16 de febrero de 2016

Es lo malo de los libros 20

Fui a Los Ángeles a la boda de un amigo:
estaría 7 días… me quedé 2 años

15 de julio. Stu me consiguió trabajo en Stanton Cal. Prints, yo ponía empeño, pero estaba rodeado de chapines y serotes* que me advertían: “no pongas mal ejemplo”, los ignoré y con el tiempo trataron de que les hiciera caso... Luis quería el puesto de Joel y se tomaba atribuciones para ganarse al dueño, esas libertades eran para joder, así que me daba órdenes como descargar camiones con cientos de pesados rollos de tela mientras los chapines y serotes repetían: “no pongas mal ejemplo”, finalmente llenaron un carrito de rollos de tela y mientras esperaba del elevador me lo lanzaron por la espalda: entre el mío y el de ellos quedaron mis piernas... estaba jodido y Joel autorizó irme... como pude llegué al sillón de mi departamento, Inés (una vecina) se dio cuenta que sucedía algo: se acercó, me vio, se fue, volvió con un libro y analgésicos, me los dio y huyó, el texto era La Casa en Mango Street de Sandra Cisneros, tardé en regresar al trabajo y en ese tiempo lo leí, al regresárselo Inés sacó una pluma, me lo dedicó y regaló... después, preparando maletas para regresar, descubrí que me lo robaron.

19 de octubre. Es sábado por la tarde y quiero una cerveza... doy vuelta indebida sobre Pico Boulevard y me meto en una pequeña vía, una patrulla se lanza tras de mí, se mete en otra calle para adelantarse y cerrarme el paso, me paro en una gasolinera y pasan de filo, meto reversa y regreso a Pico Boulevard... tengo dos opciones: voy al Down Town a recorrer la avenida Broadway y lidiar con borrachos, putas y jonkis o a Huntintong Park a visitar sus pulcros negocios y gastar legalmente mi dinero: optó por esta última… en el camino me detengo en una zona industrial, entro a un bar, me siento en la barra, pido una cerveza, me la dan, pago… el ambiente es denso, los parroquianos me ven con tirria… se me acerca una jovencita, hurga en una mochila, saca Cantar de ciegos de Carlos Fuentes, me lo ofrece y pide 2 dólares por él, pago y se aleja sin decir más… no sé por qué pero adquirir el texto provoca que la hostilidad se relaje… termino mi cerveza, salgo, ya anocheció… decido regresar a casa no sin antes buscar una licorería.

27 de diciembre. En W Arbor Vitae una patrulla manda detenerme, es viernes y ha llovido intensamente... los policías, apuntándome, me urgen bajar con las manos en lo alto, obedezco, dictan subirme a la banqueta, explico en español que no hablo inglés (miento), ordenan en español hincarme con las manos en la nuca y cruzando las piernas hacia atrás... bajan a la joven que me acompaña, un policía la interroga, el otro me encañona... visto una camisa negra, saco blanco, pantalón de piel negro y tenis: venimos de un concierto de Ratt y Bon Jovi… después me repite las preguntas, pide mi licencia, no tengo (miento), revisa la camioneta y encuentra una vieja edición de Memorias, reliquias y retratos de Juan de Dios Peza… me ve con curiosidad, le dice al otro (en inglés) que las dos versiones coinciden, avisa que nos podemos ir, me levanto, sacudo el agua de mi pantalón de piel... regresamos a la camioneta y arranco rumbo a casa de ella.

2 de febrero. Llegamos a un callejón, Joe y yo nos acercamos al grupo de cholos que toman cerveza y juegan dominó... nos ven con recelo, más Viko nos saluda y se tranquilizan... algunos portan armas, nos dan cerveza, uno me ofrece su lugar para jugar dominó, acepto, les gano… se ponen en alerta, me desconcierto, pero se relajan (igual que hicieron con nosotros) al reconocer al visitante... la tarde se tornó en una noche violenta: hubo golpes y tiros, el problema no fue con nosotros, pero estábamos en el lugar equivocado… antes de huir sucedieron tres cosas: a) a Joe sí lo golpearon; b) en la parte de atrás de mi camioneta encontré El diablo en Texas de Aristeo Brito (con el susto alguien arrojó el libro); c) decido comprar una pistola (me esto volviendo imprudente).


El mismo febrero. Estamos Chino, Chiquitico, Chan y Joe en Echo Park, el segundo barrio más violento de Los Ángeles y la casa de los temidos “Blood’s”... varios latinos juegan fútbol, conversamos, cae la tarde, el sol aún engaña al aire frío que corta la piel, a lo lejos se ve el Dodger’s Stadium... ellos hablan del beisbolista Fernando Valenzuela mientras yo releo Posdata de Octavio Paz (ya aprendieron a respetar mi momentos de lectura estando con ellos)… me piden un cigarrillo, aviso que iré por ellos al coche de Joe, Chan pide precaución pues está cabrón... salgo del parque y al cruzar la calle un auto lleno de cholos se detiene frente a mí, muestran sus armas y sueltan qué onda, ese vato... respondo aquí nomás homeboy, ríen, controlo las ganas de voltear hacia mis amigos, hacerlo desataría una balacera: así son aquí las cosas… trucha, cabrón me dice uno apuntándome con su arma, se alejan… saco la cajetilla, espero antes de regresar al grupo, no se dieron cuenta, entrego los cigarrillos, ratifico lo de adquirir una pistola... miro hacia el horizonte, veo la tarde, la respiro, me siento bien, retomo la lectura de Posdata.

5 de mayo. Tomábamos cerveza y se suelta una balacera... Tomás se asustó, lanzó un libro sobre el cofre del auto de su cuñado y corrió a su casa… terminé mi cerveza, encendí un cigarrillo, el tiroteo seguía... arrojé el bote al contenedor de basura, tomé otra, me moví hacia la derecha para alcanzar el texto, leí el título: Corre Nicky, Corre! de Nicky Cruz, una bala pegó en el lugar en donde estaba recargado... vi el orificio, saqué el plomo de la carrocería con una llave, lo guarde en la bolsa de mi pantalón y me acomodé en el mismo lugar, destapé mi lata, le di un trago, comencé a hojear el libro, los tiros continuaron.

16 de agosto. Trabajaba horas extras casi a diario y algunos fines de semana, el dinero que ganaba se me iba en discos, conciertos, cerveza y libros que tras leer regalaba... un sábado Pixzzy, un chicano cuya única virtud era vivir en Echo Park, me ordenó preparar un embarque para enviar a Chile, le dije que estaba ocupado, me amenazó, lo reté a golpes, no quiso pero sentenció con lamentarme... me jodía con trabajo y yo no podía golpearlo adentro de la fábrica: significaría perder mi empleo… lo buscaba al terminar la jornada, más su esposa siempre iba por él: me veía y se subía rápido a su auto... desistí cuando cierto día, almorzando, lo vi leyendo Ocho notas del poeta Francisco Segovia. Nunca compré la pistola.

14 de noviembre. Pedí 3 días de permiso para ir a Tijuana a recoger a un primo para ayudarlo a cruzar la frontera… un día antes de subir al avión estuve bebiendo con Chiquitico en un bar de Hollywood Boulevard… no le dije que me iba (o que me regresaba, como se quiera ver), pero creo que algo se imaginó cuando le regalé El diablo en Texas… de regreso tenía que llevar la camioneta a casa de Guillermo, quien sabiendo mis prisas ventajoso me la compró… me detuve en una esquina cuando dos pandillas rivales de negros se liaron a tiros… me quedé en medio de la refriega pese a que podía haber avanzado… por primera vez en dos años tuve miedo, confirmé que era hora de volver… en el tablero estaba Cantar de ciegos, el único libro que me traje… encendí la radio y escuché una canción en cuyo título estaba la respuesta a mi regreso: “Urgent”.


* forma que se nombran mutuamente guatemaltecos y salvadoreños…

1 comentario:

Anónimo dijo...

Nunca haz pensado en hacer cortos... Y no cortos circuitos :p