1 de julio de 2020

Cosmogonías


Sobre los elementos que conforman la naturaleza siempre se han realizado desde estudios científicos y elaboradas teorías hasta historias y leyendas que contemplan la presencia del agua, convirtiéndola las dos últimas, en una deidad que la representa en las numerosas religiones y culturas que han poblado este planeta.

Alrededor de estas creencias, el vital líquido, por lo general, es el elemento del cual parte todo signo de vida, hace permanente acto de presencia… el agua está “ahí”, desde el inicio de los tiempos.

Así, el libro del Génesis de la Biblia señala que durante los siete días de la creación, desde el primero de ellos: “creó Dios los cielos y la tierra. Y la Tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas”, para luego destacar en los días 2, 3 y 5 la presencia del agua.

El griego Platón, en el “Timeo”, uno de sus principales diálogos habla sobre el origen de todo, describe cómo el “Demiurgo” (creador del universo), usando como modelo la “teoría de las ideas”, formó al planeta a partir de cuatro elementos: aire, agua, fuego y tierra, depositando en él a todos los seres vivos, incluyendo a los propios dioses.

En el antiguo Egipto se decía que el Universo era un recipiente, donde estaba la Tierra, y alrededor circulaba el río Ur-Nes, fuente del Nilo, nacido del sudor de “Sobek”: dios de las aguas superficiales, mientras “Nun” lo era de las aguas subterráneas, las cuales delimitaban el mundo de los muertos y el de los vivos, así como “Atum”, el dios creador, quien modeló al hombre mezclando tierra y agua del Nilo.

Por su parte, el romano Cicerón aseveró que el agua es el principio material de las cosas y como sustancia escencial de la naturaleza, reconociendo la existencia de una inteligencia o mente superior, como fuerza ordenadora de los seres formados o compuestos del agua.

Los aborígenes australianos Kimberley, en su leyenda sobre el origen de la vida en la tierra llamada “Tiempo de los Sueños”, aseveran que “Wallanganda”, soberano de las galaxias, vertió agua desde los cielos sobre “Wunggud”, la “Serpiente gigante de la Tierra”, quien vivía enroscada alrededor del planeta (llamado “Garagi”), pero al ser mojada se estiró y dio origen a cordilleras, valles, cerros, montañas y cañones para recoger el agua, dando inicio a las estaciones del año, períodos de la reproducción, paisajes y creando a todas las criaturas.

Para los Babilonios en un principio solo existía un vacío acuoso donde convivían “Apsu”, dios del agua dulce, y “Tiamat”, del agua salada, las que al unirse provocó que tuvieran descendencia, entre ellos a “Anu” y “Ea”, quienes procrearon a “Marduk”. Cuando surgió un conflicto entre los dioses viejos y los jóvenes, comenzó una guerra en la que “Marduk” mató a “Apsu” y después a “Tiamat”, a la que partió en dos su cuerpo: de la parte superior creó el cielo, de la inferior la tierra y de las lágrimas de la diosa nacieron los ríos Tigris y Éufrates.

Sin embargo, existen cosmogonías más elaboradas que detallan como el agua es el origen “del todo” o formó parte de la creación del planeta.

a. Un ejemplo de la importancia del agua lo tenemos en el Popol Vuh (“Libro del Consejo”): texto anónimo de los indios mayas (localizados en Guatemala, México y algunas zonas de Belice, Honduras y El Salvador), que recopila diversos mitos y leyendas sobre la creación de la Tierra.

Para los Mayas las deidades eran energías con múltiples formas, lo cual queda plasmado en la personalidad del dios “Chaac”, dueño del agua, el cual se divide en cuatro dioses vinculados a los puntos cardinales. El Popol Vuh señala: “No había nada reunido, junto. Todo era invisible, todo estaba inmóvil en el cielo. No existía nada edificado. Solamente el agua limitada, solamente la mar tranquila, sola, limitada.”

Durante la celebración de un gran consejo, los dioses decidieron que debería generarse la vida en el planeta y que esta sería fecundada por el líquido: “Entonces salieron del agua las montañas: al instante salieron las grandes montañas… las llanuras; en seguida nacieron simultáneamente en la superficie de la tierra los cipresales, los pinares.”

Establecida la vida, “Chaac” quedó como dueño del agua y sus formas como el granizo, la lluvia y la nieve, además del relámpago y las tormentas; luego, tras dos intentos fallidos, en el tercero los dioses crearon al ser humano combinando dos tipos de maíz: el blanco y el amarillo, el cual fue regado en abundancia, razón por que siempre se le ha rendido culto a este dios para tener buenas cosechas del grano.

b. Para los Yorùbá, etnia localizada entre Nigeria, Togo y Benín, el agua está representada a través una diosa llamada “Yemanjá” (conocida como “Yemayá”, “Yemojá” o “Ymoya”), cuyo nombre significa ”Madre cuyos hijos son como los peces”.

“Yemanjá”, “que es una y siete a la vez”, fue la primera deidad en nacer en la Tierra por mandato del gran Dios “Olofi”, con el objeto de que extinguiera el gran fuego y las rocas que ardían: lo único que existía al inicio del todo. Ya establecida ella dio origen al agua salada a través de los mares y océanos, con las cenizas formó la tierra y convirtió el vapor de las llamas sofocadas en nubes, para que cayera la lluvia: el elixir de vida que nunca deberá faltar en el planeta.

Una mañana, cuenta la leyenda, ella sintió dolor en el vientre y de él salió el agua dulce a través ríos y lagos, peces, la luna y el sol, estrellas, montañas, valles, selvas y seres vivos como animales, insectos y plantas, “todo lo que alienta y vive sobre la Tierra”. Creada la vida, el dios “Obàtálá”, su esposo”, modeló el cuerpo humano al que “Olofi” dotó del alma con su aliento divino.

Los Yorùbás hacen referencia a “Yemanjá” en el cuerpo de las mujeres a través de “la bolsa de agua” en la que se desarrollan los bebés (el útero) donde se encuentra el origen de la vida, la maternidad y la fertilidad. Esta concepción señala que los seres vivos son sus hijos, y en el caso de los humanos, el por qué durante 9 meses nadan “como peces” en la placenta de la madre.

c. En la mitología Nórdica (la Europa septentrional que antes abarcaba Estonia, Islandia, Letonia, Noruega, Dinamarca, Suecia y Finlandia), el agua también juega tiene un gran papel al momento de la creación.

En “Las profecías” de la profeta Sibila, escrito a manera de poemas, se narra que al principio de los tiempos existía un gran abismo vacío llamado “Ginnungagap”, así como el árbol universal “Yggdrasil” que sostenía a los mundos, en cuyas raíces existían dos poderosos reinos: “Muspell” (el del fuego) y “Nifelheim” (el de la oscuridad).

En medio de estos dos reinados se encontraba “Hvergelmir”, un caldero con agua espumante que alimentaba a los doce grandes ríos que flotaban sobre “Ginnungagap”, los cuales al precipitarse sobre él, formaban inmensos bloques de hielo. En algún momento las grandes llamas del fuego que se esparcían desde el reino de “Muspell” cayeron sobre el hielo, creando un denso vapor del que surgieron todos los elementos, el espacio, la tierra y el océano.

De este suceso surgen varios Dioses (como “Vili”, “Ve” y el legendario “Odin”), y de entre las gotas del hielo derretido nace un gigante hermafrodita llamado “Ymir”, quien al quedarse dormido suda y de entre las pizcas que escurren por su brazo izquierdo, nace la primera pareja humana llamada “Ask” y “Embla”.

Hay otro aspecto relacionado con la importancia del agua y que también forma parte de “Las profecías” de Sibila: El dios “Odin” (principal deidad de la mitología nórdica), conocido como el “Señor de la guerra y la muerte, poesía, sabiduría y magia”, vivía en un palacio llamado “Valhalla”, desde donde veía los Nueve mundos. Sintiéndose ávido por alcanzar la sabiduría descubre que en las raíces del árbol sagrado “Yggdrasil”, se localiza un manantial cuya agua contiene el conocimiento sobre el todo.

Sin embargo, el lugar era custodiado por la cabeza del dios decapitado “Mimir”, un gigante guerrero señalado como “El que conoce el pasado y el futuro”. Cuando “Odin” llega al manantial que contiene la anhelada agua, la cabeza de “Mimir” le pone como condición para beberla que le entregue uno de sus ojos, petición que él acepta de inmediato y por la cual a “Odin” siempre se le ha representado como tuerto.

Tras conocer estas leyendas, confirmamos que el agua es fundamental para la existencia y la vida de todos los seres vivos en el planeta, ya sea en la realidad o en la fantasía.

No hay comentarios: