La carrera literaria del mexicano Alberto Chimal ha sido ascendente,
entre otras cosas por los apoyos del gobierno, de ahí que los medios oficiales
suelen calificarlo como la nueva promesa
literaria mexicana: a sus 46 años ha publicado novela, ensayo, cuento, teatro
y poesía, la mayor parte de sus premios literarios han sido en concursos
gubernamentales, es profesor de literatura y miembro del burocrático Sistema Nacional
de Creadores de Arte…
Su más reciente libro de relatos se llama “Los atacantes”, en el que narra las consecuencias de vivir en un mundo que transita por la obsesión sexual, la traición a la amistad y los cultos extraños hasta el internet, los celulares, el video y los sistemas de vigilancia; aparatos que por su excesivo uso se convierten en nuestros enemigos…
Es de reconocerle a Chimal la inspiración para idear tramas que transitan entre lo perverso y el franco suspenso, pero llegado el momento sus textos flaquean y se acercan peligrosamente a lo anodino, opacando la creatividad por su flaqueza narrativa, lo cual reitera a lo largo del libro con el abuso de un lenguaje banal y carente de los recursos literarios básicos que un escritor debe manejar…
En este sentido sus debilidades son los mismas que aquejan a muchos escritores mexicanos de relatos: alteración de los ritmos narrativos, el uso de un lenguaje difuso, finales imprevistos, saturación de adverbios y adjetivos, abuso de situaciones prescindibles y un dejo permanente de egolatría a lo largo del libro en el que presume de haber puesto en nuestras manos un puñado de textos muy originales…
El autor lo reitera en una vanidosa entrevista: me gusta la idea de hacer textos que aguanten más de una lectura, que permitan ser releídos, eso es algo que me gusta en mí trabajo y la manera que encontré en esta ocasión fueron los finales…
Su más reciente libro de relatos se llama “Los atacantes”, en el que narra las consecuencias de vivir en un mundo que transita por la obsesión sexual, la traición a la amistad y los cultos extraños hasta el internet, los celulares, el video y los sistemas de vigilancia; aparatos que por su excesivo uso se convierten en nuestros enemigos…
Es de reconocerle a Chimal la inspiración para idear tramas que transitan entre lo perverso y el franco suspenso, pero llegado el momento sus textos flaquean y se acercan peligrosamente a lo anodino, opacando la creatividad por su flaqueza narrativa, lo cual reitera a lo largo del libro con el abuso de un lenguaje banal y carente de los recursos literarios básicos que un escritor debe manejar…
En este sentido sus debilidades son los mismas que aquejan a muchos escritores mexicanos de relatos: alteración de los ritmos narrativos, el uso de un lenguaje difuso, finales imprevistos, saturación de adverbios y adjetivos, abuso de situaciones prescindibles y un dejo permanente de egolatría a lo largo del libro en el que presume de haber puesto en nuestras manos un puñado de textos muy originales…
El autor lo reitera en una vanidosa entrevista: me gusta la idea de hacer textos que aguanten más de una lectura, que permitan ser releídos, eso es algo que me gusta en mí trabajo y la manera que encontré en esta ocasión fueron los finales…
Entrando en terrenos literarios tenemos que uno de los textos
termina sin haber empezado (La gente buena), en otro confunde la realidad con la
credibilidad (Tú sabes quién eres), lo mismo sucede con un acoso tan reiterativo
que termina por aburrir (Connie Mulligan) y uno se empaña por la forzada
casualidad de los dos protagonistas durante el fin del mundo (Arte)… en el
extremo la presencia de Roberto Bolaño como un zombie, se debate con ingenio
entre la parodia y la admiración por el escritor chileno (Los salvajes)…
Así, “Los atacantes” padece el síndrome de espía: este mensaje se autodestruirá en 5 segundos, en el que buenas historias no pueden ser plasmadas con las palabras adecuadas y eso le lleva a su autodestrucción; no obstante esa contradicción (aunada a su simpleza narrativa), hace que se lea en un par de días aunque ya terminado quede la sensación de que sus siete textos se parezcan a muchos otros ya leídos, muchas veces, en docenas de cuentistas, a lo largo de años…
El propio Alberto Chimal respalda lo anterior al declarar: “la tontería, la estupidez humana, la locura, la imprudencia suicida, la ignorancia son los monstruos con los que convivimos a diario... nuestras capacidades autodestructivas están a toda marcha en el tiempo actual”…
Por cierto, el libro “Los atacantes” ha recibido muchas críticas por su pésima portada, y por qué pocos hablan de su contenido?
Así, “Los atacantes” padece el síndrome de espía: este mensaje se autodestruirá en 5 segundos, en el que buenas historias no pueden ser plasmadas con las palabras adecuadas y eso le lleva a su autodestrucción; no obstante esa contradicción (aunada a su simpleza narrativa), hace que se lea en un par de días aunque ya terminado quede la sensación de que sus siete textos se parezcan a muchos otros ya leídos, muchas veces, en docenas de cuentistas, a lo largo de años…
El propio Alberto Chimal respalda lo anterior al declarar: “la tontería, la estupidez humana, la locura, la imprudencia suicida, la ignorancia son los monstruos con los que convivimos a diario... nuestras capacidades autodestructivas están a toda marcha en el tiempo actual”…
Por cierto, el libro “Los atacantes” ha recibido muchas críticas por su pésima portada, y por qué pocos hablan de su contenido?
Alberto Chimal, Los atacantes, 120 páginas, Editorial Páginas
de Espuma, 2015.
4 comentarios:
Excelente Hermano... como lo que compartes.
Felicidades!!!
gracias hermano, saludos...
Pregunta: ¿cuál es el problema con los finales "imprevistos"?
hola Unknown... muy sencillo: un final imprevisto, como los que Chimal se saca de la manga, manifiestan su falta de creatividad no sólo para sostener la trama inicial, sino para darle coherencia y llevarla a buen fin... saludos...
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