En este país a los compositores se les paga
para crear pasajes musicales que destaquen
la voz de un cantante… la fórmula es usada para saturar la radio con tonadas insulsas:
se escriben canciones a las que se les podría agregar un solo de guitarra o teclado,
más el virtuosismo está vetado pues sólo se busca impulsar una figura prefabricada
que venda discos más por imagen (y favores sexuales) que por virtudes…
El rock mexicano adolece de tal vicio, más tratándose
de proyectos solistas donde el integrante de un grupo decide sacar por su cuenta
temas argumentando que no van con el estilo
de su banda…
Hay una elite de músicos en bandas cuyo éxito
desfila en el rock con calidad y sin comprometer su creatividad… tal es el caso
de Jaguares, Sangre Asteka, Nine Rain, La Barranca y Caifanes, de los que destacan
por su virtuosismo el bajista Marco Rentería, el acordeonista Humberto Álvarez,
los guitarristas José Manuel Aguilera y Alejandro Marcovich, el violinista Jorge
Gaytán y el baterista Alfonso André, quien por cierto, incursiona de nuevo en solitario
con su disco “Mar Rojo”…
Músico, actor y cantante, Alfonso ha sobresalido por su estilo como baterista y si bien su carrera actoral fracasó, insiste en su faceta solista como cantante: a diferencia del optimista debut “Cerro del aire” a “Mar Rojo” se le reconoce la facilidad para crear atmósferas musicales, aunque es obvia su deficiencia para alternarlos con solos instrumentales…
Sobre cantar Alfonso dice: “No me siento muy cómodo, mi personalidad va más
de baterista… estar detrás de los platillos”… y al comparar ambos discos acepta:
“el primer disco fue relativamente fácil,
era algo que quería hacer y no me había atrevido por varias razones, una de ellas
… era el miedo a cantar”… pero enfatiza que “Mar Rojo”: “lo siento más cercano a mí que el primero”…
Cuenta que el título: “viene de la historia
de Ícaro de la mitología griega, que se escapa de la Isla de Creta con unas alas
que construyó su padre, desobedeciendo a él, quiere volar muy cerca del sol y cae
sobre el mar, es por esto que el mar se tiñe de rojo…”…
Acerca del contenido político: “para enfrentar
mi desacuerdo social trato de poner mi granito de arena como todos, trato de cambiar
mi persona, porque así se puede cambiar como sociedad … la gente no se involucra
en lo que pasa en la política o en las decisiones importantes del país”…
De la grabación, presume: “me he divertido
y he aprendido muchísimo … me encanta tocar con los músicos que me acompañan … he
vencido muchos miedos que tenía, podía decir que no lo hacía por estar ocupado en
la batería, pero … al final me animé y no me arrepiento”…
Pese a su optimismo el disco tiene debilidades:
el cínico formato “pop” radiable, un sonido demasiado compactado, sin
personalidad y un estilo vocal repetitivo al cantar de la misma manera todas las
canciones (incluyendo los estribillos), lo que provoca que se escuchen flojas…
En la grabación participan Federico Fong (bajo),
Javier Calderón y Lari Ruiz Velazco (guitarras), José María Arreola (batería y
letras) y los tecladistas Israel Sacarías y Darío González como invitados, músicos
intachables que en esta aventura no consiguen cuajar y logran apenas un disco irregular, poco propositivo y en el
que la voz de Alfonso demuestra, una vez más, que carece de potencial para
destacar…
“Mar Rojo” apenas huele a rock y aunque
posee algunos chispazos cínicamente plagiados
de Pink Floyd (Ícaro), The Cure (El sol saldrá) y hasta Morrisey (Mar rojo), estos no logran alejarlo de
productos sosos como Camila, Reik y Sin Bandera… bien manufacturado y con arreglos
impecables que rayan en la asepsia, no puede evitar en su conjunto ser aburrido,
plano, sin emoción, sombrío (incluyendo la portada) y solo para seguidores de Caifanes…
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