28 de agosto de 2024

Gais, almas gemelas y fantasmas (3 y último)


10.
—¿Se han dado cuenta que todo en la vida se basa en complementos?
—¿Cómo es eso? — me preguntó.
—Para un “sí” existe el “no”… para la niñez la vejez, para el día la noche, para la luz la oscuridad, para lo nuevo lo viejo, para lo pequeño lo grande, para la lejanía la cercanía, para lo feo lo bonito, para la vida la muerte y quizá lo más obvio: para la nada el todo. No son contrarios, ni opuestos, ni antagónicos, ni inversos ni discordantes. Son complementos,
—…
—Iré al detalle con ejemplos concretos: para un frasco una tapa, para un tornillo una tuerca, para un árbol la tierra y para una mano un guante. También está la simbología que muchos usan para explicar lo mismo a través de la dualidad: el yin y yang. Todo lo que existe en el universo tiene una contraparte que finalmente permite ser uno. Volveré al ejemplo del frasco una tapa: en su conjunto forman un envase. ¿Me expliqué?
—Comprendo — dijo Arcelia.
—Ahora, entremos a lo enmarañado, pero sin perder de vista la palabra complemento. Se dice que antes de reencarnar el alma se divide en dos, naciendo una de sus mitades como hombre y la otra mujer…
—Ya dejé de entender — intervino Arcelia.
—… las almas gemelas son las que se complementan, y en la vida los únicos que lo pueden hacerlo son un hombre y una mujer. Los opuestos que se hacen uno. Ustedes no pueden ser almas gemelas porque NO son complemento ni opuesto ni nada de lo que ya expliqué: SON IGUALES, y para que lo entiendan recuerden sus clases en la escuela donde les explicaron los polos de los imanes. Como pareja podrían retroalimentarse a nivel sentimental, emocional, sexual, material, psicológico, físico y demás, pero nunca en el plano espiritual.
—¡¿Pero por qué?! — protestó Olivia.
—No me reclames a mi, sino a tu dios preferido, que fue quien lo estableció — se quedaron calladas y aproveché para mirar por la ventana: había dejado de llover y la gente había vuelto a las calles, curioso, en otros lados la vida era bella, sin traumas.
—…
—Hay otras versiones para eso de que el alma se divide en hombre y mujer al reencarnar, quizá menos moralistas, pero más complicadas, como la que dice que antes de que el alma renazca físicamente, se divide en dos, una parte viene a la tierra (hombre o mujer) y la otra se queda en el “cielo” (mujer u hombre), donde el encuentro de las almas gemelas se da cuando la parte masculina conoce a una parte femenina (o viceversa), siempre y cuando esas dos almas hayan tenido algún vínculo sentimental o espiritual en vidas anteriores. Así, la pareja en vida se hace una y las almas en el “cielo” también.
—Muy bonito, pero bastante complicado — reconoció Olivia.
—Un poco, pero ser “complemento” es el factor común en todas ellas.
—Eso es injusto — protestó Arcelia.
—Si vamos hablar de infamias citemos el genocidio que están haciendo los judíos contra los palestinos ante la diferencia de los miles de millones de habitantes que tiene el planeta.
—¿Eso qué tiene que ver con las almas gemelas? — cuestionó.
—Todo, si se trata de hablar de lo que consideras injusto.
—Cabrón — dijo.
—No me hables de infamias. Y deja de decirme cabrón — pedí.
—¡Cabrón! — repitió Arcelia.
—¡Ya, ya, ya! — la interrumpió Olivia gritando.
—Sí, ya me estoy aburriendo de esto. Creo que es hora de pedir la cuenta.
—¿Quieres que me hinque para que dejes de quejarte? — propuso Arcelia.
—Solo que dejes de agredirme y de paso me perdones por no ser moreno y no llevar encima collarcitos.
—Va, prometo cerrar la boca, pero termina de explicarnos.
—Espero lo hagas — le creí luego de que ignoró mi ironía — volvamos a que es injusto buscar al alma gemela entre los miles de millones de bestias que habitan este planeta y que son indiferentes ante los palestinos a quienes les han asesinado a toda su familia, pero se puede encontrar. Soy testigo. Eso nadie me lo puede discutir.
—…
—Ahora, la gente suele idealizar a las almas gemelas y piensan que al encontrarla vivirán una historia de amor saturada de miel y piloncillo vía intravenosa. Eso está alejado por completo de la realidad: hallar a tu complemento implica grandes compromisos.
—No entiendo — dijo Olivia.
—Involucra no cometer errores. Pocos saben que al entablar una relación con el alma gemela es para evolucionar juntos espiritualmente. Imagínate que la conoces, nadie te dice qué son complemento y le rompes el corazón o le haces cualquier idiotez que se te ocurra. Y ahí vas de nuevo a reencarnar hasta que coincidan una vez más, se reconozcan y se paguen sus respectivos karmas. Es complicado.
—Eso parece — aceptó Arcelia.
—Y hay muchos más temas.
—…
—Pero si se trata de poner las cosas claras, aunque ustedes no caigan en esa definición de almas gemelas, porque no se complementan, no quiere decir que no están enamoradas, así que dejen de hacer preguntas necias y disfruten su relación hasta donde puedan.
—¿A qué te refieres?, ¿no estaremos juntas para siempre? — cuestionó Olivia alarmada.
 
11.
Las observé usando mi videncia y me inspiraron ternura: aunque tendrían un carácter del carajo, sobre todo Arcelia, que hacía el papel de macho alfa, estaban enamoradas. Suspiré, busqué otra dosis de paciencia en el bolsillo y encontré que sólo me sobraba una. Más les valía aprovecharla.
 
—No debería decirlo, pero ustedes envejecerán juntas. A eso me refería cuando dije “disfruten su relación hasta donde puedan”, porque todos vamos a morir y eso será lo único que las va a separar.
—¿Pero será cuando seamos unas ancianas?, ¿a eso te refieres?, ¿falta mucho? — preguntó Olivia temerosa.
—Anjá… harto, un resto, mucho, bastante… falta un chingo.
—¡Gracias a Dios por ponerte en nuestro camino!
—Ya, ya… no hables de dios sino no sabes en realidad quién es.
—Entonces, como dices a veces en tu blog, gracias a tus demonios sumerios por ponerte en nuestro camino — dijo Arcelia emocionada.
—No los invoques, te aseguro que no te gustará conocerlos.
—aaah, y por cierto ¿qué dice el mundo espiritual sobre el origen de la homosexualidad? — cuestionó Arcelia con tono irónico.
—No tengo idea.
—¿Entonces cómo sabes por qué las gais no podemos ser almas gemelas y no conoces el origen espiritual de la homosexualidad?
—Porque no me interesa esa parte de la espiritualidad.
—Eso suena contradictorio
—¿Sabes qué es la metafísica?
—Claro
—¿Y la metafísica de las costumbres?
—No.
—Tú misma te has respondido.
—No entiendo.
—Hay temas del mundo espiritual que me interesan, los investigo y luego uso mi videncia para confirmarlos. Mi mejor amiga en el trabajo es lesbiana, mi mejor amigo fuera de la oficina es bisexual, el mejor amigo de mi esposa es gai y ninguno de ellos me ha preguntado por qué son así, así que no estoy obligado a investigarlo. Te puedo explicar por qué se da la bipolaridad, la depresión o la esquizofrenia, ya que han sido temas que afectan a personas que conozco, y, por lo mismo, los he averiguado.
—Deberías indagar todo lo que tiene que ver con la espiritualidad, lo sobrenatural y esas cosas, para que ayudes a la gente como lo estás haciendo con nosotras.
—¿Estás diciendo que un cardiólogo está obligado a saber sobre neurología y también de ortopedia?, ¿es otro de tus rencores hacia la vida?
—No, pero…
—Bien, chicas, si no tienen más preguntas sobre desencarnados o almas gemelas, me voy.
—Nosotras pagamos la cuenta — avisó Olivia.
—No.
—¡Sí! — advirtió.
—Ya, pues, dejemos la violencia de género.
—Te hago una última pregunta: ¿cuánto te debemos por consultarnos? — preguntó Arcelia.
—Mierda, cómo les encanta complicarme la vida. Regálenme un libro.
—Dame el título — pidió Arcelia poniéndose de pie.
—“Las guerras de Yavé”. Seguramente lo venden aquí.
—Eso suena a teología — dijo Olivia mientras Arcelia salía a buscarlo.
—Algo así… quiero saber si los argumentos que usa el autor para afirmar que dios no existe, se parecen a las pruebas que ya tengo.
—¿Es verdad lo de tus demonios sumerios?, ¿están contigo? — cuestionó.
—No seas indiscreta — avisé y le pregunté por el último libro que había leído.
—“Mujeres que corren con lobos”.
—Vaya…
—¿Es un mal libro? — cuestionó y le respondí levantando los hombros.
 
En ese momento Arcelia volvió con el texto y también con “Desgarradura” de Cioran. Pidió permiso para plasmar una dedicatoria en “Las guerras de Yavé”, luego Olivia también quiso escribir algo para mí.
 
—Déjame ver “Desgarradura” — pedí — así que editorial Planeta le robó la reedición a Tusquets — dije tras revisarlo — mira qué cabrones, como si al monopolio literario español le interesara la cultura.
 
Se lo regresé, Arcelia pagó la cuenta y salimos.
 
—Aunque no lo parezca, me da gusto iniciar una amistad contigo — dijo Arcelia en la puerta de la librería.
—Te prometo que haremos donaciones para ayudar a los refugiados palestinos — avisó Olivia.
—Perdón por mi mal carácter — ofreció a su vez Arcelia — aún es difícil ser lesbiana en este país.
 
Luego ambas me abrazaron, besaron exageradamente mis mejillas y cruzaron la avenida Álvaro Obregón tomadas de la mano. Se veían felices.
 
12.
—Anjaaá, “amistad”… racistas — dije en voz baja al hacer la parada a un taxi para volver a mi casa. 


21 de agosto de 2024

Gais, almas gemelas y fantasmas (2)


6.
—Mi padre murió hace tres meses de cáncer en los pulmones y he leído en tu blog que puedes dar luz a los fantasmas para que dejen de estar en el purgatorio…
—Van directo al limbo, un término incomprensible para muchos… y no son fantasmas, en estado etérico se les llama Desencarnados — la corregí.
bueno, que los iluminas para que sigan su camino, por lo cual haces una ceremonia donde necesitas el nombre completo, fecha, lugar de nacimiento y… — señaló Olivia.
—Yo nunca he escrito eso en mi blog, no con tanto detalle. Así que con eso me dejas claro que alguien les sugirió buscarme, porque el proceso lo he compartido con pocas personas.
—eeeh… sí, eres buen vidente. Lo reconozco, nos recomendó contigo…
—¡No digas su nombre! — la interrumpí.
—Oye… — quiso protestar Olivia.
—Ni se te ocurra comentar algo sobre esa persona.
—Sin problema — aceptó Arcelia.
—Se ve que te hizo encabronar bastante — aventuró Olivia.
—Yo diría que me desilusionó muchísimo, pero dejemos ese tema de lado si quieren que sigamos con la consulta.
 
7.
—Desde tu primer mail supe que, si bien me habías dado razones para vernos, no me las dijiste todas — dije mirando a Arcelia.
—¿Y por qué de todos modos aceptaste venir?
—Porque gente como ustedes me dan argumentos para escribir entradas en mi blog y compartir mis conocimientos. En lugar de hacer aburridos textos estilo académico, lo hago a través de anécdotas — dije y me reí — te confesaré que, antes de acceder a verme con alguien, también uso mi videncia para saber si las personas con quienes me reuniré son peligrosas.
—No entiendo — expuso Arcelia.
—Mejor.
—¿Vas a contar sobre nosotras en tu web? — cuestionó Olivia.
—Seguramente… — reí de nuevo — pero volvamos con tu padre.
—Sí, lo de sacarlo del limbo ese…
 
 
—No lo haré — me adelanté a cualquier cosa.
—¿Por qué?, te voy a pagar — protestó Olivia.
—Son tres argumentos los que te daré y ninguno tiene que ver con dinero, ¿cuál quieres oír?
—Todos — avisó.
—¿En orden de importancia? — cuestioné.
—Dilos todos — intervino Arcelia.
—Bien, pero debo aclarar que una respuesta lleva a la otra y la otra a la otra… y viceversa.
—Por favor — insistió Arcelia.
—La primera: yo no doy luz a los desencarnados, siempre acudo con quien sabe hacerlo, aunque en el proceso estoy obligado a ayudar, lo cual ya me tiene bastante harto; la segunda, ya no acepto lucificar a ningún espítiru por las razones que he expuesto en mi blog.
—Todo lo que dices suena contradictorio: tú lo haces, pero necesitas apoyo, y luego dices que ya no ayudas a nadie con esos temas, pero aquí estás, con nosotras, hablando sobre ese tema — se quejó Arcelia mientras Olivia comenzaba a gimotear.
—Entiéndeme, YO NO LO HAGO — alcé un poco la voz — solo ayudo en la ceremonia, pero deja de interrumpirme: si no termino de explicar no comprenderán nada. Y entonces viene la tercera respuesta y con eso le doy jaque mate a cualquier reclamo que me quieran hacer. Para iluminarle yo debí haber conocido al difunto. Es un requisito establecido por el mundo espiritual, no mío.
—Ayúdame, en las madrugadas me despierto y encuentro la luz de la recámara donde murió mi padre encendida. El departamento huele a tabaco y yo no fumo. Veo sombras. A veces oigo que me llama por mi nombre. Son señales de que me está pidiendo ayuda.
—Eso indica que ni estando muerto te va a dejar de fastidiar. Él te violó muchas veces cuando eras niña, por ello te hiciste lesbiana. Odias a los hombres, ¿por qué quieres mandarlo a la luz? — la cuestioné.
—¡Porque quiero cerrar ese ciclo de mi vida! — alzó la voz y dio un manotazo en la mesa — sí, lo detesto, maldito cochino, quiero dejar atrás lo que me hizo para vivir en paz con Arcelia.
 
Los tres nos quedamos en silencio. Ellas mirándome con expectativa y yo con la vista clavada en la azucarera. Era un buen dilema.
 
—Mierda — protesté, alcé la mano para llamar la atención de la mesera y demandé café. Ellas me imitaron.
 
—¿Es mucho lo que pido? — dijo Olivia.
—Me temo que no.
—¿Temes? — cuestionó Arcelia.
—Como te dije, es menester haber conocido al difunto, así que pasemos al siguiente tema — dije sondeándolas para saber si buscarían la negociación: que yo las llevara con quien podría darle luz al vejete, pero se resignaron rápido, así que dejé pasar el tema.
—Bien…— dijo Olivia sin ocultar su decepción.
—¿Has iluminado a muchos fantasmas? — preguntó Arcelia.
—“Fantasmas”, ojalá nada más fueran eso. A bastantes, no tienes idea a cuántos… incluso ya perdí la cuenta. Pero me acuerdo bien de quién fue el primero.
—¿Quién…? — insistió Olivia con el tema.
—¿Y has salvado muchas vidas? — intervino Arcelia.
—¿Acaso son periodistas?, esto parece una entrevista — me quejé y luego solté una carcajada.
—Te juro que imaginé que Rachid era un hombre moreno, lleno de collarcitos de colores y fanfarrón — volvió Arcelia con el tema.
—Siento haberte desilusionado.
—eeeh, no…
—Ignoraré una vez más tu discriminación, ¿pueden ir al grano con su duda existencial? — pedí.
 
8.
—Queremos saber si Arcelia y yo somos almas gemelas — intervino Olivia.
—¡Mierda!
—¿Ahora qué sucede? — cuestionó Arcelia levantando los ojos.
—Son la tercera pareja gai que me lo pregunta. A las dos anteriores, también mujeres, no les respondí y tampoco lo haré con ustedes.
—¿Por qué? — se quejaron al mismo tiempo.
—No lo entenderían.
—¡¿Por queeé?! — protestó Olivia tomando de la mano a Arcelia.
—Porque la respuesta no es mía, está escrita en el cielo, dirían los sabios, pero como yo la transmitiría, ustedes pensarán que es una opinión personal, entonces vendrían las acusaciones y quejas en mi contra, dirán que soy prejuicioso, intolerante y seguramente Arcelia dejaría aflorar su personalidad rencorosa contra la humanidad que la carcome desde niña, entonces para defenderme yo tendría que acusarlas de feminazis y…
—Cabrón — me interrumpió la aludida.
—Ella y yo nos amamos — dijo Olivia recargando su cabeza en el hombro de su amiga — es importante para nosotras saberlo.
—No lo haré.
—¿Cómo podemos convencerte para que nos respondas?, ¿quieres dinero?, te podemos pagar — propuso Arcelia.
—¡Mierda!, si vuelves a insinuar sandeces como esa me voy y llegando a mi casa te hago una brujería para que te gusten los hombres.
 
9.
—No te enojes — pidió.
—Entonces no digas tonterías.
—Ya, olvídalo — pidió Arcelia luego de cagarla una vez más.
 
Las observé y realmente se veían enamoradas, pero la respuesta seguramente podría cambiar las cosas para ellas.
 
—Para empezar, acepten que ustedes son racistas: tú Olivia eres blanca y Arcelia es morena.
—¡Por Dios!, ¿puedes olvidarte de eso? — pidió Arcelia.
—¿Sabías que el racismo mexicano se manifiesta también en los nombres de las personas? — la miré burlón — ahora los prejuiciosos padres no bautizan a sus hijas como Jacinta, Filomena, Guadalupe o Valentina, los están sustituyendo por Michelle, Sasha, Zita o Estelle.
—Arcelia es un nombre indígena — presumió.
—No se usa para referirse a una mujer. En la Edad Media se empleaba para aludir a personas con gran devoción religiosa. Ahora bien, seguro piensas que su origen es autóctono porque en el estado de Guerrero hay una localidad llamada precisamente Arcelia…
—Así es, a ese lugar también le llaman “La bella morena novia del sol” — se jactó.
—Sí, pero ese Arcelia es una conjunción del apellido “Arce”, del militar Francisco Arce” y del nombre “Elia”, de su esposa, Elia Pérez. Como verás, no tienen nada que ver con un nombre propio.
—¿Habrá manera de ganarte una?
—No, y te explicaré la razón: ¿sabes cuál es el colmo de una víbora? — pregunté y de inmediato respondí — echarse encima un alacrán, porque la víbora no tiene garras ni patas para quitárselo de encima.
—¡Yaaa, dejen de pelear! — soltó Olivia.
—Jaque mate, racistas.
—Te propongo una tregua. Ya, la cagué y te ofrezco disculpas. ¿Podemos seguir la consulta? — planteó Arcelia.
—No creo tu propuesta de “alto al fuego”, pero, en fin, les voy a contestar porque aprovecharé para publicar la explicación en mi blog, en espera de que más parejas gais la lean y dejen de insistir con el tema.
—Soy toda oídos —dijo Olivia.
—Somos… — la corrigió Arcelia.

13 de agosto de 2024

Gais, almas gemelas y fantasmas (1)


1.
Accedí reunirme con Arcelia en la “Cafebrería El Péndulo”, ubicada en la colonia Roma, luego de que me enviara un mail pidiéndome una consulta que tenía que ver con un fantasma. Desencarnados, mi menú favorito.
 
Acordamos día, hora y también compartimos números telefónicos para cualquier contratiempo que provocaran las inclementes lluvias que se empeñan en joder a los habitantes de la capital.
 
Localizada sobre avenida Álvaro Obregón, una de las que más librerías tienen en la ciudad, “El Péndulo” destaca por los tres niveles que facilitan comer, echar café o tomarte unos tragos. Yo prefiero la terraza, la cual es muy agradable durante las primeras semanas de primavera y durante el otoño, cuando el clima se pone menos extremoso.
 
Guardo buenas anécdotas de esa librería: ahí conocí al mejor escritor de literatura de terror que tiene México, Bernardo Esquinca (en la foto que compaña este texto), con quien agarré una gran borrachera. También porque en otra ocasión tuve oportunidad de decirle a Alberto Chimal, quien como siempre estaba fanfarroneando en completo estado etílico, que es un fantoche y que el único libro que le intenté leer me provocó tal náusea que lo dejé a la mitad.
 
2.
Nos citamos en la sección de café. Como siempre llegué unos minutos antes, le envié un whats y para mi sorpresa ya estaba acomodada en una mesa pegada al ventanal desde donde se aprecia la hermosa avenida. Alzó la mano y me encaminé hacia ella. La acompañaba otra mujer.
 
—Hola Rachid… o Alfredo, ¿cómo quieres que te llame?
—Es igual — avisé sentándome frente a ellas.
—Soy Arcelia y ella es Olivia — presentó a su compañera.
 
Se acercó una mesera para anotar nuestra orden.
 
—Un Garfunkel y una coca fría sin hielo — pedí mientras Arcelia me veía con curiosidad — deberían probarlo, son la especialidad de la casa.
—Te haremos caso — dijo Arcelia y solicitó lo mismo para las dos.
 
Quedamos en silencio mientras Arcelia seguía escudriñándome.
 
—Pensé que eras moreno, de baja estatura, con gorrito blanco, collares, pulseras y esas cosas que les gusta colgarse a los Santeros.
—Ya viste que no.
—Eres un caso curioso, al menos para mí. Has contado en tu blog te gusta leer, cursaste la universidad, eres de piel blanca, ojos claros y también escritor…
—Vaya, entonces para ti los Santeros deben ser qué ¿morenos, feos, analfabetos y gente sin oficio? — la interrumpí — ya me imaginó lo que has de pensar de los cubanos que han llegado por miles a México y que se dedican a practicar la Osha.
 
La mesera llegó con nuestras bebidas y de inmediato se fue.
 
—Las y los mexicanos son racistas, ¿sabes?, no aceptan el mosaico multirracial que compone su sociedad — la miré con dureza — uso el “las” y “los” para verme políticamente correcto, ¿sabes?
—No quise ofenderte — señaló Arcelia.
—Nosotras discriminamos a nadie — terció Olivia en plural, hablando por primera vez.
—¿Sabes cuál es el principal desplante racista de las y los mexicanos? — las ignoré.
—…
—El mestizaje.
—No entiendo — reconoció Arcelia.
—Observa a las parejas en la calle. Verás que en ellas las mujeres son blancas y los hombres morenos o viceversa. Es raro que veas a personas con el mismo tono de piel en plan de novios.
—Lo digo en serio, no quise faltarte el respeto — repitió.
—Hasta en las parejas gais o bisexuales vas a notar ese mestizaje, corrijo, racismo, tipos morenos con blancos o al revés.
—¿Y las mujeres? — preguntó Olivia en plan provocador.
—En este país hay más hombres gais que mujeres. Por eso se inventó el estereotipo de macho mexicano, para ocultar la gran homosexualidad masculina que caracteriza a esta raza.
—…
—No pongan esa cara de confusión, si hasta el mismito Emiliano Zapata, el varonil y bigotón Caudillo del Sur, era bisexual.
—Impresionante… — dijo Olivia cuando la mesera llegó con nuestros platillos.
—Lo repito: no quise ofenderte — insistió Arcelia.
—Las y los mexicanos son tan racistas que si mi esposa llega a una tortillería y quien la atiende es una mujer morena, lo hace de mala gana — aclaré y comencé a comer. El fin de semana pasado lo volvimos a vivir.
—¿Ella es blanca?
—Sí, de origen árabe, cabello rubio y de ojos amarillos. Es más, en una ocasión tuve un incidente de tránsito y el tipo del otro auto, que obviamente tuvo la culpa, me gritó: ¡pareces mexicano!, sí, él era moreno, bajito y traía su auto desvencijado. Me provocó una sobredosis de risa.
—Tengo una duda, ¿por qué dices ustedes, ¿qué, no eres mexicano?
—Soy extraterrestre, debiste haberlo leído en mi web: fui enviado en una misión para buscar vida inteligente en este planeta, no la encontré y los cabrones que me mandaron se olvidaron aquí — respondí y me reí.
 
3.
—Tengo hambre — avisé para explicar por qué comía con cierta desesperación
—¿Vienes de trabajar? — curioseó Olivia tomando sus cubiertos.
—Sí, tuve que hacer un exorcismo a una bebé de tres meses de edad.
—¡¿Lo dices en serio?! — preguntó Arcelia abriendo los ojos como plato y sin atreverse a pinchar su comida.
—Naaá, bromita. Estaba echado en un sillón de mi casa leyendo “Cuadernos” de Emil Cioran. Cuando me di cuenta estaba cerca la hora de vernos y no me daba tiempo de comer.
—¿Cioran? — cuestionó.
—Mi filósofo preferido.
—No lo conozco — dijo Olivia.
—Ya entendí por qué constantemente cuentas en tu blog que tus amigas te dicen “cabrón” — se atrevió Arcelia.
—Vaya, ¿tan pronto llegaste a ese capítulo en nuestra incipiente amistad?
—Sí, me salté el índice y la introducción — contestó y soltó una risita como si su comentario hubiese sido gracioso.
—¿Y lo de “cabrón” qué tiene que ver con Cioran? — protesté.
—Por la manera en que contestas.
—Si Olivia no lo ha leído, supongo que tú tampoco.
—Nunca, pero supongo que él y tú tienen un carácter muy parecido — aventuró Arcelia.
—No, Emil sí era un grandísimo cabrón. Yo nada más trato de sobrevivir ante la rapiña espiritual. Ya que estamos en una librería búscate “Desgarradura”: después de leerlo tu vida no será la misma. Por cierto, se va a enfriar tu comida — señalé con el tenedor su plato.
—Creo que ya has escrito sobre Cioran en tu blog — dijo Olivia.
—Quizá…
—Hemos leído casi todo lo que has publicado — presumió Arcelia.
—“Casi” suena poco claro.
—Sí, porque las entradas de literatura o música no me llaman la atención, aunque seguramente ya los leyó Olivia. Le gusta todo lo que se refiere a cultura.
—¿Y los de cine?
—Tampoco — aceptó Arcelia.
 
4.
Mientras comíamos Arcelia hizo varios comentarios sobre mis libros “Mi vida con los muertos” y “Muertero”. Todos positivos, lo cual agradecí varias veces y le aclaré algunas dudas, sin embargo, aquello me resultó contradictorio porque dijo que no le interesaba la literatura. Como fuera, pasaban los minutos y ninguna de las dos daba señales de plantearme el “problema” por el cual pidieron verme.
 
5.
Observé a Arcelia, una cuarentona que trabajaba como secretaria en una empresa que se caracterizaba por maltratar a sus empleados, de acuerdo a mi videncia, pero detrás de su fachada de mujer resuelta, por las noches, en la soledad de su cama, renegaba de su vida. No era fea, pero tampoco guapa. Olivia tenía muchas similitudes con ella, y si no fuera porque sus rasgos eran por completo diferentes, podría asegurar que eran hermanas. Ambas vestían bien, lo que dejaba entrever que contaban con buenos ingresos.
 
—¿Entonces eres vidente? — aventuró Olivia con tono chocante.
—Mierda, creí que ya lo sabías y por eso querían verme.
—¿Sabes? tu “mierda” y tu “vaya” suenan demasiado…
—Arcelia, si terminas la frase me voy — le advertí — mi mierda y mi vaya no tienen nada de sensual.
—…
—No tengo por qué demostrártelo, Olivia, pero mi deporte favorito es tapar la boca a los incrédulos: Arcelia, traes en tu bolso un ejemplar de “Muertero” porque me vas a pedir te lo dedique; Olivia, te da miedo lo que hago, así que le pediste a tu amiga que me contactara porque quieres que le da luz a tu padre, que murió hace tres meses con 16 días. Finalmente, ustedes son novias y su verdadera intención de reunirse conmigo es preguntarme si son almas gemelas.
—¿Ves por qué te dije que Rachid me daba miedo? — dijo Olivia dándole un leve codazo a su amiga.
—Empecemos por lo complicado: dame tu ejemplar de “Muertero” para la dedicatoria — pedí a Arcelia mientras sacaba la pluma que me regaló mi amigo Alejandro (y que siempre cargo), quien al entregármela avisó que era para que firmara ejemplares de mis libros.
 
Contrario a lo que solía hacer, le escribí un brevísimo cuento en la página donde viene el título del libro, mientras las dos mujeres me observaban intrigadas. Devolví el texto a Arcelia y me quedé observando a Olivia.
—¿Qué hay con lo de tu padre?