21 de agosto de 2024

Gais, almas gemelas y fantasmas (2)


6.
—Mi padre murió hace tres meses de cáncer en los pulmones y he leído en tu blog que puedes dar luz a los fantasmas para que dejen de estar en el purgatorio…
—Van directo al limbo, un término incomprensible para muchos… y no son fantasmas, en estado etérico se les llama Desencarnados — la corregí.
bueno, que los iluminas para que sigan su camino, por lo cual haces una ceremonia donde necesitas el nombre completo, fecha, lugar de nacimiento y… — señaló Olivia.
—Yo nunca he escrito eso en mi blog, no con tanto detalle. Así que con eso me dejas claro que alguien les sugirió buscarme, porque el proceso lo he compartido con pocas personas.
—eeeh… sí, eres buen vidente. Lo reconozco, nos recomendó contigo…
—¡No digas su nombre! — la interrumpí.
—Oye… — quiso protestar Olivia.
—Ni se te ocurra comentar algo sobre esa persona.
—Sin problema — aceptó Arcelia.
—Se ve que te hizo encabronar bastante — aventuró Olivia.
—Yo diría que me desilusionó muchísimo, pero dejemos ese tema de lado si quieren que sigamos con la consulta.
 
7.
—Desde tu primer mail supe que, si bien me habías dado razones para vernos, no me las dijiste todas — dije mirando a Arcelia.
—¿Y por qué de todos modos aceptaste venir?
—Porque gente como ustedes me dan argumentos para escribir entradas en mi blog y compartir mis conocimientos. En lugar de hacer aburridos textos estilo académico, lo hago a través de anécdotas — dije y me reí — te confesaré que, antes de acceder a verme con alguien, también uso mi videncia para saber si las personas con quienes me reuniré son peligrosas.
—No entiendo — expuso Arcelia.
—Mejor.
—¿Vas a contar sobre nosotras en tu web? — cuestionó Olivia.
—Seguramente… — reí de nuevo — pero volvamos con tu padre.
—Sí, lo de sacarlo del limbo ese…
 
 
—No lo haré — me adelanté a cualquier cosa.
—¿Por qué?, te voy a pagar — protestó Olivia.
—Son tres argumentos los que te daré y ninguno tiene que ver con dinero, ¿cuál quieres oír?
—Todos — avisó.
—¿En orden de importancia? — cuestioné.
—Dilos todos — intervino Arcelia.
—Bien, pero debo aclarar que una respuesta lleva a la otra y la otra a la otra… y viceversa.
—Por favor — insistió Arcelia.
—La primera: yo no doy luz a los desencarnados, siempre acudo con quien sabe hacerlo, aunque en el proceso estoy obligado a ayudar, lo cual ya me tiene bastante harto; la segunda, ya no acepto lucificar a ningún espítiru por las razones que he expuesto en mi blog.
—Todo lo que dices suena contradictorio: tú lo haces, pero necesitas apoyo, y luego dices que ya no ayudas a nadie con esos temas, pero aquí estás, con nosotras, hablando sobre ese tema — se quejó Arcelia mientras Olivia comenzaba a gimotear.
—Entiéndeme, YO NO LO HAGO — alcé un poco la voz — solo ayudo en la ceremonia, pero deja de interrumpirme: si no termino de explicar no comprenderán nada. Y entonces viene la tercera respuesta y con eso le doy jaque mate a cualquier reclamo que me quieran hacer. Para iluminarle yo debí haber conocido al difunto. Es un requisito establecido por el mundo espiritual, no mío.
—Ayúdame, en las madrugadas me despierto y encuentro la luz de la recámara donde murió mi padre encendida. El departamento huele a tabaco y yo no fumo. Veo sombras. A veces oigo que me llama por mi nombre. Son señales de que me está pidiendo ayuda.
—Eso indica que ni estando muerto te va a dejar de fastidiar. Él te violó muchas veces cuando eras niña, por ello te hiciste lesbiana. Odias a los hombres, ¿por qué quieres mandarlo a la luz? — la cuestioné.
—¡Porque quiero cerrar ese ciclo de mi vida! — alzó la voz y dio un manotazo en la mesa — sí, lo detesto, maldito cochino, quiero dejar atrás lo que me hizo para vivir en paz con Arcelia.
 
Los tres nos quedamos en silencio. Ellas mirándome con expectativa y yo con la vista clavada en la azucarera. Era un buen dilema.
 
—Mierda — protesté, alcé la mano para llamar la atención de la mesera y demandé café. Ellas me imitaron.
 
—¿Es mucho lo que pido? — dijo Olivia.
—Me temo que no.
—¿Temes? — cuestionó Arcelia.
—Como te dije, es menester haber conocido al difunto, así que pasemos al siguiente tema — dije sondeándolas para saber si buscarían la negociación: que yo las llevara con quien podría darle luz al vejete, pero se resignaron rápido, así que dejé pasar el tema.
—Bien…— dijo Olivia sin ocultar su decepción.
—¿Has iluminado a muchos fantasmas? — preguntó Arcelia.
—“Fantasmas”, ojalá nada más fueran eso. A bastantes, no tienes idea a cuántos… incluso ya perdí la cuenta. Pero me acuerdo bien de quién fue el primero.
—¿Quién…? — insistió Olivia con el tema.
—¿Y has salvado muchas vidas? — intervino Arcelia.
—¿Acaso son periodistas?, esto parece una entrevista — me quejé y luego solté una carcajada.
—Te juro que imaginé que Rachid era un hombre moreno, lleno de collarcitos de colores y fanfarrón — volvió Arcelia con el tema.
—Siento haberte desilusionado.
—eeeh, no…
—Ignoraré una vez más tu discriminación, ¿pueden ir al grano con su duda existencial? — pedí.
 
8.
—Queremos saber si Arcelia y yo somos almas gemelas — intervino Olivia.
—¡Mierda!
—¿Ahora qué sucede? — cuestionó Arcelia levantando los ojos.
—Son la tercera pareja gai que me lo pregunta. A las dos anteriores, también mujeres, no les respondí y tampoco lo haré con ustedes.
—¿Por qué? — se quejaron al mismo tiempo.
—No lo entenderían.
—¡¿Por queeé?! — protestó Olivia tomando de la mano a Arcelia.
—Porque la respuesta no es mía, está escrita en el cielo, dirían los sabios, pero como yo la transmitiría, ustedes pensarán que es una opinión personal, entonces vendrían las acusaciones y quejas en mi contra, dirán que soy prejuicioso, intolerante y seguramente Arcelia dejaría aflorar su personalidad rencorosa contra la humanidad que la carcome desde niña, entonces para defenderme yo tendría que acusarlas de feminazis y…
—Cabrón — me interrumpió la aludida.
—Ella y yo nos amamos — dijo Olivia recargando su cabeza en el hombro de su amiga — es importante para nosotras saberlo.
—No lo haré.
—¿Cómo podemos convencerte para que nos respondas?, ¿quieres dinero?, te podemos pagar — propuso Arcelia.
—¡Mierda!, si vuelves a insinuar sandeces como esa me voy y llegando a mi casa te hago una brujería para que te gusten los hombres.
 
9.
—No te enojes — pidió.
—Entonces no digas tonterías.
—Ya, olvídalo — pidió Arcelia luego de cagarla una vez más.
 
Las observé y realmente se veían enamoradas, pero la respuesta seguramente podría cambiar las cosas para ellas.
 
—Para empezar, acepten que ustedes son racistas: tú Olivia eres blanca y Arcelia es morena.
—¡Por Dios!, ¿puedes olvidarte de eso? — pidió Arcelia.
—¿Sabías que el racismo mexicano se manifiesta también en los nombres de las personas? — la miré burlón — ahora los prejuiciosos padres no bautizan a sus hijas como Jacinta, Filomena, Guadalupe o Valentina, los están sustituyendo por Michelle, Sasha, Zita o Estelle.
—Arcelia es un nombre indígena — presumió.
—No se usa para referirse a una mujer. En la Edad Media se empleaba para aludir a personas con gran devoción religiosa. Ahora bien, seguro piensas que su origen es autóctono porque en el estado de Guerrero hay una localidad llamada precisamente Arcelia…
—Así es, a ese lugar también le llaman “La bella morena novia del sol” — se jactó.
—Sí, pero ese Arcelia es una conjunción del apellido “Arce”, del militar Francisco Arce” y del nombre “Elia”, de su esposa, Elia Pérez. Como verás, no tienen nada que ver con un nombre propio.
—¿Habrá manera de ganarte una?
—No, y te explicaré la razón: ¿sabes cuál es el colmo de una víbora? — pregunté y de inmediato respondí — echarse encima un alacrán, porque la víbora no tiene garras ni patas para quitárselo de encima.
—¡Yaaa, dejen de pelear! — soltó Olivia.
—Jaque mate, racistas.
—Te propongo una tregua. Ya, la cagué y te ofrezco disculpas. ¿Podemos seguir la consulta? — planteó Arcelia.
—No creo tu propuesta de “alto al fuego”, pero, en fin, les voy a contestar porque aprovecharé para publicar la explicación en mi blog, en espera de que más parejas gais la lean y dejen de insistir con el tema.
—Soy toda oídos —dijo Olivia.
—Somos… — la corrigió Arcelia.

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