8 de noviembre de 2025

Los disfraces del Día de Muertos acortan tus años de vida

 


1.
El Día de Muertos y la Navidad, por citar solo algunos, son un ejemplo de la falta de cuestionamiento de por qué tenemos la obligación de “celebrarlos” cada año. A pesar de que existen otros otras festividades, incluyendo las que pertenecen a cada país, tanto la Navidad como el Día de Muertos enmascaran rituales cuyo impacto negativo en sus vidas la gente desconoce.
 
Aprovechando que aún estamos en noviembre “celebrando a los difuntos”, pondré ejemplos de cómo la ignorancia desmadra la vida de una persona, o de toda una familia, con actitudes que lo único que provocan es acortar su existencia.
 
2.
Primero recordaré aquella anécdota relacionada con los indígenas Angaités, una tribu originaria del Chaco Boreal de Paraguay, que evitaban ser fotografiados para que la imagen no les robara su alma. Esta creencia salió a la luz pública como consecuencia de un hecho lamentable, cuando Guido Boggiani, pintor, dibujante, fotógrafo y etnólogo italiano, se aventuró en 1887 por el interior del Brasil, Bolivia y Paraguay para documentar la vida de sus aborígenes.
 
Cierta tarde Boggiani fue atravesado en la espalda por una lanza y su cráneo destruido a golpes, ya que los aborígenes creían que les robaba el alma a través de sus fotos. Su cuerpo fue decapitado y la cámara fotográfica fue hallada, a metros de distancia, enterrada.
 
Si bien es un ejemplo del salvajismo, los Angaités no estaban tan equivocados: una fotografía atrapa la esencia de una persona (su imagen representa el astral en un momento determinado), motivo por el cual son las herramientas preferidas para hacer brujería en méxico.
 
3.
El antropólogo Juan Hernández Castillo señala en uno de sus lúcidos ensayos que: “La relación de los mexicanos con la muerte es una creencia que se lleva a la práctica con el “Día de Muertos”, que honra a los difuntos no con tristeza, sino con júbilo. Esta tradición, que mezcla elementos prehispánicos y católicos, afirma que las almas de los antepasados regresan a la tierra para convivir por unas horas con los vivos”.
 
Sin embargo, alrededor de esa conmemoración se han desarrollado una serie de rituales cuestionables que más allá de la ridiculez, ponen en peligro la vida de quienes los practican.
 
4.
El 27 de octubre de este 2025, la institución donde trabajo convocó a todos los empleados para una jornada de “diversión, convivencia y esparcimiento”, invitándolos a que asistieran a su oficina el viernes 31 disfrazados, con motivos alusivos (sic) a “Halloween” y Día de muertos, llevando a sus hijos igualmente ataviados y preparando su bolsillo para comprar tamales, pan, atole, dulces y demás antojitos que se venderían en la explanada del edificio.
 
Además de ello, el área de recursos humanos montó dos altares inmensos en el mezzanine que, curiosamente, cumplieron con todos los requisitos esotéricos para atraer desencarnados.
 
5.
Para quien no lo sepa, cuando Claudia Sheinbaum Pardo juró como presidente del país en pleno Zócalo de la capital, en una ceremonia llena de alusiones a Shangó (de quien es hija, porque ella está iniciada en la Osha, al igual que Andrés Manuel López Obrador, quien es hijo de Obatalá), también apeló al Palo Mayombe y al Espiritismo, para lo cual recomiendo analizar y revisar con calma el bastón de mando que presumió, no el que debieron haberle entregado los indígenas mexicanos, sino el que López Obrador le mandó fabricar con un Babalowo que vive en el Estado de México.
 
Ya empotrada en Palacio Nacional, Sheinbaum instruyó a todos los directivos de la administración pública a despedir a los empleados que tuvieran más de 50 años y contrataran a jóvenes surgidos de las filas del partido gobernante MORENA.
 
En el caso de la CONAGUA, ello se ha cumplido al pie de la letra, cesando a aquellos que concentraban la experiencia técnica en el manejo del sector hidráulico, para contratar a jóvenes que no conocen el ciclo hidrológico… ni siquiera la composición química del agua, pero que son altamente manipulables no solo ideológicamente, sino para pintarrajearse la cara como calacas (para el ya citado “Halloween”) o para disfrazarse de Adelitas (por el Aniversario de la revolución mexicana).
 
6.
En el año 2004, el patético presidente de extrema derecha, Vicente Fox, instruyó a la Secretaría de Hacienda y Crédito Público comprara a Bancomer un edificio que tenía abandonado desde hacía 31 años, ubicado en la esquina del Eje 10 y avenida Insurgentes Sur.
 
El costo ascendió a 749 millones 394 mil pesos, mas conforme iniciaron los trabajos de rehabilitación, se descubrió que el edificio tenía debilidades en su infraestructura, por lo que en una reunión con el personal administrativo para analizar la posible cancelación de la mudanza, alguien propuso triangular “energía”, a través de una serie de ceremonias esotéricas, utilizando el “Panteón San Rafael” (que se localiza enfrente del edificio y que fue creado hace más de 200 años), para evitar que se derrumbara en el corto plazo.
 
La decisión se discutió, de inmediato se aprobó, se propuso a Fox, él aceptó (conociendo las actividades brujeriles de su esposa), se hicieron las obras pertinentes y, a saber qué ofrecieron, pero el edificio de la CONAGUA sigue en pie.
 
Entré un par de veces a ese cementerio para quitar maldiciones por abortos a dos de grandes amigos. Ya dentro pude constatar que efectivamente se puede realizar una triangulación de energía muertera, misma que me fue confirmada por un Tata Mayombe al que acudí para que me “limpiara”, luego de la segunda visita al centenario camposanto.
 
Sí, claro que ceremonias así tienen consecuencias, ya que uno de los principales indicadores de la famosa “Encuesta de clima y cultura organizacional”, que cada año realiza el gobierno para conocer cómo se sienten sus empleados, en CONAGUA sobresalen los problemas de salud.
 
7.
Es común que los mexicanos se maquillen el “Día de Muertos”, tal como ordenó la CONAGUA a sus empleados, con temas alusivos al “Halloween” y demás personificaciones relacionadas con la Muerte.
 
En este sentido hay una perversa identificación con “La Catrina” (mal entendida como representación de la Muerte), creada por el grabador José Guadalupe Posada, ícono que hasta la fecha es “un clásico” personificado por las mexicanas el “Día de Muertos” (los hombres se disfrazan de Charros de la Muerte con ojeras, bigote y sombrero, pero en pleno siglo 21 y sin caballo, a nadie le importa que simulen ser machos cuando México es el tercer país a nivel mundial con población homosexual masculina).
 
En este contexto hay una religión inteligente (no diré el nombre porque no viene al caso, pero NO tiene que ver con las creencias masificadas como el catolicismo en América Latina), en la que de nueve niveles de evolución espiritual, las mujeres ocupan el quinto lugar, mientras los hombres el cuarto. No hay desprecio contra ellos, simplemente se les reconoce el don que tienen ellas que es el de la creación y el de ellos proveer.
 
Sí, las mujeres son creadoras de mucho, más allá del desgastado discurso de que dan vida, son mucho más, pero en su existencialismo se limitan a creerse Catrinas. El problema es que La Catrina no tiene nada que ver con el “Día de Muertos”: esa es una de las tantas deformaciones que han hecho los mexicanos de la cultura popular y de la espiritualidad.
 
La Catrina, creada por Posada, personifica a el fin de la vida como igualador social y cultural, y fue implantada para burlarse de las mujeres que despreciaban sus raíces indígenas por intentar ser europeas. Así que no tiene nada que ver con empoderamiento femenino ni con calacas decorativas.
 
Las primeras en obedecer a la CONAGUA fueron cientos de mujeres (imaginen, el edificio aglomera aproximadamente a 3,000 personas), quienes además llevaron a sus hijos “disfrazados” de lo mismo (algunos como Zombis, Alebrijes o Brujas, pero que alguien me saque de mi ignorancia: ¿qué tienen que ver muertos vivientes, animales imaginarios y hechiceras con los desencarnados?), y recorrieron los 13 pisos del edificio “asustando a la gente”.
 
8.
Si ustedes revisan las redes sociales mexicanas, descubrirán que muchas mujeres subieron selfies, videos y fotografías maquilladas de desde Catrinas, Fantasmas, Calaveras hasta Annabelle, Merlina y demás personificaciones, algunas asumiendo poses con intenciones de asustar, muchas con fuerte carga sexual y otras simplemente tratando de formar parte de las masas que se sumaron a la moda de celebrar el “Día de Muertos”.
 
9.
Y aquí conviene recordar que, pese a ser calificados de salvajes, los Angaités de Paraguay no estaban tan equivocados: una foto no te roba el alma, pero como dije antes, captura tu esencia astral y las mujeres en CONAGUA, orgullosas de mostrarse como Catrinas, junto con sus hijos, quedaron capturados como cadáveres en esas fotos y videos llamando con anticipación su irremediable futuro.
 
Así, esas imágenes plasmaron la representación cadavérica de su apariencia al morir (fotos ad eternum, ya diseminadas en las entrañas de la web, si las compartieron en Instagram o Facebook), al igual de cómo se verán los esqueletos de sus vástagos.
 
Pero las imágenes de las empleadas de CONAGUA (que no saben o no les interesa eso de ser creadoras), están ahí. Ahora vinculen esas ganas de quererse disfrazar de Desencarnadas a la triangulación de la energía que tiene el edificio con el Panteón que tenemos enfrente.
 
Luego, queridos lectores, repliquen este escenario a las docenas de dependencias que tiene el gobierno, en todo el país, y que también montaron ofrendas e invitaron a su personal a disfrazarse de lo que serán en breve: restos humanos.
 
10.
Todo lo anterior no está escrito al azar, ya que el tiempo que verán reducida su vida hombres, mujeres y sus hijos por usar disfraces mortuorios, así como quedar capturada esa imagen en fotografías, es de un año.
 
Así que saquen cuentas: si cada 1 y 2 de noviembre se visten (o se han disfrazado en años anteriores) y han dejado para la posteridad fotos, ¿cuántos años más van a vivir?
 


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