22 de marzo de 2021

Ropa música chicos

El arte ha acabado. A la mierda el arte. Si hablamos de occidente, a lo largo del último siglo la clase obrera ha marcado el ritmo visual … y de casi todo. Ahora son los hijos de las clases altas los que marcan el ritmo, pero nunca harán arte rebelde, porque son los hijos de los gobernantes”. 
 
Lo anterior lo dice Viv Albertine, australiana, naturalizada británica y habitante del barrio Muswell Hill… escultora, directora de cine, guitarrista y escritora que no la ha tenido fácil en la vida: ha participado en proyectos de arte, cine, música y literatura rompiendo convencionalismos culturales, pero no ha gozado de la fama, beneficio$ ni reconocimiento (todo le llega a cuenta gotas).
 
Albertine creó en Londres el grupo “The Flowers of Romance”, colaboró con Sid Vicious, Malcolm McLaren, Siouxsie Sioux, Chrissie Hynde, Joe Strummer y Vivienne Westwood, fue amante de Mick Jones, fundó al grupo de culto The Slits (afirma: “estuvimos juntas menos de siete años, y aún me siento exhausta por todo aquello”) y formó parte del colectivo New Age Steppers.
 
También trabajó para la BBC y ha dirigido películas como “Coping with Cupid”, actuó en “Exhibition” y musicalizó “Archipelago”, entre muchas obras, luego incursionó con éxito en la literatura al publicar “Ropa música chicos”, que más que su autobiografía es una feroz confesión de las vivencias de una mujer en el medio undeground británico.
 
Viv narra con crudeza su intento de sobresalir en la misógina e incipiente escena punk de los años 70’s en Londres, o que le hizo enfrentar obstáculos que la llevaron al infructuoso éxito musical, las desilusiones amorosas, desprecio de los colegas, alejamiento de la música a los 27 años, abortos, chasco del matrimonio, malograda maternidad, cáncer, desencanto, violencia de género, soledad y demás desventuras hasta coger de nuevo la guitarra cercana a su cumpleaños 50.

 
El libro no es la autobiografía (tan de moda entre músicos para hacer un recuento de sus excesos, ahora que la decadencia llegó a sus vidas): está más cercana a La chica de la banda de Gordon y Postales negras de Wareham, describe los entresijos del ambiente musical, convirtiéndose en el retrato de una sociedad mediocre, de un empresariado voraz y del canibalismo entre músicos y fans.
 
Pero también pinta a una juventud disfuncional, esa etapa en la que se cree que se puede cambiar al mundo, sin darse cuenta que son observados para prevenir cualquier paso en falso y que implique que se salgan del redil: la explotación (y sumisión) los convierte en asalariados y padres de familia para domesticar sus ideales.
 
En la existencia de Viv apenas hay éxitos, como limosnas del destino, tan pocas que son devoradas por esa sombra que persigue implacable a la autora (y a millones de personas a lo largo de la historia): los demonios familiares. Más ahora todo lo ve en retrospectiva y afirma que aprendió que en la vida “tienes que cometer errores, intentar cosas que no puedes hacer, trabajar duro, ser apasionado; es sorprendente lo que puedes lograr si tienes la actitud de que no te detendrás por alguien o por las reglas de la sociedad”.
 
“Ropa música chicos” no es una anecdotario: es la lúcida y cínica recapitulación de una mujer que vivió la formula “sexo, drogas y rock” en su juventud, para después (tras disolverse The Slits), tener que enfrentar la vida adulta sin estar preparada, crisis que Albertine desvela cuando dice que “en el libro traté de desmontar la leyenda para que cualquiera viese que no hace falta ser cool de nacimiento como los nuevos artistas, que puedes ser todo lo tímido e inepto que desees”.
 
Viv Albertine, “Ropa música chicos”, 598 páginas,
Editorial Anagrama, 2017

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