La literatura peruana nunca desilusiona:
desde que compré “La ciudad y los perros” de Vargas Llosa (cumplía mis 15
años), todo autor inca que lea me sorprende gratamente aunque no es que los
busque de forma obsesiva: sus libros me llegan al azar y pueden pasar años sin
que descubra a otro de sus grandes autores (se me viene a la memoria la Santiago
Roncagliolo y su excelente novela “Abril rojo”).
Esta vez se trata de Jorge Eduardo
Benavides (Arequipa, 1964): autor de más de 10 libros, estudió Derecho, dictó
talleres de literatura y escritura, fue periodista y colaboró en revistas como
“Renacimiento”, “Babelia” y es de los pocos que no se dejó seducir por diarios
nefastos como “El País” y “La Razón”.
Se dio a conocer con “Los años inútiles”,
ganando los galardones “Premio José María Arguedas”, “Premio de Novela Corta
Julio Ramón Ribeyro”, el “Premio Nuevo Talento FNAC” y el “XIX Premio de Novela
Fernando Quiñones” por “El asesinato de Laura Olivo”: una novela negra sobre la
relación entre la temida agente literaria que da nombre al libro y la
periodista Lucía Luján, donde Laura es asesinada y su novia acusada del crimen.
Más cerca de “Opiniones mohicanas” de
Jorge Herralde y “Musa” de Jonathan Galassi (que describen los sinsabores del
mundo editorial), el libro desmenuza la banalidad y la prepotencia que
caracteriza a escritores de los que podemos ser asiduos lectores sin saber que
en la vida real son unos patanes, pone en evidencia las miserias del mundo
literario a través de las relaciones malsanas entre autores y sus agentes
literarios, y demuestra que el racismo en España está a flor de piel.
El protagonista es “Colorado” Larrazabal:
un expolicía peruano (negro de origen vasco), exiliado en Madrid tras dejar
Lima luego de enfrentar un caso de corrupción, sobrevive trabajando para un
abogado paisano suyo (a la postre asesinado), tiene un romance con una joven
musulmana e intentará demostrar la inocencia de Lucía a petición de su casera,
quien le ofrece: si saca a su sobrina de prisión le regalará el cuarto que le
renta y por el que él sufre para pagar la mensualidad.
Dice el autor que el protagonista: "surge de nuestra realidad, de esta época
globalizada en el que la emigración ha reconfigurado el mapa no sólo geográfico
sino también mental de lo que entendemos por nuestro espacio nacional o vital".
A partir de ahí Benavides evidencía a
escritores plagiadores, apoyados por negros
literarios (autores anónimos que escriben para otros), favoritismos en la
entrega de galardones, ladrones de manuscritos, corruptelas y editoriales
deshonestas, todo ello mientras desfilan Carlos Fuentes, Jorge Edwards, Bryce
Echenique y se hace alusión a leyendas de literatos ficticios como Marcelo
Chiriboga.
Sobre por qué la trama en el medio
editorial, señala: "es un mundo de
muchos egos y de fragilidades, de relaciones sujetas a muchos vaivenes
emocionales y también a grandes decepciones, de manera que hay muchos elementos
interesantes para novelar", agrega: "los escritores con más ego suelen ser los que menos éxito han tenido",
y aclara que la novela no es una venganza pues el medio editorial lo ha tratado
bien.
Con personajes aludiendo a escritores
reales, una estructura coherente, el mundo literario retratado con ironía, una
trama llena de sorpresas, interesantes subtramas, diálogos dinámicos y un desenlace
impecable (tras mantener la tensión hasta el final), “El asesinato de Laura
Olivo” es una gran novela negra (quizá una de las mejores de 2018 escritas en
español), que deja un sórdido mensaje: en el medio literario se es capaz de
robar y hasta matar con tal de obtener poder y fama.
Jorge Eduardo Benavides, El asesinato de Laura
Olivo, 323 páginas, Alianza, 2018
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