11 de agosto de 2019

El asesinato de Laura Olivo


La literatura peruana nunca desilusiona: desde que compré “La ciudad y los perros” de Vargas Llosa (cumplía mis 15 años), todo autor inca que lea me sorprende gratamente aunque no es que los busque de forma obsesiva: sus libros me llegan al azar y pueden pasar años sin que descubra a otro de sus grandes autores (se me viene a la memoria la Santiago Roncagliolo y su excelente novela “Abril rojo”).

Esta vez se trata de Jorge Eduardo Benavides (Arequipa, 1964): autor de más de 10 libros, estudió Derecho, dictó talleres de literatura y escritura, fue periodista y colaboró en revistas como “Renacimiento”, “Babelia” y es de los pocos que no se dejó seducir por diarios nefastos como “El País” y “La Razón”.

Se dio a conocer con “Los años inútiles”, ganando los galardones “Premio José María Arguedas”, “Premio de Novela Corta Julio Ramón Ribeyro”, el “Premio Nuevo Talento FNAC” y el “XIX Premio de Novela Fernando Quiñones” por “El asesinato de Laura Olivo”: una novela negra sobre la relación entre la temida agente literaria que da nombre al libro y la periodista Lucía Luján, donde Laura es asesinada y su novia acusada del crimen.

Más cerca de “Opiniones mohicanas” de Jorge Herralde y “Musa” de Jonathan Galassi (que describen los sinsabores del mundo editorial), el libro desmenuza la banalidad y la prepotencia que caracteriza a escritores de los que podemos ser asiduos lectores sin saber que en la vida real son unos patanes, pone en evidencia las miserias del mundo literario a través de las relaciones malsanas entre autores y sus agentes literarios, y demuestra que el racismo en España está a flor de piel.

El protagonista es “Colorado” Larrazabal: un expolicía peruano (negro de origen vasco), exiliado en Madrid tras dejar Lima luego de enfrentar un caso de corrupción, sobrevive trabajando para un abogado paisano suyo (a la postre asesinado), tiene un romance con una joven musulmana e intentará demostrar la inocencia de Lucía a petición de su casera, quien le ofrece: si saca a su sobrina de prisión le regalará el cuarto que le renta y por el que él sufre para pagar la mensualidad.

Dice el autor que el protagonista: "surge de nuestra realidad, de esta época globalizada en el que la emigración ha reconfigurado el mapa no sólo geográfico sino también mental de lo que entendemos por nuestro espacio nacional o vital".

A partir de ahí Benavides evidencía a escritores plagiadores, apoyados por negros literarios (autores anónimos que escriben para otros), favoritismos en la entrega de galardones, ladrones de manuscritos, corruptelas y editoriales deshonestas, todo ello mientras desfilan Carlos Fuentes, Jorge Edwards, Bryce Echenique y se hace alusión a leyendas de literatos ficticios como Marcelo Chiriboga.

Sobre por qué la trama en el medio editorial, señala: "es un mundo de muchos egos y de fragilidades, de relaciones sujetas a muchos vaivenes emocionales y también a grandes decepciones, de manera que hay muchos elementos interesantes para novelar", agrega: "los escritores con más ego suelen ser los que menos éxito han tenido", y aclara que la novela no es una venganza pues el medio editorial lo ha tratado bien.

Con personajes aludiendo a escritores reales, una estructura coherente, el mundo literario retratado con ironía, una trama llena de sorpresas, interesantes subtramas, diálogos dinámicos y un desenlace impecable (tras mantener la tensión hasta el final), “El asesinato de Laura Olivo” es una gran novela negra (quizá una de las mejores de 2018 escritas en español), que deja un sórdido mensaje: en el medio literario se es capaz de robar y hasta matar con tal de obtener poder y fama.

Jorge Eduardo Benavides, El asesinato de Laura Olivo, 323 páginas, Alianza, 2018

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