Sobre
los elementos que conforman la naturaleza siempre se han realizado desde
estudios científicos y elaboradas teorías hasta historias y leyendas que
contemplan la presencia del agua, convirtiéndola las dos últimas, en una deidad
que la representa en las numerosas religiones y culturas que han poblado este
planeta.
Alrededor
de estas creencias, el vital líquido, por lo general, es el elemento del cual parte
todo signo de vida, hace permanente acto de presencia… el agua está “ahí”,
desde el inicio de los tiempos.
Así,
el libro del Génesis de la Biblia señala que durante los siete días de la
creación, desde el primero de ellos: “creó
Dios los cielos y la tierra. Y la Tierra estaba desordenada y vacía, y las
tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y el Espíritu de Dios se movía sobre
la faz de las aguas”, para luego destacar en los días 2, 3 y 5 la presencia
del agua.
El griego Platón,
en el “Timeo”, uno de sus principales diálogos habla sobre el origen de todo,
describe cómo el “Demiurgo” (creador del universo), usando como modelo la
“teoría de las ideas”, formó al planeta a partir de cuatro elementos: aire,
agua, fuego y tierra, depositando en él a todos los seres vivos, incluyendo a
los propios dioses.
En el antiguo
Egipto se decía que el Universo era un recipiente, donde estaba la Tierra, y alrededor
circulaba el río Ur-Nes, fuente del Nilo, nacido del sudor de “Sobek”: dios de
las aguas superficiales, mientras “Nun” lo era de las aguas subterráneas, las
cuales delimitaban el mundo de los muertos y el de los vivos, así como “Atum”,
el dios creador, quien modeló al hombre mezclando tierra y agua del Nilo.
Por su parte, el romano
Cicerón aseveró que el agua es el principio material de las cosas y como
sustancia escencial de la naturaleza, reconociendo la existencia de una
inteligencia o mente superior, como fuerza ordenadora de los
seres formados o compuestos del agua.
Los aborígenes
australianos Kimberley, en su leyenda sobre el origen de la vida en la tierra
llamada “Tiempo de los Sueños”, aseveran que “Wallanganda”, soberano de las
galaxias, vertió agua desde los cielos sobre “Wunggud”, la “Serpiente gigante
de la Tierra”, quien vivía enroscada alrededor del planeta (llamado “Garagi”),
pero al ser mojada se estiró y dio origen a cordilleras, valles, cerros,
montañas y cañones para recoger el agua, dando inicio a las estaciones del año,
períodos de la reproducción, paisajes y creando a todas las criaturas.
Para los Babilonios
en un principio solo existía un vacío acuoso donde convivían “Apsu”, dios del
agua dulce, y “Tiamat”, del agua salada, las que al unirse provocó que tuvieran
descendencia, entre ellos a “Anu” y “Ea”, quienes procrearon a “Marduk”. Cuando
surgió un conflicto entre los dioses viejos y los jóvenes, comenzó una guerra
en la que “Marduk” mató a “Apsu” y después a “Tiamat”, a la que partió en dos
su cuerpo: de la parte superior creó el cielo, de la inferior la tierra y de
las lágrimas de la diosa nacieron los ríos Tigris y Éufrates.
Sin embargo,
existen cosmogonías más elaboradas que detallan como el agua es el origen “del
todo” o formó parte de la creación del planeta.
a.
Un ejemplo de la importancia del agua lo tenemos en el Popol Vuh (“Libro del
Consejo”): texto anónimo de los indios mayas (localizados en Guatemala, México
y algunas zonas de Belice, Honduras y El Salvador), que recopila diversos mitos
y leyendas sobre la creación de la Tierra.
Para
los Mayas las deidades eran energías con múltiples formas, lo cual queda
plasmado en la personalidad del dios “Chaac”, dueño del agua, el cual se divide
en cuatro dioses vinculados a los puntos cardinales. El Popol Vuh señala: “No había nada reunido, junto. Todo era
invisible, todo estaba inmóvil en el cielo. No existía nada edificado. Solamente
el agua limitada, solamente la mar tranquila, sola, limitada.”
Durante
la celebración de un gran consejo, los dioses decidieron que debería generarse
la vida en el planeta y que esta sería fecundada por el líquido: “Entonces
salieron del agua las montañas: al instante salieron las grandes montañas… las
llanuras; en seguida nacieron simultáneamente en la superficie de la tierra los
cipresales, los pinares.”
Establecida
la vida, “Chaac” quedó como dueño del agua y sus formas como el granizo, la
lluvia y la nieve, además del relámpago y las tormentas; luego, tras dos
intentos fallidos, en el tercero los dioses crearon al ser humano combinando
dos tipos de maíz: el blanco y el amarillo, el cual fue regado en abundancia,
razón por que siempre se le ha rendido culto a este dios para tener buenas
cosechas del grano.
b.
Para los Yorùbá, etnia localizada entre Nigeria, Togo y Benín, el agua está
representada a través una diosa llamada “Yemanjá” (conocida como “Yemayá”,
“Yemojá” o “Ymoya”), cuyo nombre significa ”Madre cuyos hijos son como los
peces”.
“Yemanjá”,
“que es una y siete a la vez”, fue la
primera deidad en nacer en la Tierra por mandato del gran Dios “Olofi”, con el
objeto de que extinguiera el gran fuego y
las rocas que ardían: lo único que existía al inicio del todo. Ya establecida ella dio origen al agua salada a
través de los mares y océanos, con las cenizas formó la tierra y convirtió el
vapor de las llamas sofocadas en nubes, para que cayera la lluvia: el elixir de vida que nunca deberá faltar en el planeta.
Una
mañana, cuenta la leyenda, ella sintió dolor en el vientre y de él salió el
agua dulce a través ríos y lagos, peces, la luna y el sol, estrellas, montañas,
valles, selvas y seres vivos como animales, insectos y plantas, “todo lo que alienta y vive sobre la Tierra”.
Creada la vida, el dios “Obàtálá”, su esposo”, modeló el cuerpo humano al que
“Olofi” dotó del alma con su aliento
divino.
Los
Yorùbás hacen referencia a “Yemanjá” en el cuerpo de las mujeres a través de “la bolsa de agua” en la que se
desarrollan los bebés (el útero) donde se encuentra el origen de la vida, la
maternidad y la fertilidad. Esta concepción señala que los seres vivos son sus
hijos, y en el caso de los humanos, el por qué durante 9 meses nadan “como peces” en la placenta de la madre.
c.
En la mitología Nórdica (la Europa septentrional que antes abarcaba Estonia,
Islandia, Letonia, Noruega, Dinamarca, Suecia y Finlandia), el agua también
juega tiene un gran papel al momento de la creación.
En
“Las profecías” de la profeta Sibila, escrito a manera de poemas, se narra que
al principio de los tiempos existía
un gran abismo vacío llamado “Ginnungagap”, así como el árbol universal
“Yggdrasil” que sostenía a los mundos, en cuyas raíces existían dos poderosos
reinos: “Muspell” (el del fuego) y “Nifelheim” (el de la oscuridad).
En
medio de estos dos reinados se encontraba “Hvergelmir”, un caldero con agua
espumante que alimentaba a los doce
grandes ríos que flotaban sobre “Ginnungagap”, los cuales al precipitarse
sobre él, formaban inmensos bloques de hielo. En algún momento las grandes
llamas del fuego que se esparcían desde el reino de “Muspell” cayeron
sobre el hielo, creando un denso vapor del que surgieron todos los elementos,
el espacio, la tierra y el océano.
De
este suceso surgen varios Dioses (como “Vili”, “Ve” y el legendario “Odin”), y
de entre las gotas del hielo derretido nace un gigante hermafrodita llamado
“Ymir”, quien al quedarse dormido suda y de entre las pizcas que escurren por
su brazo izquierdo, nace la primera pareja humana llamada “Ask” y “Embla”.
Hay
otro aspecto relacionado con la importancia del agua y que también forma parte
de “Las profecías” de Sibila: El dios “Odin” (principal deidad de la mitología
nórdica), conocido como el “Señor de la guerra y la muerte, poesía, sabiduría y
magia”, vivía en un palacio llamado “Valhalla”, desde donde veía los Nueve mundos. Sintiéndose ávido por
alcanzar la sabiduría descubre que en las raíces del árbol sagrado “Yggdrasil”,
se localiza un manantial cuya agua contiene el
conocimiento sobre el todo.
Sin
embargo, el lugar era custodiado por la cabeza del dios decapitado “Mimir”, un
gigante guerrero señalado como “El que conoce el pasado y el futuro”. Cuando
“Odin” llega al manantial que contiene la anhelada agua, la cabeza de “Mimir”
le pone como condición para beberla que le entregue uno de sus ojos, petición
que él acepta de inmediato y por la cual a “Odin” siempre se le ha representado
como tuerto.
Tras
conocer estas leyendas, confirmamos que el agua es fundamental para la existencia
y la vida de todos los seres vivos en el planeta, ya sea en la realidad o en la
fantasía.
No hay comentarios:
Publicar un comentario