7 de marzo de 2022

No solo los muertos del Covid, también Demonios (2)

 

Lo que realmente sucedió

 
Tras comprar algunas cosas en un mercado emprendimos el regreso, mas en el trayecto mi esposa sugirió pasar a la compañía telefónica para arreglar un asunto de mí suegra: “ya valió madres, vamos a tener problemas”, me dije tras sentir un calosfrío, pero guardé silencio.
 
Llegamos al edificio de la telefónica, mi esposa bajó del auto, di un par de vueltas buscando un lugar para estacionarme, mas no hubo, así que me situé en doble fila, al igual que docenas lo hacían.
 
Conversaba con DO cuando el auto que estaba estacionado detrás de mí se alejó abruptamente luego de que un coche gris se detuviera a su lado, algo que después hizo conmigo y el conductor hizo sonar su claxon, pero se pegó a él de tal manera que vendedores ambulantes y peatones se acercaron para ver que sucedía.
 
–te están tocando la bocina – dijo DO.
–no creo – dije tras voltear discretamente y ver la parte delantera del coche estaba a la altura de mi ventanilla, lo que dejaba la del conductor a la altura de donde ella estaba sentada.
–es contigo… – insistió asustada, mas la ignoré. Agudicé mi videncia.
 
El escándalo siguió hasta que bajé el cristal para encararlo, más como no estaba exactamente frente a mi tuve que asomar la cabeza para verlo, encontrándome con un joven, visiblemente drogado, que al verme estiró el brazo hacia el asiento, tomó una pistola y me apuntó.
 
–¡ave maría purísima! – exclamó DO aterrorizada – te conoce y ha venido a matarte – agregó estúpidamente, que lejos de irritarme me hizo reír, lo que junto a la manera impasible en que veía al pistolero, le hizo enfurecer al pensar que me burlaba. Amartilló el arma.
–¡a la verga! – gritó mientras yo medía la situación: no podía bajarme de mi auto para encararlo pues el suyo estaba pegado a mi portezuela, y si lo hacía por el lado del copiloto, perdería valioso tiempo en aprovechar el factor sorpresa.
 
Lo miré de nuevo y por su expresión concluí que más valía evitar el altercado. Se burló otra vez y en ese momento su rostro traslució al verdadero autor de aquella agresión: un demonio (para saber por qué lo supe que leer https://basurerodealmas.blogspot.com/2014/05/mi–vida–en–la–santeria–20–hay–entes–los.html).
 
–¡a la verga, puto! – repitió, el demoniaco rostro se borró, vi de nuevo el rostro del vicioso y recordé las veces que escuché esa frase mientras tenía una pistola apuntando a mi cabeza, viviendo en Los Ángeles, situación a la que mi reacción siempre fue permanecer inmutable.
 
Encendí el motor, sin dudar metí el acelerador y salí aprovechando el espacio formado entre un par de coches. Lo que siguió fue una persecución mientras mi amiga lanzaba desesperadas oraciones y yo evitaba que nos alcanzara, que a esas alturas no sabía su intención (lo averiguaría hasta el siguiente día), pues si era matarnos o asaltarnos podría haberlo hecho desde el principio. En eso reflexionaba cuando de una bocacalle surgió una camioneta con soldados de la Guardia nacional.
 
–¡alcánzalos! – gritó DO señalándolo, lo que acabó con mi paciencia.
–¡cállate y sigue rezando! – le ordené mas al oírla me inspiró ternura su angelical ingenuidad, pues desde que empezó la persecución yo comencé con mis invocaciones al mundo espiritual y esas son infalibles.
 
La caza continuó al tiempo que frente a mi auto surgían sombras negras y grises (no son lo mismo), para tratar de distraerme, hasta que la luz roja de un semáforo nos detuvo. Paré el coche a varios metros de distancia de mi perseguidor, de lado izquierdo de la calle, en donde las únicas opciones eran girar hacia ese lado en la esquina o seguir de frente.
 
– ¡adelántate! – ordenó DO pensando que ello me daría ventaja, pero la ignoré pues nos colocaría de nuevo frente a él y con la posibilidad que nos cerrara el paso apenas avanzáramos.
 
Esperé y cuando el semáforo cambió a verde no avancé y los autos que estaban detrás de nuestro acosador comenzaron a apresurarlo tocando el claxon: aquello funcionó como lo esperaba y el que nos perseguía dio vuelta a la izquierda pensando que yo haría lo mismo, se pusieron dos coches detrás de él evitando que pudiera echarse en reversa si lo intentaba, arranqué girando el volante hasta quedar del lado derecho de la avenida y seguí de frente a toda velocidad.
 
No había manera de que nos siguiera, pero faltaba lo más delicado: regresar por mi esposa al mismo sitio donde comenzó todo. Marqué a su celular y a la tercera llamada contestó.
 
–casi termino… – dijo sin más.
–nos está persiguiendo un tipo armado – advertí – en cuanto vayas a salir del edificio avísame, pero camina hacia la esquina, te veo en el semáforo… te subes rápido.
 
Así lo hicimos, las sombras dejaron de cruzarse a nuestro paso, la recogí, salimos sin complicación de aquella zona y rumbo al sur de la ciudad, mientras en el asiento trasero del auto DO seguía presa de la histeria y lanzaba frases incoherentes. Le comenté a mi mujer lo sucedido.
 
–lo hiciste bien – reconoció extrañamente DO – nos salvaste del rufián.
–aunque no lo creas, de todas las veces que me han perseguido en auto ni una sola han logrado alcanzarme – respondí recordando de nuevo mi vida en los barrios del Este de Los Ángeles.
–pero eres muy negativo – bufó – Dios te ama y te ha salvado dándote una oportunidad de enmendar tu pecaminoso camino… además, dices muchas groserías… debes hacer meditación todos con los ángeles…
 
Así siguió mientras mi esposa la ignoraba y yo contenía la risa (no es la primera vez que alguien me excomulga sin ser el jodido Papa), hasta que me aburrió.
 
–¿2 más 2? – la interrumpí.
–no entiendo qué tiene que ver eso con tu actitud sacrílega ante la vida.
–muy sencillo: ¿de qué te quejas acerca del problema que tienes? – me lancé sin consideración – de que tus vecinos no te dejan dormir: todos están de acuerdo para molestarte golpeando las paredes o haciendo ruido en el techo… día y noche.
–no comprendo – dudó olvidándose de su perorata.
–el sicario se colocó enfrente de ti para que lo vieras tú, no yo… hizo sonar el claxon sin interrupciones, de la misma manera en que tus vecinos te acosan día y noche; así que la agresión no era conmigo, sino contigo: lo que padeces en tu casa lo acabas de vivir exactamente en la calle… 2 más 2 son 4.
 
DO abrió los ojos, hizo mutis y al poco rato se quedó dormida. Cuando despertó pidió la dejara en una central de taxis y se bajó despidiéndose como si nada me hubiera dicho (o sucedido).
 
–Houston, la perdimos –  se refirió mi esposa a la frase pronunciada el 13 de abril de 1970, cuando la misión Apollo 13 se vio forzada a abandonar sus planes de llegar a la luna tras la explosión de los tanques de oxígeno.
 
Levanté los hombros.
 
Esa misma noche DO llamó por teléfono a mi esposa, mientras yo leía el sorpresivo “Ella entró por la ventana del baño”, del escritor mexicano Elmer Mendoza, pero a los pocos minutos noté que la conversación se volvía ríspida. Tras colgar mi esposa se me quedó viendo, digamos, frustradamente divertida.
–dice mi examiga que no tienes derecho al mundo espiritual.
–vaya…
–afirma que eres el mismito demonio…
–¿tantos años de amistad y apenas se dio cuenta? – me burlé y subimos a dormir.
 
A la mañana siguiente, temprano, DO me envió un mensaje de texto diciendo que su sesión con H había sido muy “hermosa”, me agradecía la ayuda ofrecida, pero que no volvería a verle. Mientras desayunábamos mi esposa y yo retomamos el tema.
 
–consiguieron asustarla – avisó – sus enemigos sabían que con ello dejaría de ver a H, y de paso, la alejaron de nosotros.
–vaya… con demonios – dije bebiendo mi café chiapaneco – me queda claro que si lo lograron es porque están a la mano… y esto advierte de problemas en el futuro.
–las veo como posesiones demoniacas temporales.
–la maldad necesita de un nicho para poderse manifestar – aclaré tras usar mi videncia – ¿de qué me quejo siempre en mi blog?
–de que hay mucho “hijo de puta” sobrando en el planeta.
–ya no se trata de demonios que vienen y se apropian de un cuerpo para destrozar la vida de una familia, ahora la intensión es expandir la maldad usando gente cabrona.
–pero ella es canalizdora y tiene mucha luz – señaló dando un sorbo a su taza de café.
–lo mismo me quedé pensando anoche y…
–¡está claro! – me interrumpió sin ocultar su asombro – esos demonios brincan de un cuerpo a otro para generar calamidades varias veces al día, por eso en ocasiones, sin más, la gente nos agrede en la calle.
–sí, sembrar el caos en la vida cotidiana – cedí mientras miraba a través de uno de los ventanales y extrañé los centenarios árboles que fueron destruidos para construir departamentos donde algunos de sus moradores, si no es que todos, son unos cabrones.
–así que lo que sucedió no solo fue con el tipo que te amenazó con la pistola y a ella la asustó, pues son situaciones que la sacan de su zona de confort – concluyó – ella después te agredió con sus comentarios, ingenuos, pero al final arremetió contra ti… “Houston, la perdimos” – reiteró y levanté los hombros.
 
Las llamadas telefónicas nocturnas de DO a mi esposa se suspendieron, pese a que sus problemas se han agravado, según nos contó una amiga tarotista de ambos. 


2 comentarios:

ketu dijo...

Buenas noches Sr. Ujule Rachid.
La verdad, me entra mucho miedo con todo eso.
Me recordó a este video:
https://youtu.be/Aw6nUBVzye0
La verdad usted tiene mucha fortaleza.
Atentamente

Yenyok dijo...

Este post me hizo pensar en la situacion que esta pasando en mi ciudad. Es el mismo tipo de personas atacando a todo el mundo. Pero principalmente a los que tienen su vida tranquila. Familias, ninos y trabajadores salen a diario al metro y la calle con miedo ante el posible ataque de estas personas. Lo curioso es que son los nacidos y criados en esta ciudad, ya que te encuentra con otros que comparten la misma cultura pero no nacieron aqui , y su comportamiento es completamente normal y nada agresivo.