, aceite de azufre, un tazón con sal, dibujar de varios signos alrededor del espejo con tiza, varias velas y una hora de conjuros hasta que el demonio apareció reflejado en el espejo
—…
—Ahora el hechicero te está pidiendo una gran cantidad de dinero para darte la ubicación de tu hija. ¿Estoy equivocado?
—No…
—Te dijo que tenías nueve lunas para llevarle el dinero antes de que el demonio volviera a su lugar de origen. Y si no me equivoco te quedan tres para pagar.
—Dos… dijo una fecha, pero no el motivo — explicó.
—Ese tipo es bueno: sabe dónde está tu hija y solo te lo dirá hasta que le pagues el dinero que te pidió, mientras tanto, el demonio que invocó la está protegiendo, aunque siga en poder de los secuestradores, porque incluso, gracias a él, aunque suene raro, ellos la están tratado bien.
—¡No me contaste nada de eso! — protestó Maura.
—Es tal tu incredulidad que no estás dispuesta a pagarle al brujo — advertí — pero hazlo si quieres que todo salga bien.
—¡Es un abusivo! — se quejó — no tengo tantos pesos.
—Deja de pensar y decir pendejadas. Tienes dinero para pagarle: has recibido suficientes donaciones para tu búsqueda, así que te alcanza para sufragar al brujo e incluso para cubrir el dinero del rescate que piden los secuestradores.
—Prefiero pagarte a ti: dime en dónde está y te daré el doble de lo que me pide ese estafador.
 
Miré con despreció a la mujer: no era posible que jugara de esa manera con la vida de su hija; cogí el teléfono, lo giré de nuevo sobre la mesa y esta vez el speaker quedó apuntando hacia mí. 
 
—No me interesa tu dinero — dije acercándomelo a los labios para fingir que hablaba por teléfono — además, ese demonio es el dueño de la integridad de tu hija, así que más vale que le pagues. No tienes opción.
—…
—Te lo advertí: es un excelente vidente — intervino Maura cruzando los brazos sobre el pecho, manifestando hacia la mujer disgusto por su falta de honestidad.
—Los demonios siempre intentan entrar en nuestro plano dimensional y es difícil alejarlos una vez que lo consiguen. Una forma en que pueden meterse es a través de espejos, ya que funcionan como portales.
—…
—Ahora, si se trata de seguir diciendo verdades, después de consultarte con el brujo fuiste con un Santero y te dijo que él no pensaba meterse en problemas porque ya había demasiadas “energías” mezcladas en el secuestro de tu hija.
—…
—Debo reconocer el Santero que fue decente contigo, porque otro te hubiera sacado un dineral por no hacer nada para rescatar a tu hija.
—…
—Más allá de su honestidad, él tiene razón, ya moviste muchas energías oscuras y un demonio “de este tipo” siempre estará por encima de ellas, por encima de Dios y del Diablo, porque estos demonios se mueven a su libre albedrío.
—¿Por qué nueve lunas? — se atrevió a hablar.
—Es el número máximo de días en que puede tener “amarrado” al demonio, una vez cumplido el plazo, solo tiene dos opciones: lo deja escapar para que se mezcle entre nosotros, o lo regresa al lugar de donde vino. En cualquiera de ellas debe pagar lo que ofreció por encontrar a tu hija — expliqué y me zampé el último trozo de mi pastel.
—…
—Claro, un brujo honesto sabe que no puede dejarlo sin cadenas entre nosotros…
—¿Y qué le entregará el brujo al demonio como pago por sus servicios?
—Te lo podría explicar, pero no es asunto tuyo, aunque creas tener derecho porque regalaste una gota de tu sangre para la invocación. Lo que debe importarte es pagarle al hechicero. Cualquiera de los dos escenarios, ya sea que lo deje en libertad o lo regresa a su lugar de origen, implicará que nunca más tengas noticias sobre tu hija. Incluso aunque pagues el rescate, no te la devolverán.
 
Dejé que un silencio incómodo invadiera la mesa. Sin poder soportar más la presión, y sin mirarme siquiera, Cristina cogió su teléfono y lo arrojó en un rincón de su bolso de mano, luego cogió folder repleto de papeles, lo devolvió al otro bolso y se levantó de la mesa de un tirón.
 
La silla rugió al ser arrastrada, y las miradas de los comensales se volvieron hacia ella, llenas de sorpresa. Con la cabeza alta y los labios apretados, intentó mantener la compostura, pero su rostro reflejaba una mezcla de rabia y desesperación, mientras sus manos temblaban. Sin despedirse, caminó con paso firme hacia la salida.
 
9.
—¿Qué quieres que te diga? — dijo finalmente Maura.
—Podrías decir que estás apenada conmigo y que lo compensarás pagando la cuenta — me burlé.
—Sí, por eso no te preocupes — avisó y volvimos al silencio.
—Supongo que con el cuento de su hija ha conseguido engatusar a mucha gente — comentó luego.
—Su molestia es porque sabe que su telenovela está llegando a su fin: va a recuperar a su hija, eso está claro — señalé — pero luego de eso su vida volverá a ser igual de anodina que siempre.
—Me disculpo por meterte en estos embrollos — ofreció Maura mientras llamaba a la mesera para pedir la cuenta — y ya que estamos aquí deberías explicarme eso de que “uno de los sinónimos de la palabra resignación es paciencia”.
—Deja de meterte donde no te llaman — reviré.
—No entiendo.
—¿Cuál fue la persona que más te haya impresionado conocer?
—Una endurecida prostituta que se acostaba solo con traileros.
—Deberías aprender algo de ella para no dejarte manipular por la primera vende-cuentos que te encuentres en el camino.
—Pensé que me ibas a gritonear — reconoció tras pensárselo.
 
Solté una carcajada mientras sacaba el frasco con el polvo pierde rumbo, le pedí se acercara y dejé caer un poco sobre su cabeza.
 
—Es para que nadie sepa que nos reunimos con Cristina, ¿verdad?
—Sí…
—¿Cómo se llama ese polvo?
—Se llama “qué te importa”.
—Más vale que vaya a pagar — dijo y se puso de pie.
 
10.
Una vez en la puerta de la cafetería, Maura me interrogó.
 
—¿Lo viste?
—¿A quién?
—El demonio que conjuró el brujo, ¿se ve horrible, así como los describen?
—No es un demonio, Maura, es un Ángel al que invocó, y esos son los peores.
 
 * Para conocer más sobre este personaje y por qué me busca de vez en cuando, consultar el capítulo “Las muertas”, de mi libro “Muertero”.