18.
-
y ahora que lees? – me preguntó el inefable E como es su costumbre cuando se
trata de cuestionar mis lecturas…
-
“Hotel tierra”… la excelente autobiografía de Sabino Méndez - le respondí sin
mucho interés - aunque supongo que no sabes de quién te hablo…
-
yo acabo de leer un libro que se llama “Filosofía del tocador” – respondió sin
hacer caso a mi comentario…
-
y? – insistí en mi actitud de despreciar cualquier intento de conversación…
-
está buenísimo – dijo al tiempo que jalaba una silla y se sentaba frente a mí, acción
que equivale siempre a mínimo 15 minutos de conversación aburrida: hasta en la
duración de sus peroratas es predecible… así que tuve que dejar de teclear en
mi computadora para ponerle atención…
-
el Marqués de Sade hace honor a su fama – me dijo E en voz baja en tono de
complicidad – es un pervertido… te describe las escenas de sexo con tanta
claridad que…
-
que qué? – le pregunté con el hartazgo que siempre me provoca la gente que aún
considera el sexo un tabú…
-
o sea que te cuenta todo con tanto detalle que no deja nada a la imaginación –
dijo contradictoriamente…
-
al contrario: el Marqués de Sade fue un escritor que necesitaba mucho de la
imaginación de sus lectores para que los franceses de aquella época entendieran
lo que quería decir con sus textos…
-
pero en sus escenas de sexo todo lo deja clarísimo – afirmó E sin entender a
qué me refería…
-
el problema con los textos del Marqués de Sade es que nadie quiere comprender
que él no era el erotómano que se dice: era un mordaz crítico de la corona
francesa, por lo que sus textos deben verse más que como un festín sexual, en
realidad como una crítica a los excesos del rey Luis XV y su perversa corte…
-
en el libro deja claro que sabía de sexo – trató E de enfocar hacia el morboso tema
– tiene fama de ser un cogelón…
-
ese es el problema: la ignorancia de ciertas
personas no les permite leer entre líneas lo que el francés quería decir – le reiteré
tratando de no perder la paciencia - no por nada el Marqués de Sade era un
lector acérrimo de grandes pensadores como Voltaire y el propio Rousseau…
-
ya leíste “Filosofía del tocador”? – me retó E…
-
ese no lo conozco – acepté – pero le he leído otros textos… por ejemplo
“Justine”, que si no me equivoco inspiro una estúpida y encabronante película
llamada “Las edades de Lulú”…
E
se me quedó viendo en espera de algo, no sé, como de que entre en el detalle de
la película, cosa que no pensaba hacer… sin embargo en ese momento dudé por
unos instantes y aunque sé que no tomaría en cuenta mi sugerencia, se la propuse…
Marqués de Sade
–
de todos modos si tanto te interesa el autor, te recomiendo un interesante ensayo
que si mal no recuerdo escribió Simone De Beauvoir, en el que analiza
profundamente la obra del Marqués de Sade y en el que señala que entre líneas
siempre se podrían encontrar fuertes críticas hacia la burguesía francesa que
detentaba el poder en aquella época… incluso acota que precisamente en el libro
de “Filosofía del tocador” Sade publica
cínicamente una arenga contra el gobierno en la que llama a los franceses a
realizar un esfuerzo para convertir al país en una verdadera república…
-
te lo voy a prestar – dijo ignorándome al tiempo que se puso de pie, se fue a
su escritorio, regresa y me entregó su ejemplar del libro…
-
el “grupo editorial tomo” saca buenas ediciones – le comenté mientras hojeaba
el libro…
-
léelo – me dijo con los ojos llenos de lujuria – es pornografía pura…
De
esta conversación han pasado ya varios meses… y desde entonces el Marqués de
Sade duerme plácidamente en uno de los cajones de mi escritorio…
19.
Con
H mantengo una relación que si bien nunca llegó ha convertirse en amistad,
tampoco se quedó en el mero compañerismo laboral… sí convergimos en maratónicas
charlas sobre literatura, también coincidimos en el gusto de varios escritores…
e incluso fui afortunado al ser invitado por él a participar con un texto en el
último número de una revista que atinadamente publicaba…
Pero
hay relaciones que a veces es mejor dejar ahí… y para mi las razones son muy
claras cuando hay de por medio préstamos de libros que nunca regresan… y en
esos temas soy bastante delicado…
El
primer aviso vino con el libro “Diablo Guardián” de Xavier Velasco:
llegaba yo a mi trabajo por la mañana con el texto en la mano, nos encontramos
en el elevador, me preguntó mi opinión sobre la trama y le dije de manera
un tanto imprecisa, que mi opinión aún podría definirse como ambigua pues
apenas estaba comenzando a leerlo…
Me
lo pidió prestado... “claro, cuando termines de leerlo”, especificó… y así lo
hice una semana después, no sin antes advertirle al momento de entregárselo,
que no me había gustado… “ya te
diré”, me reviró…
Un
par de meses después, y tras preguntarle por tercera vez si ya lo había leído,
me dijo que sí, pero que me iba a pagar el dinero de lo que éste me había
costado debido a un imprevisto que se había presentado… “algún accidente
relacionado con una taza de café?” le pregunté, pero él se limitó a sonreír…
Di
por zanjada la extraña situación cuando me entregó el importe exacto de lo que
me costó el texto…
Tiempo
después coincidí con H a la salida de la oficina… y en aquel entonces llevaba
yo en la mano un libro de John Fante titulado “Pregúntale al polvo”… y de nuevo
me preguntó mi opinión sobre el texto…
John Fante
- es buen escritor si lo ves desde un punto de
vista individual – le dije…
-
no te entiendo – soltó H…
-
sí, si lo ubicas en un contexto particular sus tramas son de un existencialismo
bastante entretenido – expliqué – pero no puedes dejar de encontrar cínicas
coincidencias entre John Fante y Charles Bukowski, así que si le investigas con
un poco de paciencia podrás encontrar que históricamente Bukowski reconoce a
Fante como una de sus principales influencias en su literatura, lo que hace que
le pierdas un poco de respeto a la extravagancia que originalmente le atribuías
al borrachín pendenciero…
-
no te lo creo – dijo H sorprendido…
-
tampoco me lo creía – acepté – pero yo que me he leído toda la narrativa que se
ha publicado de Bukowski en español, le encontré imperdonables coincidencias…
-
sigo sin creérmelo – repitió H mientras tomaba el libro de mi mano…
-
claro que tampoco pienses mal – dije tratando de ser objetivo – los textos de
John Fante son bastante desesperantes pues sus personajes, en especial su alter-ego Arturo Bandini, nunca
toma esas decisiones que le permitiría cambiar radicalmente su vida… mientras
que por lo general los protagonistas de Charles Bukowski, y Henry
Chinaski en particular, nunca pretenden en realidad salir de la miseria en
la que viven…
-
o sea que Bukowski es un vulgar plagiario? – se aventuró a decir H…
-
no exageres – lo acoté – más bien piensa que John Fante y Charles Bukowski
incursionaron juntos en el mal llamado realismo sucio, y que si bien el primero
influenció al segundo, la diferencia entre ellos es que Fante hacía de sus
personajes perdedores una cómica burla, mientras que Bukowski nunca dejó de
caracterizarlos como unos cínicos y verdaderos hijos de puta…
-
ya que lo termines me lo prestas – dijo H al tiempo que me regresaba mi libro
- suena interesante lo que dices…
Una
semana después me crucé con H en un pasillo en horas de oficina, nos saludamos
y de inmediato me preguntó por el libro de John Fanté…
-
precisamente lo terminé de leer hoy en la mañana, cuando venía en el metro rumbo a la oficina – le respondí…
-
o sea que vamos de una vez por él a tu escritorio? – preguntó con cinismo…
-
vamos – le dije resignado… llegamos, se lo entregué y al mismo tiempo le
advertí que me lo cuidara…
De
eso hace ya unos 5 años… se lo he pedido de regreso unas 6 veces y su
incoherente respuesta siempre ha sido “te lo voy a comprar para devolvértelo nuevo”…
Lo
sigo esperando…
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