Fui a
Los Ángeles a la boda de un amigo:
estaría
7 días… me quedé 2 años
15 de julio. Stu me consiguió trabajo en
Stanton Cal. Prints, yo ponía empeño, pero estaba rodeado de chapines y
serotes* que me advertían: “no pongas mal ejemplo”, los ignoré y con el tiempo
trataron de que les hiciera caso... Luis quería el puesto de Joel y se tomaba atribuciones
para ganarse al dueño, esas libertades eran para joder, así que me daba órdenes
como descargar camiones con cientos de pesados rollos de tela mientras los chapines
y serotes repetían: “no pongas mal ejemplo”, finalmente llenaron un carrito de
rollos de tela y mientras esperaba del elevador me lo lanzaron por la espalda: entre
el mío y el de ellos quedaron mis piernas... estaba jodido y Joel autorizó
irme... como pude llegué al sillón de mi departamento, Inés (una vecina) se dio
cuenta que sucedía algo: se acercó, me vio, se fue, volvió con un libro y
analgésicos, me los dio y huyó, el texto era La Casa en Mango Street de Sandra Cisneros, tardé en regresar al
trabajo y en ese tiempo lo leí, al regresárselo Inés sacó una pluma, me lo
dedicó y regaló... después, preparando maletas para regresar, descubrí que me
lo robaron.
19 de octubre. Es sábado por la tarde y quiero
una cerveza... doy vuelta indebida sobre Pico Boulevard y me meto en una
pequeña vía, una patrulla se lanza tras de mí, se mete en otra calle para
adelantarse y cerrarme el paso, me paro en una gasolinera y pasan de filo, meto
reversa y regreso a Pico Boulevard... tengo dos opciones: voy al Down Town a
recorrer la avenida Broadway y lidiar con borrachos, putas y jonkis o a
Huntintong Park a visitar sus pulcros negocios y gastar legalmente mi dinero:
optó por esta última… en el camino me detengo en una zona industrial, entro a
un bar, me siento en la barra, pido una cerveza, me la dan, pago… el ambiente
es denso, los parroquianos me ven con tirria… se me acerca una jovencita, hurga
en una mochila, saca Cantar de ciegos
de Carlos Fuentes, me lo ofrece y pide 2 dólares por él, pago y se aleja sin
decir más… no sé por qué pero adquirir el texto provoca que la hostilidad se
relaje… termino mi cerveza, salgo, ya anocheció… decido regresar a casa no sin
antes buscar una licorería.
27 de diciembre. En W Arbor Vitae una
patrulla manda detenerme, es viernes y ha llovido intensamente... los policías,
apuntándome, me urgen bajar con las manos en lo alto, obedezco, dictan subirme
a la banqueta, explico en español que no hablo inglés (miento), ordenan en
español hincarme con las manos en la nuca y cruzando las piernas hacia atrás...
bajan a la joven que me acompaña, un policía la interroga, el otro me encañona...
visto una camisa negra, saco blanco, pantalón de piel negro y tenis: venimos de
un concierto de Ratt y Bon Jovi… después me repite las preguntas, pide mi
licencia, no tengo (miento), revisa la camioneta y encuentra una vieja edición
de Memorias, reliquias y retratos de
Juan de Dios Peza… me ve con curiosidad, le dice al otro (en inglés) que las
dos versiones coinciden, avisa que nos podemos ir, me levanto, sacudo el agua
de mi pantalón de piel... regresamos a la camioneta y arranco rumbo a casa de
ella.
2 de febrero. Llegamos a un callejón, Joe y
yo nos acercamos al grupo de cholos que toman cerveza y juegan dominó... nos
ven con recelo, más Viko nos saluda y se tranquilizan... algunos portan armas, nos
dan cerveza, uno me ofrece su lugar para jugar dominó, acepto, les gano… se
ponen en alerta, me desconcierto, pero se relajan (igual que hicieron con
nosotros) al reconocer al visitante... la tarde se tornó en una noche violenta:
hubo golpes y tiros, el problema no fue con nosotros, pero estábamos en el
lugar equivocado… antes de huir sucedieron tres cosas: a) a Joe sí lo golpearon;
b) en la parte de atrás de mi camioneta encontré El diablo en Texas de Aristeo Brito (con el susto alguien arrojó el
libro); c) decido comprar una pistola (me esto volviendo imprudente).
El mismo febrero. Estamos Chino,
Chiquitico, Chan y Joe en Echo Park, el segundo barrio más violento de Los
Ángeles y la casa de los temidos “Blood’s”... varios latinos juegan fútbol, conversamos,
cae la tarde, el sol aún engaña al aire frío que corta la piel, a lo lejos se
ve el Dodger’s Stadium... ellos hablan del beisbolista Fernando Valenzuela
mientras yo releo Posdata de Octavio
Paz (ya aprendieron a respetar mi momentos de lectura estando con ellos)… me
piden un cigarrillo, aviso que iré por ellos al coche de Joe, Chan pide precaución
pues está cabrón... salgo del parque
y al cruzar la calle un auto lleno de cholos se detiene frente a mí, muestran
sus armas y sueltan qué onda, ese vato...
respondo aquí nomás homeboy, ríen,
controlo las ganas de voltear hacia mis amigos, hacerlo desataría una balacera:
así son aquí las cosas… trucha, cabrón
me dice uno apuntándome con su arma, se alejan… saco la cajetilla, espero antes
de regresar al grupo, no se dieron cuenta, entrego los cigarrillos, ratifico lo
de adquirir una pistola... miro hacia el horizonte, veo la tarde, la respiro,
me siento bien, retomo la lectura de Posdata.
5 de mayo. Tomábamos cerveza y se suelta una
balacera... Tomás se asustó, lanzó un libro sobre el cofre del auto de su
cuñado y corrió a su casa… terminé mi cerveza, encendí un cigarrillo, el
tiroteo seguía... arrojé el bote al contenedor de basura, tomé otra, me moví
hacia la derecha para alcanzar el texto, leí el título: Corre Nicky, Corre! de Nicky Cruz, una bala pegó en el lugar en
donde estaba recargado... vi el orificio, saqué el plomo de la carrocería con
una llave, lo guarde en la bolsa de mi pantalón y me acomodé en el mismo lugar,
destapé mi lata, le di un trago, comencé a hojear el libro, los tiros
continuaron.
16 de agosto. Trabajaba horas extras casi a
diario y algunos fines de semana, el dinero que ganaba se me iba en discos, conciertos,
cerveza y libros que tras leer regalaba... un sábado Pixzzy, un chicano cuya
única virtud era vivir en Echo Park, me ordenó
preparar un embarque para enviar a Chile, le dije que estaba ocupado, me
amenazó, lo reté a golpes, no quiso pero sentenció con lamentarme... me jodía con
trabajo y yo no podía golpearlo adentro de la fábrica: significaría perder mi empleo…
lo buscaba al terminar la jornada, más su esposa siempre iba por él: me veía y
se subía rápido a su auto... desistí cuando cierto día, almorzando, lo vi
leyendo Ocho notas del poeta
Francisco Segovia. Nunca compré la pistola.
14 de noviembre. Pedí 3 días de permiso para
ir a Tijuana a recoger a un primo para
ayudarlo a cruzar la frontera… un día antes de subir al avión estuve
bebiendo con Chiquitico en un bar de Hollywood Boulevard… no le dije que me iba
(o que me regresaba, como se quiera ver), pero creo que algo se imaginó cuando le
regalé El diablo en Texas… de regreso
tenía que llevar la camioneta a casa de Guillermo, quien sabiendo mis prisas ventajoso
me la compró… me detuve en una esquina cuando dos pandillas rivales de negros
se liaron a tiros… me quedé en medio de la refriega pese a que podía haber avanzado…
por primera vez en dos años tuve miedo, confirmé que era hora de volver… en el
tablero estaba Cantar de ciegos, el
único libro que me traje… encendí la radio y escuché una canción en cuyo título
estaba la respuesta a mi regreso: “Urgent”.
* forma que se nombran mutuamente guatemaltecos
y salvadoreños…
1 comentario:
Nunca haz pensado en hacer cortos... Y no cortos circuitos :p
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