1 de agosto de 2018

Siguen muriendo los sabios


Hay muertes de escritores o pensadores (procuro diferenciarlos, aunque los medios se refieran a ellos como “intelectuales”), fallecimientos que terminan por doler pues ahora ¿quién pensará por nosotros?

Una de ellas fue el escritor mexicano Carlos Fuentes, si bien sus primeros libros son fascinantes, a partir de los años ochenta se vuelve insoportable, pero su lucidez para viviseccionar a méxico fue tan brillante que llegó a tutearse con el sobrevalorado Octavio Paz, más ahora debemos incluir otra ausencia, la de Ramón Chao, que también duele… y harto.

Ramón Chao Rego (nació en Villalba en 1935 y murió este mayo a los 82 años en Barcelona), fue un periodista, locutor, músico y escritor español, publicó más de 20 libros y como mucho europeos, encontró “su verdad, su lugar” en Francia, más allá de la hipocresía intelectual española.

Su linaje incluye otras personalidades: a sus hijos Antoine y Manu Chao (fundadores de la banda Mano Negra) y a su hermano Xosé Chao, teólogo y escritor cuyas propuestas rompieron en Europa los conceptos tradicionales de la antropología social.

“Le Monde”, el crítico diario francés cuyo origen se remonta a las últimas batallas de la Segunda guerra mundial (1944), fue la tribuna desde la que Chao llamó nuestra atención hacia temas cargados de mordaz humor. Ramón era un escritor perspicaz al que durante años seguí a través de sus textos en “Le Monde diplomatique”, mismos que me ayudaron a entender actitudes humanas que antes de leerle descalificaba como “ignorancia”.

Ramón Chao ganó el Premio de Virtuosismo de Piano, participó en el Servicio de Lenguas Ibéricas, escribió en Triunfo, Le Monde y La Voz de Galicia, fue designado Caballero de las Artes y las Letras de Francia, mas destacaré su libro, “Un tren de hielo y fuego”, que durante años busqué y que tras poder leer (pagándolo muy caro a una librería chilena vía internet), reafirmé que su lucidez estaba más allá de cualquier frontera delimitada por lenguaje y banderas, pero también en contra de maliciosos intereses que a punta de “futbolazos” y “tele dramas” nos han hecho olvidar que tenemos derecho a la igualdad social.


Ramón Chao presentó “Un tren de hielo y fuego” así: 

"En este libro cuento las vicisitudes del viaje en el tren de hielo y de fuego. Así le llamaban porque arrastraba un vagón lleno de bloques de hielo para llevar a Aracataca (el pueblo natal de Gabriel García Márquez; recuerden el principio de "Cien años de soledad", cuando el gitano Melquíades les hace descubrir el hielo a los niños de Macondo); y gracias a un sistema infernal iba echando llamaradas de fuego durante el camino.

(…)

La experiencia vivida será irrepetible: convivencia y promiscuidad, descarrilamientos, enfermedades, acogidas entusiastas, despedidas tristes y emotivas, problemas humanos, financieros, internos en el grupo. Una estancia mágica en Aracataca, los encuentros con los guerrilleros, las reacciones populares tras la muerte del narcotraficante Escobar... Este libro es un diario y casi una novela que relatan el asombroso experimento realizado con la realidad misma.

No entiendo el karma de Colombia… bueno, tampoco es que comprenda el de méxico ni mucho menos el de Latinoamérica ni mucho menos el de África (salvo mi afirmación de que nuestras desgracias son responsabilidad de la obsesión de los europeos y los yankis de robar nuestros recursos naturales a costa de hundirnos en la ignorancia y de llenarnos de tecnología desechable), es más, hice ya muchas preguntas a mis hermanos colombianos sobre el tema cuando estuve con ellos (uno de los países más bellos que he visitado y del que más bellos recuerdos tengo, junto con Chile) y tras varias conversaciones, no obtuve ninguna respuesta… creo.

¿Qué razones llevaron a Manu y Antoine a montar un proyecto así sabiendo que podrpia ser el final de Mano Negra? ¿Por qué incluyeron a su padre como testigo de la catástrofe que vendría? ¿Acaso sabían que sólo él podría presentarla con objetividad? A saber, pero me queda claro que Ramón Chao consiguió retratar a Latinoamérica a través de Colombia y con ello nos dejó muchas preguntas que por desgracia ya no está para responder.

Ramón Chao, Un tren de hielo y fuego, 172 páginas, Editorial Cybermonde, 2001


No hay comentarios: