19 de diciembre de 2018

No volveré a platicar con desencarnados

seablue y ujulerachid, administradores de este blog, quieren desear a todos los lectores felices fiestas de fin de año, y aprovechando, compartimos una interesante reflexión del escritor dave barry sobre la época decembrina: “una vez más, llegamos a la temporada navideña, una época profundamente religiosa que cada uno de nosotros celebra, a su manera, yendo al centro comercial de su elección”. Nos leemos en enero.


1.
Decidí que aquella tarde sólo sonaría reggae en la casa, así que opté por Yerberos, Ganja y Rastrillos (mexicanos), y por The Slackers, The Sunvizors, Mo'Kalamity y Bob Marley; destaparía un Myer’s Rum (que un ahijado me regaló), y prepararía bocadillos. Iba a iniciar dando play a “Married Girl” cuando se abrió la puerta y vi entrar a mi esposa afligida.

– y ahora? – pregunté (había ido a comer con unas amigas y pensé que tardaría en volver).
– mataron a L y V – dijo conmocionada.

2.
– no se sabe mucho – señaló tras sentarse en un sillón.
– cuándo fue? – pregunté.
– antier… salió en el periódico – sacó uno de su bolso, me lo extendió, pero dudé pues no me gusta la nota roja: veo los reportajes, mi videncia vuela y ve cómo sucedió todo… lo sostuve sin intensión de abrirlo.
– luego – avisé.
– acostúmbrate – avisó – M va a venir: quiere que le digas qué sucedió.
– naaá – anuncié – sabes muy bien que no me gustan los muertos.
– eres muertero: ves muertos, hablas con muertos, trabajas con muertos y hasta espantas muertos.
– no me refiero a desencarnados, sino a cadáveres: el primero lo vi a los 7 años cuando mis primos me llevaron a ver el cuerpo de un tipo apuñalado en la esquina de la calle donde vivíamos…
– pero se trata de L y V – me interrumpió – las conocíamos.
– desde entonces procuro no verlos – seguí argumentando – a veces no hay remedio, como cuando murió mi padre, más me sigue incomodando.
– pero… – quiso agregar cuando sonó el timbre.

3.
M entró tras abrirle la puerta, me saludó (lívida) y se dirigió al sillón donde antes yo estaba sentado: los tres quedamos en silencio.

– ya te dijo? – preguntó al cabo tras ver el periódico en la mesa.
– sí – acepté y me adelanté a cualquier petición – una pena.
– necesito que me digas qué… – soltó.
– olvídalo! – señalé y me puse de pie.
– pero… – trató de convencerme, más la corté de tajo.
– no, tú eres espiritualista… y una bastante buena – aclaré – no me pidas hacer cosas que no me gustan: ya mi esposa se enteró de mis razones.
– primero escúchame… – insistió.
– absolutamente no – me aferré.
– me deben un favor… – soltó con frialdad mirándonos – y en el mundo espiritual los favores son cuestión de honor.

La miré con furia: eso era un chantaje y se lo hice saber, más se limitó a verme en silencio. Mi muerto quiso intervenir, pero era innecesario: era nuestra amiga, el suyo era violento y aquello no terminaría bien.

– no quería llegar a esto – se disculpó.
– ya lo hiciste – me serví un ron sin ofrecerle a ella y regresé al sillón.
– te pido que me escuches – pidió y me resigné.

4.
– la ventaja, como dije, es que mi hermano es el responsable de investigar este crimen, así que “podremos” entrar.
– eso es legal? – cuestioné.
– si ves al asesino lo será, porque aparecerás como un asesor de la policía que ayudó a que lo atraparan.
– qué le dirás a robocop? – me burlé de su pariente – que un brujo entrará a casa de las muertas, usará su videncia y verá qué pasó?
– sólo irán ustedes – aclaró señalándonos.
– a mi esposa no la metas en esto! – le advertí tajante.
– yo no puedo entrar – avisó M.
– si no fuera suficiente que tu hermano no me soporta y dice que no cree en las mamadas de videntes, tendré que aguantar sus burlas y caminar entre cadáveres!?
– ya se los llevaron – me ignoró.
– … voy a “ver” lo que sucedió! – me quejé.
– te puedo asegurar que en el fondo a mi hermano le interesa tu opinión… necesita una pista para aclarar los asesinatos; pero si me dejas terminar de explicarte entenderás por qué te necesito ahí – avisó.

5.
– y somos 9… éramos – corrigió luego de contar esa parte de su vida que hasta entonces no conocíamos.
– oye, a mí no me importa lo que hagas con tu espiritualidad – solté – pero cómo te metiste a esas prácticas tan… oscuras?
– eso es asunto mío.
– no, hemos ido a tus cátedras, bajas a tus guías para nosotros, vamos a tu templo y ahora me sales conque eres discípula de Darth Vadder?
– cada quien busca el modo de evolucionar – se escudó – ve tu caso: de Curandero te hiciste Espiritualista, luego Mayombero, Santero y ahora...
– ya! – la corté y traté de serenarme – así que piensas que el asesinato tuvo que ver con lo que ustedes hacían y no por ser ella prestamista?
– no sé – señaló – créeme: no me puedo involucrar, formo parte de ese círculo de 9 sacerdotisas y mientras no sepa qué sucedió, estoy en…
– párale! – la corté – me vale madre tu club de Harry Potter…
– hay detalles extraños – continuó – en la casa había dinero que el asesino no tocó, la puerta no fue forzada: señal de que ambas lo conocían y lo dejaron entrar, no hubo violencia sexual y lo raro es que…
– fueron tres – la interrumpí.
– comenzaste a ver? – exclamó – no debes hacerlo aquí: es en la casa…
– eres una jodida loca!! – le grité.

6.
El auto de M se detuvo en una esquina: habíamos llegado a la colonia Escandón tras convenir mi participación si mi esposa no se involucraba.

– no puedo acercarme más… ya te expliqué – tomó su celular, marcó a su hermano y al poco él apareció del lado de su portezuela: M bajó el cristal, a ella la saludó y conmigo se limitó a un movimiento de cabeza.
– me vas a meter en problemas – se quejó – y más si tu amiguito hace alguna tontería allá dentro.
– no te preocupes: sabe cómo hacerse invisible – dijo ambigua.
– vamos – ordenó tras resoplar.

Bajé del coche, lo seguí y al caminar sentí una punzada en mi estómago. Llegamos frente a un gran portón, el hermano de M hizo una señal a un uniformado (refiriéndose a mí), se rieron, mi muerto se presentó pero le indiqué que el escarmiento lo dejará para después: le pedí fuera por delante para cualquier sorpresa. Ingresamos.

Ya en el patio vi que todas las habitaciones estaban a oscuras y sentí escalofrío. Era un viejo caserón de dos pisos muy deteriorado. Me quedé en el umbral mientras robocop decía que a ambas las apuñalaron: a “la mujer en el baño, a la hija en la cocina y luego fueron colocadas sobre la cama de la madre en extraña posición”. Los policías entraron, encendieron las luces y los seguí.

Recorrimos la planta baja (en el baño y la cocina las manchas de sangre de las víctimas comenzaba a oxidarse), subimos y en la entrada de la recámara descubrí a L y V abrazadas: apenas me vieron comenzaron a narrar, entre gritos y lloriqueos, lo sucedido.

7.
Volvimos al auto en silencio. Una vez frente a M la náusea que me provocó ver (y escuchar) los detalles, me jugaron una mala pasada y vomité.

– olía feo, verdad? – se burló robocop cuando terminé – le llamamos “olor a muerte”: estuvieron ahí dos días hasta que una compañera del trabajo, extrañada por su ausencia, vino, trató de entrar y...

Me subí al auto y lo ignoré. Pedí a M nos largáramos de ahí, más su hermano no pensaba lo mismo.

– suelta: quién fue? – me preguntó exasperado.
– no sé… no pude ver nada.
– me imaginé que saldrías con esa mamada… valiente tu brujito – dijo, se despidió de M, dio un manotazo en el toldo y se alejó. Lo observé y pedí a mi muerto le diera una lección. Hicimos el trayecto en silencio.

8.
Al llegar me bajé del auto, M descendió pero me planté frente a ella dejándole claro que no iba a permitirle entrar a mi casa.

– fueron tres hombres – repetí y guardé para mi la conversación que tuve con ellas – nada relacionado con su negocio usurero.
– tiene que ver con nuestras ceremonias? – me cuestionó.
– ella se dedicaba a otras cosas esotéricas de las que ustedes no sabían.
– y quién fue? – me cuestionó – por qué no le dijiste a mi hermano?
– no diré más! – avisé y agregué – te he respondido lo que te interesaba, de lo demás no vi nada… con esto está pagado “el favor” – y le advertí – no vuelvas a cruzarte en mi camino!
– podrías convertirte en consultor esotérico de la policía – aventuró.
– vete a la chingada – le grité y me alejé.

Mi esposa observó la conversación desde el balcón de la sala. Abrí la puerta, me dirigí a la ducha y me bañé para quitarme el olor a muertas; me cambié de ropa, fui a la sala, me serví un ron y quedé en silencio: mi mujer me observó y supo que esa noche no se enteraría de lo sucedido. Apuré mi trago, me serví otro y de nuevo sentí la amenaza del vómito.

– no volveré a platicar con desencarnados – me prometí.

13 de diciembre de 2018

Los nueve sabios desconocidos

“Los Nueve Desconocidos” fue una sociedad secreta fundada por el emperador hindú Ashoka: cruel gobernante que tras masacrar a los Kalinga renunció a la violencia, se convirtió al budismo, convocó a los 9 hombres más sabios y les instruyó a recopilar el conocimiento sobre los temas sustanciales para la humanidad: Propaganda, Alquimia, Fisiología, Microbiología, Cosmogonía, Luz, Sociología, Comunicación y Gravedad. La identidad de los 9 no se hizo pública y quienes la integraban trasferían el saber a sus substitutos de manera que el grupo existe hasta nuestros días.

Cierto o no, la idea suena interesante pues se trataría de sabiduría que no fue borrada por El Vaticano cuando su brazo armado (La Santa Inquisición), trató de destruir el conocimiento esotérico del planeta a través de la persecución, ingeniosas torturas, hogueras humanas y asesinatos impunes.

En un documental sobre el tema nos enteramos que Baltasar Magro escribió “Los nueve desconocidos”, donde aborda con seriedad la herencia de los sabios Ashoka; así que tras buscarlo sin éxito en méxico (por error no leímos reseñas), acudimos al eterno plan “B”: pedirlo vía web, en este caso vía IberLibro.

Llegó, leí la contraportada: Un detective investiga a un joven obsesionado por las órdenes de caballería del medioevo. Una red de espionaje independiente que mantiene vínculos con el Mossad. Tres ciudades: Toledo, Jerusalén y Boston. El viaje por un laberinto que nace en un castillo templario, continúa por los túneles del Templo de Salomón y cuyo núcleo se sitúa en la fraternidad estudiantil de Harward”, y dije a mi esposa: “ya valió madres”. 


Magro nació en España, en 1949, se ostenta como locutor de radio y tv, periodista y filósofo. Ha ganado premios en el fétido medio televisivo español (la afirmación no es mía, sino de una amiga española), hasta que cierta mañana se despertó “creyéndose” escritor, publicando hasta la fecha doce libros, siendo “Los nueve desconocidos” el cuarto en su “producción literaria”.

Lo cierto es que Baltasar no destaca en el medio literario fuera de España, de hecho sólo es popular en Toledo, zona donde ubica parte de su obra, y salvo la temporal atención que generó "La hora de Quevedo" tras ser acusado de copiar el estilo del escritor Francisco de Quevedo (antes había sido evidenciado de calcar el de Arturo Pérez Reverte en “El círculo de Juanelo”), en general sus textos son señalados de “novelas con autor mediático”.

Así, el tema es ese fiasco llamado “Los Nueve Desconocidos” y no porque la leyenda de la sociedad secreta de Ashoka sea citada hasta la penúltima hoja del libro (lo juro!), sino porque Baltasar no logra armar una historia mínima, empezando porque la excusa para extorsionar al detective es ridícula, siguiendo  con una trama llena de lagunas o burdas coincidencias para que el lector pase al siguiente capítulo sin cuestionar el exceso de incoherencias, y rematando con un forzado final infantiloide.

La crítica a la novela de Magro no es por haber comprado un libro caro que no aborda el tema prometido en el documental, sino por su irritante falta de recursos literarios, porque sus desdibujados personajes se diluyen en la aburrida trama, porque está plagado de contradicciones, porque la carencia de un nimio de estilo evidencia la copia de libros de historia para explicar a los Templarios o la Edad media, porque no conoce las reglas gramaticales básicas y porque pensó que los lectores nos tragaríamos su basura.

¿“Los Nueve Desconocidos”?, si lo ven de oferta, en librerías de usado o puestos callejeros, si alguien se los regala o si lo encuentran en la basura, mejor huyan.

Baltazar Magro, Los Nueve Desconocidos, 224 páginas, Editorial Belacqua, 2004



6 de diciembre de 2018

Nos siguen debiendo

Para nadie es sorpresa que los discos que produjo Michael Bradford para Deep Purple (“Bananas” y “Rapture of the Deep”) son los peores que grabó la banda en años recientes. Tampoco es que Ian Gillan ayudara como líder tras la salida del guitarrista Ritchie Blackmore, ni que este fuera sustituido por Steve Morse, aunque tras la muerte del tecladista Jon Lord su decoroso remplazo fuera Don Airey.

Michael Bradford es un excelente guitarrista: su disco “The long night” es más que recomendable, pero se desenvuelve en el soul, pop, rhythm and blues, soft-rock y hip-hop, lo que le hacía un candidato poco idóneo para producir a una banda de hard rock, y el fiasco de ambos discos lo demostró.

Fue hasta la llegada de Bob Ezrin (ha grabado a Lou Reed, Nine Inch Nails, Pink Floyd, Alice Cooper y Phish), que al producirles “Now What?!” los saca de un letargo de 10 años que les hizo perder a muchos seguidores, así que luego de ver los “buenos” resultados, Purple repiten con él para producir “Infinite”.

Qué puede ofrecernos la banda en su disco número 20, tras fundarse hace 50 años y conociendo cómo se maneja el negocio de la música? nos entrega un puñado de canciones bien estructuradas y pulcramente ejecutadas, pero…

Tienen años sin grabar un clásico: el último fue “Perfect Strangers”, de 1984, donde aún tocaban Ritchie Blackmore y Jon Lord, pero ahora sólo sacan discos regulares que les permitan hacer giras y obtener ingresos para garantizar cierta tranquilidad en su ya entrada vejez.

A estas alturas Gillan debería de olvidarse de seguir prostituyendo el nombre de una leyenda y reconocer que ya no tiene nada que ofrecer a la actual escena musical (ni como cantante ni compositor), y en “Infinite” lo demuestra al incluir canciones cortas, sin emoción, con aires pop y sin ninguna novedad: todo lo contrario a lo que hizo grande a la banda.

La buena noticia de estrenar disco es que el baterista Ian Pacie declaró hace poco: “Va a haber un día, en un futuro no muy lejano, donde va a ser el "último". Esa es una tensión emocional para la que ninguno de nosotros está preparado… nos hemos dado cuenta de que es escalofriante el paso del tiempo, es inevitable. Sé que todos nos sentimos diferentes frente a esto, pero este será nuestro último "Gran World Tour".

Eso será lo mejor: Gillan ya no tiene voz (tuvo que bajar varios tonos al cantar) y su cansancio impregna de flojera los temas, Ian Paice y Roger Glover mantienen con dignidad la base rítmica, pero ya se les nota la edad, Don Airey nunca ha podido quitarse de encima la sombra del Jon Lord y cumple a secas, Steve Morse… se le pueden enlistar pros y contras de su presencia, pero en cualquier faceta mantiene una constante: su falta de fuerza al tocar la guitarra.

Temas destacables? todos van de más a menos: desde las decorosas “Time For Bedlam” y “All I Got Is You”, hasta la floja “Get Me Outta Here” o la aburrida “On Top Of The World”, pasando por la innecesaria versión de “Roadhouse Blues” de The Doors.

“Infinite” es un disco del montón que si se convierte en el testamento que están prometiendo, deja que desear y quedan a deber mucho de lo que fueron. Tampoco es que sea malo: estamos hablando de Deep Purple, de veteranos músicos, de… pero eso no quita que sea un disco del montón.


28 de noviembre de 2018

Seguimos siendo esclavos y adorando los mismos dioses


1.
Mi abuelo utilizaba una frase para describir una tertulia que terminaba en discusión por cualquier mezquino pretexto: cena de negros. Usaré de referencia a los esclavos de África llevados a Cuba para explicarla:

Hace siglos fueron explotados por españoles en plantaciones azucareras, sobajados, confinados en barracas insalubres, recibiendo una comida al día, muriendo por enfermedades o asesinados, al tiempo que ellos se replanteaban sus raíces y personalizaban a sus deidades ancestrales con los elementos de la naturaleza que tenían a la mano.

En esa época se descubrieron altares donde se ofrendaba frutas y sangre de gallinas o chivos a extrañas figuras. Si bien los hacendados los destruían, se las ingeniaban para montarlos de nuevo y seguir su culto, después se quitaron los grilletes, escaparon y “creyendo” que eran protegidos por sus deidades buscaron la libertad.

Su fe era parte de la rebeldía que inició con la batalla de La Demajagua y culminó independizándose de España, siguió la Guerra de 10 Años, resistieron invasiones yankis, vieron surgir a José Martí, presenciaron el ascenso de Fulgencio Batista, justificaron el triunfo de la revolución de Fidel Castro y algún día verán otra revuelta.

Atestiguaron aquello negros cautivos, mestizos o algún blanco de origen incierto, los mismos que vieron llegar líderes que prometieron, no cumplieron y llenaron sus bolsillos (con el producto del trabajo de la masa, los desposeídos, los ignorantes de siempre), para luego ser testigos del bloqueo comercial que les impusieron los norteamericanos.

2.
Los cubanos no fueron los únicos sometidos a este esquema, se repite con escalofriante exactitud en toda etapa de la humanidad, esclavos que se rebelaron (creyendo que los apoyaban sus dioses) y solo cambiaron el rostro del explotador, no del sistema de abuso y ni de dominación. La historia se basa en ese ciclo con una constante: la explotación se afina y adapta a las necesidades del amo.

Así, los nuevos caciques dejaron de confinar a los esclavos en galeras, los agrupan en casas bajo el concepto de familia y cada quien escoge el chiquero en la que va a vivir, ya sea robado, propio, regalado, prestado o rentado. La familia sustituyó a la tribu y fue convertida en institución moral que bajo mentiras patrioteras mutó en una identidad, la razón de ser de una nación que lucha por subsistir, donde sus habitantes no son solidarios entre ellos, pero defienden con su sangre los colores nacionales si son humillados.

La casa, el barrio, la colonia, la ciudad, el estado, el país y hasta los continentes se convirtieron en guetos que sustituyen a la vieja pocilga, con límites y fronteras para contener esclavos a los que ya no hay que alimentar, ni curar, ni mucho menos asesinar si se ponen pesados: es tan fácil hacer que se maten entre ellos.

También les hacen creer que pueden escoger el número de integrantes de su familia, de obtener un buen empleo, le ofertan opciones de salud y diversión, pero les previenen que el enemigo está fuera del hogar, aunque si es necesario pueden pasarle por encima (o ellos saltarán sobre él), ante la indiferencia del prójimo y el beneplácito (o la conveniente indignación, según el caso) de los poderosos.

Entremos al detalle de tal engranaje: el nuevo esclavo consigue una casa para habitar y reproducirse, sí, pero debe obtener dinero para mantenerla, al igual que la comida, escuelas y viajes; si tiene empleo costeará el transporte para ir y venir diario (y obvio, pagará impuestos); si enferma deberá cubrir un servicio de salud; si desea tecnología deberá pagarla… y si se tiene enemigos podrá deshacerse de ellos con una oración o con brujería, comprando armas y matándolos o contratando a quien se encargue de hacerlo.

3.
Paremos en la parte de la oración y de la brujería: si antes los hacendados descubrieron que los esclavos armaban altares para adorar a sus dioses, ahora permiten que los modernizados esclavos dentro de sus casas monten los tronos que se les antojen para seguir venerando dioses a quienes pedirán satisfacer caprichos y/o quitar estorbos.

Eso incluye solicitar a Eleggua que abra camino para que el hijo consiga una beca universitaria, a Yemaya para chantajearla con nuestras penas, a Oshun para los enamoramientos y satisfacción de caprichos sexuales, a Obatala para justifique los errores y a Shango para que descargue su furia sobre el jefe prepotente o la majadera secretaria, que si lo vemos en perspectiva, siguen siendo las mismas peticiones de siglos atrás.

Odi bara dice que “nació para ser esclavo, por lo que la persona debe ser esclavo de los Santos y de Ifa para que no sea esclavo de los hombres”, o lo que es lo mismo: detrás de la falsa exclusividad que se cree tener al pagar lo que se tiene a la mano, unos viven del trabajo ajeno (los patrones) y otros lucran con sus emociones (los Orishas).

4.
El teólogo José Serrano Oceja dijo que “El hombre es esclavo de la rutina” y por esa redundancia no se da cuenta que está condenado a cumplir con el axioma de nacer, crecer, reproducirse y morir. El Índice Global de Esclavitud define la nueva esclavitud como una "situación de explotación a la que una persona no puede negarse debido a amenazas, violencia, coerción, abuso de poder o engaño", o lo que es lo mismo: en el mundo actual si no trabajas, no pagas, y en consecuencia, no existes.

Al esclavo moderno se le ha educado en otros temas, como el que la vida está regida por periodos en los que vive una y otra vez (casi) lo mismo a lo largo de 365 días, 12 meses, 4 semanas, 24 horas y 60 minutos a través de los ciclos del clima, aniversarios, festejos patrios, santorales, fiestas decembrinas y más que se celebran sin discutir, agregando el festejo a los Orishas para creer que le salvarán de su destino, sin darse cuenta que al ser iniciados se obligan a vivirlo (por más eboses que hagan y fe que se les profese), vendiéndoles la falsa idea de que Ifa vencerá cualquier contrariedad.

Por si fuera poco los nuevos caciques mundiales agregaron un plus, la cereza en el pastel, el verdadero “sentido de la vida” gracias al cual ellos pasan a segundo plano, o son prácticamente ignorados: enseñaron a los esclavos a odiarse entre ellos.

5.
“Cena de negros”.

Exponía mi abuelo que tras trabajar extenuantes jornadas, los esclavos llegaban a sus barracas y mientras cenaban afloraba su mezquindad aplicando la ley del más fuerte para robar al débil, ocupar al espacio más cómodo para dormir, abusar de mujeres y someter la dignidad del rebelde a golpes, olvidando que a unos metros el responsable de su miserable existencia descansaba despreocupado.

Lo anterior se heredó con los siglos y hasta la fecha, por ejemplo, el delincuente que asalta en el transporte público o en la esquina (a jodidos igual que él), para robarle unas monedas que no lo sacarán de la miseria a la que lo han condenado los nuevos amos, esos a los que nunca se atreverá a tocar… en los que incluso nunca piensa.

Pero el control de los esclavos alcanzó la perfección: actualmente nadie se atreve a retar al cacique y mejor se inventan enemigos en su hermano, padre, hija, pareja, jefe, vecino, amiga, socio o el desconocido con el que se cruzan en la calle, que al hacer algo que les molesta lo toman de pretexto para usar a los Orishas y joderlo, destrozarlo, y si se puede o se sabe cómo, hasta asesinarlo, pero nunca para pedir a esos dioses sabiduría para exigir al explotador que deje de tratarlos como esclavos, ni mucho menos solicitan el valor para impedírselo.

22 de noviembre de 2018

Dónde están?


1.
En méxico la oferta de libros se da a través de cadenas de librerías: “El Sótano” y “Gandhi” son las más importantes, a las que siguen el “Fondo de Cultura Económica”, “Librerías Porrúa”, “Educal”, “Librerías del Cristal”, “Grupo Rodrigo Porrúa”, “Librerías Gonvill”; universitarias como la “Red de Librerías” (UNAM) o “Casa del Libro” (UAM), las incipientes “El péndulo”, “Libelli”, “Kiosko”, luego los libreros autónomos, las de viejo… y hasta ahí.

Un lector ordinario quisiera pensar que detrás del comercio de libros en estos sitios (sobre todo en los primeros) hay conocimiento del mercado, se tiene interés de divulgar conocimiento, ofrecer temas variados, promover autores, difundir novedades, satisfacer necesidades, informar o simplemente vender.

Pues bien, en este momento (y desde hace meses) la oferta de novedades literarias en este país es inexistente y contradice cualquier intento de teorizar sobre lo que está sucediendo, de acuerdo a lo que atestigüé en días pasados.

2.
Un sábado por la tarde mi esposa y yo decidimos cumplir con el ritual de conocer (mínimo) una librería al año, siendo la elegida “Voces en Tinta”: un excelente depositario de libros ubicado en la colonia Juárez al que acudimos, en vano, buscando “Mundos en Colisión”, del ruso Immanuel Velikovsky.

Tras quedar atónitos por los tesoros que guarda “Voces en Tinta”, la invité al “Village Café” (lleva su nombre en honor al pintor Vincent Van Gogh y su gusto por los cafés de Village of Auvers-sur-Oise). Esta cafetería dispone de libros y revistas para hojear mientras se disfruta sus infusiones, bocadillos o pasteles, y fue ahí viendo la revista “Lee+” en la que me enteré que el suizo Joël Dicker tenía un nuevo libro, por lo que propuse a mi esposa acudir a buscarlo al “El Sótano”.

Al siguiente día llegamos a la librería, localicé a Dicker y recorrí los estantes en busca de otros libros, más para mi sorpresa, a diferencia de mis comunes compras de unos 5 textos, sólo encontré “Irène” del francés Pierere Lemaitre y "La ola detenida" del venezolano Juan Carlos Méndez Guédez (esta última muy recomendable).


Lo extraño no era la falta de títulos, sino que se ofertaba en exceso la obra de Camilla Lackberg (nacida un agosto de 1974 y autora de unos 95 entre cuentos, novelas, infantiles, cocina y ha vendido más de 20 millones de ejemplares), lo que me remitió a la frase de un escritor (no recordé su nombre) que desconfiaba de los autores que escribían y publicaban varios libros al año, refiriéndose al caso del nauseabundo Arturo Pérez-Reverte, como si escribir fuera lo mismo que ir al baño.

No he leído nada de esta autora sueca (parte de su obra es policíaca), ni me atrae, así que fuimos a comer y de ahí nos pasamos a la competencia (como dicen los empleados de ambas librerías), la “Gandhi” (localizadas en el sur de la ciudad y separadas por unos cuantos metros), la cual para mi sorpresa manifestó lo mismo: Camilla Lackberg hasta la hipotermia.

Intrigado, presenté a un empleado una lista de novedades que siempre voy anotando en mi celular (conforme leo reseñas en los suplementos culturales), y no hubo ninguno en existencia, ni siquiera la última novela, “Macbeth”, del multiventas mundial noruego Jo Nesbø.

Lo más patético: en las siguientes semanas acompañé a mi esposa a diversas tiendas departamentales, recorrí sus secciones de libros (algunas con un buen catálogo, aunque breve), y sorpresa: en todas el virus Lackberg se había expandido.

3.
Quizá la anécdota para muchos no sea importante, pero pone de manifiesto de que algo sucede con la distribución de libros en méxico (y por desgracia las librerías están en contubernio). ¿Y por qué tendría que ser trascendente en un país donde la gente no lee? o lo que es lo mismo: ¿a quién diablos le importan los libros nuevos, usados o viejos? A mí, porque sinceramente veo las portadas de los libros de Camilla Lackberg y no siento nada… no me inspira.

Espero que la falta de libros sea temporal, que obedezca a algún perverso plan del reino de Niflheim que finalmente no funcionará… o que algún lector se apiade y me expliqué qué sucede: dónde están las novedades literarias?

15 de noviembre de 2018

Todos los miedos


Una de las principales debilidades de la literatura mexicana es su tremendismo existencialista… de hecho, cualquier expresión artística está salpicada de ello: música, pintura, fotografía o cine, en todas se retrata al mexicano resignado, egoísta, sumiso, cobarde, abnegado, cruel, sufrido y dispuesto a disfrutar el dolor con el que Dios programó genéticamente su desdichada existencia.

La sensación de estar frente a ese sino me acechó un martes por la noche, cuando iba a la mitad de la lectura de “Todos los miedos”, al grado de que comenté a mi esposa: el libro es excelente, sólo espero que el autor no salga al final con una mamada… cosa que por suerte no sucedió.

Pedro Ángel Palou (1966), el autor de dicho texto, es mexicano, estudió Lingüística y Literatura Hispánica y ejerció como burócrata, editor, académico, investigador y promotor cultural. Ha escrito más de 40 libros, es miembro de la Generación del crack y ganador de galardones como el “Premio Xavier Villaurrutia” por su novela “Con la muerte en los puños”.

La trama de “Todos los miedos” se resume así: en la Ciudad de méxico, durante un día completo, una periodista amenazada de muerte, hostigada y acorralada (despistada y necia al mismo tiempo), investiga una red de trata de mujeres, mientras un expolicía y exmilitar desahuciado se asume como “justiciero” (a manera de antihéroe) buscando protegerla.

Pedro niega que la historia se base en un hecho concreto: "prácticamente todo lo que sucede en la novela sucedió”, aunque en diferentes casos y él se limitó a juntarlos con la intensión de que: "sea un libro de profunda intensidad. Que te harte, que llegue un momento en que lo quieras tirar, quieras gritar y decir esto no puede seguir pasando".


Desde las primeras páginas se percibe el tremendismo existencialista, mas la línea narrativa con la que el autor envuelve ágilmente al lector hacen que ese fatalismo sea uno de sus tantos recursos literarios para mantener la tensión en la trama y no la determinante de un final que desde los primeros renglones sabemos es irremediable.

Si bien el personaje principal, Daniela Real, está basado en periodistas como Lydiette Carrión, Marcela Turati, Lydia Cacho o Ana Lilia Pérez (quienes han denunciado redes de trata, pederastia y por lo mismo han sido acosadas), otros como Rubén Espinosa y Javier Valdez, asesinados impunemente, forman parte de los casos que cita el autor a lo largo de sus páginas, aunque los verdaderos protagonistas del libro sean la violencia y el miedo.

Sobre la violencia dice: “nos hemos acostumbrado tanto a ella que de pronto sólo hay números. Acaban de asesinar a un periodista en Chiapas y muchísimos titulares de los periódicos dicen ‘el noveno periodista asesinado’ y vas y lees los dos primeros párrafos y no aparece su nombre en ningún lugar”… del miedo señala: “es tristísimo que vivamos en una ciudad así, cuando piensas que ya viviste lo peor de la novela, te enfrentas a un nuevo suceso brutal que incluso es más fuerte que el anterior: yo quería que sintieras lo que está viviendo Daniela”.

“Todos los miedos” no es un catálogo de pesadillas urbanas, ni una radiografía de la violencia contra la mujer y tampoco un pulcro ejercicio de novela negra: Palou crea una atmósfera opresiva apoyada en un lenguaje meticuloso para ir más allá de la denuncia, invita al lector a la toma de conciencia confrontándolo con sus miedos y a plantearse la necesidad de retomar el control sobre su vida en beneficio de ese concepto que los habitantes de esta la ciudad han borrado de su lenguaje: el beneficio de todos.

Pedro Ángel Palou, Todos los miedos, 208 páginas, Editorial planeta, 2018

8 de noviembre de 2018

Valeria Gallardo

Chile siempre ha sido semillero de bandas proactivas como Los ex, Julius Popper‎, La guacha, Los prisioneros, Lucybell, Akinetón Retard, La Rue Morgue, Gondwana, Planetario, The Ganjas, Rata blanca, Amarga Marga, Big Sur, Tiro de Gracia o Niños del Cerro, sin embargo, aparte de las nuevas bandas hay una ola de músicos que desde la escena independiente destaca por arriesgarse con interesantes propuestas como los virtuosos “Valeria Gallardo Trio”.

Oriunda de Valparaíso, Valeria Gallardo es escritora, periodista, cantante y desde 2005 incursiona en el metal progresivo, género en el que es una de las más destacadas guitarristas sudamericanas.

Cuenta que empezó a incursionar en el medio musical ya grande: “como a los 30 años. no tocaba guitarra antes, me dedicaba a cantar covers, cuando chica quise tocar guitarra eléctrica y no me dejaron, tampoco pude estudiar música, estudié periodismo, no porque me gustara, sino porque fue lo que me permitieron, cuando comencé a ganar dinero pude tomar clases con Ismael Cortez (guitarrista de Tryo) durante tres años”.

Asidua escucha de Pink Floyd, Yes, Led Zeppelin, Rush, Deep Purple, así como exitosa participante de "La Plata Prog Festival", Valeria dice que: “todo el mundo me rechazó en un principio; fue muy complicado encontrar banda, nadie quería tocar conmigo, me ninguneaban”.


Esto le provocó alineaciones inestables desde la grabación de su primer disco “Polimorfia”, en 2005, ya que tuvo que pagar a los músicos, más ello no le facilitó las cosas y pudo empezar a promocionarlo hasta 2007. Cuenta: “pasé malos ratos, a veces me dejaban votada en tocadas... me arrendé una sala de ensayo y compré una batería usada, pero los bateros que llegaban se llevaban partes de la batería”.

Su segundo disco, “Caída Libre”, lo grabó en 2013 con Pablo Roldán (batería), Noel Lillo (bajo), Víctor Huenufil (guitarra), y pese a que le costó su divorcio, afirma: “miro para atrás todo lo que me costó y me siento muy feliz, cada cosa es un logro. Primero, llegar a tener una banda consolidada. segundo, todo lo que avancé desde 2005 hasta ahora en términos de ejecución, técnica y sonido como instrumentista”.

Agrega: “tengo a mi familia que es mi hijo Clemente, de nueve meses; mi marido que es Víctor (solo la acompaña en sus conciertos), que toca guitarra”. Tras grabar dos discos y un DVD, regresa a los escenarios con un nuevo disco, “Próximo Paso”.

Sobre su proceso creativo, dice: “es importante escuchar y valorar las propuestas contemporáneas, por ello el motor principal de la banda es la evolución constante”; añade: “creo que es un disco que será un aporte a la escena, ya que el estilo musical que manejan no es predecible, y mantienen al oyente atento e interesado en lo que ocurre”.

En su tercer cd, Valeria expande su sonido y combina su estilo con rock clásico, blues y ciertos aires de jazz, mismo que recibió buenas críticas por parte de la prensa especializada por la evolución de su sonido. Fue producido por Conrado Garay con el objetivo de internacionalizar la carrera del trío y cumplió con su objetivo al ofrecer un disco con alta calidad en todos los sentidos. Garay dice: será un aporte a la escena, ya que el estilo musical que manejan no es predecible y mantienen al oyente atento en lo que ocurre”.

“Próximo Paso”, de Valeria Gallardo Trio, es recomendable para aquellos que buscan calidad musical gracias a sus impresionantes solos de guitarra y a la complicada estructura de sus temas, lo que la transforman en una propuesta innovadora dentro de las cientos de ofertas que cada semana surgen por toda Latinoamérica.

31 de octubre de 2018

No se debe celebrar la muerte



1.
Hace muchos años, en una violenta comunidad de la costa del Golfo de méxico, secuestraron a la hija de un traficante de maderas tropicales y le exigieron un rescate, a lo cual respondió sin mayor apuro: no tengo dinero. En las negociaciones con los captores, el hombre mantuvo su negativa hasta que uno de sus hermanos intervino y afirmó que él pagaría.

Esa zona es un semillero de sicarios, secuestradores, policías, abigeatos, narcos, soldados, guerrilleros (y hasta extraterrestres, dicen), donde la gente se mata a consecuencia de su ancestral ignorancia: es uno de los lugares más violentos del país que genera mujeres y hombres que se han esparcido en todo lugar donde se requieran los servicios de un asesino a sueldo.

Así, el tío costeó el rescate, la sobrina regresó al hogar paterno y todo volvió a su normalidad hasta que el ídolo de la familia comenzó a indagar sobre la identidad de los secuestradores: al pie del atrio de su iglesia el cura del pueblo se lo reveló (tras prometerle no buscar venganza).

El ser humano propone y Dios dispone, pero que llegó el Diablo y dijo a los raptores (dirigidos por un viejo exmilitar venido a ladrón que tenía asolada la región), sobre las indagaciones y el tío fue visto como “un peligro”. Tras semanas de rumores todo terminó frente a un estanquillo del pueblo: se encontraron el anciano y el tío, cruzaron miradas con las que cada uno manifestó sus sentimientos, sacaron sus armas, el criminal lo hizo más rápido y le vació la carga de su pistola en el pecho.

Como se estila por allá la familia juró venganza, el verdugo huyó y se escondió en la zona de la Huasteca, pero quizá añorando cocoteros, mariscos, vacas y plagios, murió a los pocos meses de un infarto al tiempo que una de las hijas del héroe asesinado dejó de dirigirle la palabra al hermano de su padre y juró odiarlo con fervor el resto de su vida.

2.
Con al paso de las décadas, y la jactancia que le da ser médico (trabaja en un hospital privado de renombre en la capital del país), aquella hija vuelve regularmente a su pueblo para dar consultas médicas gratuitas, lo que le ha granjeado gran simpatía entre sus coterráneos.

En una de esas visitas, a sus familiares se les ocurrió la idea de “celebrar” (sic) un aniversario especial por la muerte del heroico jefe de familia, para lo cual se organizaron (comandados, obvio, por la rencorosa hija), para juntar dinero (que incluyó comprometer a los pacientes de la doctora a realizar donaciones), suma que superó el salario anual de muchos trabajadores agrícolas locales y que se invertiría en pagar misa, comida, regalos, y obviamente, mucho trago.

3.
Cuando me enteré de la historia del secuestro me enfrasqué en una discusión con el esposo de la doctora (lo llamaré C), quien defendía la impertinencia de su suegro por irrumpir en los karmas de una familia que debía haber perdido a su hija, justificaba el rencor de su mujer hacia su tío y rechazaba mis explicaciones para sacarlo de su error.

Nunca llegamos a nada, pero como me ha sucedido en otras ocasiones, cuando dar la vida por alguien en un hecho violento para muchos es acto heroico (aunque para mí una estupidez), opté por compadecer la corta perspectiva que posee la gente sobre esa mala pasada llamada destino.

4.
Tiempo después surgió otra disputa con C tras reiterar su justificación para celebrar el aniversario luctuoso, más ante mis argumentos su respuesta era: “son costumbres”.

- costumbres mis güevos – me quejé una tarde – gastar ese dineral por un ignorante que dio su vida por quien tenía marcado morir, dejando a una mujer y a sus hijos en la orfandad, es de pendejos.
- son costumbres – repitió C nervioso ante mi enojo.
- se le llama “cambio de cabezas” – señalé.
- no sé de qué cabezas hablas, pero las tradiciones se celebran.
- son mamadas – reiteré – los muertos, muertos están… no saben si el señor ya reencarnó y con esa celebración le van a conflictuar el presente.
- no te entiendo – se defendió con una irritante sonrisa.
- que son pendejadas, pues – reiteré – sobre todo organizar festejos con dinero ajeno.
- son costumbres – repitió – tú porque vives en ciudad y…
- ojalá conocieras las verdaderas costumbres mortuarias que se dan en otros lugares del país y donde se les trata con respeto… nada de gastar dinero a lo pendejo: hasta entonces entenderías lo que es ofrendar verdaderamente a los muertos.
- son costumbres… viejas usanzas.
- a veces celebrar a la muerte es invocarla – advertí.

Fueron discusiones cada que nos encontrábamos, conforme se acercaba la fecha del festejo, en las que él repetía lo que costaría (imaginando la borrachera de varios días que se pondría), y lo bien que se la pasaría hasta que llegó el día, pidió vacaciones en su trabajo y se largó a mediados de junio de este 2018.

5.
H (quiropráctica y conocida de ambos), me interceptó a la entrada del Mercado de Sonora un domingo por la mañana. Tras saludarme preguntó por C, le dije que andaba celebrando al muerto.

- ya te enteraste? – preguntó con tiento.
- de? – indagué.
- mataron a una de sus sobrinas.
- en méxico mueren cientos al día por la violencia - la cuestioné - cómo supiste?
- por el apellido – aclaró – era candidata local a no sé qué en las elecciones de este julio… mi hijo lo vio en el noticiero de televisión…
- ni idea, no veo la tv y aún no leo los diarios - reconocí.
- luego lo comentamos – avisó y se alejó ensimismada.

Navegué en internet por mi celular buscando la noticia: en efecto, era su sobrina, nieta del célebre héroe familiar, asesinada a puñaladas por un asesino solitario al salir de su casa rumbo a un acto de campaña (curiosamente la tarde anterior al festejo).

En un pasajero acto de solidaridad pensé en llamarlo por teléfono para darle el pésame, pero reconocí que no me aguantaría las ganas de recordarle que a los muertos se les debe dejar en paz, que en ocasiones celebrarlos son pendejadas… así que desistí.

6.
Días después del sepelio, cuando C regresó a la ciudad y coincidimos en una tienda de autoservicio, me contó que toda la comida, bebida y recuerdos para el aniversario luctuoso se usó para atender a los cientos de dolientes que llegaron a dar el pésame por la muerte de la joven: “porque darles de comer, tomar y un regalito durante un velorio, es una costumbre”, afirmó.

21 de octubre de 2018

La segunda muerte de todos los desencarnados



1.
No publico textos conforme los escribo: a veces tardan meses, unos ya tienen hasta un par de años y otros no verán la luz (como uno sobre la coincidencia del eclipse solar del 21 de agosto de 2017, día en que los Urantianos celebran el nacimiento de Cristo, otro sobre los terremotos que destruirán méxico, uno sobre el oddu Otrupo tura… y así).

El que van a leer tuvo varios cambios: fue escrito en marzo de 2018 y el título original era Este año no habrá ofrenda para los muertos, mas no me gustó, lo cambié por La segunda muerte de mi padre, sonaba cursi y finalmente decidí no publicarlo, pero llegó la época de difuntos y creo vale la pena compartir la anécdota.

2.
A comienzos de año una amiga me preguntó cómo podía vivir (sobrevivir) con la muerte de mi padre: “yo no podría”, aseguró.

Contesté con temas personales y rematé explicando que tras morir se estableció un juego para comunicarnos: en la noche, mientras dormía, él abría la puerta del baño de la planta alta, así que cuando me levantaba la cerraba, él la abría de nuevo, y si yo la dejaba abierta él la cerraba, dinámica que correspondía a su obsesiva claustrofobia.

Semanas previas a su primer aniversario luctuoso, el 28 de febrero de 2018, percibí dos detalles: una sobrina de 4 años dejó de contarme sobre las pláticas que sostenía con él en el departamento donde vivió sus últimos años, además de que la puerta del baño en mi casa se mantenía tal cual la dejaba antes de acostarme, así que usé la videncia para “localizarlo”, no lo vi y pensé que ya aparecería.

Días antes tuve también extraños sueños con él (en uno lo veía joven y acomodando cajas de cartón vacías en una pequeña camioneta blanca, en otro era un adulto andando en una bicicleta para niños), mas fue hasta que el sacerdote que ofició la misa de su primer aniversario luctuoso, al citar erróneamente su nombre (http://basurerodealmas.blogspot.com/2018/03/no-peleo-contra-demonios.html), que comencé a entender la relación de los hechos y llegué a una primera conclusión, pero necesitaba confirmarla. Y eso hice el sábado 3 de marzo.

3.
Para quienes no lo sepan, en la zona aledaña al Centro Histórico de la Ciudad de méxico hay casas que por su sencillez pasarían desapercibidas, más detrás de sus puertas habitan Videntes, Brujos, Espiritualistas y Muerteros cuyos dones asustarían a más de un Santero o Babalowo. A uno de esos lugares acudí buscando a mi amiga V, quien tras media hora de explicaciones redujo todo a una palabra, transición, lo que confirmó mi teoría: ya no percibo a mi padre porque ha abandonado el limbo (murió por segunda y última vez), dejó de ser individuo y elevó su estado de conciencia, el de la entrega de cuentas por lo hecho u omitido, donde ya no es posible contactarlo (aunque él sí podría hacerlo conmigo).

En este sentido llamó mi atención una sugerencia que ella hizo: no más aniversarios luctuosos, ofrendas ni rosarios, no necesita nada… junto con una advertencia: “nunca te olvides de tu padre”, la cual me pareció de sobra (¿uno puede olvidarse de su progenitor?). Opté por no preguntar.

4.
La evolución me sorprendió por la eficiencia de rezos, misas, lucificación y obras espirituales (muchas las hice con V), las cuales, supongo, contribuyeron a que la toma de conciencia y transición de su alma no fuera tortuosa ni larga, situación que me lleva a las siguientes reflexiones:

- soy la primera persona que conozco (sic), que se entera que un familiar muerto ha recibido “la luz” (aunque me queda claro que si se tocaran las puertas adecuadas otros también podrían enterarse de ello, y gracias a esa información, dejar de sufrir por su pérdida). 
- cuántas familias consagran años de oraciones, misas y altares a sus muertos, sin saber sí ellos aún las necesitan?
- sé de personas que asumen luto el resto de su vida sin ser necesario, y lo peor, no se dan cuenta que ello les perjudica al mantenerse, por decisión propia, en un (lúgubre) estado de ánimo.
- saber que un familiar difunto trascendió es lo que da paz al alma.

5.
No pregunté exactamente cómo, cuándo, dónde y por qué mi padre dejó el limbo tan pronto (un año parece poco tiempo, pero para él pudieron ser docenas o hasta cien*: el tiempo de los vivos transcurre diferente al de los muertos), pero de todos modos V me dio otro par de consejos que pese a la obviedad aún debo reflexionar.

Enterarme de lo anterior me ha dejado un gran aprendizaje (alejado de sentimentalismos): no podemos limitarnos a rezar, llorar y/o hacer obras (algo necesario y hasta obligatorio), para dar luz a un desencarnado: debemos buscar la manera de enterarnos, por el bien de ambas partes, dentro de las opciones espirituales adecuadas, en qué punto del difuso “camino al más allá” se encuentran los difuntos.

6.
Por decisión propia, y sea cual fueren las necesidades del resto de mis antepasados (tendría que hacer una profunda investigación para saberlo, pero sería agotador), este año no habrá atención a los muertos el 1º de noviembre ni altar alguno relacionado con el “Día de los fieles difuntos y todos los santos”.

* recordemos que salvo situaciones extraordinarias, una persona que muere de forma natural tarda 25 años en reencarnar, por accidente 50 y de manera violenta (asesinato o suicidio), hasta 100, por ello es muy raro (que no imposible) encontrar en la actualidad “fantasmas” de épocas muy lejanas.