6 de febrero de 2016

Elvis Infante, diablero y santero

Ubican la ciudad fronteriza austríaca Braunau am Inn?... seguro alguien recordará que ahí nació Adolfo Hitler, pero ese lugar también es famoso porque entre 1870 y 1940 ocupaba el primer sitio en el mundo de nacimientos de médiums y videntes… por ello las creencias esotéricas del Führer lo llevaron primero a tomar decisiones basadas en su videncia, y una vez establecido el nazismo, formó un grupo militar con adivinos, espiritistas y astrólogos a quienes consultaba sobre sus planes de invadir Europa…

En guerras recientes las potencias organizan equipos en los que sus integrantes usan sus habilidades psíquicas para investigar, encontrar y saquear la riqueza mágica y sobrenatural de ciertos países, tal como sucedió con el ataque yanqui a Irak y cuya invasión en realidad fue para apropiarse del poder esotérico que representa “El Zigurat de Ur”…

En este contexto tenemos a Elvis Infante: un chicano diablero y ex militar (perteneció a un grupo elite yanqui encargado de capturar demonios sumerios en el desierto afgano), convertido en Santero y propietario de una tienda de productos Yorubas que usa como fachada para cazar entes oscuros, querubines, demonios y ángeles caídos, los cuales vende a dudosos representantes de las huestes celestiales…

La anterior es la premisa del escritor F.G. Haghenbeck en “El Diablo me obligó”, un libro en el que confluyen elementos sobrenaturales que rigen el inframundo de la ciudad de Los Ángeles (como en cualquier otra) y que son manejados con soltura narrativa y maestría visual por un autor que de entrada advierte: “soy agnóstico… es una manera pragmática de enfrentar al demonio”…

Francisco Gerardo Haghenbeck (conocido en el mundo literario como F.G. Haghenbeck), nació en la Ciudad de México en 1965, es arquitecto, trabajó como traductor, guionista, museógrafo y productor de televisión, ha publicado más de 20 libros y recibido numerosos galardones, entre ellos el prestigioso Premio Bram Stoker (tras competir con Stephen King, Thomas Ligotti y Joe Hill) precisamente por “El diablo me obligó”…


El libro destaca por sus personajes bizarros bien delineados (una niña sicario, un cura drogadicto, una manipuladora millonaria, un vendedor de polvo de huesos de ángel, una tenaz mujer policía, un sorpresivo sirviente, etc.); por una compleja trama (los saltos en el tiempo de tres diferentes etapas en la vida del diablero son solventados con coherencia); por una atrapante atmosfera con aires noir y por el vasto conocimiento que el autor manifiesta en mitología, espiritualismo, demonología y Santería, lo que facilita al lector comprender los acontecimientos que se describen…

Haghenbeck impregna las páginas con delirante terror, aunque se da tiempo de ofrecer un corrosivo humor negro junto con una viperina crítica a las llamadas sociedades multiculturales, dejando claro que el origen de todos los problemas y su solución se resumen a la propia naturaleza humana y no a una entidad demoniaca… él lo definió claramente durante una conferencia: “el diablo y el bien tienen un mismo código postal: nosotros”...

Lo anterior se ejemplifica con una subtrama en la que una prostituta llamada Curlys ejerce como señuelo para engañar, dejarse posesionar y propiciar la captura de demonios en las más grotescas situaciones…

Sobre el tema el autor abunda: “El mal no posee nacionalidad, los diablos tampoco”… y remata con cinismo: “los malos no son los diablos. Esos son monstruos ciegos, animales. Los verdaderos demonios son los humanos. Desde luego que el Diablo existe: véanse en el espejo”…

Haghenbeck es un digno heredero de William Hjortsberg, Alan Moore y hasta Neil Gaiman, sin embargo, con “El diablo me obligó” asume una personalidad propia y entrega un libro de prosa fluida, lleno de cruda violencia, suspenso sobrenatural, escrupuloso conocimiento esotérico y cuyo final es resuelto de manera coherente por un escritor que no se durmió en su laureles y en cuyos libros siguientes su versatilidad le ha llevado a incursionar en otros géneros literarios con el mismo éxito…


F.G. Haghenbeck, El diablo me obligó, 224 páginas, Suma de letras, 2011

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Orales
Intentaré leerlo.
Saludos.

ujule rachid dijo...

no te vas arrepentir mpangui... un abrazo...

Anónimo dijo...

Arrepentirse de leer, jeeeee noo creo nunca
Un sugerido t(s)uyo, menos nunca
FELICIDADES POR S(T)US CUMPLEAÑOS.
BIENDICCIONES.

ujule rachid dijo...

gracias Alfonso José Krüz (jijiji)... sólo tú te acuerdas de mis dos cumpleaños, cuándo te dejas ver?

un abrazote...