10 de mayo de 2022
Santeros contra Babalowos
Recién el historiador británico
Antony Beevor hizo una espeluznante declaración al publicar su libro “La
batalla por los puentes”, al afirmar que "la guerra del futuro será urbana y será increíblemente espantosa".
Su afirmación tiene muchas interpretaciones
más allá de un conflicto bélico o ideológico, pues también incluye un “pero”: ese
futuro ya nos alcanzó y la guerra es parte de nuestra vida cotidiana. Veamos
unos ejemplos de las nuevas beligerancias:
- heterosexuales contra
homosexuales (en los que los segundos parecen ir ganando al aprobarse las bodas gay en gran parte del planeta),
- amantes de los perros contra los
de gatos (en las que los primeros llevan la delantera debido a que siendo sus
dueños un sector pudiente, han ganado espacios y prerrogativas en detrimento de
los derechos humanos… y de felinos),
- hombres contra mujeres (el
movimiento #metoo ha sido tergiversado y convertido en una guerra entre sexos
con las militantes de tendencia feminazi por delante),
- hijos contra padres (ahora un hijo
puede demandar a sus progenitores, independizarse de ellos y hasta cambiar de
apellido),
- humanos contra animales (la
rapidez con la que está despareciendo la fauna y flora del planeta es
indignante).
Por no citar las luchas de ricos
contra pobres, religiosos contra ateos, patrones contra obreros, blancos contra
negros, altos contra enanos, cultos contra ignorantes, locatarios contra
ambulantes, bellos contra feos, futbolistas contra intelectuales o ciclistas
contra automovilistas, todas estas son una manipulación de los poderosos para aplicar
la máxima: el pueblo vencido, jamás
estuvo unido, pues mientras nos dedicamos a partirnos la madre entre
nosotros, los gobiernos están felices de que nos hayamos olvidado de hacer marchas
con reivindicaciones sociales.
Si bien los ejemplos anteriores incumben
a la vida mundana, el mundo espiritual no se salva y genera luchas encarnizadas
en las que los balazos se sustituyen con brujería: ahí está la muerte de Leonel
Gámez, Osheniwo (autoerigido el máximo jefe de Ifa en méxico), del que sus
cómplices religiosos, dueños de la Sociedad Yoruba de Mexico, optaron por el
silencio cuando llegó la hora de explicar su nunca aclarado asesinato.
Hablar en estos tiempos que
corren de guerra entre Santeros contra Babalowos (y viceversa, no se piense que
los sacerdotes de Ifa son las víctimas), no se puede limitar a vulgares
diferencias religiosas: ambos “bandos” son culpables y están llevando sus
pleitos a niveles gansteriles como nunca se vio en la historia del neopaganismo.
Sería un error reducir esta conflagración
al orden jerárquico religioso, ya que en la práctica de la Osha e Ifa uno no
puede vivir sin el otro, por mucho que los egos quieran marcar distancias como
si se tratase de meros códigos postales, o explicarlo como pleitos de cantina
entre los de abajo (Santeros)
enfrentando a los de arriba (Babalowos).
Para no andarse con rodeos,
señalemos: sin Santeros un Babalowo no puede realizar una Yoko osha, y sin
Babalowos los Santeros no pueden ejecutar una coronación, además de que unos y
otros forman parte de la misma práctica religiosa y se obedecen a las mismas
deidades.
En méxico el entendimiento de la vida
y el destino en el pensamiento de sus habitantes se reduce a lo básico: lo
bueno contra lo malo, blanco contra negro, rico contra pobre, y esto lo
percibimos en el futbol, política, narcotráfico, lucha libre, barrio, trabajo,
la familia: todos los que habitamos este país somos unos cabrones hasta
demostrar lo contrario.
Así, en la vida real, el director
es culero y el subordinado esclavo, la amante del jefe es puta y los demás pendejos sin derechos, el chófer del patrón es custodio de chismes y el empleado debe cumplir órdenes: somos parte
de una cadena en la que no quedan claras las diferencias en una estructura de
poder, salvo lo que cada quien presuma a su conveniencia.
Igual pasa en las religiones
afrocubanas: el Babalowo es culero y
el Santero esclavo, la ahijada y
amante del padrino es una puta y los
demás ahijados unos pendejos sin
derechos, el Oriaté del Babalowo es custodio
de chismes y el Aleyo debe cumplir órdenes y obedecer a todos, ya sean los
pleitos dentro o fuera del Ilé, guerras en las que curiosamente Paleros y/o
Espiritistas terminan por inclinar la balanza de acuerdo a sus intere$e$.
El origen del pleito, por
desgracia, y sobre todo en América, apunta una vez más a Cuba: para quien no
sepa en Nigeria, al nacer un bebé, se le lleva con el brujo (Babalowo) para que
le haga registro y determine si en su destino tiene camino en la religión. En
caso de tenerlo recibirá Mano de Orunla, pasará sus primeros años en compañía
de sus padres, y al llegar a cierta edad (por lo regular a los 10), irá a vivir
con el que será su futuro padrino para iniciar su enseñanza religiosa.
En Cuba, y de la isla hacia el
mundo hispanoparlante, las cosas se radicalizan: quienes llegan con un Babalowo
se registran y casi siempre reciben la amenaza: recibes la Mano de Orunla o te mueres, y de ahí se deriva un $aqueo
que no tiene fin ha$ta que el incauto corona O$ha, comienza a desarrollarse
como religioso y con el tiempo ve que su padrino más que una guía es un
obstáculo que lo que menos quiere es que crezca como religioso, lo empieza a
bloquear, lo estafa a través de altos cobros de derechos para ceremonias innecesarias
o que muchas veces nunca llegan, condiciona comportamientos, plantea
prohibiciones ridículas y luego comienza a brujearlo: ahí comienzan las guerras.
La primera y gran justificación
con la que se escudan los Babalowos (heredado de los cubanos), para cualquier
decisión que perjudique al ahijado es: “lo
dijo Ifa y la palabra de Ifa no cae al piso”. Ya, sí, anjaá… pero no
olvidemos que el iniciado en Ifa interpreta un oráculo (ekuele) y que su
ignorancia, o su maña, justifican mentir al momento de hablar en nombre de Orunmila.
Los Santeros también tienen argumentos
para revelarse contra los Babalowos, como lo señala el signo Osa Obara, ya que
“dos carneros no toman agua de la misma
fuente”, aunque es Osa Juani el más socorrido al advertir “la ruptura entre padrino y ahijados dentro
de la religión”, por no citar que cuando pueden también estafan a sus
ahijados al momento de interpretar el oráculo (diloggun).
Buscando justificaciones, algunos
dicen que la historia de la separación, y posterior guerra entre religiosos comenzó
en Obara Bogbe, o en Obara Eyeunle (según sea el mentiroso y/o manipulador
quien la argumente), donde se sentencia que “oreja no pasa cabeza”, frase que los Babalowos cubanos interpretaron
a conveniencia como que “por mucho que
sepa el Santero sobre religión, jamás superará la corona del Babalowo”.
Aquí les tengo noticias a ambos
bandos: la máxima de “oreja no pasa
cabeza” quiere decir que por más que alguien reciba consejo lo puede oír, pero
no lo escuchará, y por lo mismo, la sabiduría no llegará a su cerebro, y, en
consecuencia, nunca la entenderá.
A partir de ese mal entendido se
ha desencadenado una lucha fratricida (me consta, lo he visto y hasta padecido),
en la que para los Santeros los Babalowos son engreídos y soberbios, y para los
Babalowos los Santeros son mañosos e ignorantes, más ambos deben saber que ni
uno ni otro tiene razón, y que la famosa evolución espiritual que deberían
alcanzar tras ser iniciados por desgracia la reducen a la típica pelea entre buenos contra malos precisamente porque oreja
no pasa cabeza.
El lugar común diría que es un
error pensar que la religión de los Orishas, estructuralmente, se parece a un
edificio de departa-cuartos donde los que viven arriba (lo reyes Babalowos),
tienen derecho a menospreciar a los de abajo (los que sólo alcanzaron una coronita, los Santeros), por su ubicación física, tontería repetida
hasta el cansancio.
Las citas en este texto son del corpus
de Ifa y son usadas a manera de explicación, pero en realidad no se necesita ir
tan lejos para encontrar que el origen de esas guerras es mundano y tiene que
ver con bajas pasiones como la envidia, maldad, ego, perversión, celos,
ambición, soberbia, infidelidades, altanería, corrupción, intriga, analfabetismo,
obsesión sexual e incluso problemas mentales.
Para quienes deseen tener claro
cómo trabaja una verdadera estructura espiritual (me temo que los puristas de
la Osha e Ifa no lo buscarán, pues creen que “sus coronas” los ponen por encima de cualquier creencia),
deberán ir al texto “La exteriorización de la jerarquía”, escrito por Alice A.
Bailey, quien describe el funcionamiento del mundo espiritual basado en los
niveles de evolución del individuo, NO por ese $tatu$ religio$o que Santeros y
Babalowos compraron solo porque
contaban con el dinero.
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4 comentarios:
Siempre me quedo la duda de que si Leonel Gámez, Osheniwo Ibae, era tan bueno como no vio su muerte venir? Y lo agarraron asando batatas. Crees que los Orishas y Lwas pueden ser los hermanos invisibles y envidiosos que tenemos segun la K? O puro muerto rialengo que anda sin mas nada que hacer y aceptan ofrendas por intercambio de favores?
hola yenyok... por supuesto que vo su muerte, le salió la advertencia en la letra del año, igual que a oshunguere, pero se sentían dioses, orisha en la tierra, ante eso qué se puede hacer??
saludos
Interesantes recomendaciones.
Que buen artículo, de verdad a veces parece absurdo como en vez de centrarse en ellos mismos, de aprender sobre su destino y función en la tierra, solo se dedican a competir y crear una guerra espiritual para sentirse superiores.
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