5 de noviembre de 2023

Acapulco

 


1.

—¿Qué opinión tienes sobre lo que sucedió en Acapulco? me interrogó  Alejandra mientras su marido colocaba ante mí la segunda cerveza de la tarde.

 

Mi esposa y yo habíamos aceptado la invitación del matrimonio a comer aquel 2 de noviembre, aprovechando que era día de asueto en todo el país.

 

—¿A qué te refieres? — cuestioné su ambigua pregunta — ¿Al huracán Otis que arrasó con la bahía Punta Diamante o a los 2 terremotos que ocurrieron al mismo tiempo y que la prensa minimizó al definirlos como “temblorcitos”?

—A todo… por ejemplo una explicación espiritual — atajó.

—“No te desesperes demasiado si ves que se destruyen cosas hermosas, si las ves perecen. Porque las mejores cosas siempre están creciendo en secreto” — dijo Jorge, su esposo.

—Vaya, jamás imaginé que podría encontrarme en este país a alguien que citara a Ben Okri — exclamé emocionado, sin embargo, a su mujer aquello no le interesó.

 

2.

Mucha tinta ha destilado numerosos analistas por la “destrucción” que provocó el huracán Otis en Acapulco. No suelo ponerles atención porque la mayoría destila una cizaña contra el actual gobierno de izquierda, en la que la mayoría, por suerte o desgracia, se quedan cortos al momento de acusarlo o defenderlo.

 

Por suerte hay excepciones como la de la escritora Sabina Berman, quien publicó un texto titulado “Otis, la mentira de Loret, la gente”, en el que si bien no se adentra en el tema de la mezquindad humana, relata cómo la sencillez de la sabiduría indígena le permitió salvar la vida ante los embistes del fenómeno meteorológico.

 

Hay otros, como el historiador Héctor de Mahuelón, que siempre pone el acento donde debe ir cuando se trata de evidenciar la sordidez de los mexicanos en momentos de desgracia.

 

En su escrito titulado: “Acapulco, el Apocalipsis de una ciudad”, afirma: “En Acapulco vino primero la devastación del huracán. Ahora está en marcha la de la rapiña. Se llevaron hasta la silla del mostrador, dice un hombre frente una miscelánea completamente saqueada. Walmart, Coppel, Sams, Soriana, Elektra. Todas tienen los vidrios rotos. La gente sigue buscando entre los anaqueles vacíos y algunos cargan incluso con los anaqueles vacíos. La avalancha cayó sobre Home Depot y Office Depot. Fueron saqueadas tiendas de empeño. Un centro de distribución Telcel está ahora completamente vacío. De los Oxxo, no quedó uno vivo: por la noche, en la Zona Diamante, alguien fue a avisarle a una patrulla de la Guardia Nacional que tres hombres se estaban llevando incluso la caja fuerte”.

 

Días después, Mahuelón señala en otro texto: “En las largas horas de parálisis gubernamental, la rapiña vació Acapulco. Hoy, frente al panorama de tiendas y negocios completamente saqueados, y con casi la totalidad del puerto en absoluta oscuridad, decenas de colonias y fraccionamientos están poblados de fogatas y barricadas. Es el escenario de una película futurista … Los vecinos han tenido que organizarse para impedir que las muchedumbres que deambulan por el puerto buscando qué saquear lleguen hasta sus domicilios … hacen guardia las 24 horas, armados con palos, tubos, machetes, linternas”.

 

3.

—La gente recibe a cuentagotas comida y agua, tiene hambre y sed — quiso justificar la mujer los saqueos repitiendo, sin cuestionar, el insulso discurso de la radio y la televisión.

—Coppel es una tienda que vende muebles y ropa — protesté — Home Depot y Office Depot artículos de oficina, Elektra electrodomésticos y Telcel teléfonos celulares. Nada de lo que ofrecían esos comercios es comestible, pero para los mexicanos todo lo que resulte de una explosión, terremotos, actividad volcánica, incendios, inundaciones, derrumbes, accidentes, contaminación con sustancias peligrosas, avionazos e incluso por sabotajes, es la mejor oportunidad para robar.

—Comienzo a entender tu opinión sobre el desastre.

—No te la he dado — aclaré y mostré a Jorge mi botellín de cerveza vacío.

 

4.

Jonathan Ruíz escribió “¿Pero queremos que Acapulco vuelva a lo de siempre? El turismo ya no da. Hasta ahora parte de su gente fue tentada por actividades delictivas y en los montes de Guerrero hay familias que siembran plantas para producir opioides”.

 

Pablo Hiriart, de quien no comparto sus opiniones y nos hemos enfrascado en rudas polémicas, señaló: “Otis develó, de manera terrible, las consecuencias de una suma de errores garrafales en la conducción del país, que no llamaban la atención porque no se hacían tan visibles como ahora. Dejar hacer y dejar crecer a los grupos criminales, e incluso brindarles protección, los fundió con las autoridades estatales y municipales. Son una y la misma cosa. En cada región o municipio guerrerense manda el que tiene más pistoleros y es más salvaje”.

 

Mientras que Luis Carlos Ugalde advirtió: “Salvar a Acapulco es salvar a Guerrero de la ingobernabilidad. Si no se atiende el futuro económico de la entidad, puede haber estallidos sociales. Guerrero ha sido escenario de problemas sociales agudos en las últimas décadas, desde la guerrilla de los años setenta hasta Aguas Blancas, Ayotzinapa y el control cada vez más férreo del crimen organizado”.

 

5.

—¿Y…? — reiteró en su provocación.

—¿Has leído la novela “Huatulqueños”, de Leonardo da Jandra?

—Sabes bien que no me gusta leer — recordó Alejandra — a este sí — señaló con innecesario desdén a su esposo, quien ocasionalmente publica cuentos cortos sin asumirse como escritor profesional.

—Trata sobre cómo las ambiciones de los inversionistas turísticos, solapados por el gobierno, pasan por encima del respeto a la naturaleza.

—Huatulco está en Oaxaca.

—Lo que narra sobre Huatulco es un ejemplo de lo que sucede en las grandes reservas ecológicas que tenían las costas del país, en la década de los ochentas, donde en unos pocos años se destruyeron miles de hectáreas selváticas para construir complejos turísticos.

—Lo tuyo es darle vueltas a un tema cuando no quieres responder.

—Si lo hiciera ya estaría mareado — me burlé — te estoy dando elementos para que entiendas mi respuesta — ironicé de nuevo.

—¿Eso de la novela en Huatulco qué tiene que ver? — cuestionó — la gente está sufriendo en Acapulco.

—Ya casi llego a la esquina donde tienes toda la vida esperándome — me embromé otra vez — el área afectada por el huracán Otis corresponde a la llamada “Punta Diamante”, la zona más nueva y con mayor inversión del puerto de Acapulco, la cual incluía hoteles, complejos residenciales, villas privadas y condominios de lujo, así como deportivos, centros comerciales y restaurantes propiedad de políticos y empresarios que no respetan nada con tal de obtener dinero.

—¿Entonces…? — insistió en sonsacarme.

—Tienes que saber diferenciar entre quiénes son los perjudicados: ¿los millonarios que vieron afectadas sus inversiones o las 200,000 personas que trabajaban en el sector turístico con bajos salarios o en el comercio informal?

—¿Me vas a responder? — me cuestionó con desespero

—Para hacerlo prefiero remitirme a las fotografías que publica la prensa sobre la zona siniestrada. Son de hoteles convertidos en cascarones, pero con millonarios seguros que cubrirán hasta el último peso que se requiera para reconstruirlos: de esas imágenes es de lo único que se habla, no de lo que se vive detrás del monte, como escribió atinadamente Sabina Berman en su reseña...

—¡Carajo contigo! — gritó.

—… así que ante tan contradictorio escenario — dije con su misma ambigüedad — debo decirte que comparto el comentario del Papa Francisco cuando dijo estar “Profundamente apenado por las víctimas del huracán Otis en Acapulco”.

 

Alejandra me miró con suspicacia y permaneció en silencio hasta que soltó una de esas risitas que insinúan haber “entendido” algo que no significa nada bueno ni mucho menos correcto hacia el interlocutor.

 

—Yo sólo esperaba que explicaras por qué Dios se ensañó con los habitantes de Acapulco, pero al contrario, me hiciste recordar una frase: “Al final resultó que no es la vida la que me quedaba grande, fuiste tú” — se burló.

—Es el efecto que provoco — respondí antes de que me diera un ataque de risa por la seriedad con la que se tomó nuestra conversación.

 

Me miró con extrañeza al tiempo que su esposo la veía con dureza, ella se puso de pie, fue a la cocina, volvió con más cervezas y avisó que en breve “el pozole” estaría listo. Mi esposa fue tras ella para ayudarle con los preparativos.

 

6.

Varias cervezas después, mientras comíamos, Alejandra volvió al tema.

 

—Te lo preguntaré de otra manera: ¿por qué Dios se enfureció con los habitantes de la costa de Acapulco?

—No se enojó, Dios es simplemente es un cabrón al que le gusta ensañarse con la mayoría de los seres humanos — contesté y solté una carcajada.

—Eso no es gracioso — protestó.

—Si no tienes sentido del humor, obvio no lo será.

—Es la última vez que te pido me des una explicación espiritual.

—Espiritual no la hay, bueno, sí, ya te la dije, Dios es cabrón, pero no necesitas tratar de entender lo que él haga o deje de hacer contra nosotros, vete un poquito más abajo, al nivel de los mortales: antes de construirse Punta Diamante se realizaron estudios sobre el impacto ambiental y el cambio climático que provocarían las obras, no solo en esa parte de la costa, sino en todo el país, pero el gobierno y los empresarios desdeñaron las advertencias. Así que no puedes culpar a Dios, sino a la corrupción y la ambición de la gente…

—¿Qué tipo de recomendaciones? — se interesó.

—A partir de escenarios los investigadores sugirieron fortalecer lo que llaman infraestructura de anclaje para evitar daños a construcciones y derrumbes que podría provocar el golpe de olas de hasta 10 metros, deslaves, vientos excesivos y obviamente lluvias tempestuosas…

—Pero… — quiso interrumpirme.

—… también propusieron obras para proteger redes de electricidad, gas, agua y telefonía — la ignoré — así como montar un sistema de alerta temprana para tomar decisiones, pero los corruptos funcionarios y los empresarios ambiciosos se negaron a escuchar, así que ellos son los verdaderos responsables de lo hizo el huracán Otis.

—Pero…

—Ahora bien, si tú, Alejandra, quieres una frase espiritual como respuesta a esta mal llamada catástrofe natural, te diré: “Nunca escupas al celo”.

—¿Y los terremotos de los que nadie habla?

—Fácil, un aviso de lo que viene, Acapulco es un reflejo de todo México.



1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy buena entrada, quisiera hacer una pequeña acotación, no tiene que ver pero a la vez si, me enteré por medio de un curso con un mentor local de mi pais(Argentina, y un maestro de reiki y kabbalista serio, no anda con mamadas como muchos espiritualistas de la new age) que nuestros antecesores hicieron "volar o desaparecer" el "campo magnetico" de nuestra especie (ahora mismo no recuerdo cual es la definicion tecnica exacta, pero si que todas las especies que habitan el planeta Tierra poseen uno y este desaparece cuando una especie se extingue) y que estamos viviendo en uno creado artificialmente por los sobrevivientes de tal evento, sostenido por la red de piramides, que supongo serán mas antiguas que todas las actuales religiones. Me gustaría recomendar el libro de Viana Stibal "thetahealing" para el interesado en adquirir un mejor soporte para la conciencia a la hora de indagar en el concepto de lo que regularmente podríamos considerar como "Dios" en contraste con el que proveen la mayoría de las religiones o cultos no esotericos. Y el libro de Franz Bardon "La practica de la evocación mágica" , los que el autor llamaba lideres de la zona tierra, especificamente el 12° y 13° del signo Virgo, para ahondar en el significado de los ritos y ceremonias religiosas de todo el mundo. Felicitacones por su blog!🙌🙌